Dibuja tu Fe

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2. NOS AYUDA EN EL PROCESO DE ENTENDER Y APRENDER MEJOR LOS CONCEPTOS







Muchos profesionales de la educación coinciden en que el ser humano aprende por cuatro métodos: visual, auditivo, lectura / escritura, kinestésico (aprender haciendo), y afirman que la experiencia donde más se optimiza el aprendizaje es aquella en la que se aplican dos o más métodos de aprendizaje. Lo estupendo de hacer dibujitos sencillos en el estudio de la Biblia es que podemos aplicar al menos

tres

 métodos, uno más que la cantidad recomendada.



Aprendemos visualmente porque vemos imágenes que activan la memoria y nuestra capacidad de procesar información.



Aprendemos por el método de escritura / lectura porque estamos leyendo la Palabra. Si fuera una Biblia en audiolibro, estaríamos aplicando el método de aprendizaje auditivo.



Aprendemos de forma kinestésica porque estamos en movimiento, haciendo algo para que la mente se invierta 100 % en el proceso.



Uno de mis ejemplos favoritos es el de Michiko Maruyama, una estudiante de medicina, que expresa en su sitio web que ella saca un tiempo al final del día para hacer dibujos con base en lo aprendido en clase para consolidar todo lo que aprendió y asegurarse de que entiende y que asimiló los conceptos.

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 Algo que me llamó mucho la atención de su testimonio es que ella al principio hacía sus dibujos más como pasatiempo que como un hábito concreto, pero comenzó a tomarlos en serio cuando notó que sus calificaciones comenzaron a bajar cuando dejó de dibujar por semanas.









3. NOS AYUDAN A CONECTAR CON NUEVAS IDEAS Y A APLICARLAS












Un garabato puede ayudar a expresar emociones que aun las palabras no pueden cristalizar. En una conferencia de interacción entre humanos y computadoras, llevada a cabo en Estocolmo en el 2011, se presentó los resultados de un estudio donde 10 personas compartieron sus dibujos y garabatos por cuatro semanas, en reacción a su diario vivir.



Según Lisa Cowan, quien manejó el experimento, los mismos participantes se vieron sorprendidos de cómo lograron comunicar emociones complejas que apenas podían materializar usando palabras o mensajes de texto. Los garabatos incluían estudiantes viéndose abrumados por las fechas límites de sus exámenes finales y padres de familia expresando su ansiedad.

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Uno de mis pasajes favoritos de la Biblia es Juan 17:20-21, donde Jesús ora por Sus discípulos. En esa oración ocurre algo hermoso que yo nunca antes había notado: Jesús oró por nosotros. Sí, Jesús oró por ti y por mí. Aun mientras escribo sobre esta oración, se me hace tan difícil expresar la emoción y la idea de que Jesús rompe la cuarta pared de la Biblia y me considera a mí en Su oración. No hay palabras que me ayuden a pintar lo grandioso de ese escenario, por eso lo ilustré en mi Biblia. Cada vez que veo el dibujo, me acuerdo de cómo se estremeció mi corazón y confirmo mi agradecimiento y mi amor por Jesús.



Hacer dibujitos es mucho más que una distracción y no es en absoluto un acto de falta de respeto, siempre y cuando se lo haga con prudencia. Nuestro cerebro dedica cerca del 50 % de sus recursos para procesar imágenes;

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 se ha vuelto muy bueno en usarlas para nuestro beneficio. Yo digo que lo aprovechemos para romper las barreras que nos hacen pensar que no tenemos lo necesario para conectarnos con la Palabra de Dios y recibir sus promesas y su consuelo de una forma personal y directa en nuestra vida.








Ahora, antes de que descartes este libro (que he escrito con tanto amor para ti), porque piensas que esto no es lo tuyo porque no sabes dibujar, permíteme decirte que no saber cómo dibujar hace que este libro sea perfecto para ti. Los beneficios de los dibujitos no son solo reservados para los artistas con un talento innato para dibujar; son para todos. Y esto es una buena noticia porque, déjame decirte, yo tampoco nací con el talento innato de dibujar.



Me gustaría que sepas también que este libro no es para criticar ni atacar los métodos, derivados de

scrap booking

 o arte con recortes que usan muchos grupos que promueven las ilustraciones en la Biblia. Es más, yo no considero este libro como uno de manualidades ni de tutoría para aprender las excelentes técnicas que practican estos grupos. Mi deseo es darte una herramienta que te permita ir más profundo en la Palabra, si así deseas, sin limitarte a usar materiales que otra persona creó ni devocionales que alguien más escribió, por no saber dibujar o no conocer exactamente cómo comenzar a explorar la Biblia. Lo que vas a aprender aquí te va a ayudar a estudiar y enseñar, pero más aún, a vivir más de cerca a la Palabra de Dios, con confianza y seguridad. Sí, voy a enseñarte a hacer ilustraciones bien sencillas, que no requieren que seas un artista, para que puedas responder visualmente a la Palabra y hacer que tu cerebro se nutra de todo lo que Dios quiere hablarte por medio de las Escrituras, pero es en función de lo que nos enseña Josué 1:8.



No importa si eres hombre o mujer, joven o con experiencias acumuladas, pastor o discípulo, teólogo o aficionado, artista o creador de muñequitos de palitos; si le perdemos el miedo a hacer dibujitos extraños y nos olvidamos por un momento de que se vea lindo, vamos a encontrar un puente al corazón de Dios que va a cambiar la forma en que nos expresamos, nos relacionamos y pensamos. En fin, va a cambiar la forma en que vivimos. Este libro te va a ayudar a construir ese puente y lo vamos a hacer en dos partes:



Primero, vamos a aprender un lenguaje visual para conectar las ideas con una imagen y así llevar a nuestra mente a invertirse para asimilar y retener las ideas que aprendamos.



Segundo, vamos a aprender el proceso que yo uso para interpretar de forma sencilla la Biblia y entender lo que dice para poder reaccionar a ella visualmente.



Al final, vamos a unirlo todo y crearemos devocionales que nos ayudarán a entender, retener y aplicar la Palabra de Dios.



¿Me acompañas? ¡Perfecto! Vamos a comenzar dibujando.



















La objeción número uno de las personas cuando voy a dar un taller o les muestro mi Biblia o las notas de mis predicaciones y mis charlas es la misma: «Yo no nací con el don de dibujar». Y yo siempre repito la misma respuesta: «¡Yo tampoco!».



Cuando yo cursaba el jardín de infantes en la escuela primaria, mi maestra sentó a mis padres para darles una noticia que podía derrumbar todos mis sueños.



—Daniel es un niño brillante —dijo mi maestra (porque esta es mi historia y así es que recuerdo cómo me la contó mi mamá)—, pero he notado que él tiene problemas con el motor fino y está muy atrás con sus destrezas motoras.



El motor fino es la habilidad de nuestras manos y muñecas para hacer movimientos delicados y refinados que llevan a actividades como la costura, la caligrafía y el dibujo. Mi maestra le estaba diciendo de una forma elegante a mis padres que yo era un asco coloreando y dibujando porque mis tareas tenían la elegancia de un gato saltando del susto cuando ve un pepinillo.



—He notado que a él le gusta mucho dibujar; pero, para no frustrarlo, recomiendo que lo integren a actividades como deportes o las ciencias y las matemáticas —remató mi maestra.



Yo no nací con el talento innato de dibujar. Es más, según mi maestra y algunos terapeutas vocacionales, yo tenía CERO capacidad para dibujar… estaba en negativo. Y quizás tú piensas que nadie nace con la capacidad para dibujar, pero yo conozco muchos amigos que desde pequeños daban señas de un gran potencial. En cambio, yo daba lástima.



Hoy sé comunicarme visualmente porque mis padres invirtieron mucho en alimentar mi deseo de practicar, practicar y practicar. Me compraban muchas resmas de papel y todo tipo de lápices, bolígrafos y marcadores. Al sol de hoy, una libreta y un bolígrafo son mis regalos favoritos.



La razón por la que comparto esta historia es porque el talento no es requisito para explorar la Biblia con garabatos. Es más, yo diría que es hasta mejor porque entonces podemos enfocar toda nuestra atención a lo que realmente importa: la idea.



Te invito a que busques un lápiz o un bolígrafo y que escribas y subrayes lo siguiente:

la idea es más importante que el arte.



Siempre que hago un taller, comienzo con un ejercicio en el que los asistentes tienen que dibujar. A veces les pido que dibujen algo que los describa, pero recientemente descubrí un ejercicio que ha hecho la experiencia mucho más interesante: les pido a las personas que dibujen a su compañero. A mí me encanta ese ejercicio porque las personas se comienzan a quejar de que no saben dibujar, se sienten un poco incómodas porque no quieren ofender a su compañero; pero cuando el lado crítico del cerebro hace silencio, el verdadero valor del ejercicio comienza a tomar forma.



Vamos a hacer un ejercicio similar ahora. Párate frente a un espejo, usa un lápiz o un bolígrafo y dibuja un retrato de tu rostro. Calla por un momento el lado crítico de tu cerebro que dice que no sabes dibujar o que te va a quedar bien feo. Simplemente párate frente a un espejo, mírate bien y comienza a plasmar lo que ves. La única regla es que los ojos van en el centro y van uno al lado del otro. Toma unos minutos y dibuja honestamente en el espacio aquí provisto, lo que ves.

 








¿Qué sentiste? ¿Qué puedes ver en tu dibujo? ¿Qué partes en tu dibujo puedes notar que sí son tus características?



Cuando hago el ejercicio con mis estudiantes, lo primero que noto es quién sabe y quién no sabe dibujar. ¿Cómo? Porque los artistas nunca terminan el ejercicio.



Los que saben dibujar están tan enfocados en hacer las sombras, el brillo en los ojos y las proporciones que nunca terminan a tiempo la asignación. Cuando lo comparo con el dibujo de alguien que no es dibujante, noto que el dibujo del no dibujante tiene más vida y personalidad y hace un buen trabajo en identificar lo que se ve de la otra persona. Mientras tanto, el dibujante se enfoca tanto en la técnica y en que quede bien que diluye la idea de lo que está viendo. Alguien que no sabe dibujar hace mejor trabajo en identificar los aretes que tiene su modelo, si tiene mucho cabello o una barba singular; el que dibuja todavía no ha terminado de hacer la degradación de la sombra en el ojo derecho. El que no sabe dibujar tiende a hacer una interpretación honesta de su compañero, mientras que el dibujante parece estar haciendo un boceto para la policía.



Tú puedes dibujar un árbol de diferentes maneras:








Ambos dibujos muestran un árbol. A la hora de la verdad, tu cerebro ve un árbol y eso es todo lo que necesita saber para asimilar y retener la idea. ¿La única diferencia? Dibujar uno me tomó dos segundos y el otro unos cuantos minutos adicionales. ¿El árbol de la izquierda va a terminar en una galería de arte? No. Pero en menos de un segundo tú sabías que es un árbol y no tuve que invertir 10 minutos dibujándolo.








MI PRIMER ARTE

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APRENDER A LA MALA





Tengo que confesar que el concepto de idea sobre el arte fue algo que aprendí a la mala.



Yo soy de las muchas personas que pensaba que hacer

Bible Journaling

 o ilustraciones en la Biblia era cosa de mujeres. Para ser justos, casi todo lo que se ve en las tiendas sobre este tema está dirigido a mujeres; hasta las Biblias son súper florales.



Un día, mientras navegaba en la Internet, miraba el arte de un caricaturista al que seguía y me percaté que él hacía pequeñas tiras cómicas en los márgenes de su Biblia. Yo pensé:

si él lo hace, yo también lo voy a hacer

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Tuve que comprar una Biblia de márgenes amplios en Amazon porque las que había disponibles para ilustrar eran rosadas y con flores. Cuando llegó mi Biblia, tardé como dos semanas en decidir qué texto Bíblico iba a trabajar, y tardé tanto en decidirme por un texto porque estaba más preocupado de escoger qué pasaje se prestaba mejor para hacerle un arte que de la idea de ilustrar en sí. De esto aprendí que le estaba dando más prioridad al arte, no a la idea, y eso me estaba estancando el poder comenzar. Tú tienes la bendición de que más adelante hablaremos sobre cómo comenzar a descubrir pasajes en la Biblia, pero yo no la tuve en aquel momento.










JUSTO EN LA PÁGINA DEL LADO HICE, UN AÑO Y MEDIO DESPUÉS, UNA DE MIS REACCIONES FAVORITAS

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Cuando hice mi primer arte, me sentí apoderado por una gran emoción que emanaba de mi pecho y rápido explotó hasta mis orejas… Se llamaba frustración, porque aquel arte no me quedó nada bien. Estaba tan frustrado que cerré la Biblia y no la volví a abrir por casi dos meses. Sin embargo, lo que me hizo regresar a ella dos meses después era que, aun después de todo ese tiempo, me acordaba de lo que había escrito y leído. Lo irónico era que ese «arte» que me hizo abandonar la Biblia por dos meses lo hice para el pasaje de Filipenses 3:13, que habla de no mirar atrás una vez que comencemos a andar con Cristo.



Un momento, si aún me acordaba del dibujo, del pasaje y de la frustración que me causó (sí, todavía leo Filipenses 3 y me da coraje), imagínate qué ocurriría si en lugar de buscar ligeramente un pasaje al azar para manifestar mi arte, permito que un pasaje me hable, me ministre y simplemente reacciono a él con una ilustración para que mi mente y mi corazón se inviertan y retengan esa hermosa enseñanza. Curiosamente, justo en la página del lado hice, un año y medio después, una de mis reacciones favoritas; fue sobre Filipenses 4:8.



Recuérdalo entonces, lo primero que debes tomar en cuenta al momento de dibujar es que no se trata únicamente del arte, sino también de la idea.



En el siguiente capítulo te mostraré algunos materiales que puedes usar para comenzar a ilustrar tu comprensión de la Palabra, y te compartiré algunos consejos que te servirán no solo para las cualidades técnicas sino también para que puedas disfrutar lo que haces.


















Al menos una vez por semana alguien me pregunta, ya sea por las redes o en persona, qué tipo de materiales yo uso o recomiendo. Antes me molestaba porque asumía que alguien pensaba que la clave de lo que hago estaba en los materiales que uso. Ya he ido madurando y aprendiendo. Todavía creo que los materiales no sustituyen la práctica, pero sí he aprendido que marcan la diferencia; incluso he experimentado que, por lo general, los materiales más costosos son los que mejor calidad ofrecen.



Si yo fuera a decirle a alguien qué necesita para comenzar a estudiar e ilustrar su Biblia, le diría que comience con lo que tenga disponible. Yo usaba lápices y bolígrafos de esos que regalan de promoción con el nombre de una compañía. Poco a poco he ido explorando nuevos materiales y he obtenido diferentes resultados.



Lo más importante que debes tener en cuenta cuando experimentes con materiales, lo resumiría con los siguientes puntos:









ERGONOMÍA Y UTILIDAD







Ten en mente cómo se siente al usarlo y qué tan seguro es usarlo. Yo tengo cuidado de no usar marcadores con olor fuerte porque luego de media hora me mareo.



Otra cosa que tengo en consideración es cuánto trabajo requiere de mí antes y después de mi estudio. A mí me gusta un proceso rápido y casual, por eso evito comprar cosas que requieran mucha preparación antes de comenzar y mucha limpieza después de terminar. Por eso, la mayoría de las cosas que uso son bolígrafos y lápices que simplemente destapo y vuelvo a cubrir cuando termino. Aun las acuarelas las uso con un pincel de viaje que lleva el agua por dentro.









CALIDAD







De nuevo, esto depende mucho del presupuesto. Cuando hablo de calidad, me refiero a la capacidad del material para completar el trabajo y preservarlo. Por ejemplo, a mí me gusta que el papel de mis libretas sea bastante robusto y permita que el bolígrafo o pincel se deslice y deposite la tinta o la pintura. Los papeles, bolígrafos y pinturas profesionales son muy buenos para preservar el trabajo de los embates del ambiente y el ácido que se encuentra en nuestros dedos.









CÓMO COMPLEMENTAN TU ARTE







Simplemente hay materiales más compatibles contigo que otros. Hay quienes no pueden utilizar lápices de madera; por otro lado, a mí me gustan. Hay bolígrafos con punta de brocha que son una delicia para unos y una tortura para otros. Yo prefiero tener un mismo tipo de bolígrafo en diferentes marcas, porque unas marcas no me gustan y otras sí. Una vez que encuentro ese bolígrafo, pincel, marcador o lo que sea, que es compatible conmigo, no lo suelto.



Tú sabrás qué materiales son compatibles contigo en la medida que vayas experimentando y sientas que la herramienta fluye contigo y te facilita el trabajo. A veces hay que ser pacientes y practicar un poco, pero no pasa mucho tiempo antes de que te des cuenta cuál herramienta es para ti y cuál no.



Muy bien, teniendo en cuenta estos puntos, te voy a compartir los materiales que tengo en mi inventario ahora mismo. Voy a dividirlos en tres categorías: 1) dónde escribir; 2) con qué escribir; 3) los colores y los detalles.







1. DÓNDE ESCRIBIR





BIBLIA CON MÁRGENES</i

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