Del umbral de la piel a la intimidad del ser

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Se comenta al respecto que, de alguna forma, Freud, al ver sus cualidades, intentó llevarlo a su terreno de instintos atávicos y complejos, pero Jung optó por salir de esa maraña y entrar en algo más diáfano que lo llevara a nuevos imaginarios en los que el tejido de las relaciones y el equilibrio eran diferentes y se abrían y relacionaban con la globalidad.

Dada esta integración multifactorial, desde la que se gestan los diversos motivos y posturas humanas para mantener el equilibrio, creemos que tienen sutiles informaciones que siempre actúan sobre todo el conjunto, por lo que vemos posible influir a través de estas vías sobre dicha globalidad, dando también diferentes tipos de informaciones. Estas se caracterizan por ser mínimas y en puntos concretos; las iremos describiendo y veremos cómo actúan sobre los diferentes aspectos tanto físicos como biológicos, y también sobre las percepciones y cogniciones; pues, de hecho, desde la perspectiva no dual que pretendemos presentar, la naturaleza del cuerpo y la postura, lo vivenciado y el momento espaciotemporal de los diferentes escenarios, cuerpo y mente, no difieren en esencia y son continuos confluyentes.

En este trabajo presentamos la posturología en general y su vertiente teórica, aplicativa y de investigación en todos sus aspectos conocidos por nosotros, algunos de ellos más recientes y experimentales, que aún estamos desarrollando y que analizaremos en detalle. Consta de un trabajo de integración de lo que llamamos captores del sistema postural, cada uno de los cuales se trata de forma amplia en un apartado específico, y en los diferentes niveles jerarquizados de lo que consideramos la globalidad corporal.

En los captores hay que establecer una cierta prioridad, nunca excluyente, para en un lugar preciso del mismo y en paralelo a los otros, dar una información que equilibre el conjunto. Sobre ellos y diferente a lo que se suele hacer de forma habitual a un nivel más mecánico, vamos a dar informaciones muy puntuales y mínimas, estableciendo unos valores de umbral sensible, con el frecuencial adecuado, ya sea sobre el sistema visual, la piel o diferentes fascias, músculos, órganos, trayectos nerviosos o vasculares o zonas de canales energéticos muy similares a los meridianos de acupuntura, siguiendo un protocolo similar a lo que Villeneuve (2012) denomina estímulos en posturología neurosensorial. Esto, en nuestra experiencia, produce notables cambios somato-psíquicos y perceptivos.

En paralelo a la investigación clínica, hemos trabajado también con algunas personas en una tarea de meditación procedente de algunos aspectos de la tradición vedanta hindú y el budismo tibetano denominada shiné7 o pacificación mental, con varios niveles que también desarrollaremos. Hemos verificado el cambio que se produce en las oscilaciones y frecuenciales posturales durante la meditación, pudiendo establecer paralelismos (a nuestro juicio muy interesantes). Aunque es un tema de gran interés, aún no lo hemos desarrollado del todo, y creemos que sería motivo de otro texto de cierta complejidad. Por lo tanto, será un añadido de datos que pensamos ilustrarán algo más el tema del presente trabajo.

Hemos desarrollado un sistema instrumental que, con la plataforma de estabilometría, podemos valorar con el individuo de pie sobre la misma, las oscilaciones posturales normales y sus variaciones frente a estas pequeñas informaciones visuales, podales, dentales, dérmicas, emocionales etc., o bien, como veremos, podemos proceder desaferenciando8 las entradas o informaciones y analizar cómo se comporta el individuo sin la participación de lo que nos dota de equilibrio en condiciones normales, o lo que nos altera en condiciones patológicas. Podemos valorarlo también con el individuo en posición de meditación, sentado en la plataforma con las piernas cruzadas sobre la superficie de la misma. También con la persona sentada. En él estudiamos los diferentes niveles del proceso, el equilibrio o desequilibrio, buscando frecuenciales comunes interindividuales que aparecen cuando se está en un determinado nivel de profundidad meditativa.

Antes de avanzar más en la exposición, destacar que la posturología aparece en el panorama científico como una especialidad encaminada a tratar los ejes posicionales humanos, el sistema postural oscilatorio y el equilibrio corporal global, y en las últimas décadas se ha desarrollado a partir de la renovación con los nuevos paradigmas de tipo complejista que aparecieron en ciencias, pero esta vez actualizadas de la mano de científicos y profesionales conjuntados, procedentes de diversas disciplinas, que concretaron un cuerpo teórico y una metodología aplicativa que permea muchas de las ciencias de la salud y de las humanidades.

Algunas escuelas ofrecen modelos de estudio de la postura más mecanicista, y otros modelos, como el que presento, están más próximos a una visión holística de la postura ligada a un posicionamiento personal con un tono variable que, sin rechazar los aspectos mecanicistas o biológicos inherentes, se centran también en un conjunto de actitudes, con sus cargas emocionales, dentro de una estructura de pensamiento y una red de relaciones. En estos casos, veremos que tienen un enorme paralelismo con algunos aspectos procedentes de tradiciones espirituales y cosmovisiones de diferentes culturas hindú, tibetana o taoísta, con diferentes grados de similitud en lo esencial, y que reúnen humanidades y ciencia en algunos puntos, cuyos aspectos vamos a ir desarrollando intercalados con el texto, por su relación y fondo de interés con el tema que tratamos.

Vamos, por lo tanto, como ya habíamos apuntado con anterioridad, a tender un puente de cuerdas en el que hay que aprender a afianzarse; entre la ciencia, con el academicismo de la ortodoxia occidental; algunos aspectos del misticismo oriental, y la medicina más holística; también desde la creatividad de nuestros propios sistemas. Buscando humanizar lo que podríamos definir como el espíritu de las ciencias al que no se ha prestado, a nuestro entender, suficiente interés, al menos hasta la llegada de nuevas corrientes, encabezadas por algunos ilustres físicos, como los ya citados.

Nos dice Einstein, mirando fuera de la física concreta: «Me siento hasta tal punto parte de toda la vida, que no me preocupa en absoluto el principio o fin de la existencia concreta dentro de este río sin fin».

Estos nuevos modelos se denominan sistemas no lineales o caóticos, y ya habían mostrado su interés e importancia en las ciencias físicas y también biológicas, e incluso en disciplinas de las humanidades, pero que han sido con cierta frecuencia abandonados o no tenidos en cuenta en aras de aspectos más objetivos, lo cual es cuestionable. En todo caso, creemos que no tenerlos en cuenta se debe a un claro desconocimiento de dichos sistemas y a un cierto prejuicio al respecto de su discurso, impregnado de filosofías universalistas y de una visión diferente del mundo, al que el proceso de enculturación hegemónico crea en muchos casos manifiestas resistencias, puede ser por el ya clásico miedo a la incertidumbre del cambio.

Lo que empezó, como vimos, en las ciencias médicas en el siglo xix, con la búsqueda de las claves que intervenían en el sentido humano del equilibrio y la búsqueda de un nuevo sentido, acabó con la aportación de una gran cantidad de aspectos nuevos de la fisiología y biomecánica humanas, que confluían en una armonía gestual y un afinado tonal muscular constante en busca del equilibrio, por la participación de lo que se acabaría denominando sistema tónico postural.

Este se regula en función de estructuras del sistema nervioso, en principio subcorticales, pero también con estructuras corticales, el sistema límbico, emociones, cogniciones y la visión. Dotan al individuo de una normalidad tónica variable relacionada a su vez con el tono anímico y una reactividad postural actitudinal relacional.

Las diferentes aproximaciones al equilibrio postural han configurado novedosas discusiones y conclusiones, de sólidas bases neurofisiológicas, unidas a la repercusión sobre una biomecánica que puesta a punto con todos los demás aspectos, como el equilibrio y equilibrado postural corporal, han conseguido desde sus orígenes —tímidos al principio en el descubrimiento de los endocaptores y el sentido del equilibrio y fortalecidos después con las primeras experiencias científicas no lineales con los músculos oculomotores de Baron (1955)—, su validación académica y algunos de los aspectos destacados de este profuso estudio y experimentación en torno a la postura. Los iremos detallando, como también lo haremos con el desarrollo de una praxis multidisciplinaria con destacables resultados clínicos.

En la actualidad, hay que destacar que puede cubrir, como alternativa y con cierta amplitud, algunos aspectos carenciales en cuanto a las posibilidades terapéuticas existentes en torno a diferentes patologías funcionales, que hasta ahora quedaban poco definidas en cuanto a etiologías, pero que, en determinados casos, se ha comprobado que tienen probables orígenes en alteraciones del equilibrio postural. También es el caso de problemas asociados a la relación del factor podal y la oculomotricidad, propioceptividad en general y raquídea, oclusión dental, ATM (articulación temporo mandibular) y de la interacción informacional de todo este conjunto de captores, que adecuada o sesgada en sus aferencias al sistema nervioso, condicionarán unas eferencias para el logro de una postura más equilibrada, o al menos más adaptada a las diferentes necesidades.

Al tratar con el modelo informacional el sistema postural, conseguimos modificar de manera adecuada la vía o vías de entrada al mismo, que una vez procesadas cambian y lo hacen como un todo integrado.

También podrá, en algunos casos, ser muy útil en aquellos aspectos postraumáticos en los que no parecen restar aspectos lesionales aparentes, pero en los que aún persisten dolor, contractura o algún tipo de limitación, no consiguiéndose la remisión con los medios que conocemos y utilizamos de forma habitual. Se trataría entonces de eliminar el desequilibrio postural que subyace a la lesión y que en algunos casos la facilitó en su inicio.

 

Tanto la incorporación de aspectos etiológicos nuevos como todos los tratamientos específicos de los mismos se han elaborado desde una aproximación global al individuo, entendiendo por ello en este caso, tener en cuenta todos los confluyentes posibles dentro de lo conocido, y las interacciones paralelas de tipo homeostático que participan en la regulación de la postura (Weber, 2010), tanto en su manifestación externa como en el posicionamiento interno, dentro de las lógicas limitaciones de todo tipo que la complejidad de todo ello supone en su realización.

Teniendo en cuenta que la idea no es tanto elaborar un amplio tratado como concretar, a partir del conjunto, los aspectos que a nuestro juicio son esenciales para realizar unas aplicaciones terapéuticas concretas y lograr una eutonía y sintonía de muy diversas utilidades, que varían según las diferentes disciplinas y sus objetivos.

Es frecuente que el tratamiento se integre con algunos elementos de otras especialidades que intervienen en la posturología general, necesarios para la valoración y el diagnóstico, aunque al final y en buena lógica todo sea multidisciplinario.

Ya podemos deducir, según esto, que, por definición y dada la necesidad de regulación de varios parámetros de los diferentes sistemas corporales, se requiere como complemento necesario un trabajo en equipo conjuntado por un conocimiento común, por parte de todos, de las bases de la posturología.

Hay aspectos que pretendemos desarrollar en áreas más ligadas a la persona y a su equilibrio interior y a la naturaleza del proceso del pensamiento y las percepciones, en los que la pretensión no está ligada a aspectos terapéuticos, sino a facilitar un proceso progresivo de cambio del individuo a modo de prevención que evite futuros tratamientos. O bien, en la progresión individual en lo que se viene llamando crecimiento, posicionamiento y equilibrio personal.

En otro orden de cosas, parece interesante destacar que en el campo de las ciencias de la salud, uno de los grandes retos para este nuevo milenio es el alto porcentaje de la población que consultará en algún momento de su vida por problemas de dolor, con cierta frecuencia sin etiología precisa o etiquetado de conflicto psicosomático, problemas de inestabilidad o equilibrio con la misma etiqueta o bien otras afectaciones de diferentes zonas del sistema locomotor acompañadas de tensiones a alteraciones posicionales. Y aunque es importante estudiar estas problemáticas desde todas las vertientes posibles, pensamos y hemos podido comprobar que la visión y las posibilidades terapéuticas de la posturología bien puede ser una de ellas, y lo es más considerando que estos problemas, como hemos dicho y pretendemos mostrar, están relacionados en muchos casos con alteraciones de lo que llamaremos, según la escuela francesa (Gagey, 1995), sistema postural fino. Este, por definición lógica, tiene su base en los pies y su expresión en la mirada (Tortolero, 2007), por lo que sería conveniente mejorar el conocimiento que hasta ahora se tiene al respecto de todo lo concerniente a la postura y las relaciones pie-ojo-postura, no ya tanto en el sentido del posicionamiento corporal y las ciencias de la salud, sino desde un espacio más amplio y con menos etiquetas, en el que quepan aspectos indefinidos o indefinibles, que necesitan ponerse de pie con una postura diferente y reorientando nuestra mirada.

El sistema postural fino bien pudiera quedar descrito de forma breve como una parte del sistema extarapiramidal de dominio subcortical perteneciente a nuestro cerebro menos evolucionado, que participa en el control del tono a varios niveles de sutilidad, desde el arquicerebelo al neocerebelo y al sistema límbico, y de ahí a todo el sistema neuromuscular, va de lo más profundo a la superficie de la piel (Paillard, 1976). Permea así todos los demás sistemas, para colocarnos y mantenernos en equilibrio, calibrados con nuestro interior y lo que nos rodea a través de un fluido torbellino de aferencias y eferencias tónicas musculares, utilizando para ello las fibras musculares rojas bajo las consignas del sistema reticular límbico, vestíbulo ocular y cerebeloso más los consiguientes automatismos reflejos, pero también en todo ello participa lo más cálido o frío de la gestualidad humana con su abanico emocional.

El conjunto estará dotado de la cualidad oscilatoria intrínseca, y de un torrente anímico ligado a todo lo anterior, que condicionará cualquier acto humano y que se integrará según las informaciones provenientes de todos los órganos de los sentidos, engramándose en forma de esquema corporal, siempre que la oscilación y el frecuencial sean los adecuados. Hay que citar que todos los motivos nuevos son grabados desde la infancia y van constituyendo unos referenciales de tono y postura, con los que comparamos todos los acontecimientos y gestionamos lo novedoso. Sería como la paleta de un pintor, en la que mezclamos los variados matices de los diferentes colores según la necesidad requerida.

Este sistema, como cualquier otro, es subsidiario de sufrir alteraciones, que pueden en este caso provocar asimetrías tónicas, contractura, dolor y también problemas en el equilibrio, en el posicionamiento, en la marcha y el ortostatismo, y alteraciones perceptivas y ligadas a la emoción-sensación.

El pie, como una interfase entre el suelo y equilibrio/desequilibrio y el captor podal (como lo llamamos desde este constructo), con una peculiar biomecánica y sensibilidad, dispone de un amplio abanico de receptores cutáneos exteroceptivos y captores propioceptivos que, a través de vías polisinápticas, utilizan el sistema lemniscal y extralemniscal (lemnisco lateral) y mantienen unas conexiones constantes. Como respuesta, condicionan en permanencia automatismos reflejos para mantener en equilibrio el sistema tónico oscilatorio mientras están en contacto con las zonas somatotópicas correspondientes, que nos informan de forma constante del posicionamiento, presiones y tono del sistema. Lo hacen tanto de los pies como de todo lo relacionado con modificaciones adaptativas, que se deben realizar en relación con otras partes del sistema postural global. Por tanto, el pie bien pudiera ser un buen vector clave para la mejora de todo lo relacionado con el equilibrio postural global (Lacour, 2005; Bricot, 1981; Villeneuve, 2003; Beltran, 1993.

Creemos que no sería justo desarrollar el tema, que tiene una cierta pretensión integradora, sin los aspectos provenientes desde las humanidades, que ya han estudiado de forma profusa antropólogos, sociólogos, psicólogos y otros profesionales. Le damos así al conjunto un marco teórico, sin el cual obviaríamos el hecho de que la postura, además de los aspectos biomecánicos y de equilibrio entendidos de forma amplia, se sostiene también en el posicionamiento delante de algo, o en base y en torno a unas circunstancias. Aunque son unas variables subjetivas a cada persona e investigador, pueden tenerse en cuenta desde una perspectiva más émica, y nos parece interesante desarrollarlas de forma amplia, con la idea de que ilustren el tema y le den una perspectiva más holística.

Si miramos el referente conceptual de lo postural, a pesar de su importancia intrínseca y sus diversos aspectos constitutivos (de los que en la actualidad tenemos todo tipo de confirmaciones científicas, tanto ligadas al equilibrio corporal y sus relaciones con el entorno, al rendimiento y gesto en el deporte y otras actividades, como al posicionamiento adecuado a cada momento, también al posicionamiento y equilibrio oculopostural y podopostural, etc); se trata de conseguir que todo esto actúe de forma integrada y consensuada, tanto en los aspectos físicos como también en determinados aspectos psicológicos con muchos otros matices.

Otro aspecto que se pretende mostrar es que, a pesar de la enorme evolución tanto teórico-práctica como tecnológica ligada a la posturología desde hace más de cincuenta años, creemos que esta es aún frecuente y de forma errónea remitida a un gran reduccionismo, por lo demás simplista, respecto a meros cambios de posición corporal o de tipo ergonómico. Sin tener en cuenta los cambios tónicos, de equilibrio y actitud en relación con los diversos captores interactuando entre ellos, y participando en la gestión de la misma (ojos, pies, vestíbulo, propioceptividad raquídea, etc.). Se pierde con ello el significante y los significados reales con los que la ciencia ha ampliado la palabra, por lo que se necesita con cierta urgencia salir de su catalogación, al menos a escala de las ciencias médicas y quedarse con las alternativas que puede ofrecer la posturología. Ahora ya sabemos que aportan áreas de conocimiento al campo de la salud y estas son de comprobada efectividad tanto en la prevención como en el tratamiento de diversas patologías del aparato locomotor, estando además exentas de cualquier yatrogenia y contraindicaciones.

Este aspecto que se apunta creemos que es importante, sobre todo cuando, con cierta frecuencia, las etiologías de dichos problemas se tipifican en muchos casos como idiopáticas, o bien se carece de tratamientos específicos para solucionarlas, al menos desde una perspectiva más convencional, que no contempla algunos de los aspectos citados al respecto y en torno a la postura.

Sin aplicar la posturología hay que tener en cuenta que, en ocasiones, controlar estas alteraciones en su sintomatología no está exento de yatrogenias, ya sean medicamentosas, ortopédicas o de otros tipos. También porque en algunos casos se requieren para ello abordajes quirúrgicos más o menos complejos, que pueden dejar sus imprevisibles secuelas y que a veces y de forma consensuada pudieran evitarse desde esta óptica interdisciplinaria.

Se pretende mostrar que el hecho de incluir una propuesta desde la integración postural puede cambiar de forma clara el conocimiento de la persona, sus percepciones, su visión de la realidad y también la perspectiva y sus relaciones con el entorno, y consigo misma. En aspectos más clínicos, nos permitiría elaborar nuevos diagnósticos y terapias, facilitando un trabajo conjunto de los diferentes profesionales, sobre todo en esta época en la que se requieren cada vez más las especializaciones, que respondan a una necesidad, pero que nos apartan de la visión del conjunto del que depende el equilibrio humano.

Hay pues, en este trabajo, además de los aspectos metodológicos y técnicos de la especialidad, y del tema específico, casi por necesidad, una invitación implícita a la observación, toda una fenomenología alrededor del cuerpo y la postura, que pueda —como ya se ha comentado— ampliar la mirada del profesional hacia un constructo más amplio, novedoso y fuera del imaginario que lo limita a ergonomías y posiciones corporales y alteraciones diversas.

Las investigaciones tanto cualitativas como cuantitativas que la estudian y todo lo que en la actualidad se conoce al respecto, aportan diferentes ideas de tono, posicionamiento, oscilación y equilibrio, de esquema corporal ligado a percepciones y cogniciones y tipologías relacionadas con las estructuras de personalidad; en definitiva, del tratamiento de un sistema postural, que es la expresión de una corporalidad integrada en un sistema constituido por múltiples captores, que conforman en sus relaciones con el SNC un entramado y complejo conjunto, diseñado para la regulación global de la actividad tónica postural ortostática.

Vamos a desarrollar desde estas perspectivas, tanto históricas como aplicativas, el paso de la mecánica Newtoniana a los pequeños estímulos informacionales que utilizamos en posturología sobre la piel y otras ubicaciones en los diferentes captores.

En nuestra cultura occidental, y en el campo médico, a partir de Hipócrates, Galeno y otras figuras eminentes, se empezó a estudiar el equilibrio orgánico, y si bien la escuela hipocrática lo hizo de una forma que desde mi punto de vista resulta más holística; con Galeno se entra en una sistematización más reduccionista, pero estructurada, aunque más adelante Paracelso* intentara de nuevo globalizar la persona, su entorno y percepciones en su naturaleza genuina, sintonizándola con un orden de los diferentes reinos de la naturaleza y el tratamiento propuesto mediante su ley de semejanzas entre otras muchas aportaciones.

 

Ya en el Renacimiento, Leonardo da Vinci buscará en sus disecciones, por todos los rincones del cuerpo, la ubicación de un alma integradora del conjunto equilibrado y transcendente de lo humano. Capra (El genio de Leonardo, 2007) describe varios de los aspectos relacionados, mostrando como Leonardo entra en el conocimiento científico desde los ojos del artista, Da Vinci estudió las funciones del corazón humano y la circulación, la naturaleza de la luz; lo hizo con una metodología novedosa, mostrando también la mecánica de cosas muy diferentes, pero sin ser el mismo mecanicista, presentando su investigación científica, como dice Capra, «como un cuerpo coherente e integrado de conocimientos, con una visión de la totalidad del mundo como un organismo único», coloca una cita del propio Leonardo da Vinci de 1513, como epígrafe a su libro, dice: «Antes de dar un paso más, realizaré experimentos, porque mi propósito es exponer primero la experiencia y luego mediante el razonamiento, mostrar por qué esa experiencia está destinada a operar de esa manera. Es la verdadera regla que deben seguir quienes reflexionan sobre los fenómenos de la naturaleza». Estudió durante más de veinte años y relacionó de forma magistral en sus dibujos y apuntes, luz, ojos, sentidos, ventrículos cerebrales y la hipotética sede del alma.

En el Renacimiento aparecen nuevos paradigmas en las artes, ciencias y humanidades, a pesar de crear fisuras en el oscurantismo escolástico, que cedió en parte y se fue abriendo a nuevas concepciones del universo; pero fueron al final los mapas anatómicos de Vesalio, la medicina galénica renovada y un culto aún mayor al yo personal los que acabaron imponiendo unos egos y una forma de ver las ciencias en algunos aspectos muy interesantes. Nace el individuo como tal en las artes, las figuras ya no son geométricas y lineales en sus caras; aparece el rostro, el cuerpo al natural, la piel en sus tersuras, pero lo positivo de la individuación queda reducido en parte por un individualismo creciente.

Ya con Descartes quedarán marcadas unas rutas, en todas las ciencias, novedosas e interesantes, pero dualistas y, en cierto modo, se rompieron muchos constructos universalizadores, sin que ello les reste interés, pero creo que los reduccionismos parcializadores desde su ortodoxia colaboraron, y colaboran reactualizados, a la fragmentación, aún en mayor grado si cabe, de la cada vez más especializada y dividida visión mecanicista y binaria, o más bien fragmentaria del conjunto corporal humano, de las relaciones y el propio mundo.

Esto se produce a todos los niveles, creándose un vacío y el consiguiente vértigo que se origina por la pérdida del equilibrio globalizador de un conjunto en el que imperaba el sentido de permanencia a un orden universal. Le Breton nos habla de que se produce «una fragmentación del sujeto no solo con los demás, sino también en sí mismo», (Anthropologie du corps et modernité, 1980), esa misma ruptura es válida y extrapolable para el proceso de investigación en ciencias.

Fue a partir de la segunda mitad del siglo xx, pero sobre todo en el tránsito de siglo (aunque ya llevaba décadas gestándose), que se ha recogido un considerable compendio de conocimientos nuevos, con los que, a modo de nuevo paradigma, se ha podido hacer un gran avance. Ha sido un paso complejo y sobre todo innovador, pero pensamos que respetuoso y para nada excluyente de lo ya estudiado.

Con su espíritu integrador y emprendedor, parece un paso que en definitiva nos lleva a una visión de futuro y nos ofrece a diferentes profesionales un amplio campo de trabajo en este caso clínico, pero también de investigación en ciencias y humanidades, de la mano de destacados aspectos de la persona, el cuerpo, cultura y sociedades, que invitan a estudiar y replantearse muchos temas de forma más exhaustiva y desde una visión más amplia.

Para los clínicos supone todo un reto conseguir que, desde su estudio con una nueva mirada, se desprendan aplicaciones de demostrada eficacia terapéutica, de las que tenemos tanta necesidad. Pero muchos profesionales, científicos, se empecinan en que esos avances son ciencias paralelas. ¿Pero cuántas ciencias hay?, yo creo que solo una, y todo lo paralelo son corrientes dentro de la propia ciencia; pero si una es hegemónica, excluyente y exclusiva, no tengo muy claro su respeto por lo que no es igual ni su rango de ciencia; en todo caso, voy a hablar desde las ciencias humanistas, y así evitamos litigios estériles.

Todo ello es, en definitiva, el reflejo de la labor realizada desde las distintas aproximaciones al mismo, y en este caso desde un paradigma que es más de cariz complejista, en el que la interrelación de los fenómenos es bien diferente, no lineal y de naturaleza fractal. La bioinformación que podemos proporcionar dentro de estos sistemas puede llegar ser minimalista, pues dado que estos estímulos que realizamos son sumamente sutiles e incluso en principio parecen insignificantes, por lo que se cuestiona, como pueden producir cambios tan importantes. Pero el resultado final depende, como vimos, de un sumatorio de estímulos; de los cuales, el inicial, el más pequeño, es el que toca el punto clave de una gran tormenta de acontecimientos que le suceden.

Es revolucionario, se hace añicos la proporcionalidad de la acción y la reacción, pero a la vez no niega los fenómenos paralelos, simplemente siguen un orden y una resultante diferente, porque sus informaciones de base son totalmente diferentes. Es cierto que lo hace con marcada aleatoriedad, pero ahora sabemos que dentro de ella hay un orden que requiere de otros parámetros y valoraciones (Lorenz, 1993); son sistemas no lineales con los que estamos aprendiendo a investigar y tratar. En buena lógica, entendemos que en principio puede causar cierta perplejidad y dudas, pero en la actualidad esto puede solucionarse con relativa facilidad haciendo un estudio de su amplia base experimental y aplicativa, con una instrumentación adecuada( plataformas de estabilometría) y unos datos cuantificables que demuestran la excelencia de sus resultados.

Como ya hemos comentado, queda demostrado que desde las ecuaciones matemáticas de Poincaré (1908) a las aplicaciones en meteorología y deducciones de Lorenz (1975), (1993), la valoración instrumental de la posturología de Gagey y Martinerie (2007) y la fenomenología de los diferentes aspectos que podemos y sabemos valorar a nivel propioceptivo y exteroceptivo (Roll, 2003), estas diferentes aportaciones —y muchas que no cito—, son aplicables a la integridad del sistema postural.

Me parece adecuado repetir que todas estas afirmaciones no solo pretenden conceptualizar, ni ser excluyentes, sino más bien inclusivas, en un orden que nos invita a investigar en espacios no cartesianos ni dualistas que utilicen conceptos binarios, pero que podamos utilizar todas las ideas a voluntad. El objetivo es proponer una visión multidisciplinaria integradora que pueda dar de nuevo la palabra a la expresión del cuerpo, completada con el peso específico del hecho de ser persona, lo que conlleva una extensa red de relaciones y, eso sí, mediante nuevos parámetros, traducirlo desde esa relevancia a las aplicaciones concretas que se precisen en los momentos que aparece algún tipo de afectación, que puede provenir de orígenes muy diferentes.