Arte en las alambradas

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

Jaume Passarell trabajó de periodista y publicó sus caricaturas y sus ilustraciones en los diversos medios catalanes y participó en distintos certámenes y salones. En enero de 1916 concurrió al I Saló dels Humoristes celebrado en la sala Mozart de Barcelona y el 3 de junio de 1917 inauguró una individual en el saloncito de “La Publicitat” en la que reunió varias decenas de caricaturas. Al conseguir con su trabajo cierta estabilidad financiera y emocional decidió regresar a su ciudad natal, Badalona, donde el 25 de octubre de 1922 contrajo matrimonio en la Iglesia de Santa María con su prometida Eulàlia Fartró i Estrada. En 1930 se incorporó como redactor de La Publicitat y prosiguió como era habitual en él publicando sus dibujos de contenido crítico en La Esquella y La campana de Gràcia sin abandonar sus reportajes en Mirador y otras revistas infantiles. Antes de que finalizase aquel año publicó el libro Cents ninot y una mica de literatura, una recopilación de cien caricaturas personales, acompañadas de un comentario generalmente breve relacionado con cada uno de los personajes. Igualmente ilustró los libros La bassa roja (1924) de Prudenci Bertrana, Cartilla de gramàtica catalana (1931) de Ramón Torroja.

Jaume Passarell apoyó la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931, una decisión que tomó ante el fracaso de la dictadura primorriverista con la que el rey Alfonso XIII se había comprometido. El mismo 1931 publicó conjuntamente con Ángel S. Escó, el libro Vida, obra i anecdotes d’en Santiago Rusiñol, en 1934 el opúsculo Homenatge a Pompeu Fabra, que editó la Associació de la Prensa de Badalona y en 1935 sacó a la luz en solitario L’Inventor Narcis Monturiol, una biografía de divulgación. Comenzó a colaborar en el Be Negro, la revista humorística creada por el equipo de La Publicitat en junio de 1931 y paralelamente siguió publicando en las páginas de Mirador y en La Jornada deportiva.

En la guerra civil abrazó la causa republicana, y trabajó en Barcelona en labores de publicidad y propaganda bélica, al tiempo que colaboraba en diversas revistas satíricas con caricaturas y viñetas de carácter antifascista, pero también criticando las actuaciones violentas propiciadas por grupos incontrolados y militantes anarquistas, lo que provocó problemas y amenazas. Por edad no llegó a ser militarizado, por lo que acrecentó su colaboración en la revista Criticom y articulista en Meridiá, similar a la antigua “Mirador”, mientras que la Biblioteca Política de Catalunya le encargó y publicó en su colección “Homes de Catalunya”, su biografía popular de Pompeu Fabra.

Al finalizar la contienda, en enero de 1939, Passarell decidió exiliarse solo a Francia, mientras que su mujer y su hijo se quedaban en Barcelona. Capturado por los guardias móviles fue enviado al campo de concentración de Argelès-sur-Mer que abandonó al cabo de unos meses para instalarse en la localidad de Tolosa de Llenguadoc, donde vivió en muy malas condiciones en un antiguo parque de bomberos cedido por el doctor Soula para acoger a republicanos españoles. Aprovechó su estancia para conocer la ciudad y sus alrededores, y reanudó la actividad periodística y dibujística centrada en la caricatura.

Con sus compañeros artistas Alfons Maseres, Josep M. Francés y Josep Miracle celebró una exposición colectiva en la que reunió varias decenas de caricaturas tomadas de los refugiados residentes. También colaboró con artículos en El Poble Catalá, revista editada en París a finales de 1940 por un grupo de catalanes del exilio.

Al producirse la invasión alemana Passarell descartó exiliarse a México, al haber conseguido un visado y un pasaje y haciendo caso a la recomendación de unos gendarmes, se reencontró con su esposa en Perpiñán, y en 1942 se trasladó a Castellnou de Bages, un municipio muy tranquilo y apartado, situado en la comarca del Bages, en la provincia de Barcelona. En 1945 recibió el encargo de su amigo Ángel Milla de escribir la historia de los bibliófilos y libreros de Barcelona que se tradujo en su estudio Libre de llibreters de vell i de bibliòfils barcelonins d’abans i d’ara, una obra muy bien editada donde alternó el texto con las ilustraciones y en junio expuso las caricaturas que aparecían en el libro en las galerías Syra.

Entre 1947 y 1948 realizó la ilustración de diversos libros para la editorial Millà, con trabajos convencionales y poco destacable. En 1947 tomó la decisión de regresar a su ciudad natal, Badalona, e instalarse junto a los suyos en su anhelado domicilio familiar de la calle San Pedro de Badalona. Se entregó a la pintura de caballete celebrando su primera exposición en solitario ese mismo año en las galerías Syra, cuya propietaria era Montserrat Isern, una vieja conocida y compañera del exilio francés. Al año siguiente volvió a exponer en la misma sala una selección de dibujos coloreados bajo el título de “Rincones de la Barcelona vieja”. También prosiguió realizando caricaturas al margen de la prensa que regalaba a sus familiares y amigos.

En 1950 Passarell participó con dos acuarelas de la playa en la Exposición Local de Bellas Artes de Badalona y consiguió una Mención Honorífica y en 1962 concurrió otra vez con tres acuarelas, una de las cuales obtuvo un premio especial. Igualmente, en 1954 y en 1955 expuso diversas obras, dos de las cuales fueron adquiridas por el Ayuntamiento para ser destinadas a su futuro museo de la ciudad. En 1954 volvió a exponer en las galerías Syra y en 1967 en el Taller d’Art de Pobla de Claramunt.

A partir de entonces Jaume Passarell se entregó casi por entero a la literatura que ya había ejercido durante la guerra civil, y se dedicó a describir sus experiencias en tres libros consideradas de memorias. Uno que publicó en 1971 y giraba en torno a sus vivencias como redactor de La Publicitat, el diario para el cual trabajaba de reportero y los otros dos escritos en 1968 y 1974 sobre la Barcelona que conoció de joven. También redactó unas biografías de Lerroux-Azaña; una obra de ilustraciones sobre personajes famosos de los años sesenta y un libro sobre la localidad de Tiana. Al enviudar se trasladó a casa de su hijo Salvador en Barcelona y poco tiempo después, el 5 de febrero de 1975, falleció, siendo enterrado en el cementerio general de Badalona.

Ubaldo Izquierdo Carvajal (1896-1960)

El que sí describió y recreó con sus apuntes, bocetos y acuarelas su visión trágica de este campo fue el pintor y militar madrileño Ubaldo Izquierdo Carvajal, quien con ello trató de denunciar la hipócrita política humanitaria y el falso moralismo del gobierno francés y la humillación y los malos tratos recibidos por sus compatriotas. Sus trabajos fueron impresionantes testimonios gráficos de las penalidades que sufrieron los refugiados, a la vez que les supo impregnar de una ternura sensible y delicada, por lo que algunos los consideraron como lo mejor de su producción artística.

Ubaldo Izquierdo Carvajal nació en Madrid, en 1896. Cursó la carrera militar siendo destinado al Batallón de Cazadores de Talavera número 18. En junio de 1918 contrajo matrimonio con Rosa Carreras Chacón. Alternó su actividad castrense en varios destinos geográficos con la práctica de la pintura dentro de un estilo figurativo, participando en diversas exposiciones colectivas y en el XIV Salón de Otoño de Madrid organizado por la Asociación de Pintores y Escultores. Establecido en Barcelona frecuentó sus círculos artísticos y concurrió a varias exposiciones.

En la guerra civil apoyó la causa republicana y como militar profesional participó en diversas acciones bélicas y en actividades propagandísticas. A su término cruzó la frontera francesa siendo capturado por la gendarmería e internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, donde realizó dos dibujos sobre la vida de los prisioneros que fueron entregados y conservaba la familia del pintor Gerardo Lizarraga en México.

Allí contactó con el pintor, dibujante y poeta sevillano Manolo Valiente, y junto a él participó en la creación el 17 de junio de 1941 de un Centro de Educación y Trabajo (CET) previa autorización oficial del inspector del campo. Estaba estructurado en diversos talleres que proponían los mismos prisioneros realizando trabajos manuales, una escuela técnica, clases de educación física y una escuela práctica. Se hizo cargo del taller de Bellas Artes impartiendo diversas disciplinas, como paisaje, composición decorativa y talla.

En 1941 al cerrarse el campo Ubaldo Izquierdo fue enviado al de Barcarès y al recuperar la libertad gracias a las gestiones realizadas por diversas confesiones religiosas y organismos humanitarios se trasladó Toulouse, donde rehízo su vida familiar y reanudó su actividad pictórica.

Ubaldo Izquierdo cultivó un estilo figurativo centrado principalmente en paisajes costumbristas, composiciones de figuras y bodegones. Entre sus obras destacaban “Panorama de Barcelona desde las canteras o Casa Bato” (1935), “Un aspecto gris de Barcelona” (1935) y “Trabaux Des Champs” (1945). Frecuentó los círculos de artistas republicanos y falleció en 1960. Su obra se encuentra representada en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid y en diversas colecciones privadas.

Francisco Rivero Gil (1899-1972)

La vida se detuvo de pronto cuando en su exilio francés el pintor y dibujante santanderino Francisco Rivero Gil fue recluido en este campo cuya estancia aprovechó para dar prueba de su sentido del humor a través de numerosas caricaturas y viñetas relacionadas con personajes ficticios o reales que deambulaban por este entorno y en los que no era difícil seguir la sombra de otros creados en épocas anteriores. A pesar de ser él mismo víctima de este sistema concentracionario desarrolló con sus dibujos humorísticos un universo gráfico inventado en el que aunaba unos una sintaxis críptica donde las palabras se convertían en hirientes puntillas y las imágenes en un enigmático testimonio y referencia de lo que veía en su entorno. Su fama le precedía antes de ser recluido en el campo, ya que durante los años veinte y treinta fue uno de los más relevantes dibujantes caricaturistas españoles, colaborando en diversos diarios y revistas satíricas, donde su firma alcanzó una gran popularidad. Destacó además como pintor de caballete, siendo autor de excelentes paisajes, retratos y composiciones de figuras, que la crítica especializada y el público siempre valoró.

 

Francisco Rivero Gil nació en Santander, el 12 de febrero de 1899, en el marco de una familia numerosa de la clase media con grandes inquietudes intelectuales. Su padre, Jesús Rivero Herreria, delineante del puerto de Santander y profesor de Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios, le despertó muy pronto su vocación artística y le proporcionó los primeros consejos. Siguiendo sus pasos cursó los primeros estudios artísticos en la Escuela de Artes y Oficios de Santander, y a los 18 años ganó una plaza de delineante del Catastro y fue destinado a Segovia, y más tarde a Sevilla, donde completó su formación en la Escuela de Bellas Artes.

Comenzó a colaborar como caricaturista en las páginas del periódico maurista El pueblo cántabro, donde a partir de 1917 sucedió como viñetista humorístico e ilustrador gráfico al pintor Gerardo Fernández de la Reguera “Areuger” que se había trasladado a Madrid. Concurrió a la Exposición de Artistas Montañeses celebrada en el Ateneo de Santander, en 1918, donde, tras mostrar sus caricaturas en 1922, volvió a exponer en 1925, participando en el Salón de Humoristas de Madrid en el que recibió el segundo premio del Concurso de Carteles del Noticiero Sevillano, en 1935.

Como pintor se sintió atraído por el paisaje y los tipos santanderinos relacionados con Puerto Chico y su ambiente de pescadores y pescadoras, además del mundo del espectáculo y de los bajos fondos, y también por el fútbol. Sentía lo popular y lo autóctono de una manera muy especial. Escenas y tipos montañeses comenzaron a partir de la segunda mitad de los años veinte a aparecer en las páginas de los rotativos en los que colaboraba, además de estar presente en los diseños para la cartelería. Ejecutó anuncios publicitarios como por ejemplo para la marca de papel de fumar Abadie y diseñó carteles para diferentes acontecimientos regionales, como los concebidos para “El Día de Santander” (1924) organizado por la Asociación de la Prensa de Cantabria o en la campaña Santander en verano para ese mismo año. Realizó además portadas para la editorial Espasa Calpe (1925-1935) y otras para libros particulares de sus amigos, como los de Manuel Llano, El sol de los muertos (1929) y Brañaflor (1931).

Fuertemente comprometido con el ideal republicano abrazó el 14 de abril de 1931 la proclamación de la II República y participó en algunas de sus iniciativas para llevar el arte y la cultura a todos los rincones del país. Pronunció el 29 de febrero de 1932, en el Teatro Español de Madrid, una conferencia ilustrada con sus dibujos sobre los últimos acontecimientos de la historia de España que repitió más tarde en el Ateneo Popular de Santander justo el año en que la edición de Flor de leyenda, de Alejandro Casona, ilustrada por él, recibió el Premio Nacional de Literatura. Colaboró con sus ilustraciones y dibujos, en diversos diarios y revistas madrileñas, como Sol y Libertad.

Al estallar la guerra como un activo militante socialista que era salió en defensa de la República y tras permanecer en Madrid un breve tiempo se trasladó a Valencia donde realizó el cartel de propaganda “¡Atención! Las enfermedades venéreas amenazan la salud. ¡Prevente contra ellas!”, por encargo de la Jefatura de Sanidad del Ejército e impreso en Litografía J. Avino –UGT-CNT. Se mostraba a un combatiente republicano, en un simbólico color rojo, que contrastaba con la blanca mujer que lo abrazaba. A manera de metáfora visual se pretendía que los soldados al contemplar esta aparentemente escena amorosa comprendieran la terrible amenaza de muerte que podía transmitir el contagio por sífilis por parte de prostitutas no controladas sanitariamente.

Se mudó a Barcelona acompañando al gobierno republicano y con la caída del frente de Cataluña se trasladó a Francia siendo capturado por la gendarmería que lo recluyó en el campo de Argelès-sur-Mer donde permaneció 18 meses hasta que fue puesto en libertad.

Junto con cinco de sus hermanos, entre los que estaban Jesús Rivero Gil, emigró a la República Dominicana donde la familia se dividió al trasladarse unos a México, otros a Colombia y otros a Venezuela. Un hermano suyo Luciano Rivero (“Chano”), el menor, se quedó en España herendando el cargo de delineante del Puerto santanderino.

En Santo Domingo, Francisco Rivero Gil entró en contacto con otros artistas y caricaturistas republicanos, entre ellos, Antonio Bernad “Toni”. Se trasladó más tarde a Colombia y finalmente a México. El poeta León Felipe le consideraba su ahijado. Allí frecuentó la tertulia del Café Sorrento, a la que además asistían León Felipe, José Domingo Samperio, Jesús Revaque, Alfonso de la Mora. Colaboró como ilustrador en la revista La Montaña, órgano de la colonia montañesa en México y con dominical Claridades (1950-1955).

En 1946 ilustró el libro de Antonio de la Villa, Manolete, otra época del toreo, junto a Ricardo Marín. Para muchas de las películas realizó carteles publicitarios y mantuvo una cordial relación con la bailaora Carmen Amaya, gitana y santanderina de adopción. Murió en esta capital, el 24 de enero de 1972.

Frederic Sevillano i Doblanc (1902-1996)

Al término de la guerra civil española cuando el ilustrador, dibujante y autor de cine de animación catalán Frederic Sevillano i Doblanc gozaba de un enorme prestigio y era muy respetado, cruzó la frontera, siendo capturado y recluido en este campo de concentración, donde verdaderamente adquirió plena conciencia de su condición de desterrado republicano que siempre le persiguió y de la que nunca renunció. Pero, sobre todo, fue su experiencia concentracionaria en aquel lugar hostil lo que verdaderamente quedó grabado en su mente y congeló de forma estremecedora sus recuerdos convertidos muchos años después en verdaderas pesadillas. A diferencia de la mayoría de sus colegas refugiados, no quiso quedarse, ni viajar a otras naciones, ni establecerse en el país que le había ofrecido asilo, tal vez el temor y la propia seguridad que él mismo presentía por el inicio de la II conflagración mundial. Y con su asumida decisión de repatriarse evitó la ocupación alemana y la posibilidad de ser detenido por la Gestapo y enviado a un campo de exterminio como muchos de sus compatriotas dada su condición de combatiente republicano.

Frederic Sevillano i Doblanc nació en Barcelona, el 18 de julio de 1902. Se formó como dibujante en diversas academias de su ciudad natal y colaboró en numerosas revistas y publicaciones satíricas barcelonesas. En la guerra civil abrazó la causa republicana, alistándose como voluntario en el Ejército Popular y combatiendo en diversos frentes. Al término de la contienda, en 1939, cruzó la frontera francesa siendo arrestado por la gendarmería y recluido en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer donde realizó numerosos apuntes y bocetos acerca de la vida cotidiana de los prisioneros republicanos.

A su retorno a España fue detenido por la policía franquista, juzgado por “Auxilio a la rebelión” y condenado a muerte, una pena que le fue conmutada gracias a la mediación de un sobrino militar por una larga condena a prisión. Una experiencia carcelaria que se prolongó nueve meses en la cárcel modelo de Barcelona que le afectó mucho y cuyo testimonio recogió en un álbum de fotografías y dibujos.

Cultivó preferentemente el dibujo satírico, la ilustración y también trabajó de animador en los estudios madrileños “Chamartín”, que se habían construido en 1935, en el número 5 de la Avenida de Burgos, en Chamartín de la Rosa (Madrid), por el arquitecto Rafael Bergamín, arquitecto modernista, que se paralizaron al estallar la contienda, para inaugurarse oficialmente el 17 de abril de 1941 y en el que llegaron a trabajar 255 empleados.

Destacaban las películas de dibujos animados Don Cleque va de pesca (1940); Don Cleque de los monos (1941); Los reyes magos de Pituco (1943); Garabatos Ramper (1943) i Garabatos Valeriano León (1944); Don Cleque, en el Oeste (1944); Don Cleque y los indios (1945); Érase una vez… (1950) y Fisiología de la respiración (1956). Falleció en Barcelona, el 17 de agosto de 1996.

Andreu Dameson i Aspa (1897-1967)

Cargando las tintas algunos especialistas en arte, llevados por su admiración y a través de sus propios filtros valorativos, llegaron a pronosticar que el polifacético artista Andreu Dameson i Aspa era uno de los mejores caricaturistas catalanes del siglo XX, tal vez por haber impregnado a sus obras unos rasgos geométricos cubistizante resultado de su formación y experiencias durante sus reiteradas estancias en la capital francesa. Se convirtió más en un personaje atípico del mundo intelectual y en un carismático creador plástico que dominaba por igual la pintura, el dibujo, la ilustración, y sobre todo, como perspicaz autor de famosas caricaturas de personajes célebres de su tiempo, un género en el que siempre brilló y le abrió las puertas de la popularidad. Algunos de sus exégetas consiguieron eliminar la hojarasca y las anécdotas que rodeaban su personalidad repleta de aristas para centrarse en su talante de dibujante caricaturista, lo que le permitió colaborar en las mejores revistas y publicaciones satíricas de su tiempo, permitiendo sobrevivir y sacar adelante a su familia.

Andreu Dameson i Aspa nació el 17 de septiembre de 1897, en La Garriga, una ciudad de la provincia de Barcelona situada en la comarca del Vallés Oriental, muy conocida en toda Cataluña por su industria más importante, los muebles, por sus aguas termales, por sus edificios modernistas y por las alfombras que se realizan durante la fiesta del Corpus Christi. Procedía de una familia de clase media de origen occitano y era hijo de un electricista. Estudió en la Escuela Pública donde muy tempranamente dio muestras de una gran destreza para el dibujo, lo que fue advertido por sus maestros.

Siendo muy joven, en 1915, Andreu Dameson empezó a colaborar publicando caricaturas con el seudónimo “Galeno“, en la revista local Xàfec, de tendencia satírica y anticlerical. En 1918 se trasladó a Barcelona para proseguir los estudios artísticos en varias academias libres y poco después con el apoyo de la colonia de veraneantes de su ciudad consiguió reunir el dinero necesario para trasladarse a París donde vivió una experiencia bohemia enriquecedora y entró en contacto con los movimientos de vanguardia. A su regreso reanudó sus colaboraciones en diversas revistas satíricas catalanas, como L’Esquella de la Torratxa y La Campana de Gràcia, además de otras publicaciones locales de su comarca, como La Gralla de Granollers.

En 1923, en un intento desesperado para evitar un matrimonio pactado y no deseado con una señorita burguesa de su pueblo, se trasladó a Argentina, estableciéndose en Buenos Aires, donde entró en contacto con la colonia catalana muy influyente en la capital, y conoció a la joven francesa Susane Junon. Al cabo de un año y a causa del agravamiento de la salud de su progenitor regresó a La Garriga y colaboró en diversas revistas satíricas como L’Esquella Torratxa, La Campana de Gràcia y La Gralla, de Granollers. Aprovechó su estancia para realizar de nuevo un breve viaje a París, estableciendo lazos de amistad con Pablo Picasso, Georges Braque, Manolo Hugué, Juan Gris y Pablo Gargallo, que le influyeron en el cubismo.

Sus dibujos se hicieron más geométricos a través de un diseño de líneas, constructivo y simplificado, como si asemejaran alambres, anticipando lo que luego serían las obras de Alexander Calder. En 1925 realizó la famosa caricatura del líder ruso León Trotski, resuelta con contundente empleo de tinta, que creaba sensaciones de luces y sombras, precursora de su característica tridimensionalidad que más tarde perfiló su estilo.

La dura competencia profesional y de sus deseos de triunfar al otro lado del océano, le llevó en marzo de 1927 a regresar de nuevo a Buenos Aires, donde le esperaba su prometida francesa Susana Junon, con quien poco después contrajo matrimonio y tendría un hijo. Para ganarse el sustento colaboró en los diarios bonaerenses La Acción y Diario de Plata y en las publicaciones francesas Le Sourieure y Le Miror, siendo nombrado además director artístico de la revista Atlántida. Su dibujo caricaturesco comenzó a adquirir una gran personalidad a través de una gran síntesis y un juego intelectual y psicológico con el que creaba personajes satíricos y agresivos. Su reconocimiento internacional se produjo cuando en 1932 consiguió el primer premio con una caricatura del político catalán Francesc Macià en un Concurso Internacional de Caricatura celebrado en Nueva York, en competencia con otros humoristas internacionales.

 

Fue el interés y la esperanza que le despertó la proclamación de la II República un año antes lo que le hizo plantearse la necesidad de regresar ese mismo año con su familia a Barcelona reanudando su actividad como caricaturista en diversas revistas satíricas y en 1933 fue nombrado Hijo Predilecto de su ciudad natal, La Garriga.

El estallido de la sublevación militar del 18 de julio de 1936 truncó su brillante carrera como dibujante. Comprometido políticamente con el catalanismo de ERC y la izquierda abrazó la causa popular que consideraba justa, participando en tareas de propaganda bélica. Colaboró en 1937 con la Generalitat de Cataluña en una exposición celebrada en las galerías Syra de Barcelona, promovida por su Comisariado de Propaganda, en la que reunía una veintena de caricaturas de jefes de estado de todo el mundo y otros dirigentes políticos para recaudar dinero con destino a los niños huérfanos catalanes, destacando, entre ellos, los que realizó de Manuel Azaña, Lluís Company, Dolores Ibarruri, Francesc Macià, Juan Negrín, Josep Tarradellas y Buenaventura Durruti, resueltos todos ellos con trazos geométricos y líneas duras y frías.

Con la caída en 1939 del frente de Cataluña Andreu Dameson cruzó la frontera francesa siendo apresado por los tiradores senegaleses y recluido en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, próximo a Perpiñán, que abandonó utilizando una inteligente estratagema que pasó inadvertida por sus guardianes senegaleses. Los confundió recurriendo a su perfecto dominio del francés y al hecho de vestir un pomposo abrigo y cubrirse las manos con guantes blancos simulando ser un inspector de campos del ejército francés. Les sorprendió irrumpiendo en la garita y pronunciando a voces órdenes de mando en perfecto francés lo que les indujo al equívoco que le permitió abandonar el campo por su puerta grande tal y como había anunciado unas horas antes a sus compañeros de reclusión.

Tras producirse el reencuentro con su mujer y su hijo Andreu Dameson consiguió documentación y pasaje para embarcar el 5 de noviembre de 1939 en el trasatlántico “Massilia” que le trasladó con su familia a la Argentina. En su capital reanudó su trabajo de caricaturista colaborando en revistas como Crítica, Ressorgiment y Catalunya y en Los Anales, dirigida por el escritor Jorge Luis Borges, y también realizando para un diccionario universal ilustraciones surrealistas. El dibujo que ejecutó para la portada del número de noviembre de 1940 de la revista Catalunya de Buenos Aires, una alegoría a la ejecución del político catalán autonomista Lluís Companys por el régimen franquista, dio la vuelta al mundo y le proporcionó una gran aureola de prestigio como dibujante. Falleció el 11 de abril de 1967, en Buenos Aires (Argentina).

Leandro Cristòfol i Peralba (1908-1998)

En el campo de concentración se encontraba el escultor y dibujante autodidacta leridano Leandro Cristòfol Peralba que, en la década de los años treinta, ejemplificó como ningún artista español, la influencia del surrealismo que asimiló de manera intuitiva, heterodoxa y muy personal, lo que le llevó a estar considerado como uno de los pioneros de la escultura surrealista en Cataluña. Y precisamente esa intuición suya es lo que explicaba la simplicidad, la pureza y la ingenuidad de su lenguaje escultórico al margen de cualquier tipo de referencia literaria, programas, teorías e istmos. De formación autodidacta se entregó a la elaboración de obras experimentales no figurativas, así como retratos y otras de temática religiosa, de clara connotación dadaísta y surrealista.

Leandro Cristòfol i Peralba vino al mundo en Os de Balaguer (Lleida), el 8 de junio de 1908 en el seno de una familia payesa. Cursó los estudios primarios en su ciudad y en 1922 se trasladó a Lleida donde trabajó de aprendiz en un taller de ebanistería y se familiarizó con el tratamiento y manipulación de la madera. Al mismo tiempo, frecuentó la academia del pintor valenciano Justo Almela y poco después ingresó en la Escuela de Artes y Oficios para posteriormente trasladarse a Barcelona donde prosiguió su formación en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi. Al finalizar los estudios se entregó a la talla de madera y comenzó a interesarse por la técnica del forzado en hierro.

Su obra se mostró por primera vez en una colectiva de artistas del grupo “Un Altres” constituido por Ramón Roca y Josep Sanàbria, que tuvo lugar en el Museo de Arte Jaume Morera de Lleida en octubre de 1930. Volvió a exponer en marzo de 1932 formando parte del grupo “Studi d’Art” en el Casino Independiente, y posteriormente lo hizo en las galerías Laietanas de Barcelona.

Se dio a conocer en una muestra en solitario que celebró en el Casino Independiente, del 24 de septiembre al 8 de octubre de 1933, en la que junto a obras figurativas se encontraba la titulada “Cosa lírica” que sorprendentemente no lo era, y que sería un precedente de su vocación experimentadora posterior. Presentó su pieza “Construcción lírica” en el Concurso de Primavera promovido por el Ayuntamiento de Lleida en mayo de 1934 y en la que concurrieron 34 artistas leridanos. En 1936 participó con sus obras “Peix damunt la platja” (Pez cerca de la playa), “Nit de Lluna” (Noche de Luna), “L’aurèola astral i impassibles está a punt de sortir” (La aurora astral e impasible está a punto de salir) y “Finestra” (Ventana) a la exposición “Lógicofobista”, que promovió ADLAN en Barcelona.

Al estallar la guerra civil, el 18 de julio de 1936, apoyó la causa republicana y participó en tareas de recuperación y salvamento del patrimonio artístico junto a sus compañeros Crous y Lamolla. En 1938 se incorporó como soldado en el ejército republicano siendo destinado a un puesto en la retaguardia. Entretanto, una representación de su obra formó parte de unas exposiciones internacionales del surrealismo que itineraron por Tokio y París gracias a las gestiones llevadas a cabo por sus amigos Manuel Viola y Benjamín Peret. Al término de la contienda cruzó la frontera, siendo arrestado por la gendarmería y recluido primero en un campo de concentración cercano a Perpiñán y más tarde, al de Argelès-sur-Mer.

A su regreso a España se vio obligado a cumplir el servicio militar en un campo de trabajo de Marruecos y una vez licenciado reanudó su actividad escultórica primero en Lleida y más tarde en Barcelona donde se instaló a finales de 1943. Tres años después, juntamente con Marià Gomà, Josep Benseny, Abad Gil y Charles Pardell, inició la gestión para poner en marcha una academia de artes plásticas en el Círculo de Bellas Artes donde ejerció la docencia como profesor de Dibujo Artístico. En 1949 celebró una muestra en solitario en el Instituto de Estudios Ilerdenses presentando una producción figurativa de temática popular; en 1951 fue seleccionado para participar en la I Bienal Hispanoamericana de Arte con una serie de obras figurativas y posteriormente lo hizo en el IV Salón de Octubre de Barcelona.