Los Inuit

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9. Ungasiki y Sireniki o Sireninski son otras denominaciones dialectales conocidas, aunque no son muy correctas. El Naukanski todavía es hablado por unas 75 o 100 personas (N. del A.).

10. Información facilitada por Egor Antonov.

11. Información extraída básicamente de: www.inuit.org.

Álbum gráfico I



























3- Mapa de Alaska.

II

Alaska1

Yupiit de la isla Saint Lawrence

La isla St. Lawrence (Sivuqaq en lengua nativa), situada en los 63º de latitud norte, se encuentra en el mar de Bering, a unos 320 km al sur del estrecho de Bering, y a unos 200 km al sudoeste de Nome (Alaska). El extremo noroeste de la isla está tan solo a 64 km de Rusia. Se cree que esta isla de 4.640,12 km², con una longitud de unos 150 kilómetros, es una parte del antiguo puente de tierra de Beringia que no llegó a sumergirse, y que unía Asia con América del Norte durante el Pleistoceno, lo cual favoreció la migración de grupos humanos, como ya hemos explicado anteriormente. El clima es ártico, no hay árboles y la vegetación del interior es de tundra ártica. La isla es el hogar de muchas aves y mamíferos marinos, principalmente debido a la influencia de la corriente de Anádyr, que es oceánica y fría y muy rica en nutrientes, la cual proviene de las aguas profundas del borde de la plataforma del mar de Bering. Además, al sur de la isla se encuentra una polynya permanente que se forma cuando los vientos predominantes del Norte y del Este golpean el hielo marino, alejándolo de la costa. Esta área de mar abierto alberga la mayor concentración mundial de aves eider de anteojos (Somateria fischeri), durante seis meses al año. Asimismo, esta polynya es un hábitat importante para los álcidos, algunas especies de gaviotas y aves marinas (Puffinus), morsas, ballenas boreales, diferentes tipos de foca y osos polares.

Las culturas prehistóricas e históricas de la isla muestran rasgos culturales parecidos con grupos de ambos lados del estrecho de Bering, aunque mantienen una mayor similitud con los Yupigyt de Asia. De hecho, aparte de la lengua, tienen bastantes diferencias con respecto al resto de grupos Iñupiat y Yupiit que podemos encontrar en Alaska, como por ejemplo: la existencia de clanes patrilineales; la ausencia de casas comunales para los hombres; diferencias en la construcción de las viviendas, la vestimenta, los estilos artísticos, y también en las características principales del sistema ceremonial que muestran fuertes similitudes con los Chukchis marítimos de la costa siberiana.

La isla fue poblada de forma intermitente hace unos dos mil años, y antes del primer contacto con el «hombre blanco» tenía una población de unas 1.500 personas. Vivían en asentamientos formados por pequeños grupos familiares relacionados de 20 a 200 individuos. Utilizaban las pieles de morsa para construir sus viviendas. En invierno cubrían con estas las casas semisubterráneas, generalmente hechas con bloques de turba colocados a veces sobre estructuras de madera flotante, huesos de ballenas o colmillos de morsa, formando normalmente una cúpula. Las casas, a diferencia de otros lugares de Alaska, eran circulares y solían presentar varios tamaños. Tenían un túnel de entrada subterráneo por debajo de la plataforma donde se habitaba. Esto se hacía para que el aire frío quedara atrapado en él. La tierra se usaba también como técnica de aislamiento. En verano se instalaban en sus tiendas hechas también de piel de morsa. Empleaban una lámpara de esteatita o de cerámica, alimentada con aceite de foca o de morsa, para dar luz y calor al hogar e igualmente para cocinar. El taladro de arco era una herramienta importante, usada para encender el fuego, perforando agujeros hechos en madera, hueso o marfil.

Los modelos tradicionales de subsistencia dependían de la estación y de la localización de los recursos, como era el caso de las ballenas, los mamíferos marinos (focas y morsas fueron los animales más importantes para este grupo Yup’ik), los pescados, los pájaros y las plantas. Cazaban básicamente en primavera y otoño, que eran las estaciones migratorias de los animales. Estos Yupiit presentaban una amplia variedad de instrumentos de caza y pesca, y otros artículos cuyo origen procede de varias etapas culturales que se dieron en la isla St. Lawrence y en la región del estrecho de Bering. Teniéndolo en cuenta, se ha podido determinar que los Yupiit integraron tecnologías de todas las zonas del estrecho de Bering en su forma de vida, modificando con el tiempo estas técnicas para crear herramientas y utensilios más acordes con sus necesidades.

Su cultura material tradicional contenía una variedad de herramientas de piedra, madera, hueso y marfil, hechas para cazar, curtir, tallar, perforar y afilar. En cuanto a los instrumentos de caza se refiere, tenían una gama sofisticada de cabezas de arpón, lanzas, sedales y flotadores de vejiga de foca que se utilizaban para cazar la ballena. Otros utensilios incluían tablas de raspado para atraer a las focas a los agujeros de respiración, arcos, flechas, lanzas, propulsores de lanzas, boleadoras para cazar pájaros, trampas, redes y ganchos para atrapar a los peces, etcétera.

Como medio de transporte, usaban el umiak o angyaq, un barco grande abierto de piel de morsa (hembra) de 4,5 a 8 m de largo (en otros lugares del Ártico, esta embarcación alcanzaba los 20 m de longitud), que podía transportar hasta quince personas y cargar con una tonelada de peso. Se empleaba para la caza de la ballena y la morsa, para viajar y para los intercambios comerciales o trueques. A veces, y como sucedía en otras zonas árticas, la embarcación podía usarse como cobijo temporal en tierra, dándole la vuelta y durmiendo bajo ella. No se sabe con certeza si llegaron también a navegar en kayak. La ropa tradicional estaba hecha de piel de caribú y también de morsa. La piel de foca se usó sobre todo para confeccionar la indumentaria impermeable. Las parkas (kuspuks/qiipaghaq) de las mujeres llevaban capucha, pero estos Yupiit, a diferencia de los grupos Iñupiat de Alaska y de los inuit orientales, no llevaban a sus bebés en ella. Al igual que los Yupigyt, tenían clanes patriarcales. Los Yupiit eran tanto endógamos como exógamos, ya que también se relacionaron con otros grupos inuit y con los Chukchis, con quienes establecieron uniones matrimoniales, comerciaron con pieles de caribú e incluso tuvieron enfrentamientos bélicos. Creían en la reencarnación y en la transformación del espíritu en otra vida, bien humana o animal. A los recién nacidos se les daba el nombre de los últimos fallecidos en la aldea (ritual epónimo). Los hombres solían tatuarse la cara con fines rituales.

 

El explorador danés Vitus Bering (1681-1741), al servicio de la Armada Imperial rusa, fue el primer occidental en llegar a la isla, el 10 de agosto de 1728 (día de San Lorenzo, de ahí el nombre de la isla). Hacia mediados del siglo XIX, se convirtió en un lugar estratégico de actividades comerciales entre balleneros estadounidenses, del norte del océano Pacífico y de los mares de Bering, Chukchi y Beaufort. Los barcos balleneros hacían escala en algunas poblaciones de la isla, para llenar los barriles de agua, para irse de juerga y para intercambiar marfil, barbas de ballena y ropa de piel (para abrigarse del intenso frío). A cambio, los nativos recibían armas de fuego, artículos para cazar ballenas, alcohol y enfermedades propias del «hombre blanco». Incluso a menudo, algunos miembros de la tripulación pasaban el invierno en la isla cazando ballenas, ayudados por los propios Yupiit. Luego, al llegar la primavera, los barcos regresaban para recogerlos.

Entre 1878 y 1879, las dos terceras partes de la población Yup’ik de la isla murieron a consecuencia del hambre (unos 1.000 de un total de 1.500). En 1894, se establecieron los primeros «no nativos», cuando el misionero presbiteriano Vene C. Gambell (1863-1898) llegó con su mujer para instalar un centro religioso en la población más grande de la isla, conocida como Sivuqaq (actualmente la ciudad de Gambell). Tras morir Gambell y su familia, en 1898 (el barco que los llevaba se perdió en el mar), empezaron a llegar misioneros, maestros y representantes del Gobierno de Estados Unidos. Uno de los personajes más importantes en aquel momento fue, sin duda, el Dr. E. O. Campbell, un médico misionero que estuvo más de diez años y que detalló en su diario los acontecimientos más relevantes durante su estancia en la isla. En sus escritos describió los conflictos con los chamanes por la conversión al presbiterianismo de la población autóctona y con los siberianos por comercializar con alcohol con los Yupiit. Igualmente, escribió acerca de los problemas con los principales capitanes de barcos nativos que no querían saber nada de sus interferencias con los ritos tradicionales de caza, con su aislamiento y con las decepciones por la falta de éxito.

En 1900, en el marco de un régimen general del Gobierno de Estados Unidos para restaurar la estabilidad de la economía indígena, fueron enviados 42 renos y varios pastores Saami para ayudar a los Yupiit a desarrollar y gestionar un nuevo recurso alimenticio en la isla. La cría de renos provocó que la manada aumentara hasta varios miles de ejemplares. Sin embargo, a mediados de los años 50, los renos habían desaparecido prácticamente como consecuencia directa de la pérdida de vegetación en la isla. A pesar de ello, a principios de los años 70, la manada aumentó de nuevo hasta los 800-1.000 animales.

En 1917, los Yupiit de la isla St. Lawrence usaron por primera vez las lanchas a motor para cazar, y diez años más tarde se creó el primer consejo de una comunidad de forma electiva.

Los años 20 fueron buenos tiempos para los isleños de St. Lawrence, ya que había una economía mixta en las actividades indígenas gracias a la captura de zorros árticos (Alopex lagapus), cuyas pieles se vendían hasta USD $60 la unidad. De hecho, algunos de los más exitosos cazadores podían ganar varios miles de dólares al año durante este tiempo cazando en solitario. Dichos ingresos incluso superaron los que habían obtenido en años anteriores, cuando los Yupiit tenían un comercio muy rentable con las barbas de ballena que vendían a los barcos que se acercaban a la isla. Sin embargo, este mercado estaba en declive desde principios del siglo XX, dejando a los nativos con solo la venta de pieles de zorro ártico como una importante fuente de ingresos efectivo que se completaba con la venta de objetos tallados de marfil. Pero el mercado de las pieles de zorro ártico también comenzó a desaparecer a finales de los años 30. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un comercio inseguro y siguió siéndolo después.

Durante este período, muchos jóvenes de la isla tuvieron que servir en la Alaska Territorial Guard (ATG). Este componente de las fuerzas de Reserva Militar del Ejército de Estados Unidos se creó en 1942, en respuesta a los ataques al territorio estadounidense de Hawai’i y a la ocupación de algunas zonas de Alaska por parte de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. La ATG supuso reunir por primera vez, en un esfuerzo conjunto, a diferentes miembros de los grupos étnicos de Alaska con el «hombre blanco»: Aleutianos, Atabascanos, Iñupiat, Haida, Tlingit, Tsimshian y Yupiit, entre otros. Asimismo, los nativos de St. Lawrence vivieron durante este período bélico bajo la constante amenaza de una posible invasión de las fuerzas japonesas. Al término de la guerra y tras la disolución de la ATG, el 31 de marzo de 1947, se construyó en 1952 una base aérea militar (Northeast Cape Air Force Station) y una estación meteorológica, en una zona donde tradicionalmente algunas familias Yupiit instalaban sus campamentos de caza desde hacía siglos.2 Además, muchos isleños que se unieron a la Alaska National Guard para defender la isla, hicieron más tarde lo propio con ambas instalaciones. Cuando en los años 70 se cerró la base aérea, muchas de estas familias empezaron a experimentar problemas de salud. Incluso hoy, bastantes de las personas que crecieron en la zona del cabo Nordeste tienen un mayor número de enfermedades (por ejemplo, cáncer), si se compara con otros lugares del estado de Alaska. Posiblemente ello sea debido a la exposición a los policloruros de bifenilo (PCB)3 existentes en aquella zona. En cualquier caso, la mayoría de las instalaciones fueron retiradas en un programa de limpieza que costó USD $10.5 millones en 2003. Se prevé que el área seguirá siendo supervisada en el futuro para evitar males mayores. Sin duda, todos estos hechos afectaron de forma negativa la evolución cultural de los Yupiit de St. Lawrence.

A mediados de los años 50, el modelo de desarrollo cultural se había ya establecido: profesores, misioneros y enfermeros de la salud pública seguían siendo los representantes «tradicionales» del mundo occidental, y cada vez más la isla tenía una mayor interdependencia respecto a la Alaska continental. La población nativa durante esta década era de alrededor de 600 habitantes.

También a mediados, pero de los años 70, una serie de cambios afectaron al desarrollo cultural de los nativos de la isla, que durante esa década ya eran cerca de 700 personas: el Estado y sus implicaciones en el Gobierno local; la aplicación de la Alaska Native Claims Settlement Act; controles más estrictos sobre la caza de animales marítimos y la venta de sus productos;4 el turismo y la industria, así como la dependencia de los puestos de trabajo de ingresos monetarios; una mejora en las infraestructuras de comunicación (ejemplificado en la instalación de un satélite de radio y televisión); la exploración de los recursos minerales; y la emigración de algunos Yupiit hacia el área continental de Alaska.

Debido a estos cambios, los nativos se encontraron ante tres estructuras gubernamentales locales separadas pero superpuestas en cada pueblo: el Consejo establecido en virtud de la Ley de Reorganización Indígena (Indian Reorganization Act),5 el Ayuntamiento, instaurado bajo la autoridad del estado de Alaska,6 y las Corporaciones comunitarias, creadas en virtud de la Ley de Reclamaciones de Alaska. Cuando la Alaska Native Claims Settlement Act (ANCSA)7 fue aprobada en 1971 por el presidente Richard M. Nixon (1913-1994), los Yupiit que habitaban en el sudoeste de Alaska establecieron las Corporaciones de la bahía de Bristol y Calista para gestionar y controlar su parte de la tierra y reclamar los beneficios de los asentamientos.8 Sin embargo, los residentes de las dos comunidades de la isla St. Lawrence (Gambell y Savoonga) optaron por no participar en el acuerdo monetario y en su lugar tomaron el título colectivamente de 1.136 millones de acres de tierra en la isla.

En 1978, cazadores de Gambell, Savoonga, Nome, Wales, Shishmaref y Diomede Menor crearon la Alaska Eskimo Walrus Commission. Actualmente, la población de Gambell, es una de las comunidades balleneras representadas en la Alaska Eskimo Whaling Commission (AEWC), un órgano de gestión de la vida salvaje. Esta comisión fue creada en 1977 como respuesta a una resolución aprobada ese mismo año por la International Whaling Commission (IWC)9 que prohibía la caza de ballenas boreales, incluyendo a los pueblos indígenas que las necesitaban para su propia subsistencia. La AEWC está compuesta por capitanes balleneros de cada una de las once poblaciones balleneras Iñupiat y Yupiit en Alaska (Gambell, Savoonga, Wales, Diomede Menor, Kivalina, Point Hope, Point Lay, Wainwright, Barrow, Nuiqsut y Kaktovik). En 1981, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Administration, NOAA), del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, delegó la autoridad para la gestión de los cazadores de ballenas inuit de Alaska en la AEWC. Los cazadores nativos, sin embargo, siguen estando sujetos a la máxima autoridad de la IWC y, por lo tanto, a las preocupaciones geopolíticas. Posteriormente, en 2002, Japón amenazó con retirar su apoyo a la caza de ballenas por parte de los nativos si no se le permitía reanudar la caza comercial de estos cetáceos. Se llegó a un acuerdo en el último momento, pero si el Gobierno de Tokio hubiera cumplido con su amenaza, probablemente la caza de ballenas por parte de los inuit habría estado prohibida durante cinco años, y a partir de 2003. Así pues, la AEWC alcanzó un acuerdo con la IWC para controlar la caza de estos cetáceos, y actualmente asiste a las reuniones de esta comisión internacional como miembro de la delegación americana, y en la que se establecen el número de cuotas de caza anuales.

Los Yupiit o Yupiget de la isla St. Lawrence son actualmente una sociedad creciente que todavía lleva un modo de vida tradicional basado en la caza. Son conocidos por su habilidad en la talla, sobre todo con materiales procedentes de los mamíferos marinos como el marfil de morsa y los huesos de ballena. Siguen subsistiendo de los recursos que les ofrecen la tierra y el mar. Sus vidas continúan desarrollándose alrededor de la ballena, la morsa, la foca y el pescado, con algún ingreso en efectivo por el excedente en las capturas. Todavía hoy siguen practicando el ritual de alimentar a los espíritus de los animales matados para que se regeneren y regresen para ser cazados de nuevo.

En la actualidad, la isla tiene una población de 1.430 personas, y la mayoría son Yupiit, aunque también hay unos 130 Yupigyt siberianos. Los dos pueblos principales de la isla son Gambell y Savoonga. Se calcula que unos 1.050 individuos hablan la lengua nativa Chaplinski (Yup’ik Central Siberiano).10

Iñupiat del estrecho de Bering

Este grupo Iñupiaq habita la región que se encuentra al norte del delta del río Yukón, entre la península de Seward (con excepción de la punta Nordeste), la costa oriental de Norton Sound hasta la población de Pastolik, incluyendo todas las islas colindantes y del estrecho de Bering (Diomede Menor, King y Sledge, entre otras). Iñupiat (o Inupiat) significa «auténtico» o «seres humanos especiales». Tenían una población de 1.820 a 2.000 individuos (según las fuentes) en la época del primer contacto europeo. Estaban divididos en veintidós grupos formados por pequeñas familias relacionadas entre sí, de 20 a 200 personas. Esta región cubierta por la tundra y azotada por un clima extremo se ha caracterizado siempre por tener una gran diversidad de recursos.

En invierno vivían en casas semisubterráneas hechas de turba y cubiertas a veces por pieles de morsa. Normalmente, la estructura solía ser de madera flotante, aunque en ocasiones también usaban huesos de ballena o colmillos de morsa. Las casas tenían una forma rectangular y el techo solía acabar en forma de cúpula. Estas viviendas acostumbraban a ser de 3,6 a 4,5 m de largo por 2,4 a 3 m de ancho y generalmente, albergaban entre ocho y doce personas. El acceso a la vivienda se realizaba a través de un largo corredor que estaba por debajo de la plataforma donde se dormía. Cuando llegaba el verano, muchas veces estas casas quedaban inundadas a consecuencia del deshielo, lo que obligaba a la gente a desplazarse a sus campamentos estivales y a vivir en sus tiendas de piel. Además tenían sus recintos comunales, que eran áreas de trabajo o zonas de reunión. En líneas generales todos los grupos inuit utilizaron este tipo de viviendas invernales destinadas a la comunidad. Estas construcciones servían, entre otras cosas, para reforzar los lazos familiares y comunales, y también para celebrar fiestas y reuniones. En este sentido, el edificio más representativo fue el kashim, qaygiq, qasgiq o qasgi (entre los Yupiit y los Cup’it del sudoeste de Alaska); kashim, qargi, qarigi o karigi (entre los Iñupiat del norte de Alaska); qaggi o qaggiq (entre los grupos inuit de Canadá) y qashe (entre los groenlandeses). Estos recintos podían tener una base circular (sobre todo en las áreas orientales) o bien rectangular (Alaska). Dependiendo de la estación, se emplearon diferentes materiales para construirlos: turba, tierra, nieve, costillas de ballena, madera flotante, pieles de foca, morsa o caribú. Estas construcciones ceremoniales tenían un uso social y religioso. Incluso a veces, se realizaban pasadizos secretos para la representación del propio chamán. Normalmente en estos edificios se desarrollaba la vida social de la comunidad y en ella se realizaban los juegos y bailes tradicionales, la danza del tambor, ceremonias de curación y religiosas.

 

Por otra parte, entre los Iñupiat existía el qalgi, que era la casa ceremonial tradicional o de los hombres. A diferencia del qasgi Yup’ik, los qalgit (en plural) no se utilizaban para dormir, sino que eran lugares donde los hombres solían congregarse, relacionarse, trabajar y explicar las conductas rituales. En las poblaciones tenían con frecuencia dos o más qalgit, cada uno asociado a una familia extensa. Si bien en realidad era una casa para los hombres, las mujeres y las jóvenes podían realizar frecuentes visitas, especialmente durante las noches. Los qalgit eran además los centros donde tradicionalmente se realizaban las fiestas del Mensajero y del Nalukataq;11 estas construcciones acabaron desapareciendo durante los años 60. En la década de los 80, algunas comunidades reconstruyeron los qalgit para convertirlos en centros y en lugares para la transmisión de los conocimientos indígenas.12

Asimismo, en todos estos recintos comunales se explicaban cuentos, leyendas e historias locales que siempre han tenido un carácter epistemológico para este pueblo. Mientras que el entretenimiento era probablemente el objetivo principal de la narración de cuentos, las historias tradicionales transmitían información histórica y cosmológica, y por lo tanto, eran una parte importante de la educación del niño inuit. Muchas historias tradicionales, y también contemporáneas, son relatos morales que sirven para reforzar los valores culturales, y como advertencia sobre los peligros que conlleva ignorar los consejos de los ancianos o vagar solo en medio de la tundra.

La economía de subsistencia de este grupo Iñupiaq se basaba principalmente en la migración de los animales y en los períodos estacionales que determinaban la disposición de los recursos. En las islas Diomedes y en la península de Seward los nativos llevaban un modo de subsistencia semejante a los habitantes de la isla St. Lawrence, por lo que cazaban sobre todo animales marinos siguiendo sus fases migratorias (ballenas, morsas y focas). Por el contrario, en el interior de la península de Seward, los Iñupiat cazaban el caribú mientras que los pobladores de Norton Sound se dedicaban a la caza de focas y a la pesca. El salmón, el bacalao, el halibut, el cangrejo y el arenque eran otros componentes de la dieta alimenticia de los Iñupiat del estrecho de Bering.

Tenían una rica cultura material formada por una amplia diversidad de utensilios de hueso, piedra, madera y marfil que usaban para curtir y tallar las pieles, afilar las herramientas y para armas de caza (arpones, lanzas, flotadores de piel de foca, ganchos, arcos, flechas, etcétera). Igualmente utilizaron el taladro de arco, y a pesar de la abundancia de madera flotante, preferían usar las lámparas de esteatita nutridas con aceite de foca o de morsa para calentarse, cocinar, tener luz y secar sus ropas.

Como otros grupos Iñupiat, la vestimenta tradicional se basaba en unos pantalones, calcetines, botas y parkas de piel (la más caliente era de caribú y la más impermeable de foca). Los mukluks, kamiks o kamiit13 eran las botas tradicionales inuit, hechas sobre todo de piel de foca o caribú (en algunos lugares del Ártico utilizaban un forro interior hecho con liebre ártica y usaban la piel de oso polar para la parte superior). Dentro de las botas, y entre las diferentes capas de piel, colocaban una especie de plantilla hecha con algún tipo de hierbas vegetales que permitían aislar los pies del frío suelo. Normalmente los kamiit se cosían con agujas hechas de hueso (tras el contacto con el «hombre blanco» pasaron a ser de acero), el hilo solía ser de tendón de caribú o narval y el dedal, de piel de foca barbuda.

La parka tradicional de la mujer tenía una capucha para llevar a su bebé. Esta prenda se denomina amaat, amaut, amauti o amangut (según qué grupos inuit). El estilo y la decoración de esta prenda variaban según las regiones. El amauti no solo representaba la comunidad inuit de donde procedía, sino que además, indicaba la edad y el estatus social de la mujer. Fue pensado para que las madres pudieran llevar a sus bebés en su misma parka, para así darles calor y protegerlos contra el viento y el frío. Solía estar hecho de piel de foca o caribú.14

También usaban (como el resto de grupos inuit) el anorak o anoraq, una prenda de vestir hecha básicamente de intestinos de animales, incluso con pieles de pescado. La función de esta vestimenta era de protección contra la lluvia. Las manoplas o pualuit solían ser muy impermeables y resistentes, y por lo tanto estaban hechas igualmente de piel de foca. Las muñecas podían estar decoradas con pieles de oso polar o zorro ártico.

Por otra parte, el sistema de capas de ropa, manteniendo la ventilación de las mismas para protegerse del frío, era y sigue siendo hoy, una práctica común entre todos los grupos inuit del Ártico. La vestimenta se diseñaba con el objetivo de capturar el aire caliente del cuerpo. Los estilos de ropa variaban de un grupo inuit a otro. Las prendas de vestir definían la edad del portador, el género, la ocupación, la localización geográfica y por lo tanto, identificaba al grupo cultural al que pertenecía la persona. Las diferencias regionales eran evidentes, no solamente en el diseño de la ropa, sino también en los materiales, tintes y las técnicas de la costura usadas. De este modo, los recursos existentes en cada zona condicionaban la disponibilidad del tipo de piel de animal utilizado.

Señalar también que los Iñupiat del estrecho de Bering usaban los kayaks y el umiak. Como era habitual entre el resto de grupos inuit que navegaban con ambas embarcaciones, las pieles debían cambiarse anualmente. Para asegurar la estanqueidad, estas eran bañadas en aceite y a menudo usaban la resina o gomas vegetales para reforzar la cubierta de los barcos. Asimismo, emplearon los trineos de perros: el que tenía forma de cesta se usaba para los viajes por el interior, y el trineo plano se utilizaba sobre todo para arrastrar los grandes barcos de piel a través del hielo, al igual que los trineos más pequeños.

Las aldeas se dividían según los patrones de los umiaat llamados umialiit (plural de umialik) y de sus respectivas tripulaciones y utilizaban el qalgi para reunirse y trabajar. El umialik también solía ser el líder del poblado, aunque no era un cargo hereditario.

Los Iñupiat de esta zona establecieron relaciones comerciales con otros nativos de Alaska y de Siberia (básicamente en verano, debido a las fuertes corrientes marinas de invierno). El intercambio de productos, basado en la reciprocidad, fortalecía las relaciones sociales de los individuos y permitía, además, tener acceso a productos tales como las pieles de reno y zorro, huesos de ballena y colmillos de morsa, todos ellos procedentes de Siberia. A pesar de esto, las pieles de castor y de nutria terrestre eran los bienes más preciados. La región del estrecho de Bering, por otra parte, era también una zona beligerante. Los conflictos bélicos entre familias, clanes, aldeas y nativos norteamericanos del interior eran frecuentes, de tal manera que se imponía la ley del más fuerte, y quienes abandonaban su área cultural de subsistencia podían ser asesinados. Este era el motivo principal por el cual los hombres no iban solos a cazar. Uno de los grupos más agresivos y peligrosos eran sin duda los Malemiut, que vivían en Norton Sound.

Los Iñupiat del estrecho de Bering creían en la reencarnación del espíritu en una vida humana o animal. Practicaban el ritual epónimo y el atiq o ateq, era el nombre o el alma del nombre. En la cosmología Iñupiaq los nombres estaban asociados con las almas de las personas, tanto vivas como muertas. El nacimiento de un niño representaba, y en muchos aspectos pasaba a ser, el sustituto de una persona recientemente fallecida. En otras palabras, la muerte y el nacimiento simbolizaban un reciclaje de las almas, y la reutilización de los nombres vinculados a las almas es una de las formas en la que los niños están inmersos en una red de relaciones sociales. Un niño a menudo se le conocía por el referente parentesco de su tocaya o tocayo.15

Además vivían en una delgada línea que separaba el mundo natural de la realidad espiritual. El frío y el hambre constituían un escenario donde las vidas humanas dependían de la vida que tomaban otros seres. Por este motivo, en la actualidad los programas educativos y las manifestaciones artísticas se han encaminado al mantenimiento de una estructura social y religiosa marcada por un modelo de subsistencia tradicional. De esta manera, la cultura material y la vida ceremonial se funden en la forma y función de los objetos producto de ambas realidades. En esta región se encuentran excelentes registros sobre una vida ancestral pasada que se ha mantenido viva a través de la tradición oral de personas nacidas sobre el 1800, antes de la llegada de las tecnologías modernas y de la fiebre del oro.

Aunque en realidad fue Semión Ivánovich Dezhniov (¿1605?-1672) el primer occidental en llegar en 1648 al estrecho de Bering, el nombre del lugar fue puesto en honor a Vitus Bering, quien lo «redescubrió» y lo cruzó en 1728. Unos años después, en 1741, este navegante danés «descubrió» Alaska. Por aquella época, los Iñupiat ya sabían de los europeos antes de su llegada gracias a los productos obtenidos del comercio con Siberia. En 1850, los balleneros empezaron a faenar por aguas del océano Ártico. Intercambiaron con los Iñupiat del estrecho de Bering y con los Taremiut (o Tareumiut) las barbas de ballena por lanzas, arpones, harina, galletas, armas de fuego, munición, tabaco, cerillas y bombas para cazar ballenas. Este contacto con los balleneros afectó a los nativos, introduciendo no solo productos nocivos como el alcohol, sino también enfermedades para las cuales no estaban inmunizados. La consecuencia de todo ello es que la población de ambos grupos disminuyó. A pesar de los intentos por controlar la venta de alcohol y armas, a partir de 1880 el proceso de aculturación fue avanzando entre la población indígena, y más después de la instalación de los primeros puestos comerciales balleneros en tierra. Como en 1900 se vivió el auge de la industria ballenera, se produjo una disminución alarmante del número de mamíferos marinos en la zona. Además el precio de las barbas de ballena utilizadas para fabricar los corsés de las damas europeas empezó a caer a partir de 1915. Posteriormente, en 1920 los balleneros desaparecieron de Alaska y los Iñupiat y los Tareumiut tuvieron que buscar otras actividades alternativas como la caza del zorro para vender sus pieles.