Hogar desconocido

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El monstruo se prometió a sí mismo apagarse durante los inviernos venideros, así que durmió en un profundo sueño, donde vivía junto a ella esperando despertar y ver a su flor dándole otra oportunidad. Dormiría hasta que los océanos se secaran, hasta que el invierno desapareciera y en su corazón llegara la primavera con flores de colores, días brillantes, pajaritos cantando historias de una flor del océano y un monstruo junto a ella. Un monstruo que nunca dejaría de ser lo que es, un alma solitaria, una bestia de la oscuridad transformada para destruir y asustar, para dañar todo lo que se le acerca.

—Abuelo, ¿cuál es el propósito de la existencia de los monstruos?

—Mucho se habla sobre eso, pero la gente, en realidad, no le da una oportunidad a lo desconocido. Las personas se vuelven monstruos cuando no pueden cargar su dolor, eso las hace cambiar, buscan un escape de su realidad. A veces quieren venganza, están asustadas, solas o arrastran una melancolía que les hace tener una mutación en el corazón. No elegimos convertirnos en monstruos, pero llegará un momento en la vida en el que todos lo seremos, aunque en realidad solo deseamos que la pesadilla termine.

El monstruo decía al caminar:

—Nos amamos tanto que cuando nos destruimos, nos aseguramos de hacer sangrar al otro para que no pudiera levantarse del suelo. ¡Mira, oh, querida!, dónde hemos terminado, dónde terminé yo, dónde fue a morir nuestro amor.

—¡Oh, monstruo ingenuo! —dijo el cuervo—. El amor se acaba, los juramentos se rompen y el tiempo se lleva lo mejor de ti. No importa cuán fuerte sujeten tus manos, te den un cálido abrazo, miren tus ojos con dulzura y prometan que jamás te abandonarán. Llegará un día en el que todo se habrá terminado. Encontrarás otra flor que te haga olvidar la tristeza. El error de los humanos es que siempre reemplazan las cosas con algo peor de lo que perdieron. Debes escoger algo que te haga sentir la misma magia en tu interior, ese es el secreto de la curación. Solo espera quieto y tranquilo en medio de la oscuridad, que entre las páginas de mis libros podrás encontrar una nueva esperanza —dijo a carcajadas.

»Monstruo inexperto, no seas como el pájaro que murió sangrando entre espinas con la esperanza de un nuevo amanecer que nunca llegó. Sé valiente, ahora que el bosque de tu corazón está siendo devorado por las brasas de un fuego que consume tu interior. Diciembre vendrá como un duro puñal, enero consumirá cualquier esperanza en tu corazón y febrero destruirá los restos —sentenció arrogantemente.

Entonces Dusan decía:

—Tengo un dolor asfixiante en el pecho que no me permite respirar. Las sombras me persiguen y me azotan. Sostengo una tristeza tan grande que el tamaño del universo es pequeño, comparado con el peso de mi angustia.

—Abuelo, la felicidad no existe.

—La felicidad no es precisamente la ausencia de dolor.

El monstruo escribía con sus afiladas garras sobre las paredes de la cueva en la que se había aislado. Cada domingo se despertaba solo para decirle algo a su flor, porque sentía la necesidad de hacerlo.

Apelando a su espíritu indomable, el rey trató de salir del abismo en el que se encontraba, motivándose a sí mismo como en las grandes hazañas del pasado. Pero ahora él tenía labios puros y un corazón corrompido y ella poseía labios contaminados y un corazón de oro.

—Abuelo, pensé que la fuerza de un amor era inmortal.

—Algunos amores brillan por siempre, mientras que otros están condenados a ser sombras que iluminarán tu oscuridad por un breve momento. En el viaje de la vida aprenderás de la frase: «Era joven y estúpido, creía en la idea del amor a pesar de los problemas y la evidencia de que iba a fracasar. Aun así, me aferré a la idea de una vida junto a ella, lo maravilloso que sería despertar a su lado todas las mañanas y compartir la misma taza de té durante los próximos inviernos».

»Hasta que un día despiertas y ves que todo ha desaparecido, bueno, ojalá hubiera desaparecido, pero lamentablemente tendrás contigo la pesada carga del recuerdo, que ha matado a más hombres que una espada.

»Es raro el amor, ¿quién puede evitar su travesía sin ser herido? Océanos hostiles con esperanzas profundas e ilusiones desvanecidas, capaz de reparar la mayor tragedia, de regresar los hoyuelos a tus mejillas y de sepultarte en una tierra de la cual no podrás salir jamás. El amor es inescrutable, ¿quién puede conquistarlo?

—Sé que hay un lugar donde están los recuerdos de todo el mundo, algunos alegres, la mayoría melancólicos y decepcionantes, pero como las estrellas más lejanas, cambiarlos aún no está a nuestro alcance —y concluyó—. Te amo, siempre te amé, aún sin conocerte, porque hay ciertas personas en la vida que se anhelan antes de encontrarlas y esa persona especial fuiste tú, Rianda Kink. —Fueron las últimas palabras del rey, nadie lo volvió a ver.

El reino se sumergió en una profunda melancolía por el sufrimiento de Dusan. En las calles, las personas ayunaban y se rasgaban sus prendas de vestir, nada reconfortaba sus almas abatidas. El pueblo dejó de escribir, quemaron todos los libros de amor. Hicieron hogueras todos los días, hasta que el viento esparció las cenizas de aquellos libros que durante años les brindaron esperanza, su corazón se había endurecido debido al tormento de su rey. El resto de los libros los arrojaron al río. Se hospedaron en la soledad y el silencio conquistó sus corazones. Aquel día fue recordado como el holocausto de los libros y el genocidio de las historias. Pero un libro del recuerdo empezó a ser escrito por el rey.

.

«Qué efímero es el tiempo, aquello que parece lejano…, en un parpadeo está frente a ti».

9

EL BOSQUE DE SOMBRAS


—¿Por qué la gente se aferra a otros para intentar sobrevivir? —interrumpió su nieto.

—Porque esperan ser salvados.

—¿Y no pueden ser sus propios héroes?

—A veces cuando tus poderes se han ido, necesitas que alguien te ayude a recuperarlos.

—¡Continuemos! —sentenció el abuelo.

Tan triste quedó el niño que había seguido al rey para contar su historia, que se alejó.

—El amor es engañoso, fuente de vida, y causa de muerte —murmuró.

—El amor no es como me lo imaginé —chilló otro día.

Comenzó el camino a su hogar, el mismo que había abandonado con la ilusión de relatar una de esas vibrantes historias de amor. Pero no, se dijo a sí mismo que la vida le había enseñado una amarga lección.

Durante el viaje de regreso caminó sin descanso a la orilla del río, pero se perdió y se adentró en un oscuro bosque. El aire estaba cargado de cenizas, el cielo era gris y la tierra negra como el corazón de las criaturas que habitaban allí.

Había libros y páginas esparcidas entre los árboles. En el viento se podían escuchar murmullos, palabras y lamentos. El niño tenía mucho miedo.

—¿Qué hace alguien tan pequeño como tú en un confín como este? —Se escuchó una voz distante. El niño no podía ver nada

—¿Quién eres? —Su alma languidecía.

—¿No me puedes ver? Estoy aquí. —Aquella voz se perdía lentamente entre la neblina. —No te veo —dijo tímidamente, escalofríos se apoderaron de él.

—Niño... Niño —susurraba la voz burlándose de su angustia. Soltó un par de ásperas carcajadas que siguieron resonando en el lugar debido al eco que hacía la voz al topar con los árboles. Las risas y la neblina cesaron—. Perdona mi bienvenida, no te haré ningún daño. A veces pierdo la mollera, ya que nadie me visita. —El niño estaba asustado, su corazón salió de su pecho.

—¿Dónde estás? No puedo verte…

—¡Olvidé que no me he presentado! Disculpa mis modales, aquí estoy. —El niño volteó, entonces pudo ver a la extraña criatura. Un cuervo negro que parecía parte del bosque entre las ramas de los árboles, nadie notaría su presencia. Lo miró en silencio.

—Soy Troz, ¿cuál es tu nombre?

—Scott —dijo titubeante.

—Este bosque no es solo mi hogar, constituye mi reino. Conozco cada rincón de él, y a quienes lo habitan. ¿Qué te ha traído a un lugar como este?

—Creía que todo era posible si ponías toda tu alma en ello. No hice caso a los comentarios de la gente que decían que el amor duele, los consideraba ignorantes y amargados. Pero llegué a entender que el amor no es fácil, no es como entrar a una dulcería y escoger tu caramelo favorito, no funciona así. Hay partidas donde el amor te otorga un par de ases, pero bajo mi manga no encuentro más que un dos de corazones —dijo suspirando y mostrando en su rostro una expresión de aflicción que rara vez suele verse en un niño—. Tenía un sinfín de emociones enmarañadas que seguí caminando, no me importó nada más.

—Scott, seguiste el lago de las bestias y caminaste hasta aquí. ¿Nadie te informó de que esas aguas conducen a mi hogar? Puedo asegurarte que en este bosque no queda ni una sola pizca de amor, tal como puedes escuchar en el viento, todo es lamento y amargos susurros. Aquí yacen los trágicos recuerdos, sueños abandonados y como expresa tu corazón, amores perdidos. Todo lo que no pudo ser, descansa bajo tus pies.

—Pero aún eres muy joven ¿De quién te enamoraste? — Realmente quería saber la respuesta.

—De nadie y, por lo visto, nunca llegaré a cometer semejante locura. Pocas cosas te destruyen tanto como el amor. —El cuervo escuchaba con suma atención cada palabra que salía de la boca del niño

—Si dices que no te has enamorado, ¿cuál es la causa de tu decepción? —El niño giró la cabeza hacia el cuervo y lo miró directo a sus intrigantes ojos negros, pudo ver que aún habitaba amor en él y, aunque parecía ser una criatura espantosa, debido a sus ásperas y despeinadas plumas, no era así su interior. Y en la expansión de su intimidante mirada, pudo descifrar la verdad. Después de unos segundos, clavó su vista en el suelo. Su corazón poco a poco se estabilizó.

 

—La causa, Troz, es el mismísimo principio de nuestra existencia, el amor. Toda mi vida he luchado por encontrar ese lugar especial con personas especiales y sentirme parte de algo. Sumergirme en aventuras, dejar huella de mi identidad y tener algo de lo cual hacer sentir orgulloso a mi corazón.

»Mi rey pensaba igual y salió del reino para conquistar una flor, amar y ser amado por la eternidad, descubriría a través de paisajes olvidados y mágicos momentos el significado de la palabra «hogar», sentiría el afecto incondicional que derrite casquetes polares.

»Venció todos sus miedos para buscarla. Era tan grande su determinación, que me inspiró a seguirlo en su intrépida travesía. Sabía que la encontraría y de su amor nacería una leyenda. Pero nunca pensé que terminaría de una manera tan catastrófica. El final, creo que ya lo has sentido en mi corazón…

—¿Cómo describirías al amor? —preguntó su nieto.

Su abuelo respiró profundamente y, luego de un par de segundos, respondió:

—El amor es una sensación reconfortante de que eres lo más valioso para alguien. Es más genuino que decir «mi amor por ti durará para siempre» o «te amaré hasta la muerte». Porque el frasco de amor termina un domingo por la mañana y la muerte llega un lunes a mediodía, cuando todo lo que conoces y lo que amas se ha ido para siempre, sin la oportunidad de recuperarlo.

»Al final, todo se resume al viaje que iniciamos un día con la esperanza de que los hoyuelos regresen a nuestras mejillas. Eso es amor, estar dispuesto a hacer grandes sacrificios y a entregar tu corazón, sin la garantía de que te será devuelto, pero con la firme esperanza de que así será.

—¿El amor lastima?

—El amor duele como un relámpago que te parte el alma, pero al mismo tiempo te brinda la esperanza de que todo va a estar bien.

—¿Dónde nace el amor?

—El amor comienza donde terminan tus miedos. El miedo te arrebata lo que más deseas. Al final, nuestro dolor solo se irá cuando estemos preparados para dejarlo ir.

—… no te dejes engañar por lo que ves en los ojos —le dijo el cuervo—. Esas historias tienen otro modo de interpretarse. Muchas veces solo son pequeños fragmentos que nunca murieron, permanecen y son parte de lo que huíamos. Eso hacen las almas abatidas, tratan de escapar de lugares destruidos, de recuerdos que representan todo lo que somos, pero que deseamos cambiar. —Hubo silencio entre ambos un par de segundos—. Scott, tu historia es muy triste. ¿Dónde está tu rey ahora?

—No lo sé, todas mis energías estaban enfocadas en regresar a mi hogar, pero me perdí y heme aquí ahora, parlando, sollozando o lo que sea que estemos haciendo.

—El amor perdido de tu rey no debe tardar en llegar.

—¿De qué hablas? —dijo sorprendido.

Las voces en el bosque cesaron, había un silencio profundo. El cuervo voló para mirar más de cerca aquella neblina escarlata que se acercaba con rapidez. Y sucedió que emitía amargos llantos. Escucharlos era como oír el sonido de un hombre que llora, porque su corazón se ha roto.


Aquel amor perdido había llegado. El cuervo tomó un libro y absorbió la enmarañada nube entre sus páginas. Después lo sepultó en una zona completamente infértil. Al poco tiempo, los libros que yacían moribundos, resurgieron, esas frágiles hojas se integraron de nuevo, brillaban en aquel sombrío paisaje. Estos libros se levantaron en un perímetro circular donde yacía el amor perdido, todos los lamentos del bosque se hospedaron allí.

—¡Niño, lo he visto, el amor perdido de tu rey ha llegado y su agonía es titánica! —dijo agitado.

Scott cayó a tierra quebrantado, al tiempo que introducía sus manos entre las cenizas, el polvo y la tierra del bosque, su espíritu se desmoronaba. Ver sus lágrimas escurrir sobre sus pálidas mejillas te hacía sentir sin esperanza.

—¡Troz!, ¡Troz!, ¡Troz! —gritó el niño a voz en cuello—. Su alma es la más noble de toda la nación y su corazón el más genuino que alguien pueda conocer. No merece esta agonía, por favor, te suplico, ¡haz algo para cambiar el sufrimiento de mi rey! —rogó de rodillas, mientras se aferraba con intensidad al árbol donde estaba el cuervo.

Troz escuchaba con atención desde una rama y vio en el desesperado corazón de Scott una oportunidad para beneficiarse.

—Está bien, niño, ¿qué estás dispuesto a perder, para salvarlo? —dijo arrogantemente.

—¡Lo que sea! ¡Lo que quieras, pero haz que recupere el amor que tanto buscó! —Scott alzó la vista a donde la mirada del cuervo y pudo ver la criatura despiadada que era en realidad. Troz reía para sus adentros, hace tiempo que no era tan feliz. «Nada es para siempre. El problema es que los humanos creen en extensiones de episodios y también de buenos recuerdos, se aferran con uñas y dientes, sin saber que al hacerlo, solo complican el ciclo natural de la vida».

—¿Estás dispuesto a trabajar toda tu vida en el bosque?

—Cuando amas de verdad, lo sacrificas todo, no importa si tienes que perder tu propia felicidad. ¡Acepto! Pero haz que los hoyuelos regresen a sus mejillas.

—Está bien, alegraré los días de vida que le restan a Dusan, ningún hombre sobre la tierra probará la felicidad tanto como él. Además, como muestra de mi compasión por ti, te haré vivir un amor fantástico, que jamás se ha descrito en los libros, ni se volverá a repetir.

Scott extendió su mano y el cuervo su garra, pactaron en el bosque aquel acuerdo. Y sucedió que cuando el niño le dio la mano, el cuervo la sostuvo con fuerza excesiva, añadiendo estas palabras:

—De la misma fuente que emana dulzura, vendrá una profunda destrucción que romperá tus huesos y te dejará vacío. —Entonces el cuervo lo soltó, un relámpago cayó en el árbol donde se encontraban, en señal de que el bosque había sido testigo de aquel acuerdo. El relámpago ensordeció al niño y su luz lo cegó por un momento, Troz abandonó aquel lugar.

—Abuelo, ¿qué es esto? Sabía que era una historia triste, nunca debí escuchar más.

—Te escuchas como un niño que llora porque la vida no es justa, ¿a dónde crees que te llevará eso?

—A ninguna parte y saberlo hace que engulla y duerma todo el tiempo. Continúa, por favor.

.

«No quiero que mi nombre esté en la lista de razones que te hacen sentir triste».

10

DETRÁS DE LA VENTANA


Scott despertó sentado, contemplando el jardín trasero de su hogar. Un jardín repleto de flores y árboles frutales. Quedaba maravillado con los pétalos de colores y los pajaritos que a menudo se posaban sobre las ramas de los árboles. Le gustaba ver detrás de la ventana, sentado desde el sillón de la habitación que estaba repleta de figuras, decoraciones, fotografías y viejos recuerdos. Estaba descalzo, la habitación estaba alfombrada y lo hacía disfrutar aún más de ese estado melancólico que aquella postal tan pintoresca le podía ofrecer.

Su mirada se perdía entre las enredaderas, como si su corazón se hubiese quedado allí también, sangrando entre espinas. Tiró un suspiro…, y luego susurró: «Dulce tragedia». Miraba detrás de la ventana, sus ojos se mantenían inmóviles, pero en realidad la estaba mirando a ella. Luego de un par de segundos, se preguntó si la vida realmente tenía algún sentido. Se decepcionó de haber entregado todo su amor, por alguien que no permaneció a su lado con el cariño que necesitaba.

Estaba confundido, veía las gotas caer sobre el cristal de la habitación cuando llovía. La mayoría resbalaba, todas intentaban aferrase, como ellos, pero no funcionó. Quizás se conocieron demasiado pronto, o eran demasiado jóvenes para saber amar. Ambos se sentían completamente solos en este fugaz y asqueroso mundo, pero cuando estaban juntos, eran felices. Su amistad llegó a ser más que un vínculo.

Pero recordar tanto amor le hacía mal al corazón. «Rayos —se decía—, rayos», a la vez que una lágrima caía sobre la mejilla de Scott. Pero no podía hacer nada más que seguir mirando por la ventana, hasta quedarse dormido y apagar todo el ruido que había en su cabeza. Él era muy feliz cuando estaba con ella. Ahora todo eran tardes grises y mañanas mortales, caminatas cabizbajas y recuerdos atascados en lo profundo del corazón.

Duele, como el ruiseñor que se posa sobre las ramas de los árboles y decide de repente bajar y explorar otros lugares, porque ha oído que hay moras esparcidas en los arbustos. Decidido a encontrarlas, se pasea entre las coloridas flores, pero muy pronto termina perdido, pues se ha metido en territorio desconocido. Y queda atrapado en un arbusto repleto de espinas, las cuales se incrustan de manera paulatina en su pequeño e indefenso cuerpo, perforando sus músculos.

El sol se ha metido, lentamente desangrado, el pajarito renuncia a la idea de aferrarse a la vida, por qué se ha percatado que luchar por salir aumenta su martirio. Aferrado a sus mejores recuerdos, acepta el hecho de que ya no podrá volar, ni hacer el viaje a las montañas de Hosstle que tanto había deseado. Ver de cerca aquellas moras le ha costado demasiado.

Había olvidado lo que sus padres le enseñaron de pequeño: «Nunca debes acercarte a los arbustos de moras. Pues hay cientos de espinas en cada rama y no habrá salida». En un instante, el ruiseñor se encontraba al borde de perder su propia vida.

Así que se prepara para usar las pocas fuerzas que le quedan y entona la melodía más cautivadora que se haya escuchado jamás en el bosque. Con suaves, mágicos y delicados silbidos que ejercen de antídoto para su martirio y destrucción, pues al cantar, ha acelerado su muerte. Lo sabe y se olvida de todo entregándose libremente a su inminente destino. Esta vez no podrá escapar de allí, es el fin, el final de su historia.

—¡Abuelo! ¿Por qué siempre cuentas historias tristes?

—¡Nada de eso! —sostuvo con firmeza.

El dulce canto llegó a oídos de un mirlo, que no pudo esperar a descubrir el origen de tan cautivadora melodía. Sin saber que se trataba de vida o muerte, se apresuró atravesando con violencia las ramas de los arbustos a su paso.

Mientras, el ruiseñor abría sus ojos y veía caer las hojas de los árboles. Lo interpretaba como una forma de agradecimiento del bosque por tan exquisito concierto, las hojas caían por doquier. Silbó una última nota y apagó sus ojos, la música desapareció de su garganta.

El mirlo había dejado a su paso una lluvia de pétalos verdes, amarillos y naranjas. La melodía fue escuchada por última vez en ecos reproducidos en los troncos de los árboles, resurgiendo de nuevo en el corazón del bosque, hasta desaparecer por completo.

El mirlo, agitado, veía hacia todo en derredor, fue entre las enredaderas donde lo encontró. Un pequeño pájaro que yacía a merced de las espinas que gradualmente desaparecía del bosque.

Conforme se iba abriendo paso, con su pico retiraba las ramas enmarañadas que impedían el escape del ruiseñor, pues había espinas por doquier y no pudo evitar que algunas se le incrustaran en su cuerpo. Las espinas rasgaron sus alas y sus fuerzas languidecieron, pero el mirlo no vaciló, estaba decidido a sacarlo de aquel infierno.

—¡Aguanta, sigue cantando, no te rindas! —le dijo el mirlo.

Con prontitud, logró quitar los pedazos incrustados en los órganos del ruiseñor. Desesperado, el mirlo gritó:

—¡Despierta, ruiseñor, despierta, tienes que seguir cantando! —Pero no se movió.

El mirlo se decepcionó por no haber podido salvar la vida del ruiseñor y regresó abatido a su hogar en el bosque de abedules.

Los pájaros cuentan que, en su última melodía, el ruiseñor habló de Glace, un noble caballero que habita en las tierras donde el corazón de los hombres es más dulce. En las remotas montañas de Hosstle. Su cruzada prometía destruir todo lo que hace sangrar a tu corazón.

 

—Abuelo es muy triste la historia del ruiseñor. Una mala decisión puede arruinarte.

—El ruiseñor había seguido las reglas toda su vida. El deseo por vivir una aventura lo llevó a olvidar el principio fundamental que lo había mantenido a salvo todo este tiempo. «El mundo afuera, el mundo real, es un arbusto repleto de espinas». Habrá moras exquisitas que desearás probar y, si vas tras ellas, a cambio el arbusto reclamará tu alma. Nada de lo que te ofrece este mundo, podrido hasta la médula, podrá compararse con el orgullo de mantener a tu corazón incorruptible.

»Es por la pureza de un corazón con lo que se mide el valor de un alma. Cuando tu espíritu se corrompe, es capaz de llevarte a realizar la mayor de las atrocidades. En el mundo hay muchos arbustos, debes prestar atención para identificar los que tienen espinas de los que no. Algunos fingen no tenerlas, pero cuando te acercas, de inmediato percibes que son embusteros y pretenden engañarte, de ellos apártate. De esto depende tu supervivencia, hijo.

—¿Qué le da valor a un alma?

—Tus acciones le darán valor o vergüenza a tu vida. Un descuido, un instante en el que pierdes el juicio y todo por lo que has trabajado, todo lo que has jurado defender, todos a los que has amado y todo en lo que has creído los últimos años, se desvanece para siempre, por el superfluo y vehemente deseo de probar una mora.

Scott les contaba la historia de su amor a las flores y a los pajaritos que andaban por allí, les relataba cómo la había conocido, de lo raro y precoz de su relación, de lo emocionante y atrevido que fue. Siempre empezaba igual, con ilusión, esperanza y una gran sonrisa en el rostro, a medida que la historia avanzaba, las sonrisas se tornaban en suspiros, muecas vacías y miradas al suelo, hasta el siguiente punto suspensivo, que terminaba en un silencio en seco.

Ahora cada vez que el niño se sienta frente a la ventana en aquel sillón, se queda callado, solo contempla. Los pajaritos tocan el cristal, con sus picos a su encuentro, pero no consiguen alegrarlo. Entonces juntos cantan su historia, justo como se las narró, con silbidos épicos al principio, amor en el aire, y un silencio inminente hacia el final de la canción, con notas que hablan de una mágica mirada, un beso en la frente y una historia de amor que se perdió.

—¡Vamos, abuelo! ¿Por qué siempre tienes que ser tan dramático?

—Tienes razón hijo, disculpa. Soy melancólico de nacimiento, naturalmente siempre recuerdo la parte menos alegre. Pero deja corregir eso, por que, como te dije al comienzo, esta no es una historia triste.


Scott estaba sentado junto a una fuente, cuando una chica se acercó y empezó a juguetear con el agua hasta que por accidente tropezó sobre Scott, cubriendo su rostro con sus cabellos mojados.

Ella dijo un «lo siento» con pocas fuerzas, luego prorrumpió en llanto y lo abrazó, con su cabeza recargada sobre su hombro. No podía hablar, solo dijo un suave susurro al viento:

—Óscar, Óscar se ha ido.

.

«Nunca he sido del todo feliz. Pero cuando la perdí a ella, mi capacidad para levantarme desapareció».

11

¡OH, QUERIDA!


Sus ojos marrón estaban decaídos, los párpados oscuros, pero se veía hermosa. Diana era de tez clara y se sonrojaba mucho cuando reía, sus cabellos eran como la miel transparente que brillaba con el sol.

—¿Quién es Óscar? —preguntó Scott.

—Mi novio —dijo frunciendo el ceño—, bueno, es mi mejor amigo. Le envié mensajes, pero parece que lo fastidié. La última vez me dejó plantada y me enojé muchísimo. Y ahora…, creo que se ha terminado —suspiró angustiada—. Perdóname si te molesto, soy Diana Shine.

—Es triste escucharlo —dijo mientras tomaba su mano—. Soy Scott Wavel.

—Pareces un buen chico, ¿te importa si nos vamos?

—¿A dónde? —respondió sin chistar.

—No sé, sólo llévame lejos de su recuerdo.

¡Madre mía! ¿Cómo saber qué lugar era ese? No había tiempo para conflictos existenciales. Scott la llevó al muelle 39, siempre encontraba alivio al ver las banderas blanquiazules ondear en el viento. La brisa era fría, perfecta para desprender los recuerdos sanguijuela y así poder llevar las maletas vacías. El cielo permanecía de luto a la par que el corazón de Diana.

—Abuelo, ¿qué es un recuerdo sanguijuela?

—Es una memoria que se adhiere a un corazón expuesto. Provienen de personas que te hacen pensar que te aman, pero solo juegan contigo. Se alimentan de cualquier alma que se cruce en su camino, son cazadores muy activos. Los recuerdos sanguijuela vienen acompañados por una necesidad exhaustiva, de extraer tu felicidad. Debes tener cuidado, parecerá que te están abrazando, pero en realidad consumen tu esperanza, hasta que no te puedes levantar. Una vez que estos parásitos se adhieren, se alimentan con ferocidad hasta que tu vida es destruida. Luego te abandonan y siguen su camino como si nunca hubieras existido.

—¿Cómo sé que alguien es una sanguijuela?

—Al principio no puedes darte cuenta, a veces no quieres aceptarlo, porque en verdad amas a esa persona. Pero un día te es infiel, o te das cuenta de que solo te usa. A pesar de eso, tu cerebro está irremediablemente enamorado, buscas una explicación para todo. Le das el beneficio de la duda y muchas oportunidades, aún cuando la evidencia muestra que debes alejarte, huir de una relación que se volvió tóxica. Sin embargo, el amor que le tienes te hace pensar que puede cambiar y la perdonas de nuevo.

»Si algún día te llegas a encontrar en esta situación, lo primero que debes hacer es comprender que ya fue suficiente. Jugaron contigo, estaban aburridos y querían probar algo diferente. Te dirán que te extrañan y jurarán amor eterno, pero las acciones dicen la verdad. Encontrarás pruebas incuantificables, que demostrarán sus mentiras. Tú solo eres un suspiro más en su vida.

»El amor se mide por nuestras acciones. Si realmente te quisiera, jamás te hubiera herido de una forma tan premeditada. Debes armarte de valor y decir: «¡Ya basta! ¡Es suficiente!». Y extraer de inmediato a estas sanguijuelas de tu vida, sin retorno.

»Pero te advierto, dolerá mucho. Han llegado tan profundo en tu corazón que piensas que las necesitas y que sin ellos tu vida no podrá continuar, te sentirás perdido. Y en las horas más oscuras, cuando te atosiguen los recuerdos, pensarás que fue tu culpa y te cuestionarás si pudiste hacer algo más para salvar tu relación, buscarás ponerte en contacto de nuevo, pero eso es justo lo que ellos quieren que hagas, cuando en realidad están acabando con tu vida.

»Un día te sentarás en tu azotea y, mirarás las estrellas sabiendo que ya no hay nadie más esperando por ti en la habitación. Pero ¿sabes algo? Así es mejor, porque cuando finalmente hayas conseguido el coraje para arrancar de tu vida a esas sanguijuelas, te darás cuenta de que, por primera vez desde hace mucho tiempo, estás respirando en paz.

»Pero cargarás con las consecuencias emocionales de haberte enamorado de una sanguijuela. Durante un tiempo, te costará mucho trabajo respirar. Querrás morir cuando te des cuenta de todo lo que les permitiste hacer, de todas las mentiras que te dijeron, de lo embusteros y descarados que fueron. Cuando les diste tu corazón, hiciste sus problemas como propios y ofreciste tu vida entera para mantenerlos a salvo.

»No se puede hacer nada para mantener alejadas a las sanguijuelas, especialmente las que se disfrazan como inocentes palomas que no hacen ningún daño a nadie. Las que exigen respeto, pero ni ellas mismas se hacen respetar. Se meten en tu vida fácilmente con miradas coquetas y atenciones especiales, y es muy difícil evitar caer rendidos a sus encantos, por que usan faldas cortas, pestañas postizas y montañas de maquillaje. Cuando deberían tener un letrero de advertencia que diga: «¡Cuidado, su vida se arruinará si pretende pasar el resto de sus días con esta persona!», porque cuando te enamoras de una sanguijuela, te abandona, no busca equilibrio, destruye su propio hogar y huye a la mañana siguiente.

—Abuelo, realmente es aterrador.

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