Hogar desconocido

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Lucharé con dragones y ejércitos colosales, con bestias mortíferas y el miedo en mi alma, lucharé hasta tomar tu mano. No hay nada en esta tierra que no haga para estar contigo. Prepara tu corazón, porque lo mejor está por venir. Deja que las dudas y tus miedos mueran y el amor y la esperanza crezcan a grados inmensos.

Y si hay días malos en los que no deseas hablar sobre tu dolor, lo entenderé. He preparado un lugar para nosotros donde el dolor no existe y podremos ser felices, veo el horizonte con esperanza, ya no es más un sueño, es muy real. Así que prepara tu corazón, ¡Oh, querida!, tomados de la mano mostremos nuestro sueño al mundo, sin miedo y con orgullo. Nuestro amor será el estandarte que contará la historia de dos almas que convirtieron su soledad, en el hogar que siempre buscaron».

—¿Cuál es tu color favorito? —preguntó Rianda.

—El verde —dijo el rey—, pero no el que tienen las flores o el que yace en los campos, donde los niños juegan. Tampoco es el verde de una dulce manzana.

—¿Qué clase de verde es el que describes?

—Es el verde inmarcesible de tus ojos, como el de auroras boreales. Resplandeciente, como los relámpagos forjados de un crisol electrizante. Es un verde inalcanzable, como estrellas luminiscentes, inmaculado e incorruptible.

.

«A veces es mejor no recordar la historia completa y solo guardar el pedazo que te hizo más feliz».

7

SOMBRAS DE AMOR

Hubo un momento donde el corazón del rey se desvió y empezó a fijarse en la belleza de las hijas de los hombres. Paseaba en los jardines en busca de vanas conversaciones. Pero un día, Rianda se dio cuenta, pues lo vio desde el balcón de su habitación y no le dirigió la palabra a Dusan.

Al ver que Rianda lo estaba evitando, el rey intentó averiguar el motivo de su disgusto. Con el paso de las horas se dio cuenta del error que cometió «¡eso fue lo que la perturbó!», —dijo avergonzado.

A la mañana siguiente, Dusan logró que Rianda lo atendiera.

—¿Por qué me has estado ignorando? —preguntó el rey.

—¿Es que no te das cuenta de tus atenciones especiales a las mujeres del palacio? ¡He visto sus miradas pretenciosas! Me faltas al respeto delante de todo el reino.

—No, por favor, no pienses eso. Me equivoqué, tienes razón y agradezco que me lo digas, me estás dando una lección. Lo más importante en mi vida eres tú, y me fascina que hayas sentido rabia porque demuestra que tu amor es tan fuerte como el mío. —Entonces el rey se postró sobre sus rodillas y le dijo—. Por favor, perdóname, no volveré a ser descuidado.

—Supongo que todos los hombres son iguales —respondió Rianda.

—Ya reconocí que me equivoqué, mi corazón lamenta profundamente mi actitud, me has puesto en mi lugar y no sé qué más decir.

—Está bien —contestó Rianda, sostuvo la mano del rey y la besó tiernamente.

Con el paso del tiempo, su amor se fortaleció y los preparativos para la boda se pusieron en marcha. Un día, el rey fue con los sirvientes del palacio y les pidió que le trajeran un pavo. Había encontrado la receta que su abuela solía cocinar y quería hacerlo para Rianda. Así que llegó el día en el que Dusan preparó la sorpresa, mandó llamarla, pero pidió que le vendaran los ojos. Cuando estuvieron solos en el comedor, el rey dijo:

—Ahora puedes ver. —Dusan quitó la cubierta de la charola—. Lo preparé para ti —sostuvo con una gran sonrisa.

—He decidido volverme vegana —respondió Rianda.

Al rey lo tomó por sorpresa.

—¿Qué fue lo que dijiste?

—Que ya no comeré animales, son sacrificados y me abstengo de fomentarlo. —Rianda solía tomar decisiones radicales y precipitadas. Dusan se enfureció muchísimo y dijo:

—Un día cuando te cases y a tu esposo le guste la carne, ¿qué harás, saldrás de la habitación mientras todos comen y te irás? —El rey estaba tan molesto que ni siquiera esperó una respuesta y salió de su presencia.

—Abuelo, pasar de comer carne a hojas es un cambio muy severo.

—Lo sé, pero así era Rianda. Y cuando sentía que ya había tenido suficiente o que su alma se perturbaba, tomaba medidas drásticas. Cuando Rianda decía adiós, no miraba atrás, desaparecía sin dejar rastro. Y nunca la volvías a ver. No importa lo mucho que te esforzaras, solo la encontrarías si ella lo permitía.

—Querido, hemos llegado al grado en donde nuestro amor se ha convertido en la figura alrededor de una vela. Nuestro amor es un campo de batalla. Debemos poner reglas para tener una relación más saludable. Es muy dulce que permanezcas despierto entrada la noche y me escribas dulces palabras de amor, pero has descuidado a tu pueblo. Yo misma necesito hacer cosas que quería desde antes de conocerte, no soy feliz en mi propia piel, con mi cuerpo.

—Eres perfecta y tu figura es inmaculada. No seré alguien que te prive de tus deseos, pero si esto va a ser así yo también tengo una regla.

—Estoy asustada.

En ese momento la historia cambió para siempre. Dos palabras que dieron un giro inesperado a su relación. Dusan ni siquiera tenía en mente pedir lo que diría a continuación, pero las palabras de Rianda activaron un destino alternativo en sus vidas. El rey solo iba a exigir que jamás volviera a guardarle secretos.

Pero la expresión de Rianda cambió el rumbo de la historia y aceleró la fecha de caducidad del vínculo de maneras desconocidas y hasta grados insospechados. Razón que Dusan atribuyó después a una fuerza mayor, que hizo que aquel incidente pasara aquel día. Así que el rey corrigió su respuesta y dijo:

—Deseo que me digas lo que hiciste en el pasado, porque no sé si podré vivir con eso. Al principio, el fuego de nuestro amor abundaba por todas partes. Ahora la cera nos asfixia, un poco más cada día. He intentado con todas mis fuerzas hacer que esto funcione, pero a veces el fuego del amor se apaga. Si el cariño que te doy no es suficiente para que reveles lo que guarda tu corazón, no sé qué hago aquí.

—Sabía que esto terminaría mal, pero no me importó, quería poder decir que lo intenté y hacer que funcionara, porque deseo que lo nuestro sobreviva y tengo la esperanza de que juntos, pasemos el resto de nuestras vidas.

—¿Cuál es la historia de tus heridas? ¿Por qué te resistes a revelarme tu oscuridad?

— Tengo miedo de que veas lo que yo era en el pasado.

—Fui honesto contigo en todo momento, si hubiera algo en mi vida, te lo hubiera expresado porque mereces saber la verdad antes de enamorarte. El amor se mide en acciones. Y hoy me has demostrado que en realidad no me amas. Porque el amor verdadero no se basa en lo que ves, o lo que sientes, se basa en lo que sabes.

—Te lo iba a decir pronto, solo quería encontrar el momento oportuno, pero… Te dije que estaba avergonzada de mis acciones y no me siento cómoda hablando de eso.

—No se supone que sea cómodo. No voy a juzgarte, solo quiero que seas honesta. Esta será la última vez que te pregunto. ¿Permaneces en tu resolución de guardar silencio?

—¿Acaso puedes conservar un secreto y perder a la persona que amas?, ¿qué sentido tiene eso, abuelo?

—Al mostrar tu oscuridad puedes perder a la persona que amas. Pero si te quiere de verdad, no le importará tu pasado. Te amará por cada una de las cosas que hayas hecho.

—¿Y si no puede continuar sin la verdad? ¿Acaso lo perderá solo por orgullo?

—El amor genuino lucha hasta el final y lo arriesga todo por la persona que ama.

—¿Por qué me dejas ir tan fácilmente? No entiendo cómo puedes permanecer en silencio y romper nuestro amor. Encontrarás a alguien con quien te sientas cómoda contándole tus secretos, alguien con quien no existan los «tal vez», con quien sea certeza absoluta, sin puntos intermedios en el corazón, amar o morir. Él te hará feliz como yo nunca pude. Él hará que no necesites guardar secretos, por qué su amor será tu medicina.

»Solo quería que fueras honesta conmigo. ¿Era realmente imposible? Deberíamos refugiarnos en el corazón de la persona a la que amamos, sin embargo, decidimos guardar secretos y continuar hasta que un día no podemos con todo, entonces nuestros ojos tiran agua y nuestro corazón cae en pedazos. Es triste darme cuenta de que yo apenas te acaricio el alma. Dime si acaso tratas de jugar con mis sentimientos.

—De ninguna manera estoy jugando contigo. Te lo diré, solo ten paciencia.

«Seré un simple recuerdo y, cuando piense en mí, dirá que una vez hubo un rey que le escribió dulces palabras de amor», decía Dusan para sus adentros.

—Siempre es así, ¿verdad? El mayor dolor viene de quien tendría que protegerte.

—Las personas cometen errores graves. Aprenderás en la vida que la verdad duele y más viniendo de alguien a quien amas, y quizás sea necesario tal destrucción, para afrontar la realidad y así poder cambiar. Amamos a nuestra manera, tan dulce como nos es posible y nos entregamos por completo porque el amor no entiende de pedazos.

»Pero a veces el miedo llega a nuestro corazón y paraliza nuestros huesos. ¡Oh, qué infortunio si logra romperlos! Porque entonces, todo aquello que un día fue dulce, se tornará amargo, y si tus pulmones no han sangrado, sangrarán, porque cuando el miedo destruye un amor, llegan los recuerdos y el peso del vacío es demoledor y asfixiante a la vez. Te deja sin esperanza, sin alegría, sin las fuerzas para seguir respirando. Algunos dirían que el amor es un patético sentimiento que te arrastra y consume hasta depender del afecto y atención de la persona que amas para poder sobrevivir.

—¿Por qué me haces perder el tiempo y mis recursos? Dímelo ahora, solo una vez y jamás volveremos a tocar el tema, no podría soportar hablar de nuevo sobre eso.

 

—Está bien, te lo diré, quiero pedirte perdón por esto. Y pienso que solo te haré daño si continuamos juntos, no quiero herirte, así que, después de esto, solo termina conmigo —dijo Rianda mientras agachaba la cabeza. Sus labios temblaban, pero logró hablar, mientras lloraba profusamente—. Cuando tenía dieciocho años, me enamoré apasionadamente de alguien que no debía, aún me culpo severamente cada noche.

»Los sentimientos en mi mente no están claros, tú eres la razón por la que logré sobrevivir, pero mi estado es crítico, no es bueno para ti estar conmigo. Desearía decirte muchas cosas, pero nunca será suficiente, solo quiero que seas feliz, sigue adelante.

—Así que los sentimientos terminan.

—Las mariposas que nacieron con la idea de vivir para siempre son destruidas cuando los sentimientos se han ido, sus alas se rompen y el cosquilleo desaparece.

Los pajaritos ya no cantan canciones de alegría, el sol está radiante, pero hay nieve en sus corazones, es un invierno eterno bajo su piel. El cielo está claro, pero sobre sus cabezas hay tormentas. ¡Lo peor está por venir! Silba un pajarito, toma tu corazón y prepárate, porque lo peor está por venir.

—Abuelo, ¿si eres fuerte puedes ignorar el dolor?

—No hay alma, por fuerte que sea, que no derrame una lágrima cuando se despide de aquello que ama. Y entonces te quedas sentado, mientras ves caer tus lágrimas sobre tus húmedas mejillas, tus ojos son océanos irremediables y tratas de seguir como si tu espíritu no hubiese sido aplastado. Pero los recuerdos se quedan, el dolor se queda junto a la soledad y melancolía, que sacuden los restos de tu frágil corazón. Hasta que llega un momento donde has drenado tu sufrimiento y te preparas para un nuevo comienzo. A veces solo pasan los días, como si esperaras algo o alguien para que cambien tu vida.

Cuando Rianda le confesó al rey sus secretos, Dusan no supo cuáles eran las palabras correctas, sus venas se entumecieron, su garganta se apagó y al principio su reacción fue muy desagradable.

—¡No puedo creer que me ocultaras algo tan importante, siento que te burlaste de mí desde el principio! Ya no tengo deseos de escribirte palabras de amor. El deseo por besar tus labios ha desaparecido por completo.

»Hay algo que considero sagrado: la honestidad. Tú me ocultaste algo muy importante por mucho tiempo. Yo no sé si ahora pasaría tiempo contigo, porque ignoro lo que hay en tu corazón. Estoy profundamente decepcionado de ti.

—Lo que dices es muy hiriente —decía Rianda con el corazón desgarrado, estaba desconsolada y no podía mirarlo a los ojos.

Rianda solo cometió un error en su vida, y recordarlo la hacía sentir miserable. Fue una época donde los monstruos envenenaron su corazón.

—Contesta mis preguntas, hablaré con mis consejeros. Sé que confiarás en mí, solo permíteme exponer la situación, dime si hay algo más y tomaré una decisión.

A continuación, el rey le hizo una larga serie de preguntas específicas sobre su pasado. Dusan la amaba, quería intentar vivir con eso, solo necesitaba saber la verdad.

—No puedo hacerlo, ya no tengo más confianza en esta relación. Me siento en un interrogatorio.

—¡Pero ellos hablaban tan bonito!

—Aprenderás que las palabras conquistan, pero las acciones determinan la duración de tu conquista.

Rianda se sintió arrinconada y humillada por las expresiones del rey, quien juzgaría sus valores y hasta la más pequeña de sus acciones con un grupo de hombres por algo que sucedió hace muchos años y que ya se había arrepentido en lo más profundo del corazón.

—Represento una carga para tu corazón, no sé en qué estaba pensando, supongo que soy estúpida después de todo. —Así que Rianda decidió terminar la relación.

—Abuelo, ¿un hogar no es para siempre?

—Hay lugares donde te la pasas muy bien, pero te das cuenta de que debes dejarlo atrás. Porque al final, permanecer te hará más daño que partir. Todo se acaba, es mejor cuando estás preparado a que un día, sin previo aviso, la vida te lo arrebate sin poder decir adiós.

Dusan le suplicó que no lo hiciera, que no le importaba su pasado. Aunque en el fondo su corazón ya había decidido abandonarla. Y solo quería el cliché de haber terminado primero.

—¡Oh, por favor schatje, perdona mis palabras! Estoy seguro de que tu corazón aún me ama —dijo el rey con lágrimas mientras se aferraba a la mano de su amada.

—Estoy completamente drenada. No quieres que me quede por lastima, ¿verdad? Sería un monstruo si te permitiera tener la más mínima esperanza.

—Sé que te herí con mi reacción, pero nadie te prepara para algo así. Mi corazón languidece profundamente por el hecho de que te he lastimado con mis palabras.

—Prefiero fingir una tristeza que una falsa felicidad. Estoy perdida entre promesas y falsedades, entre recuerdos y emociones, impregnada de un amor desconocido que ahora debo expulsar de mi corazón.

Aunque Dusan intentó conquistar sus sentimientos, no lo consiguió, ningún vínculo fue suficiente. Rianda estaba aferrada a su decisión, y sería un corazón valiente que el rey jamás podría volver a sostener.

—Abuelo, ¿puedes amar con la esperanza de ser salvado?

—En ocasiones estamos tan destrozados que nos aferramos a la compañía de un corazón con la esperanza de un mañana mejor. Pero a veces solo encontramos sombras de amor.

—Me duele el alma y es un dolor tan profundo que podría dejarme ir…, pero necesito decirte esto para descansar por la eternidad. Para quedar libre de cualquier sentimiento que tengo por ti.

»Este será mi último Amor valiente. De esta manera, mi corazón se despide de ti oficialmente. Nuestro vínculo de amor ya no existe más.

Entre lágrimas y heridas, Dusan le escribió una carta que transmitía sus últimas palabras. Y en su corazón se hospedó una profunda melancolía. El mensaje que le envió decía:

«Abrázame antes de que llegue el invierno y de pronto la nieve esté sobre mí congelando mis huesos. Abrázame antes de que los árboles se hayan quebrado y el radiante verde del pasto se haya ido. Abrázame antes de que los cuervos devoren mis restos entre cardos y espinas.

Antes de que el cielo se duerma y llegue la lluvia con gotas sombrías sobre una añeja historia de amor, acompañada de un viento hostil que sacude los recuerdos. Mis manos se enfrían y mis ojos pierden el brillo con el que acostumbran mirar la vida. No tardes mucho, mi respiración se vuelve más lenta, comienzan a secarse mis pulmones.

Abrázame, porque mil inviernos se hospedarán en mi corazón y tendré lo que merezco. Solo abrázame una última vez, aferrándote como si aún creyeras y yo haré del final, mi nuevo amanecer»

—Abuelo, ¿existe vida después del amor?

—Amar se vuelve imposible cuando tu corazón está drenado. Hacia el final de los días, el polvo de las estrellas se habrá desvanecido. No habrá infierno del cual huir, solo fragmentos de travesías y momentos amargos. A la inminente llegada de un nuevo universo repleto de estrellas perdidas, planetas abandonados y raíces incomprendidas.

«Cuando te conocí pensé que me ibas a salvar, pero no hay duda de que serías tú quien me destruiría», decía Rianda en su corazón

—Hace frío en mi interior, a menudo hace frío, podría decirse que hay un invierno eterno bajo mi piel, donde se hospeda la soledad. Este será mi último adiós. Un final que sabía, pero fingí no saber.

— Abuelo, supongo que a veces amamos simplemente para no sentirnos solos.

— No tenemos miedo a estar solos. Tenemos miedo a sentirnos abandonados. —Después de eso, el alma del rey se apagó. Y se le escuchaba decir a su corazón:

«Eres un tulipán que vino a mi vida…, y se fue. Necesito un momento de profunda soledad para conversar con mis bestias internas. Puedo ver las llamas ascender, todos los miedos se han reunido, vienen a destruirme. Mi corazón está contaminado, hay oscuridad en mi alma y mi voluntad no es capaz de pelear.

Hay rasguños en los árboles, uno por uno mis huesos se deforman. ¿Puedes oír el ruido de mis huesos quebrarse? Es aterrador, no hay esperanza, las bestias me persiguen, han venido para ajustar cuentas del pasado. Las sombras me han adoptado como su hijo, ahora mi hogar está en el bosque. Mi identidad se ha transformado».

.

«El primer amor me rompió el corazón, el segundo destruyó mi alma».

8

LOS MIEDOS DE UN MONSTRUO


—Su recuerdo viene en forma de lluvia que sacude mis huesos y luego en forma de hojas secas que caen de los árboles en otoño. Para expulsarla, me sumerjo a las profundidades del océano asfixiando mi corazón y a las memorias que se aferran. Me adentro a las calderas del infierno para que el fuego consuma el dolor que dejó su partida… Pero siempre está acechando mis entrañas. Entonces comprendo que vivirá por siempre en mis recuerdos —dijo Dusan antes de convertirse en un monstruo.

Esta es la historia de una desgracia, lo siento, se va a poner muy feo.

Había una vez un monstruo que vivía en el bosque, carecía de amor propio, siempre estaba tirado entre las sombras y recuerdos abandonados. A pesar de su espeluznante figura, pasaba desapercibido, pues se había acostumbrado a ser invisible, no era más que un monstruo ordinario y nauseabundo. Se sentía solo en el mundo y se veía a sí mismo como una bestia fúnebre que lo había perdido todo en la vida.

Para flaquear su dolor, rasgaba la corteza de los árboles con sus afiladas y gruesas uñas. Todo lo que tocaba, lo destruía. Hasta su forma de llorar era abominable, cualquiera se decepcionaría al escuchar su llanto, eran como los gritos de un monstruo olvidado y profundamente herido que no sabía cómo hacer de su lamento algo menos brusco. Un monstruo que deseaba que sus ruidos fueran más dulces, para suavizar el dolor de su aplastado corazón.

Su piel era áspera con abundantes bellos enmarañados. Sus lágrimas eran como ácido que deshacía el corazón de los pajaritos que dormían pacíficamente en las faldas de los árboles, y al caminar, sin darse cuenta, sus pies destruían los pétalos de las flores más hermosas. Sus gritos eran como espinas al corazón, que se incrustaban hasta que la muerte te visitaba.

El monstruo apenas respiraba, sus ojos no habían brillado durante los últimos siete meses, su muerte era inminente.

—Abuelo, ¿un monstruo tiene miedos?

—Los monstruos también tienen monstruos atrapados en sus propias pesadillas. También sangran, tienen miedo de salir de la oscuridad porque están asustados y todo lo que conocen es dolor. Sus demonios pueden despertar y destruirlos, por eso se alimentan del miedo, es su única forma de sobrevivir.

Cuando el invierno llegó, estaba preparado para morir, pero en medio de la nieve contempló una hermosa flor de pétalos dorados más radiantes que cualquier tesoro. Era lo único genuino que el monstruo había visto en toda su vida, antes de morir decidió hablar con ella.

Las flores son portadoras de esperanza y los monstruos te hacen sentir miedo, así que él no hablaba el idioma de la flor. Dibujó en la nieve lo que sentía, sin importar que el frío congelara sus manos, porque el monstruo había encontrado en ella, una razón para vivir.

—Abuelo, el amor es una montaña rusa.

—Es verdad, hay momentos de euforia donde te sientes infinito y a veces solo quieres morir.

La flor encontró en el corazón de Dusan un cálido hogar. No le importó su aspecto, solo quería su alma dulce. Ella tenía un corazón valiente, solo esa flor tenía el coraje para enamorarse de un monstruo como él. Dusan hacía que la flor se sintiera amada y protegida.

—¿Un monstruo tiene derecho a ser feliz?

—Solo si tiene la osadía de salir de su escondite y permitirse una vida nueva, purificando su corazón, eso debería ser mandato oficial entre los monstruos.

—¿La felicidad de un monstruo es la pesadilla de alguien más?

—No, la felicidad de un monstruo es una bendición, pues marca el inicio de la restauración de un corazón que, hasta ahora, estaba perdido.

Pero el monstruo tenía miedos e inseguridades y en el fondo sabía que nunca podría estar con una flor tan hermosa como ella. Él no estaba a la altura de su elegancia, era algo escalofriante a su lado. El rey se veía a sí mismo como un niño inseguro que se había enamorado de una forma genuina. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, el monstruo no quería desaparecer, solo deseaba pasar el resto de sus días cuidando a la flor de su vida.

 

—Abuelo, ¿puedes tener miedo de ti mismo?

—Más de lo que te imaginas. Muchas veces el monstruo no está debajo de la cama o en el armario, sino frente al espejo.

Los ojos de Dusan te infundían la esperanza de que todo iba a estar bien. Pero en lo profundo de su corazón tenía miedo al compromiso, miedo de elegir a la reina equivocada. Y sabía que no estaba listo, pero la amó profundamente pensando que la flor podría salvarlo de su inminente destino. Ella quería un futuro junto al monstruo y, uno por uno, sus pétalos fueron cayendo, porque hizo el sufrimiento del monstruo como suyo.

El invierno mordía con furia en el bosque. Cada domingo el monstruo le transmitía a través de la nieve dulces palabras, era su tradición y la forma que tenía de expresarle que la amaría por la eternidad.

Con todo, los miedos del rey permanecían, y un día a la flor solo le quedó un pétalo. El monstruo se había vuelto más insensible y gruñón, pero ella lo seguía amando, sabía que la tristeza en su corazón lo había envenenado. La flor creía que podía curarlo y con su amor quitaría todo el sufrimiento que lo había convertido en un monstruo. No lo dejaría tirado en la nieve sangrando, así que decidió darle otra oportunidad y confió en las manos del monstruo su último pétalo.

Pero reacio a cambiar su corazón, el monstruo se aferró al sufrimiento y arrancó el último pétalo de su flor, dejándola perdida en medio de un hogar desconocido. El monstruo le rogó que le diera otra oportunidad, pero era demasiado tarde. La flor más hermosa, se había marchitado.

—¡Te odio, te odio, te odio…, desearía no haberte conocido! —dijo Dusan a su amada.

La flor se fue y el monstruo trató de grabar en los árboles dulces palabras de amor, como era su costumbre cada domingo, pero esta vez no pudo conquistarla de nuevo. Entonces el rey decía en su corazón: «Fue un amor dulce y genuino, pero también devastador y el origen de mi dolor inmaculado».

Cuando la flor le mostró su oscuridad, Dusan se desplomó al instante, ni siquiera tuvo fuerzas para arrojar los candelabros al suelo, su cuerpo se paralizó y en su rostro apareció una expresión de destrucción. Pero la amaba y su amor era más grande que cualquier cosa que hubiera hecho en el pasado, así que abrazó su oscuridad. Sin embargo, lo hizo demasiado tarde.

Rianda se despidió, pero el rey le hizo sufrir vergüenza, le daba tanta rabia que ella decidiera abandonarlo, a pesar de que ya la había perdonado en su corazón. Dusan se sumergió en una inmensa prisión, que se encontraba en lo más profundo de su alma. Se convirtió en un monstruo para silenciar sus recuerdos.

Los labios del rey eran puros, a diferencia de la flor a la que amaba, sus pétalos estaban corrompidos. Cuando su padre se accidentó, Rianda se dio cuenta de que había estado inmersa en medio de una vida disoluta, eso la destruía cada noche, pues cuando decidió dejar esa vida atrás, su mejor amigo ya no estaba. Pero juró delante de aquel hombre que ahora ocupaba el asiento de su padre, que lo haría sentir orgulloso. Y convirtió su corazón en un tesoro genuino de incalculable valor.

No puedes perder lo que amas y seguir siendo el mismo. Dusan era un hombre risueño, dulce y atractivo, pero sus miedos, complejos e inseguridades lo habían convertido en el peor de los monstruos, él era su peor enemigo.

Ahora el rey espera verla de nuevo en el bosque, ya no para tener su corazón, ahora será feliz si tiene, incluso, el placer de su compañía. Eso sería suficiente para sanar su aplastado corazón. Estaría siempre solo, hasta el final de los tiempos, siempre triste, por los demonios que dejó vivir en su interior.

Cuando un monstruo está perdido, sus lágrimas pesan tanto que su alma necesita expulsarlas para poder sobrevivir. Los ojos del monstruo jamás volvieron a brillar como cuando estaba con su flor.

«La odio con todas mis fuerzas y la amo profundamente», decía el rey para sus adentros.

—Abuelo, Dusan la odia realmente, ¿verdad?

—¡Oh! ¿cómo podría?... Si le dio los mejores momentos de su vida.

El monstruo vivía solo en el bosque tratando de olvidar las tragedias que golpearon su alma, y en su mirada fue extraído hasta el fragmento más pequeño de esperanza que alguna vez existió. Esperaba ver de nuevo a su flor, pero sabía que no tenía posibilidades. Entonces se le oyó decir a su corazón:

.

RECUERDO DE MIL INVIERNOS

«Mi corazón estará vacío por los inviernos venideros, hasta que mi dolor desaparezca y en mi mente ya no vea tu rostro cuando cierre los ojos. Dormiré durante los siguientes mil inviernos hasta que, en diciembre, los campos sean verdes, las flores vuelvan y su recuerdo se haya ido. Dormiré hasta que en mis sueños haya decidido volver a luchar.

De ahora en adelante, solo tendré sonrisas artificiales, mi vida será ordinaria. El lugar que ocupaste en mi corazón nadie podrá reemplazarlo. Mi espíritu permanecerá solo y mis labios se cubrirán de polvo, pues jamás serán usados. Te perteneceré durante los siguientes mil inviernos.

Siempre tendrás un lugar especial en mi corazón. Te llevaré siempre conmigo, aunque no estés aquí, aunque no pueda ver tus ojos, tomarte de la mano y escuchar tu respiración. No podré olvidarte, ni dormir en tus brazos, no tendré un hogar. Permaneceré lejos del ruido por mucho tiempo, no volveré a amar a nadie, no puedo, no tengo ganas de hacerlo.

Mil inviernos no serán suficientes para poder olvidarte. Lloraré todos los días durante los siguientes mil inviernos hasta que tu recuerdo se haya ido y pueda pensar en algo más que no seas tu, schatje.

No escribiré dulces versos de amor jamás. Esos tiempos mágicos solo fueron diseñados para ti. A partir de ahora, daré las migajas que sobraron. A nadie más le daré mi corazón como te lo entregué a ti, hermosa flor del océano. Mi alma ahora necesita un tiempo para florecer, un tiempo de mil primaveras».

—¿El rey dejará de ser un monstruo, abuelo?

—El tiempo cura las cosas por que hace que te dejen de importar, el tiempo te obliga a ser consciente de que algunas cosas jamás volverán a ser lo mismo. Está en las manos del rey arreglar su futuro.

«Y heme aquí, en la necesidad de soñar pesadillas para poder conciliar el sueño. Ahora busco la muerte a través de un dulce recuerdo» —decía el monstruo en su corazón.

—Abuelo, ¿cómo definirías los recuerdos?

—Los recuerdos son pedazos de algo que ya no existe, pero sigue haciendo sangrar a nuestro corazón. Son como piedras, puedes ocultarlas entre la arena, pero cuando la marea sacuda la orilla, los recuerdos seguirán allí.

»Algunos dicen que los recuerdos son polvo de estrellas que despierta mariposas traviesas en tu interior, llevándote hacia un lugar rosado con arcoíris y nubes de colores al que entras pensando que la visa será para siempre, pero te engañaron. Hay reglas de caramelo y, si cruzas la aduana del algodón de azúcar, todos los chocolates caerán del cielo y aplastarán tu corazón, en un sufrimiento que secará tus pulmones, hará que tus ojos sean un océano de lágrimas y romperá tus huesos hasta que te asegures de que no quieras un dulce de nuevo…, pero volverás.

El monstruo sollozaba al viento y a cualquiera que al pasar escuchara, exclamaba lo que a su agitado corazón envenenaba, un amor añejo que le impedía volver a sonreír.

—Abuelo, ¿cómo te conviertes en un monstruo?

—Cuando sientes placer en la oscuridad y no hay luz que pueda limpiar tu alma. Cuando haces un pacto con tus miedos y les das un hogar, destruyendo lo que un día juraste proteger.

El monstruo estaba tan concentrado en sus propios miedos e inseguridades que no pudo ver la verdad de su flor. Ella tenía un corazón frágil porque había perdido a su padre y a su hermano tiempo atrás, sentía la muerte y una profunda agonía, pero el monstruo no pensó en el dolor de la flor, no pudo con este amor de leyenda y por eso la perdió, por no decir las palabras correctas en el momento correcto. ¿De qué sirve tener valor para decir «te amo» si te faltará coraje para demostrarlo? ¿De qué sirve cruzar océanos y montañas de hielo, si en el último momento, una pizca de miedo arrebatará tus sueños?