Organización familiar en la vida urbana

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CARACTERÍSTICAS DE LAS FAMILIAS POR GRUPO SOCIOCULTURAL
GP1 FRA, familias con recursos educativos y socioeconómicos amplios

En este grupo participaron 29 familias y 34 niños y niñas entre las edades de 8 a 11 años de edad; es decir, en cinco familias participaron dos hermanos dentro del rango de edad que señalamos, los cuales asistían a escuela privada de paga.

El promedio de grado escolar de los padres —considerando el promedio de ambos padres en familias biparentales o solo los grados escolares de la persona cuidadora principal del niño meta, por ejemplo, en familias monoparentales—, fue de 16.6 grados (rango 13–19).

El promedio del ingreso mensual del principal proveedor fue de $55,107.00 (rango $12,000.00–$300,000.00). Las familias en este grupo arrojaron un promedio de ingreso conjunto familiar de $76,864.00 mensual (rango $14,000.00–$300,000.00).

Las ocupaciones de los padres o de la persona principal cuidadora del niño o de la niña meta se ubicaron entre los niveles 1 y 4 del Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones 2011 Sinco (Instituto Nacional de Geografía y Estadística [Inegi], 2011) que incluye: funcionarios, directores, jefes, profesionistas, técnicos, trabajadores auxiliares en actividades administrativas, comerciantes formales, empleados en ventas y agentes de ventas.

GP2 FRL, familias con recursos educativos y socioeconómicos limitados

Participaron 24 familias y 25 niños y niñas que en su mayoría asistían a escuelas públicas; solo tres de los casos asistían a escuela privada gratuita.

El promedio de grados escolares de los padres y madres de familia —calculado tal como se señala en la tabla 1.1— fue de 9.6 grados escolares (rango 2–16).

El promedio de ingreso mensual —bajo el criterio de ser igual o menor a $11,999.00 mensuales correspondiente a los niveles inferiores 1 al 5 de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), 2016 (Instituto Nacional de Geografía y Estadística [Inegi], 2016)— fue de $8,753.00 en el caso del principal proveedor (rango $3,200.00– $20,000.00), con un promedio de ingreso conjunto de los miembros de la familia de $12,274.00 (rango $4,000.00–48,000.00).

Los tipos de ocupaciones de los padres o de la persona principal cuidadora del niño o niña participante se ubicaron entre los niveles 5 y 9 del Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones 2011 Sinco (Inegi, 2011) que para este caso, incluyó trabajadores en servicios personales o de vigilancia, empleados de comercios pequeños, autoempleo de ventas menores, trabajadores artesanales, operadores de maquinarias, conductores, trabajadores de la construcción, empleadas domésticas y trabajadores en actividades elementales y de apoyo.

Las familias de estos dos grupos se contactaron a través de escuelas privadas, organizaciones laborales e instituciones que ofrecen actividades extraescolares para niños y niñas.

GP3 FHD, familias con un hijo con discapacidad

Este grupo se incluyó como respuesta a una solicitud del Centro Integral de Rehabilitación Infantil A.C. (CIRIAC), para identificar las dificultades especiales que enfrentan estas familias.

Se decidió que la muestra estuviera conformada solo por 10 casos y se enfocara en familias con hijo con discapacidad relativa a parálisis cerebral. Solo se entrevistaron a los padres o madres, no a los hijos, excepto el caso, que se refiere en la tabla 1.2, en el que la entrevista se realizó a la hermana de uno de los niños por ser un caso de especial interés por el grado de colaboración y ayuda que esta niña representa para la familia.

Este grupo incluye familias muy diversas en términos de los criterios de los grupos 1 y 2 en especial en términos educativos y de ingreso. El promedio de escolaridad de los padres o cuidadora principal fue de 14.45 grados escolares (rango 9–17).

El promedio de ingreso mensual del proveedor principal de la familia fue de $14,967.00 (rango $1,200.00–$44,000.00) y el promedio de la suma de ingresos familiares de $19,788.00 (rango $3,000.00–$44,000.00).

Las ocupaciones varían desde empleada doméstica hasta profesionistas de niveles gerenciales o de servicios profesionales como médicos u otros profesionistas altamente especializados.

GP4 FHA, familias con un hijo en albergue

Este grupo fue incluido también a solicitud de un albergue de estancia no permanente, para obtener mayor información acerca de las condiciones de vida de las familias que en el lugar se atienden. Con el interés de seguir un estudio de casos, se decidió que en este grupo la muestra fuera de siete familias, cada una con un niño participante.

En este grupo, los niños pasan los cinco días de la semana en el albergue y el fin de semana con su familia o con la cuidadora principal. En seis de los siete casos, la cuidadora principal, durante el fin de semana, es la madre, mientras que en uno de los casos es la abuela.

El promedio de ingreso mensual de la principal proveedora es de poco más de $6,700.00 (rango $2,800–$16,800), con un promedio de ingreso familiar mensual de un poco más de $13,000.00 (rango $2800–$20,400). El promedio de grados escolares de estas madres y abuela es de 10.14 grados (rango 6–16).

GP5 FIU, familias indígenas urbanas

Este grupo se eligió con el interés de dar cuenta de las variantes que viven estas familias, aun cuando en aspectos de ingreso y recursos educativos se pueden asemejar al grupo de familias de recursos limitados, sin embargo, por investigaciones previas se consideraba que habría diferencias en las prácticas culturales de vida y de crianza relacionadas con prácticas indígenas.

El grupo en particular se eligió bajo el criterio de que todas las familias tuvieran antecedentes o herencia de un mismo grupo indígena ya que sus prácticas de vida pueden variar entre diferentes comunidades indígenas. En este caso, participaron 10 familias de origen o herencia P’urhépecha de una comunidad o colonia en las orillas de la ciudad y 13 niños y niñas de estas familias. Las familias se contactaron con la ayuda de un grupo jesuita que realiza labor social en esta colonia.

En este grupo se redujo el contenido de la entrevista y no se preguntó sobre el ingreso económico, pero el nivel de escolaridad promedio de los padres de estas familias, incluyendo a una madre en una familia monoparental y en una ampliada, es de 5 grados escolares (rango 2–9).

Los contactos para invitar a las familias se hicieron a través de escuelas y otras instituciones relacionadas. Se enviaron comunicaciones informativas acerca de la intención de la investigación en donde se solicitó a los padres su participación voluntaria, así como la de sus hijos en el rango de edad entre 8 a 11 años. Una vez que la familia accedió a participar, se acordó una cita para visitarlos en sus casas.

Al inicio de la sesión acordada, se les leyó y solicitó que firmaran la carta de consentimiento informado que reiteraba la explicación de los motivos del proyecto, y se les aseguraba la confidencialidad.

En el caso de los niños y niñas, además de obtener primero el consentimiento de los padres, se les preguntó de forma oral si estaban dispuestos a participar y si estaban de acuerdo en que se grabara la entrevista. Tanto a padres de familia —en algunos casos también a otros participantes como las abuelas— como a niños y niñas se les indicó que podían no responder, o bien, interrumpir su participación en cualquier momento del proceso.

Las entrevistas se diseñaron con las variantes necesarias para aplicarlas a familias biparentales y monoparentales. En el caso de las familias monoparentales, no se preguntaron los datos del padre o madre que no formara parte del hogar familiar.

Las entrevistas para familias con hijo con discapacidad, familias con hijo en albergue y familias indígenas urbanas, incluyeron otras preguntas para obtener datos relevantes acerca de sus situaciones particulares de vida, datos que no eran pertinentes para los otros grupos de familias. Para no alargar demasiado la entrevista que de por sí era extensa, se tuvieron que eliminar algunas otras preguntas.

El tema del suicidio no se incluyó en el caso de las familias con hijo con discapacidad, pero sí en el caso de las familias de los otros grupos culturales. Dado que este tema es delicado, y se abordaba tanto con los padres entrevistados como con los hijos o hijas participantes, se obtuvo otro consentimiento en particular para esta sección de la entrevista.

El procedimiento de solicitud del consentimiento incluía, además de una explicación acerca de la relevancia de investigar este tema, una explicación acerca del tipo de preguntas para los adultos y de las preguntas que se harían a sus hijos, de tal manera que se pudiera tomar una decisión informada con respecto a que se incluyera esta sección en las respectivas entrevistas.

Los y las entrevistadoras recibieron un entrenamiento especial para abordar este tema, así como documentos de apoyo para las familias, en caso de que estas solicitaran información u orientación al respecto.

LOS RESULTADOS

En este libro, cada capítulo se enfoca en una problemática específica alrededor de la cual se presenta una perspectiva teórica que fundamente el análisis de los datos relativos a la problemática planteada. La investigación es mucho más extensa de lo que se puede presentar aquí, sin embargo, los capítulos reportan resultados sustanciosos que corroboran la relevancia del proyecto y la urgencia de dar cuenta de cómo son las vidas de las familias, a qué se enfrentan en su dinámica cotidiana, qué estrategias despliegan y cuáles son las consecuencias para las familias y sus miembros en términos de efectos de esta forma de vida en sus personas y en la interacción familiar.

 

En otras publicaciones se presentarán los resultados que no se pudieron incluir en el presente volumen debido a la extensión de esta obra.

Los tres primeros capítulos dan una visión de aspectos básicos y fundamentales de la vida cotidiana de los grupos de familias participantes en la investigación. Primero, se presenta una caracterización en términos de configuraciones familiares y otras variables relevantes. El capítulo siguiente da cuenta de la forma de cómo se organizan las familias cuyas madres tienen trabajo remunerado. El tercero analiza las redes de apoyo social a las que necesitan recurrir las familias para el cuidado de los hijos.

En seguida, se presenta un capítulo acerca del derecho al cuidado a partir de una comparación entre familias con hijo con discapacidad y familias que no tienen estas condiciones.

Posteriormente, se presentan dos capítulos en los que se abordan temas de crianza y desarrollo; uno, analizando las etnoteorías o concepciones parentales de la autoridad, trato a los hijos y su desarrollo socioemocional; mientras que el siguiente capítulo analiza las prácticas y estilos de crianza reportados por las madres y padres participantes.

Los subsiguientes dos capítulos abordan temas actuales de la vida familiar, como son las prácticas y preocupaciones familiares en el uso de la Internet y cómo habitan las familias los espacios públicos en la ciudad. El capítulo que sigue a estos dos se enfoca en los factores de riesgo de suicidio en los niños.

Finalmente, se aborda la vida en la ciudad de las familias indígenas, las trasformaciones y continuidad en sus prácticas de vida en contraste con tradiciones comunitarias de su grupo cultural de referencia. Se cierra este volumen con algunas reflexiones e implicaciones de estas contribuciones.

Para entrar en más detalles, Enríquez y Zohn Muldoon, en el capítulo “Rasgos y contrastes en las familias de hogares con hijos en infancia media en el área metropolitana de Guadalajara”, estudian, desde la socioantropología de la familia y de la terapia familiar sistémica, la heterogeneidad de las configuraciones familiares. Además, las autoras profundizan en rasgos de las familias participantes, los cuales son clave en la forma en que se estructuran las interacciones, las jerarquías intrafamiliares, y cómo esto se relaciona con la organización cotidiana.

Los hallazgos apuntan a señalar la gran necesidad que hay de diseñar políticas públicas y programas sociales que incluyan las diversas formas en las que las familias urbanas contemporáneas con hijos en infancia media se estructuran, para que con ello se pueda hacer frente al acontecer cotidiano. Este capítulo permite una comprensión más extensa e integrada de las temáticas y análisis que presentan los capítulos siguientes.

Si bien, la investigación realizada incluye familias de diversas composiciones con hogares biparentales, monoparentales, ampliados, reconstituidos y compuestos, y en estas familias hay padres y madres que tienen trabajo formal remunerado y hay otras familias en que las madres se autoemplean o se dedican al trabajo del hogar y del cuidado de los hijos, resulta importante distinguir las complejidades y dificultades de los hogares en que la madre de familia tiene trabajo remunerado. En estas familias se centra el capítulo de Mejía–Arauz, Dávalos Picazo y Zohn Muldoon en el que se caracteriza a este tipo de familias en los cinco grupos socioculturales, para luego examinar, con mayor precisión, la organización de su vida cotidiana, enfocándose en algunos aspectos que influyen en la organización del tiempo y de las actividades familiares, como la jornada laboral y otras características del trabajo y la vida diaria de madres y padres de familia.

A partir de lo anterior, se contextualiza el análisis cualitativo de la organización de dos aspectos fundamentales de la vida cotidiana de estas familias: la atención a los hijos y el mantenimiento del hogar.

Los hallazgos resaltan la doble jornada laboral de las madres, la del trabajo formal y el trabajo no remunerado que implica el cuidado de los hijos y del hogar. Las reflexiones de las autoras y el autor señalan esto como un desbalance sociocultural en donde las prácticas y tradiciones se modifican significativa y positivamente con la aportación femenina a la economía, pero se estancan inequitativamente en la distribución de las tareas del cuidado de los hijos y del hogar, con una mínima e incipiente incorporación de algunos padres en estas tareas.

Este capítulo da pie a una mejor comprensión de la complejidad de la vida cotidiana familiar en el contexto urbano y ayuda a entender la gran necesidad que tienen las familias de contar con el apoyo de otras personas, ya sean familiares, amistades, vecinos, u otros vínculos que forman la red de cuidado de las familias.

En este último aspecto mencionado se enfocan Enríquez, Medrano y Maldonado en el capítulo “Redes de cuidado: género, generación y participación parental en familias con hijos en infancia media”.

Estas autoras descubren que las nuevas configuraciones familiares van generando nuevos estilos de crianza y cuidado en donde se empieza a notar cierta trasformación en la participación de los padres (varones) en el cuidado de los hijos, sobre todo en familias en que los padres tienen mayor nivel educativo. Sin embargo, estas incipientes trasformaciones no son suficientes.

Las autoras dan evidencias de que sigue prevaleciendo la feminización del cuidado, con la madre como principal responsable, pero cada vez más con la ayuda de los abuelos, especialmente la abuela materna, por lo que señalan la fragilidad de estas redes que tienen a un adulto mayor en el cuidado de los nietos y la consecuente gran necesidad de una mayor participación por parte del estado y otros agentes sociales para apoyar estas condiciones familiares.

Siguiendo con el tema de cuidado infantil, Velasco Jáuregui presenta un análisis, desde la perspectiva de los derechos humanos, de las condiciones de vida de familias que tienen un hijo con discapacidad, en contraste con familias que no están en esta condición.

La autora argumenta, desde la legislación y las convenciones internacionales aceptadas por México, cómo el estado no atiende o proporciona las condiciones necesarias para que las familias de niñas y niños con discapacidad puedan hacer uso de sus derechos y logren mejores condiciones de vida. El contraste con las familias con hijos que no tienen esta condición, se analiza en cuanto a las condiciones materiales, económicas, de servicios de salud y psicológicos con los que deberían contar estas familias.

Los dos capítulos siguientes se adentran en una temática más específica relativa a la crianza de los hijos.

En el capítulo “Concepciones parentales sobre la autoridad, el trato y el desarrollo socioemocional en la infancia media. Un análisis con familias de cinco grupos socioculturales en contexto urbano”, Mejía–Arauz y Gómez López analizan las etnoteorías parentales de autoridad y trato a los hijos, y las relacionan con la manera en que los padres conciben y atienden algunos aspectos del desarrollo socioemocional de sus hijos en la etapa de la infancia media.

Entre los hallazgos, se detectan variantes entre grupos socioculturales en un continuo que va desde padres con autoridad y trato vertical y estricto, a padres con flexibilidad en la autoridad y consideración en el trato a sus hijos.

Los autores analizan también las concepciones parentales del desarrollo socioemocional en los aspectos de sociabilidad, afecto y desarrollo del carácter, y reflexionan en las implicaciones que tienen la autoridad, el trato y el desarrollo socioemocional en el desarrollo en la infancia media.

Por su parte, Castillejos–Zenteno y Rivera–González analizan las percepciones que tienen los padres y madres, de tres de los grupos socioculturales, acerca de sus prácticas parentales de crianza, y las percepciones que reflejan los hijos de estas familias acerca de las prácticas de crianza de sus padres. Especialmente interesantes son los resultados relativos a la percepción de una mayor frecuencia de prácticas coercitivas en familias de menores recursos, en contraste con prácticas que promueven mayor autonomía en las de mayores recursos, corroborando algunos de los resultados del capítulo de Mejía–Arauz y Gómez López, pero discrepando de los resultados del capítulo de Alcalá, Íñiguez Segura y Mejía–Arauz en algunos aspectos de las prácticas de crianza de familias indígenas urbanas.

Por otra parte, resalta el trabajo que se reporta en este capítulo, basado en la observación de prácticas de interacción parental a partir de videos de una actividad familiar de la vida cotidiana, mismo que aporta una mirada externa a los intercambios dados al interior de las familias.

Los siguientes dos capítulos ubican sus temáticas en dos aspectos sumamente relevantes de la problemática de la vida cotidiana actual de las familias urbanas. Se trata de cómo viven las familias su actividad en la Internet, especialmente con respecto a cómo orientan estos padres a los hijos en la infancia media al respecto y, por otra parte, cómo viven los espacios públicos en la ciudad.

El capítulo de “La familia en la red”, de Morfín Otero, da cuenta de cómo las familias de todos los grupos socioculturales que participaron en la investigación son en mayor o menor medida, usuarias de la Internet. Las familias con hijos en edades comprendidas en el periodo de la infancia media, hacen uso de la Internet, indica este autor, como medio de comunicación, de entretenimiento y de acceso a información educativa o de aprendizaje formal o informal.

El autor encuentra evidencias de que las familias asumen la red digital tanto como un riesgo para sus hijos en cuanto al tipo de información al que pueden llegar a encontrar, como algo útil y necesario para la actividad educativa y de aprendizaje. Resultan especialmente interesantes los dos estilos parentales que este autor detecta en cuanto al modo en que estas familias tratan de enfrentar los riesgos. El autor discute la conveniencia de diseñar propuestas y estructuras de acción para aprender a estar conectados y para el aprendizaje por medios digitales.

Por su parte, Arufe Flores enfoca su capítulo en el derecho de familias y niños y niñas a habitar la ciudad, pero descubre que este acceso varía dependiendo de los recursos económicos de las familias, es decir, hay claras diferencias entre las familias de los diferentes grupos socioculturales para acceder a los espacios públicos. En este sentido, la autora señala un déficit en el desarrollo humano infantil con relación a la autonomía y los sentidos de pertenencia, identidad y colectividad que la ciudad propicia, por lo que cuestiona las políticas públicas y programas asociados que se esperaría que fomentaran equitativamente el acceso a los espacios públicos.

En una línea diferente, pero igualmente relevante, Morfín López y Sánchez Loyo, en su capítulo “Creencias culturales sobre el suicidio infantil en padres de familia del área metropolitana de Guadalajara”, alertan sobre el incremento de las conductas suicidas en niñas, niños y adolescentes en México, situación ante la cual se manifiesta ignorancia o falta de atención por parte de las autoridades, al igual que desatención por parte de investigadores.

Por lo anterior, el análisis de respuestas de los padres y madres entrevistados a preguntas diseñadas a propósito de este tema contribuye a su comprensión, ya que identifica dos aspectos que se revelan en las creencias de estos padres de familia participantes: uno, relacional, centrado en la familia, el cual refiere a la falta de atención y amor de los padres hacia los niños; y otro, desde una perspectiva individual que mencionan la soledad, la depresión y sentimientos de abandono en los niños.

Estos hallazgos, independientemente de que sean creencias de las familias, se conectan —de nuevo— con la idea de que las familias asumen la responsabilidad total del desarrollo familiar e infantil, dejando de lado en sus creencias la participación del estado mexicano y de la sociedad en la prevención de un problema multifactorial y complejo. Esta responsabilidad total del desarrollo familiar e infantil es inviable ante la diversidad de tareas y actividades familiares afectando el cuidado y la atención a los hijos.

 

La presentación de resultados se cierra con el trabajo de Alcalá, Íñiguez Segura y Mejía–Arauz, el cual se enfoca en el análisis de las entrevistas realizadas con familias indígenas urbanas. Estas autoras analizan la vida de un grupo de familias p’urhépechas asentadas en el área metropolitana de Guadalajara, para dar cuenta de la resiliencia que estas familias muestran ante las dificultades que enfrentan al adaptarse a este contexto; resiliencia sustentada en los valores característicos de su herencia cultural indígena y motivada por la búsqueda de empleos para padres y madres, así como de una mejor educación para sus hijos.

Siguiendo el paradigma de aprendizaje por medio de la observación y el acomedirse en la familia y la comunidad (LOPI) de Rogoff (2014) (veáse también Rogoff, Mejía–Arauz & Correa–Chávez, 2015), las autoras detectan la forma en que estas familias mantienen la organización social comunitaria originaria de su grupo cultural de referencia con respecto al sistema de mayordomía como una forma de mantener la identidad cultural, la cual, sin embargo, trasforman respondiendo a la dinámica de su actual comunidad.

Por otra parte, a nivel intrafamiliar, las autoras identifican la persistencia de formas de interacción entre los miembros de la familia que favorecen en los hijos el desarrollo de la autonomía y aprendizajes por medio de la observación y participación. Con relación a las dificultades que viven estas familias, estas autoras señalan la escasa labor de las instituciones para facilitar a los migrantes indígenas la vida en el contexto urbano.

Como se puede notar, hay una interconexión densa entre las diversas temáticas de los capítulos. Un eje que atraviesa a estos, además de las diversas condiciones familiares ligadas al desarrollo infantil, es la reflexión que hacen las y los autores respecto del papel de diversas instituciones privadas y del estado en cuanto a la urgencia de contar con políticas públicas y programas sociales que respondan eficazmente a la gran complejidad y dificultades que viven las familias en el contexto urbano contemporáneo.

El capítulo de cierre, correspondiente a las reflexiones, sintetiza e integra estas discusiones y propuestas bajo la propuesta de la necesidad urgente de un cambio de concepción y paradigma social y cultural acerca de las vidas y responsabilidades familiares.