Heredera por sorpresa

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Capítulo 5

La multitud a mi alrededor grita en una sala de conciertos con mala ventilación mientras el desaliñado cantante de un grupo indie del que nunca he oído hablar canta una canción a pleno pulmón. Ken, Glory y Camille se divierten. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de mí, pero a estas alturas ya me he resignado a que mis amigos y mi nuevo novio me arrastren a pequeños y oscuros clubes que requieren que cuente con un carné falso. Al menos, la parte del carné fue sencilla. Para conseguir uno solo tuve que pedirle a Sara Li que me diera su viejo carné de conducir y conseguir uno nuevo; le reembolsé la tarifa de remplazo, y eso fue todo. El hecho de que no me parezca en nada a Sara no importa, el portero del club de esta noche ni siquiera ha parpadeado cuando ha comprobado mi identificación.

Camille dice que tengo «suerte», pero yo no lo veo así. Al fin y al cabo, la ignorancia de la gente blanca no suele beneficiarme.

Si ver a este grupo en directo supone una ventaja, genial. El chillido del vocalista desgarra el ambiente cargado del interior del club. Entonces, alguien me golpea por accidente y me derrama cerveza fría sobre el brazo. Hago una mueca de dolor e intento apartarme, pero no puedo moverme. Por una vez, me gustaría ir a algún lugar donde pueda moverme más de un centímetro sin tocar el sudoroso pecho de un desconocido, y tampoco me importaría escuchar a un grupo con letras inteligibles.

«Llévate tapones si vas a un concierto de rock, Gemma. Cuídate los oídos». Antes de salir de casa, mamá me ha atosigado a consejos, como si yo fuera un frágil jarrón al que hay que envolver en papel de burbujas antes de transportarlo. Aun así, es bueno saber que el hecho de que me quiten la ayuda económica no significa que se acaben los consejos parentales, aunque haya ignorado la mayoría de ellos, incluido el de cuidar mis oídos. No voy a ser la pringada que se lleva tapones a un concierto.

Pero ¿y si mamá me lo hubiera dicho en inglés para asegurarse de que lo entendía y me hubiera repetido exactamente lo mismo en chino para darle más énfasis? En ese caso, me estaría metiendo cilindros de espuma de color naranja en los oídos, sin importar lo que pensaran los demás. Parecer poco sofisticada no es nada comparado con ignorar ese tipo de advertencia. Porque eso es un DEFCON 1 para mamá. Vida o muerte.

Glory y Camille están demasiado inmersas en la música para darse cuenta de que una multitud de fans emocionadas que intentan acercarse al escenario me están apartando a codazos, pero Ken sí que se percata. Me rodea con un brazo de forma protectora, y el roce es tan agradable y me provoca tal hormigueo que no me quejo al sentir más calor y estar más pegajosa por la calidez de su cuerpo.

El grupo termina por fin, y la multitud empieza a alejarse de la pista y a dirigirse a la barra. Me zumban los oídos, así que, al principio, no me doy cuenta de que el teléfono, que está en mi bolsillo trasero, está sonando. ¿Quién me llama un sábado casi a medianoche? Saco el teléfono y miro la pantalla. Entonces el mundo se para y dejo de respirar: es mi agente.

Contesto a la llamada a cámara lenta.

—Hola, Laura —chillo.

Ken deja caer el brazo de mis hombros y Glory y Camille se apartan del escenario para mirarme. No saben lo del casting de Butterfly. ¿Para qué iba a hablarles de todas las audiciones con pocas posibilidades si luego todo acaba en decepción? Sin embargo, eso no impide que la esperanza se me acumule en el pecho.

—¿Estás sentada, Gemma? —pregunta Laura.

—Sí —miento, con las pantorrillas y los pies doloridos por haber estado bailando durante horas en el duro suelo de cemento. Ahora respiro con dificultad. Podría ser… Esta podría ser mi oportunidad.

—Bien. —La emoción se refleja en su voz—. ¡Porque tú, Gemma Huang, acabas de ser elegida para el papel principal de Sonia Li!

Se me para el corazón en el pecho y las rodillas me flaquean; ahora desearía estar sentada.

—Guau —susurro asombrada. Ken, Glory y Camille se acercan para escuchar, y yo doy un paso hacia atrás—. ¿Acabas de decir papel principal? —La incredulidad y la emoción me sacuden el corazón y hacen que me lata de forma dolorosa. Creía que Sonia era un papel secundario. La escena que leí me hizo pensar que era la exnovia del protagonista masculino blanco—. Te refieres a Butterfly, la nueva versión actualizada de M. Butterfly para la que hice la audición, ¿verdad?

Camille jadea mientras se lleva una mano al pecho con dramatismo y Glory hace un pequeño baile de la victoria, pero Ken no reacciona. Una punzada de inquietud me recorre la columna vertebral, pero, maldita sea, por fin me han ofrecido un papel, así que la reacción de Ken debería ser la última de mis preocupaciones.

—A no ser que haya algún otro casting del que yo no sepa nada. —Laura se ríe—. Sí, Butterfly, ¡y, sí, es el papel principal! —Hace una pausa, y oigo papeles moverse de fondo, quizás sean sus notas—. La productora necesita que envíes una copia de tu pasaporte para que podamos conseguirte un visado lo antes posible, el rodaje en China comienza en dos semanas.

La alegría que me recorre el cuerpo se congela de repente y un gélido pavor me apuñala el estómago… China. Estaba tan segura de que no conseguiría el papel que no presté demasiada atención al lugar donde se iba a rodar la película.

—¿Sabes en qué ciudad?

«Que no sea Pekín. Que no sea Pekín». La advertencia de mamá sobre no ir a Pekín ni siquiera se puede clasificar como un consejo materno, sino que sobrepasa todos los límites. Más que la vida o la muerte.

—En Pekín —responde Laura.

Me empiezan a sudar las manos y tengo que agarrar el teléfono con fuerza para que no se me escurra. Por supuesto que es Pekín. Después de todo, se trata de la capital.

—¡Esto es increíble! —Mi voz suena como si viniera de la lejanía. «¡Espera!». ¿Estoy aceptando el papel?

Parece que Laura está convencida de que sí:

—¡Genial! Te enviaré el contrato junto con una sinopsis del guion.

Cuelgo la llamada y miro a mis amigos.

—¡Acabo de conseguir el papel principal en una nueva versión actualizada de M. Butterfly!

No les cuento que mi madre me ha prohibido ir a Pekín, porque todavía no me lo creo. Y no quiero que Camille me eche una mirada cómplice y archive la información en la carpeta de «La madre tigresa de Gemma» que tiene en su mente. Quizá estoy siendo injusta con ella, Camille debería recibir algún tipo de reconocimiento por ser la única persona blanca en nuestro pequeño grupo de amigos.

—¡Genial! —A Glory se le iluminan los ojos—. ¡Ni siquiera sabía que habías hecho el casting!

Camille exclama con alegría:

—¡Me encanta esa ópera! ¿Eso significa que tienes que cantar?

—No es la ópera de Puccini, Madama Butterfly —le explico—. M. Butterfly es una obra de teatro y una película de David Henry Hwang que transgrede los roles de género. No tiene nada que ver.

—Por ejemplo, una mujer asiática no se suicida por un hombre blanco —apunta Glory con tono irónico.

Glory y yo nos identificamos como asiáticas, pero, cuando una película hace un casting para una actriz asiática, no piensan en alguien como ella, sino en alguien como yo: de complexión pequeña y rasgos delicados. Esa es la idea que tiene la industria cinematográfica. Scarlett Johansson tiene más posibilidades de ser elegida como una mujer asiática para una película que Glory. Al fin y al cabo, cuando la escogieron para protagonizar la versión de acción en vivo de la película de anime japonesa Ghost in the Shell, añadieron toda una intrincada trama para explicar por qué el personaje tenía el aspecto de una mujer blanca. Con esto quiero decir que podrían haber contratado a una actriz asiática. Es una auténtica chapuza. Glory está convencida de que su única oportunidad de actuar es con papeles en los que tanto el género como la raza sean «ambiguos». Una vez me enseñó un casting en el que se requería a una actriz «étnicamente ambigua». «Esa soy yo», dijo con una sonrisa irónica.

—Pero… —Ken toma la palabra por fin—, no hay ningún papel protagonista femenino en M. Butterfly.

Me tenso ante su tono seco.

—Ya os he dicho que es una versión nueva.

Sin embargo, Ken tiene razón. A mí tampoco me viene a la mente un papel protagonista femenino en M. Butterfly. Por eso, en un principio pensé que estaba haciendo una prueba para un papel secundario. Me pregunto si me han elegido para el papel interpretado por BD Wong en Broadway y John Lone en la versión cinematográfica. Y, si es así, ¿cómo voy a interpretar a una mujer que interpreta a un hombre que interpreta a una mujer?

—Una versión nueva. —La cara de Ken se vuelve inexpresiva. No hay muchos papeles para hombres asiáticos, y Song Liling, el cantante de ópera chino que seduce a un diplomático blanco al hacerse pasar por una mujer, es un papel que Ken habría matado por interpretar.

Se me incendian las mejillas de la indignación. Hay tan pocos papeles para mujeres asiáticas como para hombres. Ken lo sabe, así que no estaría de más que se alegrara por mí.

—¡No me digas que han hecho una historia heterosexual! —protesta Glory.

El estómago me da un vuelco. Oh, no. ¿Y si Glory tiene razón? Saco el teléfono. Laura ha dicho que me iba a enviar la sinopsis. Necesito saber en qué me estoy metiendo.

Camille nos mira a los tres asombrada.

—¿Cómo sabéis tanto sobre una película de la que nunca he oído hablar?

«Eso es fácil». Todos somos actores asiáticos. Por eso conocemos a todos los actores asiáticos que han triunfado y los papeles que han interpretado. Además, no hay tantos. Ken y Glory se lo explican a Camille mientras yo reviso la bandeja de entrada del correo electrónico. Cuando veo el correo de Laura el pulso se me dispara. Abro el archivo adjunto con la sinopsis y empiezo a leer:

 

«¡Se acaba de abrir una vacante para negociar contratos comerciales en el extranjero, el trabajo de los sueños de la extrovertida y vivaracha Song Li (todo el mundo la llama Sonia)! ¿El problema? Que Ryan Glenn, su exnovio, será su jefe. Y no se puede decir que fuese una ruptura amistosa. ¿Cómo lo convencerá de que la contrate… mientras evita que vuelva a encenderse la llama de la pasión entre ellos?».

Maldita sea. Glory tiene razón.

Ken entrecierra los ojos.

—Vi esa convocatoria de casting. No buscaban papeles de hombres asiáticos. —Su rostro, que suele estar tranquilo y despreocupado, se ha contraído—. Solo extras. Estoy seguro de que el interés romántico será un hombre blanco y que todos los tíos asiáticos de esa película serán empollones asexuados o chauvinistas dominantes.

«Y hay otro problema, el primer contrato de Sonia será para un acuerdo en China y los empresarios chinos no tomarán en serio a una abogada por ser mujer. No obstante, Sonia trama un plan para solucionar ambos problemas: se convertirá en Song Li. Discreto, reservado… y masculino. Lo contrario de todo lo que ella es».

Mierda. Ken también tiene razón.

Levanto la vista del móvil con una sonrisa forzada en la cara. Todos me están mirando y una gota de sudor frío se desliza por mi cuello. Ken tiene los brazos cruzados, pero me gustaría que, en vez de eso, me diera un abrazo y me asegurara que cuento con su apoyo.

Sin embargo, es Glory quien posa una mano sobre mi brazo y añade:

—Ve a por ello, Gemma. Es la oportunidad de tu vida y lo vas a hacer genial.

—Claro que sí —coincide Camille—. Es un papel protagonista. ¡Es el sueño de cualquiera de nosotros!

—Sí. —La sonrisa de Ken no se refleja en su mirada—. Felicidades, Gemma.

Al menos lo está intentando, tal vez necesita tiempo para hacerse a la idea. Y, quizá, si acepto el papel, podré influir en la dirección del guion. «Sí, claro». Eso es tan probable como que a mi madre no le importe que acepte un trabajo en Pekín. Pero necesito este papel. Como ha dicho Glory, ¿cuándo volverá a surgirme una oportunidad así? Tendré que evitar que mi madre descubra adónde voy. Se me forma un nudo en la garganta mientras digo con tono alegre:

—Gracias, chicos. Espero que todo salga bien.

Capítulo 6

Estoy metiendo la ropa en la maleta de forma desordenada mientras marco en mi lista mental todo lo que he hecho y lo que me queda por hacer antes de partir hacia Pekín en dos días. «Unirme al sindicato de actores», hecho. «Quedar con Eilene Deng para cenar», eso será mañana por la noche. «Conseguir que mis compañeras de piso me cubran si mis padres se presentan en Los Ángeles sin avisar», hecho… más o menos. Glory aceptó de inmediato, pero Camille se mostró más reacia. Aun así, creo que puedo contar con ellas para que no me delaten. «Despedirme de Ken con la esperanza de que no conozca a alguien más mientras estoy a seis mil kilómetros de distancia». Tan pronto como ese pensamiento me asalta, el timbre de la puerta suena.

Trepo por encima de la maleta abierta y de varios pares de zapatos entre los que todavía me estoy decidiendo para llegar hasta la puerta. Ken está de pie en la entrada con un ramo de flores.

Lo rodeo con los brazos.

—¡Me encantan! Gracias.

Quizá estoy siendo demasiado efusiva, pero hemos estado un poco tensos desde que me dieron el papel en la película y las flores me dan esperanzas de que esa tensión haya desaparecido.

—De nada. Será mejor que las pongas en agua. Es posible que no duren mucho, aunque no estarás aquí para darte cuenta.

No. La tensión todavía sigue ahí.

Las cosas mejoran cuando salimos del apartamento. Conversamos un poco sobre el anuncio y sobre el paso tan importante que supone en la carrera de Ken. En el fondo, creo que estamos hablando más de su anuncio de pasta de dientes que de mi película, pero alejo esos pensamientos tan insignificantes. Él también tiene derecho a disfrutar de su momento.

Ken sugiere una película que le apetece ver, y suena bien, así que acepto. Esperaba que fuéramos a un lugar donde pudiéramos hablar, quizá a la playa otra vez, pero estar en el cine con Ken es más agradable de lo que esperaba. Nos damos la mano y compartimos palomitas en la oscuridad. Entonces, me doy cuenta de que esta es nuestra primera cita. Hace tan poco tiempo que somos pareja que todavía me emociono con nuestras «primeras veces». Cuando señalo que es la primera vez que vamos al cine, Ken me responde en un susurro:

—Hay una razón por la que he sugerido un cine oscuro para una cita.

Entonces me acaricia el cuello y eso hace que una corriente me recorra el cuerpo.

Después de la película, Ken me lleva de vuelta a casa, y tanto Camille como Glory están allí, así que los cuatro pasamos el rato juntos hasta que mis compañeras de piso deciden «acostarse pronto», ambas al mismo tiempo, y nos dejan solos en el salón —mi habitación—. «Voy a echar mucho de menos a estas dos».

Para mi sorpresa, Ken se levanta cuando mis compañeras de piso se van a sus habitaciones.

—Mañana tengo que madrugar, así que también debería irme.

Yo también me pongo de pie y oculto mi decepción.

—Oh, entonces supongo que esto es una despedida, hasta dentro de dos o tres meses.

Mueve los pies, incómodo.

—Mira, vas a estar fuera durante un tiempo y creo que deberíamos aclarar algunas cosas antes de que te vayas.

Mi cuerpo se tensa. «¿Ken está rompiendo conmigo?»

—Está bien…

Se hace un silencio que me parece una tortura.

—Quizá no deberíamos tener una relación exclusiva mientras estés en China. —De inmediato, añade—: No estoy diciendo que vaya a conocer a alguien, y por supuesto que no saldría en serio con nadie más, pero podríamos…, eh, abrirnos a otras opciones. Solo durante los tres meses que estés fuera.

Eso no parece… horrible. Siempre y cuando no sea un código para decir: «Quiero romper contigo, pero soy demasiado cobarde para verbalizarlo».

—Claro, me parece bien. —Como soy una actriz decente, suena ligero y despreocupado.

Ken parece aliviado por mi reacción.

—Oye, todavía eres mi novia, ¿de acuerdo?

—Ya lo creo. —Golpeo su cadera con la mía—. No pienses que soy fácil de reemplazar.

Por dentro, me estremezco. Intentaba sonar totalmente despreocupada por esto de la no exclusividad, pero solo le he recordado a Ken que podría conocer a otra persona.

Se ríe.

—Imposible. Eres única, Gemma Huang.

Me atrae hacia él para darme un beso.

Solo cuando se ha ido comprendo que ninguno de los dos ha considerado la posibilidad de que yo conozca a alguien más.

* * *

«No me creo que esté sucediendo». Estoy sentada frente a Eilene Deng en Nobu. Sí, Nobu es uno de esos restaurantes de moda y yo me siento totalmente fuera de lugar, pero no me importa. ¡Porque estoy con Eilene Deng! Podría llevarme a un restaurante de comida cruda orgánica y vegana en el que todo se sirve licuado o espumado en vasos de chupito y tampoco me importaría.

Eilene elige la comida. Comienza con el hamachi kama miso salt. No es la primera vez que voy a un restaurante japonés, pero no tengo ni idea de qué es. «¿Desde cuándo la sal es un plato principal?». A continuación, pide el toro spicy karashi sumiso caviar a precio de mercado (trago saliva porque los precios que aparecen en la carta ya son astronómicos) y después recita un montón de platos más. Tengo que admitir que los ingredientes que logro reconocer suenan deliciosos.

Mientras el camarero se apresura para que nos preparen nuestro pedido, Eilene se echa hacia atrás en el asiento y toma un sorbo de su cóctel.

—Háblame de ti, Gemma. ¿Cómo empezaste a actuar?

Una vez superados los nervios iniciales, resulta fácil hablar con Eilene. Incluso le cuento que en cuarto de primaria me presenté para interpretar a Blancanieves y que, en su lugar, me dieron el papel de un pájaro, con una sola frase: «Pío, pío». Pero no importó, el mero hecho de subir todos juntos al escenario para que la magia sucediera bastó para contagiarme del gusanillo de la interpretación. Cada vez que hago una pausa, consciente de que estoy hablando demasiado, me aborda con otra hábil pregunta.

Cuando Eilene se interesa por los papeles que me gustaría interpretar, respondo:

—De todo tipo. Quiero ser como Awkwafina, que fue una estafadora en una película de atracos femenina, la mejor amiga extravagante en una comedia romántica y una chica que descubre su identidad chinoestadounidense en una galardonada comedia dramática familiar. Sobre todo, esta última. The Farewell es una de mis películas favoritas.

Fui a verla sola y no estaba preparada para la forma en que esa película me rompió el corazón para volver a recomponerlo. Ni siquiera llevé pañuelos, lo cual fue un error por mi parte porque el tráiler ya me había hecho llorar. Por fortuna, dos simpáticas señoras mayores blancas de la fila de delante me dieron varios pañuelos antes de que empapara demasiado mis mangas.

Eilene sonríe.

—The Farewell también es una de mis favoritas. Esa película es una de las razones por las que creo que puedo ser directora y hacer las películas que yo quiera.

Awkwafina es buena en todo lo que hace, pero en The Farewell, como Billi, una joven estadounidense de origen chino que regresa a China con su familia para visitar a su abuela moribunda, está francamente brillante. Estoy segura de que una de las principales razones por las que la interpretación de Awkwafina fue tan buena fue por Lulu Wang, la cineasta chinoamericana que escribió, dirigió y luchó contra un Hollywood blanco para defender su visión de la película. Eilene dice que ese es el tipo de película que quiere hacer, y yo quiero participar en ella.

Entonces, formula la única pregunta que me hace titubear:

—¿De dónde es tu familia? ¿De la China continental? ¿De Taiwán o de algún otro lugar?

Trago el agua mineral demasiado rápido y empiezo a toser. Ella espera con paciencia mientras me seco los labios con la servilleta de tela.

—De la China continental.

La tensión me recorre la columna vertebral mientras espero a que Eilene pregunte de qué provincias y ciudades.

Me lanza una mirada penetrante y cambia de tema:

—¿Sabes por qué te han elegido para interpretar a Sonia?

Niego con la cabeza. Eso es justo lo que me he estado preguntando yo desde que me llamó mi agente, hace casi dos semanas.

—Pensé que se lo darían a Vivienne.

Es evidente que Jake Tyler quería que Vivienne interpretara a Sonia, y no creo que ella lo rechazara.

En la boca de Eilene se dibuja una sonrisa burlona.

—Las salas de espera de los castings tienen fama de tener las paredes finas.

—Si Jake quería a Vivienne, ¿por qué me he llevado yo el papel de Sonia?

—Para responder a esa pregunta, primero tengo que explicarte por qué me incluyeron en este proyecto. Los productores previeron una reacción negativa cuando contrataron a un guionista y a un director blancos para una nueva versión de M. Butterfly o, mejor dicho, se les indicó que previeran una reacción negativa por parte del público. —Esta vez, los extremos de su sonrisa resultan afilados—. Me trajeron para que tuviera… —Hace una pausa, como si estuviera buscando una frase políticamente correcta para describirlo.

—Una participación simbólica —termino la frase por ella—. Te trajeron para darle autenticidad a la película.

Hago un gesto en el aire con los dedos que imita unas comillas cuando digo la palabra «autenticidad».

Arquea las cejas.

—Ah, lo entiendes. Quizá también comprendas que quería una actriz estadounidense de origen chino para el papel.

Recuerdo que Jake le preguntó a Eilene: «¿Qué importa eso?» después de la audición de Vivienne, y ella respondió: «¿No estoy aquí por eso? ¿Para decirte lo que importa?». Todo encaja. Vivienne es estadounidense de origen vietnamita, y lo más probable es que Eilene le dijera a Jake que es importante que una actriz estadounidense de origen chino interprete a un personaje de los mismos orígenes. Y, por supuesto, Jake no entendió el porqué. Tal vez pensara que todos los asiáticos somos iguales.

 

—¿Fui la única actriz chinoestadounidense que consiguió una segunda prueba?

—No, de hecho —contesta Eilene—, de las otras dos actrices que se presentaban para el papel, una era vietnamita y la otra era china, como tú. Pero tú eras a quien yo quería. —Se inclina hacia delante y me mira fijamente—. Entiendes el personaje de Sonia.

Me remuevo incómoda en el lujoso sofá de cuero. De ninguna manera puedo confesar lo que de verdad pienso del personaje de Sonia.

—Ah, claro.

—Y, al entender a Sonia —continúa, sin apartar los ojos de los míos—, comprendes por qué necesita cambiar.

El camarero llega con una incesante procesión de platos pequeños. La comida que tenemos ante nosotras es magnífica, pero no puedo concentrarme en la impresionante variedad gastronómica porque todavía estoy asimilando lo que acaba de decir Eilene.

Cuando el camarero se marcha, le pregunto:

—Así que… ¿qué esperas que haga exactamente?

En lugar de responder, Eilene utiliza sus palillos chinos para deslizar en mi plato un trozo de pescado rojo brillante adornado de forma muy bonita.

—Las actrices asiáticas no lo tenemos fácil, a veces tenemos que comprometernos a ciertas cosas para conseguir papeles. —Hace una mueca amarga—. Quizá pensar que te estás vendiendo te haga sentir mejor.

Se sirve a sí misma.

—Y, aun así, una vez una actriz de Hollywood, de cualquier origen, no solo asiático, alcanza cierta edad, los papeles escasean.

—Todavía debe de haber roles para alguien como tú, alguien con tu talento. —Hago una mueca de asombro, porque eso es muy ingenuo y, en realidad, sé que no es así.

Eilene rechaza mi comentario con un gesto de la mano:

—De todos modos, ya era hora de pasar página. —Me hace una seña para que coma—. Siempre he querido dirigir, pero el problema es que nadie quería arriesgarse conmigo. Entonces llegó esta película, y necesitaban a un codirector chino para… lograr autenticidad…, como has dicho con tanta exactitud. —Deja los palillos sin probar bocado—. El problema es que Butterfly es una completa estupidez.

El sashimi es suave como la mantequilla y lo agradezco, , de lo contrario, me habría atragantado mientras comía al oír las palabras de Eilene.

—¿Estupidez? —repito en voz baja.

—Vamos, no finjas que no lo es —añade con una sonrisa—. Aunque entiendo por qué vacilas a la hora de decir lo que piensas. Yo también fui una actriz joven como tú. En esta industria no es fácil mantenerse fiel a una misma, en especial si eres una mujer asiática, pero es lo que hay que hacer para llegar a ser una gran actriz, de verdad.

Asiento y, a duras penas, consigo no comportarme como una empollona y tomar apuntes en mi teléfono sobre lo que está diciendo.

—Necesito que esta película salga adelante. Y, al paso al que va ahora, parece que no va a ocurrir —explica en voz baja—. Así que, con respecto a lo que quiero que hagas: quiero que te conviertas en una gran actriz.

Eso es fácil decirlo, pero no hacerlo. Además…, ¿a qué se refiere con eso?

Levanta su copa hacia mí.

—Juntas nos haremos con esta película.

Oh, mierda. No sé lo que esperaba, pero no era esto. Eilene Deng me está pidiendo que me «apodere» de Butterfly con ella.