Neoliberalismo vs. Neopopulismo

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Para completar dicho modelo Samuelson se sirvió de la curva de Phillips, que no era de Keynes sino posterior a él, que establecía una relación entre el nivel de los salarios y el nivel del desempleo, generalizándose una opción de política entre mayor inflación y menor desempleo, que se verá en el próximo capítulo.

Sin embargo, en la síntesis Samuelson asumió que “había suficiente rigidez en los precios y salarios relativos para hacer operativa la alternativa keynesiana a Walras”.148 Este supuesto, que no era imprescindible para la Teoría General de Keynes como se explicó anteriormente, resultó clave para la síntesis neoclásica keynesiana, siendo hasta el presente de uso muy extendido en los libros de macroeconomía:

Una de las ideas fundamentales del keynesianismo es que los salarios y los precios son “rígidos” y no se ajustan rápidamente hasta alcanzar los niveles de equilibrio del mercado. La rigidez de los salarios y de los precios implica que la economía puede alejarse del equilibrio general durante largos períodos de tiempo, por lo que una profunda recesión no es una respuesta óptima del libre mercado a las perturbaciones externas sino que es una situación de desequilibrio en la que el elevado desempleo se debe a que el trabajo ofrecido es mayor que el demandado. Los keynesianos creen que los gobiernos deben actuar para eliminar –o al menos reducir lo más posible– estos períodos de baja producción y elevado desempleo.149

Y lo que es peor, Samuelson y los economistas de la posguerra convirtieron a la Teoría General en un caso de la teoría del equilibrio general de Walras, aplicable a las condiciones donde los salarios y los intereses del dinero eran “pegajosos” o “sticky prices”.

Para Davidson, la síntesis neoclásica-keynesiana de Samuelson no era analíticamente compatible con el marco teórico establecido por Keynes en su Teoría General y será el eslabón débil de la crítica posterior de los monetaristas:

En consecuencia, en la literatura académica de la década de 1970, los monetaristas derrotaron fácilmente al keynesianismo neoclásico del Samuelson por la incoherencia lógica entre sus micros fundamentos y su análisis macroeconómico y sus recetas de políticas.150

Si bien entiende que Samuelson salvó el término “keynesiano” de ser excoriado de los libros de texto por el movimiento anticomunista macartista de los años cincuenta en EE. UU., el costo de tal ahorro fue cortar las raíces analíticas de la Teoría General, puesto que la revolución de Keynes fue demostrar:

… que en un economía monetaria las imperfecciones del mercado del lado de la oferta, incluida la fijación de los salarios monetarios y/o los precios, no son condiciones necesarias para la existencia de un equilibrio involuntario del desempleo, mientras que los salarios y precios flexibles y la competencia pura no son condiciones suficientes para asegurar el equilibrio del pleno empleo, incluso a largo plazo.151

El largo auge

Desde la postguerra, 1945 hasta 1972, denominado el Largo Auge, la economía mundial, en especial la norteamericana atravesó por un periodo de bonanza con tasas promedio del 5% anual del PIB y del 4,8% del desempleo. La tasa de inflación promedio fue de 2,4% y curiosamente el déficit fiscal fue de 0,4% del PIB. El problema de las crisis económicas fue abandonado y se tendió a las políticas anti cíclicas para enfrentar pequeñas variaciones o fluctuaciones del producto observado entorno a su producto potencial, con recesiones cortas y breves, puesto que en el largo plazo la economía tendía al equilibrio. Entre 1945 y 1969 según la NBER, organismo oficial sobre las recesiones, muestra 5 con una fase recesiva, desde el máximo hasta el nivel más bajo, con una duración promedio de 10 meses.

El Banco Mundial (2020) encuentra que no hubo recesiones globales, entendidas como caída del PIB per cápita, entre 1950 y 1960. En 1958, el crecimiento mundial fue débil debido al bajo crecimiento o a recesiones directas en varias economías importantes, incluidos los Estados Unidos y algunas economías europeas. En los Estados Unidos, se endureció la política monetaria para controlar la inflación.152

Pasada la guerra la mayor parte de los países empezando por Inglaterra y Estados Unidos aplicaron la política keynesiana. En ese entorno, en 1961 el keynesianismo se convierte en doctrina oficial del kennedismo.

Paul Samuelson escribió en 1940 Economía. Un análisis introductorio que se convirtió en la “biblia del keynesianismo” y en el Consejo de Asesores del Presidente predominaron los economistas keynesianos. El gasto público no solo comprendía las inversiones públicas sino el gasto militar o “keynesianismo militar” que dio lugar al complejo militar-industrial. El gasto keynesiano daba ventaja electoral, de tal manera que “el ciclo económico esté en línea con el ciclo electoral” y que se aplicaban las “contramedidas keynesianas no solo en lo más bajo del ciclo, sino como instrumento de política general”. El recorte de impuestos keynesiano para impulsar la demanda empezó a aplicar Kennedy en 1964, “disminuyendo los impuestos sobre la renta y reduciendo el nivel máximo del 91% al 65%, con buenos resultados impositivos y en el crecimiento económico”.153

El Presidente Nixon al asumir su mandato dijo “tenemos que equilibrar el presupuesto federal” y cuando el desempleo subió de 3,9% a 6,1% en 1971 propuso un presupuesto expansionista llegando a decir “Ahora en economía soy keynesiano”.154

En América Latina no es una coincidencia el hecho de que Raul Prebisch, fundador de la CEPAL, haya escrito la Introducción a Keynes en 1947, aunque posteriormente creó la relación centro-periferia y formuló su ley del deterioro de los términos de intercambio, dando origen al estructuralismo que se verá en la tercera parte de este libro.

Capítulo 3: El Neoliberalismo

En este capítulo se examina, en el contexto de la crisis de estanflación en los setenta, el surgimiento del pensamiento dominante del enfoque monetarista con Milton Friedman como principal representante, la reaparición de Friederich Hayek, el filósofo político del liberalismo que ya había rivalizado con Keynes en los años treinta, la escuela del “ofertismo”, el Nuevo Institucionalismo y los Nuevos Clásicos que van a contribuir al surgimiento del neo conservadurismo en el Norte con los gobiernos de Reagan (1981-1989) en EE.UU. y Thatcher (1979-1990) en el Reino Unido y del neoliberalismo en América Latina con su primera expresión con el gobierno de Pinochet en Chile (1973-1990).

La dominancia de este enfoque será durante el período denominado de la Gran Moderación, desde los años ochenta hasta la crisis financiera de 2007-2008, para luego entrar a una fase de declinación y posible agotamiento.

1.La estanflación y la curva de Philips

El Gran Auge o de estabilidad relativa fue interrumpido bruscamente por la crisis energética de 1973 o la Guerra de Yon Kipur, que marcó el fin de la conversión del dólar en oro y la crisis del sistema monetario internacional vigente desde el Acuerdo de Bretton Woods en 1944, donde Keynes jugó un papel importante.


En EE. UU., entre 1948-1972 la tasa de inflación había sido de 2,4% en promedio y la tasa de desempleo de 4,8%, mientras que el crecimiento del PIB de 4%. Lo paradójico es que pese a que fue el auge del keynesianismo en ese periodo resulta que el déficit fiscal promedio fue de 0,4% del PIB, con un máximo de 2,8% en 1968 (Cuadro 1).

Es así que surge a principios de los setenta la estanflación, la combinación de alta inflación con alto desempleo. Entre 1973-1981, la tasa de inflación promedio trepó a 9,3% y el desempleo a 6,9%, mientras que el crecimiento del PIB se desaceleró a 2,9%. Se registraron en EE. UU. dos recesiones; una en 1973 y otra en 1981, con una duración de 16 meses cada una, consideradas las más prolongadas después de la Gran Depresión del 30.


A nivel mundial, en ese periodo también se registraron dos recesiones globales, entendidas como contracción del PIB per cápita; en 1975, del 0,7%, y en 1982 del 1,3%.

La recesión mundial entre el primer trimestre de 1974 y el primer trimestre de 1975, de una duración de cinco trimestres, siguió al primer shock del petróleo por el embargo árabe iniciado en octubre de 1973, que aunque duró hasta marzo de 1974, su impacto provocó un aumento sustancial de la inflación y una desaceleración del crecimiento. La flexibilización de la política monetaria y fiscal, especialmente por parte de algunas de las principales economías avanzadas, ayudó a estimular un repunte del crecimiento en 1976. La recesión mundial de 1982 (cuarto trimestre de 1981 y cuarto trimestre de 1984), con una duración de cinco trimestres, fue provocada por el segundo choque petrolero de 1979; un endurecimiento de las políticas monetarias en los Estados Unidos y otras economías avanzadas que impulsaron hacia arriba las tasas de interés y que gatillaron la crisis de la deuda latinoamericana (Kose et al. 2020). Los precios del petróleo subieron fuertemente en 1979 debido a la revolución iraní, y empujó la inflación en varias economías avanzadas. Las políticas monetarias se endurecieron causando fuertes caídas de la actividad y aumentos significativos de las tasas de desempleo.

Este fenómeno rompió con la teoría keynesiana moderna de Samuelson que no creía en esta posibilidad, que se basaba en la denominada Curva de Philips (1958) que combina una baja inflación con un alto desempleo y una alta inflación con bajo desempleo, es decir se supone una relación negativa entre ambas variables. Así, estadísticamente en el periodo 1948 a 1969 se encuentra una relación negativa entre ambas variables (m=-0,32) con un coeficiente de correlación negativo (R2 =-0,58).

 

Friedman (1978) en su Conferencia de recepción del Premio Nobel en 1976 señala que las pruebas empíricas que mostraban una relación estable entre tasa de desempleo y la tasa de variación de los salarios nominales, se dio en un contexto de un nivel estable de precios a largo plazo, o que hizo aceptar “una relación estable entre nivel de desempleo y la tasa de inflación...Parecía ser la ecuación que el propio Keynes había dicho nos hace falta”. En los setenta parecía requerirse “dosis de inflación cada vez más grandes para mantener bajo el desempleo. La estanflación asomó su horrible cabeza”. Se necesitaba una revisión radical a partir de diferenciar entre “magnitudes efectivas y previstas” y de la “primacía de la distinción entre magnitudes reales y nominales”. La tasa natural de desempleo estaría determinada por factores reales y tendería a alcanzarse cuando las expectativas se realicen en promedio.

Para los monetaristas, como Friedman, no debía existir una relación negativa estable entre la inflación y el desempleo sino entre la inflación imprevista (que es la diferencia entre la tasa efectiva de inflación y la esperada) y el desempleo cíclico (que es la diferencia entre la tasa efectiva de desempleo y la natural). El término tasa natural de desempleo fue acuñado por Friedman en 1968 y está basado en el concepto de tasa natural de interés de Knut Wicksell, de la Escuela de Estocolmo (ver Diagrama 1), que postulaba que no habrá cambios permanentes en la variable considerada por encima o por debajo de su nivel natural. Es la tasa de desempleo crítica por debajo de la cual la inflación comienza a acelerarse.

De esta forma, si la tasa de desempleo es menor que su tasa natural, la inflación efectiva es más alta que la esperada y, si por el contrario, la tasa de desempleo es mayor que la tasa natural, la inflación efectiva es menor que la inflación esperada. Es decir, la tasa natural de desempleo es la tasa de desempleo crítica por debajo de la cual la inflación comienza a acelerarse, siendo posteriormente rebautizada como NIRU (non-inflationary rate of unemployment) por Franco Modigliani y Lucas Papademos en 1975 y actualmente se la conoce como NAIRU (non-accelerating inflation rate of unemployment) donde si el desempleo está en el nivel de NAIRU, la inflación es constante. NAIRU representaría el equilibrio entre el estado de la economía y el mercado laboral.

Así, para los monetaristas las perturbaciones de la oferta hacen desplazar la Curva de Philips hacia arriba y hacia la derecha, lo que se denomina una Curva de Philips con expectativas:

Según la teoría de Friedman y Phelps, las variaciones de la tasa esperada de inflación o de la tasa natural de desempleo desplazan la curva de Phillips. Un tipo de perturbación económica que es probable que afecte a ambos factores es una perturbación de la oferta.

Como las perturbaciones negativas de la oferta aumentan tanto la inflación esperada como la tasa natural de desempleo, según el análisis de Friedman y Phelps deben provocar un desplazamiento de la curva de Phillips en sentido ascendente y hacia la derecha.

El análisis de Friedman y Phelps muestra que existe una relación negativa entre los niveles de inflación y de desempleo mientras la inflación esperada y la tasa natural de desempleo sean más o menos constantes.

Para Friedman (1976), la hipótesis de la tasa natural contiene la hipótesis original de la curva de Phillips como “un caso especial”, empero reconoce lo que denomina “depreflación”, donde la inflación ni va acompañada de un desempleo menor (Curva de Phillips), ni del mismo nivel de desempleo (desplazamiento de la curva) sino de un mayor desempleo, debido en parte a la crisis petrolera, a la no adaptación del público a un nuevo ambiente monetario y a la ampliación de la intervención gubernamental en la fijación de precios.

Así, entre 1973-1981, coexistió un alto desempleo con una alta inflación, estando vacío el casillero de baja inflación y bajo desempleo que se registró en el periodo 1945-1972, pero tampoco está ocupado el casillero de baja inflación y alto desempleo del keynesianismo moderno de la curva de Philips, como se observa en el Gráfico 12. El desempleo promedio fue 6,9% y la inflación de 9,3% con una relación positiva entre ambas variables (R2=0,06), como resultado de dos fuertes perturbaciones por el lado de la oferta asociada a las bruscas subidas del precio del petróleo en 1973-1974 y en 1979-80.


Las expectativas racionales y la nueva macroeconomía clásica

Las expectativas racionales explican que la política de aumentar la inflación ya no es una política efectiva para reducir el desempleo. Si tenemos agentes con expectativas racionales, la tasa de inflación esperada sería cercana a la real y los trabajadores serían conscientes de que sus salarios reales caen. Las negociaciones entre trabajadores y empresas estarán influidas por el nivel esperado de inflación, así que los trabajadores deberían resignarse a perder poder adquisitivo en las negociaciones salariales, aceptando incrementos con base en la inflación venidera en lugar de la pasada.

Por tanto, si esperan un aumento de la inflación, los agentes económicos tenderán a ajustar los salarios y los precios de manera que se producirá un alza general de precios, por lo que el papel de la política económica debería ser generar expectativas, pero que en lugar de generar mayores presiones inflacionarias o deflacionarias, induzcan a la estabilidad.

La teoría de las expectativas racionales, como su nombre indica, supone que los individuos forman sus expectativas de manera racional, utilizando de manera correcta la información disponible. Dado lo anterior, las expectativas racionales tienden a ser acertadas y los errores aleatorios. De esta forma, los agentes económicos son capaces de predecir correctamente los efectos de las políticas económicas y, por lo tanto, pueden adelantarse adoptando estrategias para neutralizar sus efectos, limitando por tanto la eficacia y el rol de la política económica, salvo en algunos casos en que sorprenda a los agentes económicos. Así por ejemplo, el simple anuncio del Fed, la Reserva Federal de EE.UU. de una política más laxa, de bajar la tasa de interes, generaría una respuesta defensiva de los agentes económicos, neutralizando el efecto de dicha política. Por tanto, al suponer que los mercados se ajustan rápidamente ante las perturbaciones económicas, la intervención gubernamental no jugaría ningún papel para mejorar dicho equilibrio.

Esta teoría fue desarrollada por Robert Lucas, también de la Escuela de Chicago y Premio Nobel en 1995, que proporcionó una teoría fundamental para la visión de Milton Friedman y Edmund Phelps sobre la neutralidad a largo plazo del dinero.

De esta forma se daría nacimiento a lo que Palley (2014) llama el monetarismo marca II, cuya principal diferencia es que su formulación se realizó a “la sombra del keynesianismo y, por lo tanto, atribuyó a la política monetaria el poder de impactar al producto real”. Sin embargo, representa una ruptura total con el keynesianismo y un retroceso a la macroeconomía clásica prekeynesiana, denominada también nueva macroeconomía clásica, con el agregado de las expectativas.155

En el monetarismo marca II, la política fiscal puede afectar la composición del producto y la tasa de interés vía su impacto en la demanda agregada, pero siempre que afecte a la oferta de fuerza de trabajo o al producto marginal del trabajo, retrocediéndose de esta manera a los clásicos que criticaba Keynes.

El mayor cambio del monetarismo marca II fue el hecho de insertar el pensamiento de Friedman y empatarlo con las expectativas racionales en el contexto del modelo macro clásico que podía formularse con coherencia matemática, como lo hizo Sargent (1979), con base en los siguientes postulados y supuestos:156

• La explicación de la tasa natural de desempleo se la construye en términos de imperfecciones y rigideces del mercado.

• Parte del supuesto de que la economía es estable y se encuentra en una situación de equilibrio con pleno empleo o tiende rápidamente al pleno empleo.

• Salvo sacudidas impredecibles, las fluctuaciones en la actividad económica se deben a fluctuaciones en la oferta de dinero ocasionadas por los bancos centrales.

• Para evitar ese tipo de políticas que inducen dichas fluctuaciones, exige reglas para las políticas monetarias con énfasis en la comunicación para reducir las percepciones erróneas en los agentes del sector privado, como hacen actualmente los bancos centrales con metas de inflación, junto con la independencia de los Bancos Centrales.

En síntesis, la nueva macroeconomía clásica constituye una ruptura total con la macroeconomía keynesiana. Así, descarta la teoría keynesiana de la demanda que determina el equilibrio de producto y empleo para adoptar la teoría clásica del equilibrio del mercado laboral. Rechaza la teoría keynesiana de la tasa de interés, la preferencia por la liquidez y adopta la teoría clásica de los fondos prestables, donde la tasa de interés está determinada por la demanda y la oferta de fondos prestables:

i)La demanda de fondos prestables surge para los siguientes tres propósitos: inversión, acaparamiento o acumulación y desahorro (cuando las personas quieren gastar más allá de sus ingresos).

ii)La oferta de fondos prestables se deriva de las cuatro fuentes básicas: ahorro, desacoplamiento (los saldos de efectivo inactivos del pasado se convierten en saldos activos en el presente y están disponibles para la inversión), desinversión y crédito bancario.

Alan Greenspan, que fue director del Consejo de Asesores Económicos de Nixon y después Presidente del Fed, explicó: “De repente todo el mundo quería frenar la inflación, recortar la financiación con déficit, reducir la regulación y promover la inversión”.157

2.Friedman, la inflación y el monetarismo

Para Milton Friedman, que fue asesor económico de Nixon durante la campaña electoral de 1968, la estanflación era el “fin del keynesianismo naif”.158

La inflación apareció en los años setenta y ochenta como el problema central de la economía y la escuela monetarista como el enfoque dominante. La política monetaria debía prevenir que la moneda sea fuente de distorsión y más bien pueda contribuir a neutralizar los shocks de otros orígenes. La llamada “regla monetaria de Friedman” consiste en aplicar una tasa de crecimiento del dinero que sea equivalente a la tasa de crecimiento del PIB con el objetivo de mantener la estabilidad de precios.

Para Friedman, a diferencia de Keynes, el origen y agravamiento de los ciclos económicos en el caso de Estados Unidos fue la intervención equivocada o tardía de la autoridad monetaria, como pasó en la crisis de 1929.

… la depresión fue consecuencia de un error del gobierno en un área de su competencia –el dinero– en la que ejercía su autoridad desde el principio de la República. Sin embargo, esa responsabilidad gubernamental de la depresión no se reconoció ni entonces ni ahora. Poe el contrario, amplios grupos interpretaron la depresión como un fracaso del sistema capitalista de libre mercado.159

Para Friedman, si bien el origen fue el colapso monetario, después fue el resultado del colapso económico debido a la mala política del Fed.

El colapso monetario fue a la vez una causa y un efecto de la crisis económica. Se produjo en gran medida debido a la política de la Reserva Federal y, sin lugar a dudas convirtió la crisis en algo mucho peor, de lo que de otro modo, habría sido. Sin embargo, una vez empezada, la crisis económica empeoró los problemas monetarios del país.160

Encuentra “evidencia definitiva” de que la depresión se extendió desde los Estados Unidos al resto del mundo a través del movimiento del oro, porque si el Sistema de la Reserva Federal hubiera seguido las reglas del patrón oro, habría reaccionado a las entradas o afluencia de oro desde agosto de 1929 a agosto de 1931 aumentando la cantidad de dinero pero, en lugar de ello, el Fed dejó que la cantidad de dinero disminuyera acentuando la depresión y su transmisión a otros países.

Por último, Friedman continúa la crítica al Sistema Federal de Reserva post crisis del 29, echándole la culpa de la inflación y de las otras recesiones que se dieron. Así señala:

 

El sistema no ha cometido la misma equivocación de los años 1929-1933, en el sentido de permitir o fomentar una crisis monetaria, pero ha incurrido en el error opuesto de alimentar un crecimiento demasiado rápido en la cantidad de dinero, estimulando la inflación. Además, al oscilar de un lado a otro, ha continuado, provocando no solo períodos de crecimiento, sino también de recesión, unos moderados y otros graves.161

Noventa años después una recopilación de las tasas históricas del Fed desde 1928 a 1954, Gráfico 13,162 evidencia que la Fed reaccionó oportunamente en cuanto al uso de la tasa de interés, puesto que la tasa de fondos federales (y otras tasas de mercado) se desplomó bruscamente después de la caída del mercado de valores de octubre de 1929, y la tasa cayó cerca de cero, muy por debajo de las tasas administradas por la Fed y la tasa de préstamo pagadero a la demanda (call loan rate).163


El volumen del mercado probablemente se mantuvo bajo durante la Depresión pero las tasas de mercado aumentaron con el aumento de la demanda de reservas en las crisis bancarias en 1931 y 1933, y de nuevo a principios de 1937 (Gráfico 13).

Krugman164 critica justamente a los economistas que piensan que la Gran Depresión fue una “gratuita e innecesaria tragedia” y que el crash de la bolsa hubiera sido llevada al lugar común de las recesiones pronto olvidadas, si solamente:

• Herbert Hoover, presidente de EE. UU., no hubiera tratado de balancear el presupuesto en el inicio de la fase de declinación ó,

• La Reserva Federal no hubiera defendido el patrón oro a expensas de la economía.

• El Gobierno hubiera proporcionado dinero efectivo adicional a los bancos amenazados y así calmado el pánico en 1930-31.

Ingreso permanente y el ingreso transitorio165

Keynes afirmaba que la propensión marginal al consumo (PMC) se reduce con el ingreso, lo que implica una disminución de la propensión promedio de consumo (PPC), mientras que Kuznets (1946) demostró que la economía estadounidense se caracterizaba por una PPC constante de largo plazo, por lo que había una contradicción entre los datos de corto plazo y del largo plazo.

La hipótesis del ingreso permanente (HIP) de Friedman reconcilió esta aparente contradicción reformulando la teoría macroeconómica del consumo distinguiendo entre ingreso permanente y el ingreso transitorio. Es decir, las personas no consumen en función de sus ingresos de cada año o ingreso presente, sino en función de lo que consideran sus ingresos permanentes, dejando a un lado lo que consideran que son variaciones temporales. De esta manera explicó por qué el gasto en consumo tendería a ser muy estable y fluctuaría menos en comparación con el ingreso presente. El ingreso permanente se calcula a lo largo de la vida y es mucho más estable que el ingreso presente que fluctúa con el ciclo económico.

Por tanto, la persistencia del consumo se deriva de la estabilidad del ingreso permanente y no de las normas y hábitos de consumo como se suponía antes. Para Palley (2014) esto es un cambio fundamental respecto a Keynes en cuanto al problema de la distribución del ingreso, porque la hipótesis del ingreso permanente supone que todos los hogares tienen la misma propensión media a consumir (PMC) constante de su ingreso permanente, lo que significaría:

… que la redistribución del ingreso no impacta al gasto en consumo agregado y la desigualdad del ingreso deja de ser pertinente para el gasto en consumo y la demanda agregada (DA), lo cual resulta inconsistente con el pensamiento keynesiano basado en la función de consumo de Keynes, donde la desigualdad del ingreso reduce el gasto en consumo y la DA porque la PPC decrece con el ingreso.166

Este cambio pasó por alto el viejo keynesianismo al aceptar la función de consumo de Friedman, pese a que creían que la distribución del ingreso era importante para la Demanda Agregada y que la economía podía quedar atrapada por el desempleo debido a una demanda escasa atribuible a la desigualdad del ingreso. Este aspecto es muy importante para las políticas de expansión de demanda y distributivas del ingreso.

La demanda de dinero

Para Friedman “La teoría cuantitativa es, en primer lugar, una teoría de la demanda de dinero”. Coincide con Keynes en que el dinero es un activo por lo que la demanda de dinero dependería de la tasa de interés y del rendimiento de otros activos pero cree que la sensibilidad del dinero a la tasa de interés es baja. No solo toma en cuenta el rendimiento de los bonos sino de otros activos financieros y reales. Considera que la demanda de dinero, a diferencia de Keynes, es una función estable. No segmenta la demanda de dinero según los motivos precaución, especulación y transacción, pues consideraba que no era conveniente especificar demandas según el tipo de uso del dinero.167

La forma como Friedman enmarca la demanda de dinero refuerza la teoría keynesiana de tasas de interés basada en preferencia de liquidez.

Reformula la teoría cuantitativa del dinero señalando que la velocidad de dinero no es constante en el corto plazo sino que es variable, aunque es más estable en el largo plazo. Esta reformulación fue considerada una versión débil de la teoría cuantitativa moderna. Débil porque no es suficiente para demostrar la proporcionalidad entre el nivel de precios y la cantidad de dinero de la teoría clásica ni para demostrar que el dinero es el principal determinante del ingreso nominal y a corto plazo también del ingreso real.168

La estabilidad de la demanda de dinero y la velocidad del dinero vinieron a convertirse en un tema clave del monetarismo, que sostiene que la estabilidad de la velocidad del dinero prueba que las fluctuaciones económicas no son el resultado de acciones del sector privado sino de cambios en la oferta de dinero inducidos por el banco central.169

La inflación es un fenómeno monetario y se debe a los Gobiernos

Para Friedman (1983) “la inflación es un fenómeno monetario” y “el excesivo crecimiento de la oferta monetaria, y por lo tanto, la inflación se debe a los Estados”. Las razones para el crecimiento monetario en los Estados Unidos se deben a tres razones:

… en primer lugar, el rápido aumento del gasto público, en segundo lugar, la política de pleno empleo adoptada por la administración y, en tercer lugar, un plan equivocado de prioridades seguido por el sistema de la Reserva Federal.170

Si bien entiende que un gasto público mayor no conducirá a un crecimiento monetario acelerado y a la inflación, si se financia mediante impuestos o préstamos, en la práctica “El único camino alternativo para financiar unos gastos públicos más elevados estriba en el aumento de la cantidad de dinero”.171 Por otra parte, la política de pleno empleo refuerza la tendencia a aumentar el gasto, disminuir impuestos y financiar el déficit con un aumento de la cantidad de dinero. Y, respecto a la tercera razón, señala que: “… el fed ha puesto su corazón no en el control de la cantidad de dinero, sino en el de los tipos de interés, algo para lo que carece de poder”.172

Concluye que el resultado de un gasto público más alto, de la política de pleno empleo y de la obsesión del Fed por controlar las tasas de interés, ha sido una “montaña rusa” con subidas de inflación, seguida de bajadas de precios pero cada vez a un nivel más alto que el punto máximo precedente. Y remarca que esta evolución no es privativa de los Estados Unidos o de épocas recientes.

El remedio de la inflación será muy sencillo de encontrar, pero difícil de aplicar en la práctica:

Del mismo modo que un aumento excesivo en la cantidad de dinero es la única causa importante de la inflación, la reducción de la tasa de crecimiento de la oferta monetaria es el único remedio para eliminarla…El Estado debe hacer crecer la cantidad de dinero a una velocidad menor.

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