Salud del Anciano

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Francis Bacon y Benjamin Franklin esperaban descubrir las leyes que gobernaban el proceso de envejecimiento para establecer después un rejuvenecimiento. Como se había dicho anteriormente, se buscaba evitar la “pérdida de energía vital” y trabajos como el de Hufeland (1762-1836) autor del Arte de prolongar la vida y de Darwin (1731-1802) lo confirman. Todos estaban convencidos que el envejecimiento no era más que el reflejo del consumo de un principio activo que se llamaba energía vital.

Otros autores consideran que las primeras investigaciones sobre las enfermedades de los ancianos fueron desarrolladas por Pinel quien en 1815 señaló la importancia de su estudio. Fue seguido por otros en Núremberg, Frankfurt y Berlín que fueron presentados a la academia de medicina en 1840. Todos estos trabajos atribuyen las enfermedades relacionadas con la edad a modificaciones anatómicas o fisiológicas del organismo, la misma orientación del Atlas de anatomía patológica de Cruvelhier publicado en 1828.

En el transcurso del siglo XIX, los cambios sociales impuestos por la industrialización, con el incremento en la esperanza de vida fruto de conquistas médicas y del acceso de la población urbana y campesina al disfrute de algunos privilegios que hasta entonces se reservaba una minoría, entre otros el de la ayuda médica, condujeron, aunados en su influencia, a cambios decisivos en la organización de las instituciones hospitalarias en las que iba a cumplirse una actividad profesional, médica, acorde con el nivel científico alcanzado. Así, en el siglo XIX, basados en la investigación experimental, muchos autores ampliaron el conocimiento sobre el proceso de envejecer, Burkhard Seiler, a partir de disecciones post mortem publicó un tratado de anatomía del envejecimiento. Carl Cansta en Alemania y Clovis Prus en Francia publicaron descripciones sistemáticas de enfermedades de la vejez.

Probablemente no es casualidad que, en la misma época, otros médicos, como Lorenz Geist en Alemania, Daniel Maclachlan en Londres y Jean-Martin Charcot en París hubieran realizado la labor asistencial hospitalaria que les permitió conocer cómo una misma dolencia puede mostrar un curso clínico distinto y exigir un pronóstico diferente en adultos y ancianos. La tradicional condición del anciano como enfermo adulto ‘de edad avanzada’, creencia griega no discutida, quedó invalidada por la realidad clínica de la experiencia hospitalaria.

Se puede considerar el Hospital Salpetrière en Francia, con 2000 a 3000 ancianos recluidos, como el primer centro geriátrico conocido. Fue aquí donde Charcot dio las primeras Leçons cliniques sur les maladies de vieillards, con temas que incluían discusión sobre enfermedades especiales de los viejos, diferencias individuales y la distinción entre envejecimiento y enfermedad. Es tal vez la primera vez que se habló de la importancia del seguimiento del anciano a través del tiempo. A partir de la mitad del siglo XIX, la geriatría comenzaba a existir verdaderamente, sin llevar aún ese nombre. Preocupado por buscar las causas del envejecimiento y especificar sus manifestaciones, Charcot definió, de un lado, las enfermedades propias de la vejez como marasmo senil y atrofia cerebral, y de otro lado, las enfermedades de cualquier edad que durante el envejecimiento adquieren características específicas, y finalmente, las inmunidades patológicas creadas por la vejez que explican la rareza de algunas enfermedades en los ancianos, por ejemplo, la tisis y las fiebres eruptivas.

Con sus estudios, Charcot buscaba ante todo proteger los ancianos y para ello creó una rama especial de la medicina, para la cual Ignatz Leo Nascher (1863-1944) propuso en 1909 (según algunos autores 1912) el término geriatría, en su obra presentada en la Academia de Ciencias de Nueva York titulada Geriatría, las enfermedades de los ancianos y su tratamiento. Este pediatra norteamericano y fundador del primer departamento de Geriatría en los EE. UU., en el Hospital Mont Sinaí de Nueva York, explica en esta publicación, que el término se derivada del griego gerón (viejo) y de iatrikos (tratamiento médico).

Unos pocos años antes, en 1903, Metchnikoff, sociólogo y biólogo ruso, sucesor de Pasteur y Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1908, propuso a la gerontología como ciencia para el estudio del envejecimiento, ya que según él “traería grandes modificaciones para el curso de este último período de la vida”. En 1929 Rybnikov definió el objeto y la finalidad de esta nueva disciplina del siguiente modo: gerontología: la investigación del comportamiento en la edad provecta ha de convertirse en una rama de especialización dentro de las ciencias del comportamiento. La finalidad de esta ciencia es la investigación de las causas y condiciones del envejecimiento, así como el estudio y descripción cuidadosa de los cambios del comportamiento regularmente progresivos y que se hallan relacionados con la edad.

Sin embargo, autores como Birren señalan la fecha de 1835, en la que Quetelet publicó su obra Sur l’homme et le développement de ses facultés, como la inauguración científica de la gerontología. En esta obra Quetelet manifiesta la importancia que tiene establecer los principios que rigen el proceso por el que el ser humano nace, crece y muere. Además, compara el rendimiento cuantitativo de determinados dramaturgos ingleses y franceses, en distintos años de su vida, convirtiéndose así en el precursor de futuros trabajos sobre el problema del desarrollo de la inteligencia y del rendimiento. La importancia de Quetelet para la investigación del envejecimiento se encuentra, por una parte, en que se opuso a la generalización de las comprobaciones aisladas y propugnó por la realización de investigaciones científicas rigurosas, y, por otra, en que destacó la relación entre las influencias biológicas y sociales, incluso en el proceso de envejecimiento. Este autor criticó las investigaciones realizadas hasta entonces sobre el tema reprochándoles no haber relacionado nunca las facultades especiales con las distintas edades, no haberse planteado la posibilidad de ciertas modificaciones y no haberse interesado en cómo se influyen mutuamente las diversas facultades. Birren (1961) afirma al respecto: “Con estas palabras y datos, Quetelet inicia claramente la psicología del desarrollo y del envejecimiento” (p. 70).

De otro lado, a finales del siglo XIX las primeras tentativas de medir el metabolismo basal mostraron una correlación entre la disminución del metabolismo basal y el aumento de la edad. Así, la teoría de la “usura del organismo” entró en boga. Sin embargo, su origen se remonta a la antigüedad cuando Demócrito, Epicuro y Lucrecio, evocaron la usura de la máquina humana con el tiempo.

El comienzo del siglo XX marca un cambio en las teorías del envejecimiento humano. En 1906 Minot en su libro La naturaleza y la causa del envejecimiento propuso una teoría del envejecimiento como la consecuencia de la pérdida de poder de crecimiento y de multiplicación de las células. Describió la reducción del tamaño del núcleo celular y el aumento del volumen del citoplasma con el envejecimiento. Los trabajos de Minot iban en el mismo sentido de los de Francis Bacon que pensaba que el envejecimiento se debía a una pérdida de la capacidad de regeneración del cuerpo humano. Por primera vez se consideró el envejecimiento, no como un fenómeno independiente, sino como la continuación normal del crecimiento. Las experiencias de Carrel en 1931 y de Lecomte en 1936 confirmaron la hipótesis celular del envejecimiento.

En 1935, en el Reino Unido, Marjorie Warren demostró que mucha gente crónicamente enferma podría ser exitosamente rehabilitada. Trasladó estos conceptos a la geriatría para el tratamiento de enfermos crónicos y así liberar camas hospitalarias. Se considera la precursora de la Evaluación Geriátrica Multidimensional, que está fundamentalmente dirigida a los ancianos frágiles con grandes síndromes geriátricos (inmovilidad, caídas, confusión e incontinencia).

Entre 1914 y 1930 se duplicó la población anciana, además el proceso de industrialización de la sociedad produjo la concentración de muchos de esos ancianos en la ciudad, lo cual llamó la atención sobre este grupo poblacional, producto de ello en 1938 se celebró en Kiev la primera conferencia mundial sobre la senescencia, apareció en Alemania la primera publicación periódica especializada y en EE. UU. en 1942 fue constituida la Sociedad Americana de Geriatría. La Sociedad Británica de Geriatría fue fundada en 1947.

A partir de este momento se inició también un trabajo de equipo en los países anglosajones y en toda Europa y no es de extrañar que hasta 1960 el eje central de la investigación se encontrara en lo biofisiológico, el rendimiento y en las funciones. Producto de la investigación y el avance científico y tecnológico, se proponen nuevas explicaciones al proceso de envejecimiento, aunque la investigación científica en este campo se consideró durante mucho tiempo como algo exclusivo de la medicina, se comprende que la mayoría de las tentativas para explicar el proceso de envejecimiento partieran desde los fundamentos biológicos y tuvieran una orientación biológico-fisiológica, acorde al paradigma positivista predominante. Posteriormente, el interés se ha ido ampliando hacia otros aspectos: psicológicos, sociales, culturales, políticos y económicos, entre otros, aunque sin desconocer los anteriores.

La gran revolución de la gerontología se dio en los años cincuenta con el auge de los sistemas de pensión y de retiro y la creciente intervención del Estado en este dominio. El sistema tradicional de asistencia se consideró degradante, se adoptó una nueva terminología “tercera edad” o “adulto mayor” para reemplazar la “vejez” la cual se convirtió en sinónimo de desgaste y de incapacidad. La geriatría y los geriatras, estimulados por el Estado y por las compañías y sistemas de jubilación y pensión, lograron, poco a poco, promover una nueva visión de los problemas de la vejez. Basados, en un principio, en la diferencia básica entre envejecimiento normal y patológico, esta nueva disciplina, preconizó una visión global del envejecimiento, que tiene en cuenta los aspectos fisiológicos, psicológicos, sociales y culturales del anciano, todos en interacción.

 

En Colombia los trabajos relacionados con la gerontología se iniciaron en 1954, año en el cual Guillermo Marroquín, Santiago Perdomo y Miguel Villamarín asistieron al primer curso de posgrado en gerontología en la ciudad de Madrid, en el año siguiente el doctor Marroquín fue nombrado jefe del Departamento del Anciano de la Secretaria Nacional de Asistencia Social de la Presidencia de la República. En el país se hizo el primer censo de las instituciones de asistencia a la vejez y se proclamaron los “derechos de la ancianidad”. Así mismo, en el marco del primer Congreso Panamericano de Gerontología se aprobó el 28 de agosto como el día del anciano, posteriormente este mismo día se reconoció como el día Colombiano de la ancianidad.

Entre 1957 y 1959 la Beneficencia de Cundinamarca creó la Dirección Científica Geriátrica de los Asilos para Ancianos, se transmitieron programas sobre la salud del anciano por la Radiodifusora Nacional y se creó el primer consultorio privado de atención geriátrica. Se realizaron varios eventos de carácter científico y en 1973, momento en el cual se contaba con tres geriatras más, se fundó en Bogotá la Sociedad Colombiana de Geriatría y Gerontología.

En 1974 Elisa Dulcey-Ruiz y Rubén Ardila iniciaron la investigación sobre comportamiento en los ancianos y en 1976 Elisa Dulcey-Ruiz fundó en Bogotá el Centro de Psicología Gerontológica, para la investigación, formación, asesoría y orientación en todo lo relacionado con la psicología del anciano.

Pero no fue hasta 1977 que en Ministerio de Salud se creó la sección de Geriatría, la cual desapareció posteriormente y en la actualidad el programa de envejecimiento y vejez se desarrolla en la Oficina de Promoción Social.

Otro nombre fundamental en la geriatría colombiana es el del doctor Jaime Márquez A., quien realizó sus estudios de posgrado en Inglaterra al comienzo de la década del setenta y regresó al país a dirigir el único hospital geriátrico para iniciar una titánica labor de dar a conocer la geriatría, confundida aún hoy con la pediatría. Hacia 1977, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Caldas, en Manizales, el Doctor Márquez estableció un programa de Gerontología y Geriatría Clínica para estudiantes de pregrado y, a finales del mismo año, instauró la rotación de estudiantes de último nivel del programa de posgrado en Medicina Interna, el cual se desarrollaba en el Hospital Geriátrico San Isidro. En 1980 se inició un programa de ocho semanas de Geriatría y Gerontología Clínica para residentes de segundo nivel de Dermatología y en 1985 uno de doce semanas para residentes de tercer nivel de Psiquiatría. En el primer semestre de 1986 dio comienzo al programa de posgrado en Geriatría Clínica, con duración de cuatro años que sigue actualmente ofreciendo formación medicina interna y geriatría. En 2005 fue creado el programa de Geriatría Clínica de la Universidad Nacional, en el 2009 el programa de Geriatría Clínica de la Universidad Javeriana y más recientemente, en el 2016 el programa de geriatría de la Universidad del Valle. En Colombia en el momento se cuenta con 114 geriatras (compárese con 4500 cardiólogos) laborando en diferentes áreas como la docencia, la asistencia y, en menor grado, la investigación.

Un estudio reciente muestra que, en Latinoamérica, solamente el 35% de las escuelas de medicina enseñan geriatría en su currículo y se logró identificar 36 programas de posgrado de geriatría en doce países, con formación que va entre los dos a cinco años. Esto se considera un aumento considerable respecto a la información disponible hace dos décadas, pero es necesario aumentar la formación en gerontología y geriatría, para lograr tener los porcentajes existentes en los países desarrollados, por ejemplo, solamente en Estados Unidos hay más de 150 programas de maestría en gerontología. En universidades latinoamericanas se ofrecen 76 programas de posgrado con contenido gerontológico, la naturaleza de esta oferta es bastante diversa entre países, lo cual sugiere un bajo grado de estandarización de la formación en gerontología en América Latina, que se conjuga con la baja oferta de programas. La mayor oferta se encuentra en Brasil con 23 programas, seguida de lejos por Argentina y Chile, cada uno con 10 programas. La gran diversidad de programas y sus contenidos multidisciplinarios sugiere, como ya se mencionó, un bajo grado de estandarización de la formación gerontológica en América Latina y la gerontología no parece haber alcanzado el estatus de disciplina independiente. En Colombia actualmente solo existe una maestría en gerontología, ofrecida por la Universidad de Caldas.

Capítulo 3
Gerontología: conceptos y definiciones
1. Conceptos básicos

La gerontología es el estudio del envejecimiento, desde su más amplia perspectiva. Se ha entendido como campo de investigación disciplinaria y científica, cuyo propósito es producir conocimientos en torno al envejecimiento y la vejez; como un campo de educación, en el cual el objetivo es crear una cultura del y para el envejecimiento que puede abordarse desde diferentes perspectivas disciplinares, y, finalmente, como una dimensión práctica, que hace referencia a las prácticas profesionales y a las diversas intervenciones.

La gerontología da cuenta de tres aspectos diferentes, aunque relacionados: la población de ancianos (aged), el proceso de envejecimiento (aging) y el estudio de la edad (age).

El primero se refiere a la población que ha sido categorizada como anciana en términos de los años vividos o de la esperanza de vida (aged). En este campo los estudios se han centrado en los problemas de funcionalidad, discapacidad y dependencia, además, existen numerosas denominaciones de la población objeto de estudio como anciano, viejo, tercera edad, adulto mayor, persona mayor y persona adulta mayor.

De acuerdo con Iacub (2014) la palabra anciano, en nuestra lengua, proviene del antiguo vocablo romance anzi o “antes” y data de la primera mitad del siglo XIII. Este vocablo destaca la relación del sujeto con el tiempo y, en cierta medida, con su grupo social, ya que es aquel que estuvo antes, lo que le da un sesgo de valor relativo a lo que el antes significó. El valor de lo antiguo refleja, a diferencia de lo viejo, lo que el tiempo enriquece. Quizás por esta razón en castellano se asocia a una nominación de respeto a los mayores que se refleja en que el término fuera elegido para las traducciones de la Biblia, con lo cual se buscó reflejar la carga positiva de significados que el pueblo hebreo le confirió.

El término ‘tercera edad’ se relaciona con las políticas sociales para los ancianos en el siglo XX y con la jubilación. Surge en los años sesenta, al poco tiempo de la instauración de la jubilación universal en Francia, lo cual significó un cambio muy profundo en el rol social de este grupo etario; los jubilados reciben un dinero que se supone depositaron durante su vida laboral activa, y se convierten en pasivos en relación con dichos términos. La jubilación tiene otras consecuencias que forjan ciertos estilos de vida. Por un lado, el aspecto que los caracteriza es la disposición de tiempo libre, la ausencia de roles sociales específicos y una disponibilidad económica que les permite un mayor nivel de independencia y autonomía. Así, el término tercera edad, nace junto con la instauración de una serie de actividades sociales, recreativas y de uso del tiempo. El nombre pone un número a una etapa del curso de vida y modifica la noción de una vejez pensada como término de la vida, al tiempo que sugiere la construcción de un nuevo estilo de vida, una tercera etapa para recomenzar actividades que, a su vez, se volverán específicas para esta población, contribuyó a la creación de los centros de jubilados o los centros para la tercera edad. La noción de jubilado cobró importancia en la medida en que reconocieron ciertos factores que distinguen a esta población, aun cuando no todos los jubilados sean ancianos ni todos los ancianos estén jubilados.

Las denominaciones de adulto mayor, persona mayor y persona adulta mayor han sido utilizadas por los organismos internacionales en un intento de aportar nuevos significados asociados a los ancianos, tales como autonomía, derechos, ciudadanía, con el fin de eliminar la carga negativa de los términos tradicionales que se asocian a la vejez.

El segundo aspecto del que se ocupa la gerontología se refiere al proceso y a los mecanismos del envejecimiento (aging), proceso de desarrollo que ocurre en el tiempo, en células, organismos e individuos. El envejecimiento es un proceso asincrónico, multifactorial complejo y diverso. También es adaptativo, lento y continuo, con diferencias intra e interindividuales y entre generaciones, poblaciones, culturas y sociedades.

En este campo los estudios se han centrado en los aspectos biológicos, psicológicos y sociales, sus cambios y consecuencias. La tendencia actual con respecto al envejecimiento plantea la existencia de un antecedente genético que, sumado al estilo de vida y a las condiciones en las cuales se vive, determina el patrón de envejecimiento de cada persona y el estado de salud al envejecer, es decir, generalmente “se envejece como se ha vivido”, en consecuencia, se puede argumentar que el envejecimiento está biológicamente programado y socialmente predeterminado, por esto es una experiencia individual más que una norma generalizada.

El envejecimiento está influido por diversas circunstancias a lo largo de la vida:

El pasado: La historia de vida, es decir, la biografía de cada persona determina las actitudes hacia el envejecimiento.

El presente: El cómo se experimenta la vejez y cómo es el comportamiento en ella está determinado, además del pasado, por las circunstancias en las cuales se encuentra el individuo, o sea, en la forma de vida particular influyen el estilo de vida, las condiciones y el nivel de vida.

El futuro: Depende de las expectativas, planes, temores, esperanzas y deseos que se tengan frente a la vida, con independencia del tiempo de vida que reste.

El tercer aspecto se refiere al estudio de la edad (age) como una dimensión de la estructura y el comportamiento de una especie y también como una dimensión de la organización social y de las políticas públicas de la sociedad. En este aspecto, la gerontología se ha interesado por cómo las organizaciones sociales se han creado y han cambiado en respuesta a los patrones relacionados con la edad de nacimiento, socialización, transición de roles, retiro y muerte. El fenómeno puede ser explicado a partir de aspectos como el mercado de trabajo, los sistemas de retiro y pensión, las organizaciones de salud y otras instituciones políticas tienen en cuenta la edad. Los conceptos de grupo de edad, generación, etapa del curso de la vida, anciano o adulto mayor se basan en normas cronológicas y son formas de entender la edad.

Aunque estos tres aspectos son completamente diferentes están interrelacionados en la investigación y en la práctica en gerontología, son una parte compleja de la experiencia humana y están sujetos a interpretaciones culturales. Además, los tres aspectos están atravesados por el concepto de tiempo.

Tradicionalmente la medición de edad es cronológica, en años desde el nacimiento, aunque a veces también se utiliza el inicio o aparición de un evento, por ejemplo, el tiempo de viudez o el tiempo desde el diagnóstico de una enfermedad crónica. Sin embargo, en gerontología también se habla de un tiempo histórico y un tiempo biográfico.

Tiempo histórico: Se mide en años, décadas, centurias y refleja épocas o periodos que capturan efectos de cambios a nivel macro que afectan las vidas privadas y colectivas. Dos importantes fuentes de influencia sobre las vidas humanas son los efectos de periodo y cohorte. Cuando una población o una sociedad es afectada por un evento histórico como una guerra o un movimiento social, la generalidad de los cambios se conceptualiza como efectos del período; cuando los eventos ocurren en un tiempo histórico pueden afectar únicamente (o de manera específica) algunos grupos poblacionales o grupos específicos se utiliza el concepto de efecto de cohorte que se refiere a las diferencias entre diversos segmentos de edad o cohortes como resultado de circunstancias históricas de su desarrollo.

 

Tiempo biográfico: Se refiere a la vida de los individuos. Usualmente se conceptualiza como un proceso biológico, psicológico y social, y sus interacciones. Este concepto va más allá de la simple edad e implica considerar el curso de vida y otros eventos, transiciones y trayectorias que componen la vida de las personas. El curso de vida hace referencia a cómo los eventos históricos y los cambios económicos, demográficos, sociales y culturales configuran las vidas individuales y de las poblaciones (cohortes o generaciones). El concepto de trayectoria de vida conceptualiza el desarrollo humano como un proceso de crecimiento multidimensional y multidireccional, en el cual lo más importante no es el paso de los años o la secuencia de eventos vividos, sino las trayectorias que se extienden a lo largo de la vida a partir de la interacción entre el tiempo biográfico y el tiempo histórico.