"Por una merced en estos reinos"

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Aus der Reihe: Ciencias Humanas
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El objetivo general es analizar las redes complejas de los obispos y prebendados del obispado de Popayán a partir del estudio de sus movilidades y de las confrontaciones jurisdiccionales y negociaciones sostenidas entre sí y con otras corporaciones, para entender la naturaleza de la política eclesiástica del Imperio hispánico y establecer vínculos y conexiones atlánticas entre 1546 y 1714. Este gran propósito está acompañado de cinco objetivos particulares que determinaron la interpretación, la explicación y las conclusiones a las que se llegaron.

El primer objetivo particular se centra en la realización de la prosopografía de los prebendados que hicieron parte del cabildo catedral payanés y de los obispos de Popayán, y así identificar las características más significativas de sus trayectorias eclesiásticas y el protagonismo ejercido en los conflictos de poder gestados durante sus periodos de gestión y administración capitular y episcopal. Esto obligó a identificar procedencias familiares, lugares y tipos de estudios, cargos ocupados, es decir, los aspectos más relevantes de sus carreras eclesiásticas. Esta información llevó a la realización del segundo objetivo particular que tiene como propósito estudiar los cursus honorum de obispos y prebendados para establecer una geografía eclesiástica que vincule a estos agentes con la red de catedrales indianas y con otras corporaciones de la monarquía hispánica. Establecer conexiones permitió sobrepasar los límites geográficos y, por ende, de jurisdicción del obispado para proponer áreas de influencia corporativa en Indias meridionales.

El tercer objetivo identifica los conflictos y las negociaciones de mayor recurrencia en el obispado payanés, en que cumplieron un papel de importancia prelados y capitulares, así es como se logró establecer la catedral como primer escenario de confrontación eclesiástica con otras corporaciones de poder tanto en Popayán como en Quito, y de esta manera revelar la debilidad económica del obispado. A este siguieron otros escenarios de tensión como los pleitos por la defensa de los indios que enfrentaron a capitulares, pero, en su mayoría, a los prelados payaneses contra los excesos de los encomenderos y las autoridades civiles, como el gobernador de la provincia; el conflicto entre el obispado de Popayán con el obispado de Quito por la agregación de la provincia de Pasto, enfrentamiento que llevó a los estamentos civiles y eclesiásticos de mayor prestancia en ambas capitales episcopales a presentar ante el virrey del Perú, la corte en Madrid y la corte papal sus argumentos a favor o en contra de la anexión, y las tensiones creadas por el carácter del obispo fray Juan González de Mendoza. Si bien en todos estos choques se destacan ciertos mecanismos de diálogo y resolución, fue posible identificar en la figura del cabildo abierto un mecanismo de negociación y creación de pactos estamentales para la época de estudio. El último objetivo se concentra en el análisis de los tipos de redes, lazos sociales, parentescos, amistades o clientelas a las que pertenecieron o que establecieron los obispos y prebendados del obispado de Popayán, así como sus cortes temporales, movimientos internos y escenarios de actuación como conflictos y negociaciones de poder.

Metodología, conceptos y fuentes

Llevar a buen término este libro propició la consulta de una gran variedad de fuentes históricas que se encuentran en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional de España, la Real Academia de la Historia, la Biblioteca Nacional de España, el Archivo General de la Nación en Colombia, el Archivo Histórico de Quito, el Archivo Nacional del Ecuador y el Archivo Central del Cauca, como se podrá comprobar. No obstante, para lograr la identificación de las carreras eclesiásticas de capitulares y prelados, entender sus acciones en el contexto ampliado de Indias meridionales, rastrear sus relaciones históricas y diseñar sus redes, fue necesario apelar a un conjunto variado de métodos y a la definición de cierto tipo de documentos cruciales.

La fuente histórica que sirvió como punto de partida para comprender las carreras eclesiásticas de obispos y prebendados fueron las Relaciones de méritos y servicios, documentos, que, como afirma Murdo Macleod,11 revelan las pertenencias familiares, los estudios, los cargos y los servicios prestados a la Corona para adquirir del rey una merced, un cargo o una promoción. Sin embargo, no son suficientes los datos que brindan, pues, para componer las biografías colectivas de los sujetos de estudio, fue necesario analizar un amplio grupo de documentos que brindaron información a veces fragmentada pero suficiente para definir desde dos perspectivas, la primera individual casi biográfica y la segunda colectiva, los perfiles de una corporación y de sus integrantes. Estos documentos de trabajo, aparte de las Relaciones de méritos y servicios, fueron las Informaciones de oficio y parte, las Consultas del Consejo de Indias, las reales cédulas de nombramiento y confirmación de cargos, los expedientes de nombramiento, las correspondencias, los expedientes de información y licencias de pasajeros, y los memoriales, que, junto con la revisión del Registro eclesiástico del Perú, el Registro eclesiástico general, los diccionarios genealógicos y las diversas fuentes impresas de la época estudiada, permitieron conocer los lugares de procedencia, la información genealógica, los méritos literarios y eclesiásticos, los servicios prestados a la Corona, los puestos eclesiásticos y civiles ocupados, y los argumentos que llevaron a los que fueron integrantes del cabildo catedral u obispos de Popayán a pedir una promoción o a ser ascendidos en la estructura de la Iglesia católica.

Para lograr que esta información tuviera relevancia desde la doble perspectiva propuesta (individual y colectiva), se apeló a la realización de prosopografías, método definido por Lawrence Stone como “la investigación retrospectiva de las características comunes a un grupo de protagonistas históricos, mediante un estudio colectivo de sus vidas”.12 El trabajo con el método prosopográfico obliga al investigador a no perder de vista la relación de los sujetos de estudio con su contexto, que es uno de los riesgos que se deben enfrentar al estudiar rasgos y características individuales; para equilibrar esta dificultad dentro del análisis histórico, se optó por, primero, trabajar desde el enfoque relacional,13 que evidencia las relaciones de los sujetos de estudio con su medio, y segundo, con las redes complejas, que posibilitan el estudio de estos vínculos en contextos y problemas históricos amplios.

Para el primer capítulo en que se trabaja el cursus honorum de los capitulares del cabildo catedral de Popayán, la información y los datos personales que brindaron las fuentes históricas fueron organizadas para dar cuenta tanto de los acontecimientos personales de estos sujetos como de su actuar como parte de una corporación. Para lograrlo, fue indispensable recurrir al método prosopográfico, cuya definición se presentó con antelación, que brindó la guía para sistematizar las fuentes históricas y redactar perfiles individuales de los capitulares payaneses. Además, fue posible identificar recurrencias en algunos datos, ligadas más a las procedencias familiares, a los argumentos para pedir una promoción y a ciertas características de la planta catedralicia, pero también exponer algunos acontecimientos únicos de la vida de los capitulares que son resaltados. ¿Cómo lograr que la suma de sesenta y cuatro historias individuales adquiera una perspectiva colectiva?

La solución a este problema, en el caso de los capitulares, se dio vinculándolos con el ejercicio de su prebenda, es decir, estudiando otra fuente histórica, en este caso, las actas capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán que evidencian la cotidianidad de la corporación, las responsabilidades asumidas por los prebendados, los conflictos en que fueron protagonistas, su cohesión como élite y grupo de poder. Se manejó una doble perspectiva que destaca las características particulares de cada cursus honorum, pero también los roles y las interacciones corporativas entre los capitulares del cabildo catedral de Popayán. Así, los vínculos colegiados de los capitulares y su movilidad, y la de sus familiares permitieron, entonces, la redacción de una prosopografía relacional en que se ponen en evidencia las múltiples relaciones que establecen los individuos,14 con la que fue posible caracterizar un tipo de élite regional e indiana.

Este acercamiento a la prosopografía y las biografías colectivas obligó a determinar variables de análisis que están en correspondencia con los datos ofrecidos por las fuentes históricas consultadas. Estas variables fueron origen geográfico, origen familiar o social; estudios y formación; cargos anteriores a su llegada a Popayán; memorias familiares; promociones eclesiásticas, y cargos ocupados.15 Sin embargo, el tipo de fuentes estudiadas no permitió identificar rangos de edades, ni tener una información más amplia sobre los estudios realizados por prebendados y obispos, por lo que fue muy parcializado el análisis de estos datos; caso contrario se presentó con el estudio de las carreras episcopales, las cuales se pudieron definir en su gran mayoría. No sobra decir que la revisión de distintos trabajos dedicados a la presentación de biografías colectivas de grupos eclesiásticos permitió reconocer que estos se centran en las variables de análisis aquí propuestas, circunstancia que demuestra el alcance del método prosopográfico para caracterizar la identidad de un grupo de poder.16

 

El segundo capítulo dedicado a las biografías de los obispos Del Valle, González de Mendoza y Bernaldo de Quirós, la biografía colectiva, se construyó en dos perspectivas referidas al abordaje de las fuentes históricas: la primera retomó dos unidades documentales, la Relación de méritos y servicios y el testamento, que permitió la ubicación del sujeto en los espacios público y privado, con lo cual se desentrañó el universo de las actitudes y prácticas eclesiásticas; la segunda, dado que no se hallaron los dos documentos mencionados, rastreó de manera residual las descripciones y percepciones formadas alrededor de los sujetos de estudio, así como los rastros de su carácter en la palabra escrita en cartas, informes y correspondencias. Ambas perspectivas fueron conjugadas con los datos biográficos, que fue posible encontrar en memoriales, genealogías e historias del obispado de Popayán. Así, la riqueza de rasgos biográficos de cada obispo estudiado estuvo determinada por los documentos que permitieron, en mayor o menor medida, identificar cada personalidad e impronta histórica.

Macleod17 menciona que el estudio del ascenso en la monarquía hispánica es posible a partir de un tipo documental ya mencionado: las Relaciones de méritos y servicios. En estas, a partir de la información personal, genealógica y religiosa que era validada de manera escrita por algunos testigos que debía el postulante presentar y comprobada por las audiencias, es posible dar cuenta, en el caso de los eclesiásticos, de sus grados, su aprendizaje, su posición institucional, su presencia en redes y o clientelas que consolidaban ciertos favoritismos que podían tener resonancia en audiencias y cortes, su participación en diversos proyectos de índole religiosa, en fin, de su cursus honorum. Servicios y méritos debían ir junto con otro tipo de testimonios referidos a:

• La limpieza de sangre que probaba la pertenencia a familias de cristianos viejos, primer requisito para lograr una promoción.

• Los méritos literarios que incluían los estudios realizados, la institución y el grado obtenido.

• Una conducta arreglada referida al comportamiento ejemplar alejado de rumores y escándalos, y al trato dado a pares y feligreses.18

• Méritos eclesiásticos basados en el buen cumplimiento de sus responsabilidades religiosas.

La probanza de los méritos de un postulante pasaba inicialmente por la comprobación de su genealogía y el honor de su linaje, lo que se traduce en la limpieza de su estirpe familiar de cualquier tipo de presencia mora, judía, negra o conversa. Así es como clérigos y prebendados interesados en el ascenso van probando su pertenencia a familias de cristianos viejos, primer requisito que los hacía aptos para lograr una promoción en la estructura eclesiástica indiana. Exhiben, entonces, las relaciones de méritos y servicios un espectro autobiográfico que demostraba calidades, virtudes, pertenencias y el proceso evolutivo de una carrera fuera esta civil, militar o eclesiástica.

Desde el punto de vista de la organización diplomática, las relaciones de méritos y servicios contienen diversas formas de enunciación que dependen de a quién era dirigido el documento (un gobernador, una audiencia, el Consejo de Indias), seguido de un breve o prolongado recuento del linaje familiar en que se acudía a ciertas fórmulas de legitimidad y procedencia parental que demostraban la no relación o parentesco con judíos, moros y no cristianos. Hay que adicionar que, en muchas de las relaciones, no se hace mención completa de los parientes del peticionario por desconocimiento de estos, por no poseer méritos o por tener una vida menor y poco ejemplar; no obstante, la información que se aporta sobre los linajes permite establecer redes familiares extendidas en las geografías del Imperio hispánico. El siguiente tipo de información que brindan estos documentos es la referida a la carrera personal del solicitante que contiene sus estudios, cargos ejercidos, puestos ocupados y la selección de ciertos sucesos personales que demuestran los servicios ofrecidos a la Corona, el cursus honorum, los sacrificios realizados y la labor cumplida y observada por el peticionario. Llama la atención que los servicios referidos pasan por la selección de acontecimientos personales relevantes, lo cual trae consigo la exclusión de acciones dudosas que no se pudieran comprobar o que no llevaran a la exaltación del personaje.

Finalmente, si bien el estudio de una o unas cuantas relaciones de méritos y servicios posibilita el acercamiento minucioso a un personaje, seleccionar, como sugiere Macleod, un grupo consistente de estos documentos en una escala de tiempo amplio podría revelar cambios graduales19 de hechos históricos precisos, además de servir en la realización de grupos biográficos específicos, y lo más interesante, de redes de poder en las principales corporaciones de gobierno.

Existe también en el amplio espectro documental indiano una fuente que ofrece información autobiográfica relevante para la elaboración de perfiles eclesiásticos: los testamentos. Estos, si bien surgen bajo una motivación distinta de las relaciones de méritos y servicios, contienen otro tipo de datos personales y privados con los que es posible hacer una definición pormenorizada de la vida, de los bienes, de la carrera, del linaje familiar, de las amistades, de los secretos, de los miedos y de las devociones del personaje estudiado. Como se mencionó, las relaciones se escriben para mostrar ante las autoridades reales los servicios y méritos de un candidato que busca un ascenso y promoción en las instituciones hispánicas, pero los testamentos son escritos por la cercanía de la muerte, por el miedo al más allá que obliga a la organización de las cosas terrenales y espirituales,20 por el presentimiento de que peligra la vida o por un sentimiento de sinceridad funesta que lleva a hacer públicos los sentires, las culpas y las deudas.

El testamento surge, entonces, por un espectro de riesgo vinculado a la proximidad de la muerte, al peligro que advierte la realización de un viaje o al ocultamiento de las fortunas personales a partir del cambio de residencia. La relación testamento-muerte revela una historia de la muerte, que es, de hecho, en palabras de Michel Vovelle, “la historia de toda una serie de estratagemas, de enmascaramientos definitivos, pero también de producciones de lo imaginario colectivo con respecto a un pasaje obligado en toda aventura humana”.21 Al respecto, Philippe Ariès22 afirma que la muerte es en sí un hecho social y público que se conjuga con la sensibilidad privada, ilustrada por el moribundo en el documento testamental que termina involucrando íntimamente a la familia, a la sociedad, a las corporaciones a las que se pertenece, a los intercesores en que se cree y al cercano más allá.23

En los testamentos se encuentran evidenciados elementos como el corpus material de bienes del testador, las asignaciones piadosas, los gustos devocionales, y desde una lectura más estructural, una sucesión de sustratos temporales o solidaridades mentales, en palabras de Pavón y García de la Borbolla, en que se interconectan los antepasados y las almas que estaban a cargo del testador (pasado), sus descendientes, albaceas, deudores y herederos (presente), y los intercesores celestiales y encargados de dar cumplimiento a la memoria testamental (futuro).24 El acercamiento a cada uno de estos personajes permite la identificación, al igual que las relaciones de méritos y servicios, de pertenencias familiares, sociales, religiosas y políticas del testador, y en un grado más íntimo, de filiaciones sentimentales, de emotividades en que se denota el lado más humano de quien está próximo a morir y tiene la necesidad de destacar y gratificar amistades, familiares y compadrazgos.

Un testamento, en términos diplomáticos, está compuesto de los siguientes elementos: a) cláusula devocional en que se encuentran la confirmación de fe del testador y las invocaciones celestiales y encomendaciones devocionales; b) la disposición final en que el testador determina cómo debe ser su entierro, sepultura, mortaja y servicio fúnebre, así como dispone el capital para misas, limosnas y obras pías, y c) las disposiciones materiales en que se señalan los herederos y albaceas, las deudas y los deudores, la legación de los bienes materiales y la pertenencia a algún tipo de corporación, como las cofradías.25

Presentados, en general, las Relaciones de méritos y servicios y los testamentos, hay que decir que, con ambos tipos documentales, es posible ofrecer un perfil muy completo y complejo de personajes históricos precisos, en este caso de prebendados y obispos, para estudiar su procedencia familiar; sus descendencias en el caso de que las tuvieran; los elementos vitales de su carrera eclesiástica, como los cargos ocupados, los títulos obtenidos y los servicios prestados; la pertenencia a corporaciones o instituciones que vislumbran el universo de sus redes y sociabilidades; los bienes poseídos, como bibliotecas, ajuares, mobiliarios, solares, esclavos, tierras y estancias, y sus deudas y deudores. El ejercicio documental de cruzar y conjugar la información brindada por estos dos tipos de fuentes permite el acercamiento a elementos históricos que rondan los universos públicos y privados de los personajes, universos que están, además, inscritos en el terreno de la materialidad, de la espiritualidad, de la mentalidad y de los escenarios sociopolíticos propios del contexto indiano.

Las cartas y correspondencias fueron el otro grupo de fuentes históricas utilizadas con amplia recurrencia, porque revelan la dimensión de los sucesos y de sus protagonistas; las cartas muestran, además, las entonaciones y emociones con que se entendían y adjetivaban los acontecimientos, las simpatías y las antipatías que generaban los otros en disputa. En muchos casos, y más en atención a que son tensiones las que se exponen, develan un mal común entre las autoridades y oficiales reales: la pasión y las conductas apasionadas que eran vistas como peligrosas para el cumplimiento del deber. Bien ha sabido Guillaume Gaudin darle importancia a esa inmensa masa documental constituida a partir de las correspondencias oficiales y privadas en tiempos de la monarquía, al definirlas como “la prolongación de aquellas conversaciones o la respuesta escrita a una petición oral”,26 como el mecanismo que comunicó, informó y conectó a un imperio de extensiones mundiales y como “expresión de las jerarquías sociales”.27 De hecho, Gaudin ha logrado tipificar las correspondencias según las siguientes categorías: a) la carta noticia que es, en general, un texto breve en que el destinatario informa sobre su persona; b) la carta petición que era breve y solicitaba una merced; c) la carta informe que es “una carta anual larga que da cuenta del estado de la Audiencia”,28 y d) los memoriales y pareceres.29

Toda esta cultura del derecho escrito, según Mazín, permite comprender la circulación de ideas, proyectos y personas,30 pero, a la vez, de pasiones, emociones, enemistades y lealtades, con lo cual demuestra ser el lienzo donde se entremezclaban las particularidades locales con las regularidades imperiales, las responsabilidades ligadas al servicio que se prestaba a la Corona y los sentires personales devenidos de los choques cotidianos con otras fuerzas de poder.

Los conceptos de colegialidad, carreras eclesiásticas, red y red compleja permitieron establecer el marco de análisis e interpretación. Así, definir la cohesión del cabildo eclesiástico y sus integrantes en el periodo mencionado obliga a tener presente una categoría de análisis propuesta por Mazín, la colegialidad, que, sin duda, fue muchas veces puesta a prueba en los procesos de gestión de la corporación payanesa referida al “sentido de cohesión dentro del cabildo”,31 el cual, como se observará, va a estar mediado por el servicio de la prebenda, la pobreza de las rentas decimales, las vacancias, las licencias, las ausencias, las promociones y los nombramientos de los capitulares. Esta categoría, aplicada a la gestión del capítulo eclesiástico payanés, evidencia cómo la cohesión capitular no estuvo determinada por un número máximo o mínimo de personas pertenecientes al cabildo, sino por la identidad corporativa implícita en el ejercicio de un cargo que ejercía una élite, cuyo perfil de circulación se ajustó mayoritariamente más a la catedral payanesa que a otra catedral indiana. Así fue como la identificación de largas permanencias en las prebendas de Popayán aseguraron no solo el consenso y la cohesión corporativa del cabildo eclesiástico, sino el mantenimiento de la administración de la catedral y de las otras obligaciones inherentes al servicio capitular.

 

La segunda categoría conceptual de importancia fue la de carrera eclesiástica, la cual, al ser aplicada a los capitulares y obispos de Popayán, muestra que buena parte de los cursus honorum fueron la mejor expresión de los esfuerzos de clérigos y eclesiásticos en general por ascender socialmente en el mundo hispánico. Como refiere Aguirre, hacer una carrera eclesiástica implicaba poseer medios económicos para asumir el pago de estudios superiores en ciudades alejadas del hogar, cosechar virtudes en diversas empresas doctrinales, devocionales y religiosas, probar la limpieza de sangre y la idoneidad del linaje, tener vínculos con personajes destacados del mundo político y social indiano que atestiguaran a favor de los servicios y méritos, ser parte de una red, una clientela que certificara la trayectoria adquirida y virtudes profesadas,32 así “la carrera no era una trayectoria lineal hacia los altos cargos, sino un proceso gradual, sinuoso, en el que los méritos individuales surtían mejor efecto si estaban respaldados por una recomendación acertada en tiempo y forma”.33

Con respecto a las redes, Lucrecia Enríquez propone que la red es “una estructura construida por la existencia de lazos o relaciones entre individuos”34 y un sistema de intercambios en que hay un permanente flujo y circulación de “bienes o servicios”.35 La realización de las redes que aquí se presentan parte de una premisa: reconocer la importancia de las interacciones que tienen los sujetos de estudio y el tipo de relaciones que edificaron a lo largo de su vida, con lo que, como señala Michel Bertrand, no es solo vital identificar conexiones, amistades y tipos relacionales, sino también estudiar los intercambios que mantienen los individuos; “en este sentido, la red sería también un sistema de intercambios en el seno del cual los vínculos o las relaciones permiten la circulación de bienes o de servicios”.36 A partir de estas definiciones, es posible comprender que no todas las relaciones conducen a vínculos; por ende, no todos los personajes que están relacionados con un sujeto en específico poseen un tipo de vinculación histórica con este. Un ejemplo desde la historia se da con quienes firman como testigos en los protocolos notariales, quienes, si bien dan fe de los testimonios consignados en estos documentos, no necesariamente tienen un tipo de vínculo con los individuos de estudio. Para Bertrand, esto conlleva identificar relaciones efectivas con relaciones potenciales,37 determinadas ambas por la información que proveen las fuentes históricas.

Otra característica más se une a las presentadas: la complejidad. Ricard Solé define el término como “el comportamiento de sistemas formados por múltiples elementos en interacción”;38 indagar la complejidad conlleva el análisis de las interacciones, de la información que por ellas circula y de la manera en que estas pueden generar procesos y fenómenos. Desde esta perspectiva, las redes construidas exponen el tipo de relaciones, interacciones e intercambios que tuvieron los obispos de Popayán antes y durante su gobierno episcopal en el obispado payanés, para entender los contextos múltiples en que se desarrollaba su vida, que están constituidos por lo local, el mundo virreinal y el Imperio hispánico.

Además de los elementos mencionados, hay que entender que las redes son diacrónicas porque permiten estudiar un fenómeno de manera permanente en el tiempo. En términos prácticos, esto quiere decir que, a pesar de que los grafos que ilustran la red aparecen de manera estática, las relaciones y los vínculos que la componen se mantienen, por lo general, de manera permanente a lo largo de la vida del individuo.39 Eric van Young resume mejor las características mencionadas sintetizándolas en los siguientes criterios: durabilidad, es decir, con una persistencia en el tiempo; reciprocidad, en la medida en que los vínculos son más horizontales que verticales; horizontalidad, y ligadas a la voluntad de las partes por mantener algún tipo de vínculo.40

El ejercicio de elaboración de redes permitió, como menciona en múltiples de sus trabajos José María Imízcoz,41 superar la delimitación geográfica impuesta por el espacio de estudio, en este caso el obispado de Popayán, y ubicar de manera simultánea las relaciones y conexiones familiares, afectivas, políticas y comerciales, entre otros, de varios de los obispos y prebendados residentes en Popayán. Así, mientras moraban en la capital del obispado payanés, mantenían relación permanente con amigos, apoderados y conocidos en Santa Fe, Quito, Lima, Sevilla, Madrid y Roma; la mayor parte de estas conexiones demuestran que, a pesar de sus funciones, los obispos y algunos prebendados mantenían vínculos y amistades con los que vigilaban de manera permanente sus deudas, pleitos, negocios e intereses de promoción en otras geografías. A este universo de múltiples y diferenciados vínculos lo denomina Imízcoz análisis relacional, definido en palabras de este autor como:

Un análisis de tipo inductivo que parte de la observación de las acciones e interacciones de los individuos como actores efectivos de la vida económica, política, social y cultural, con el objeto de hallar sus configuraciones o agrupaciones reales, de percibir sus relaciones con el contexto (con las instituciones, normas, ideas y estructuras del sistema), de seguir en el tiempo las dinámicas que constituyen con su acción y, a término, de explicar los procesos de cambio desde la agencia de los actores que los producen efectivamente.42

No sobra decir, como señala José María Imízcoz, que el análisis inductivo se refiere a la composición de argumentos y explicaciones a partir de la información que brindan las fuentes históricas, lo cual no implica reducir la complejidad del sistema que se estudia.43

La metodología que se usó para diseñar las redes complejas de los obispos de Popayán pasó por determinar, en primera medida, el tipo de relaciones que tenían obispos y capitulares, y así ir identificando los cargos, los lugares geográficos y el tipo de vínculos establecidos con esos otros, y si estos intervenían o no en el proceso de promoción, ya sea con una recomendación, o como testigos de los méritos y servicios, o como agentes en la corte. Para determinar esta red, fue necesario comprender que hacer una implica establecer el tipo de vínculos construidos por los sujetos de estudio; como menciona María Isabel Sánchez Balmaceda, existe una tipología de relaciones propuesta por Koke y Kuklinski,44 con la que es posible reconocer diversas formas relacionales: a) de transacción referidas a “intercambios comerciales”45 y mercantiles de todo tipo; b) de comunicación, definida por “la transmisión de mensajes”46 entre los sujetos de estudio; c) instrumentales, establecidas para buscar alguna merced, recompensa o beneficio; d) afectivas, definidas por conexiones de amistad y paisanaje; e) de poder, representativa de sujetos pertenecientes a corporaciones e instituciones; f) de parentesco, constituida por lazos familiares.47

Así, en el proceso de identificación de relaciones y conexiones de los obispos de Popayán, fue necesario evaluar la calidad y cantidad de la información para establecer sus redes. Para esto, se cruzaron los datos presentes en documentos notariales, cartas, relaciones de méritos y servicios, diccionarios biobibliográficos y poderes especiales, con los que fue posible establecer las redes de siete obispos: Juan de la Roca, fray Juan González de Mendoza, fray Ambrosio de Vallejo, Diego Montoya y Mendoza, fray Francisco de la Serna, Vasco Jacinto de Contreras y Cristóbal Bernaldo de Quirós. De los otros siete obispos, la información encontrada no fue profusa o consistente por los siguientes aspectos: a) no tener documentos notariales para los tres primeros obispos de Popayán (Juan del Valle, fray Agustín de la Coruña y fray Domingo de Ulloa), b) el estado de deterioro en que se encuentran algunos documentos de archivo y c) no identificar en los documentos relaciones consistentes, como se denota en los casos de Melchor de Liñán y Cisneros, Feliciano de Vega y Padilla, fray Matheo de Villafañe y Panduro y Pedro Díaz de Cienfuegos.