Un viaje en el tiempo

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21 de enero

Perdónalos a todos

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9, RVR 95).

¿Alguna vez hiciste algo muy malo y sabías que no lo podrías esconder? ¿Sabías que, cuando tus padres o tu maestro o la policía se enteraran, ibas a ser castigado? Deseabas no haberlo hecho pero, más aun, deseabas que te perdonaran porque sabías que, si te daban otra oportunidad, no volverías a hacer algo así.

En este día de enero de 1977, los evasores de la guerra de Vietnam recibieron ese regalo. El presidente Jimmy Carter perdonó a miles de ellos por esconderse para evitar ir a luchar en la guerra de Vietnam. Por supuesto, eludir el reclutamiento militar es un delito, y los que fueran descubiertos serían encarcelados. Por eso, muchos de ellos habían huido del país. Algunos se fueron a Canadá; y otros, a Europa.

La guerra de Vietnam fue una de las peores guerras de la historia de los Estados Unidos. ¿Por qué? ¿Porque más de 50.000 soldados murieron en la guerra? Sí. ¿Porque se prolongó durante casi veinte años sin un final real a la vista? Sí. ¿Porque fue una guerra muy impopular, con miles de protestas por la decisión de enviar a jóvenes al peligro? ¿Porque no había un plan claro sobre cómo completar la misión y ganar la guerra? Sí, y sí.

Así que, por todo esto, y a pesar de que muchos políticos no creían que los que habían evadido el reclutamiento debían ser perdonados, el presidente Carter lo hizo de todos modos.

Y eso es exactamente lo que Jesús ha hecho por ti y por mí. Somos pecadores y no merecemos ser perdonados; pero, su sacrificio en el Calvario le da a Cristo el derecho a perdonarnos de todos modos. Y hace algo aun más increíble: promete darnos una corona de vida eterna. ¡Sublime gracia del Señor!

22 de enero

Roe versus Wade

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6, RVR).

Los bebés son las criaturas más preciosas de toda la creación de Dios. Nacen con mucho dolor, son totalmente indefensos, y hacen que nuestros días estén increíblemente ocupados y también nuestras noches; y sin embargo, los amamos con la ternura que Dios pone en nuestros cálidos corazones. Los pequeños ojos que nos miran mientras comen; el aroma de su piel suave; su quejido cuando tienen hambre; su llanto penoso cuando tienen miedo o se sienten solos; todo hace que siempre tengamos presente a esa frágil criatura que llamamos bebé.

Desgraciadamente, las vidas que Dios regala tan milagrosamente se apagan, a menudo, mucho antes de tiempo. A esto lo llamamos aborto, y debe causar un dolor inconmensurable a nuestro Padre celestial.

El 22 de enero de 1973, al fallar en el caso Roe vs. Wade, la Corte Suprema de los Estados Unidos tomó la decisión de que el aborto era legal. ¡Qué tragedia! Desde entonces hasta el momento en que escribo esta lectura devocional, se estima que los médicos estadounidenses han realizado casi 60 millones de abortos. Eso significa, aproximadamente, 1,3 millones al año o 3.500 por día. El 86 % de las mujeres que abortan son solteras y el 10 % son adolescentes. Lamentablemente, cerca del 30 % de los abortos se los realizan mujeres que ganan menos de 15.000 dólares al año. Lo más probable es que, en muchos casos, no puedan permitirse visitas regulares a un médico que les ayude a cuidar de su bebé por nacer. Pero una de las estadísticas más tristes es que más del 90 % de los abortos se producen por razones sociales: se verá mal que la familia acepte al bebé, cuidar al bebé requerirá demasiado tiempo, la joven no quiere renunciar a su carrera, etc.

Es increíble que, en un país que dice valorar tanto la vida, se permita que ocurra esto y que no se defienda a los bebés no nacidos. En tiempos pasados, las muertes infantiles eran un hecho común. Todavía en 1900, uno de cada cuatro bebés moría por complicaciones en el parto, o por una infección durante o después del parto. Y luego, antes de que los niños alcanzaran los diez años, uno de cada cuatro moría por enfermedades fatales de la época. Hoy esas cifras son mucho, mucho más bajas. Ahora solo uno de cada cien bebés muere al nacer. Pero, aquí estamos, hablando de una nación próspera y médicamente desarrollada, que ha reducido la tasa de mortalidad de bebés de veinticinco a uno cada cien y, sin embargo, la muerte por aborto inducido es más común que nunca.

Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Él es nuestra única fuente de esperanza y paz en este mundo pecador. ¿Por qué no te comprometes hoy a proteger el carácter sagrado de la vida humana?

23 de enero

Lo antiguo y lo nuevo

“Grande es Jehová y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. ¡Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra es el monte Sion, a los lados del norte! ¡La ciudad del gran Rey!” (Salmo 48:1, 2, RVR 95).

La historia de Jerusalén es a la vez gloriosa y trágica. Ha sido destruida dos veces, asediada 23, atacada 52, y capturada y reconquistada 44 veces. Hace más de 4.000 años, Abraham visitó la ciudad de Jerusalén y a su rey, Melquisedec. El nombre de la ciudad en aquella época era Salem. Luego, unos mil años más tarde, David conquistó la misma ciudad pero, para entonces, su nombre había sido cambiado a Jebús. David pensó que sería un gran lugar para establecer la capital de la nación de Judá, y así lo hizo cuando se convirtió en rey.

Habían transcurrido 400 años desde entonces cuando la capital fue destruida por el rey Nabucodonosor, de Babilonia. Cuando los judíos regresaron del cautiverio babilónico unos años después, fue reconstruida; y esa fue la misma ciudad por la que Jesús caminó y en la que predicó. En el año 70 d.C., las tensiones entre los judíos y los romanos habían llegado a su punto álgido, lo que provocó que toda la ira de los césares descendiera sobre ese torturado lugar. El general romano Tito y su ejército arrasaron Jerusalén, esparciendo incluso las piedras del templo, y así se cumplió la predicción de Jesús.

La ciudad fue reconstruida durante los siguientes 60 años; y llegó a ser, alternadamente, el hogar de judíos, de romanos y de cristianos. La época medieval trajo consigo las cruzadas y, por 150 años, guerreros cristianos de toda Europa intentaron recuperar la ciudad santa de la ocupación musulmana.

A principios del siglo XX, las Naciones Unidas le entregaron a Gran Bretaña el territorio palestino para que lo administrara. En 1948, luego de la Segunda Guerra Mundial, se decidió dividirlo en dos Estados independientes (uno árabe y uno judío). Aunque los árabes decidieron ocupar la mayor parte de Jerusalén, en este día de 1950, la ciudad se convirtió en capital del Estado de Israel. Desde entonces, la asediada Jerusalén ha sido un constante campo de batalla entre judíos y árabes.

Jerusalén nunca más será el hogar de la iglesia oficial de Dios, pero se acerca el día en que la Nueva Jerusalén será nuestro hogar. Cuando Jesús, con su ejército de ángeles, regrese para liberar a sus seguidores, los llevará a vivir con él en esa ciudad de mansiones, donde puertas de perla se abren frente a calles de oro y el río de la vida fluye desde el trono de Dios. ¿Por qué no haces hoy mismo tu reserva para poder estar allá?

24 de enero

Oro en las colinas

“Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan” (Mateo 6:20, RVR 95).

El 24 de enero de 1848, se descubrió oro en Coloma, California. Una gran cantidad de oro. El lugar se llamaba Sutter’s Mill, y el descubrimiento ganó su lugar en los libros de historia como uno de los eventos extraordinarios en la historia estadounidense no solo porque se encontró oro, sino por la cantidad de gente que viajó desde todo el mundo para llegar allí.

La noticia del hallazgo corrió como la pólvora. Hombres, mujeres y niños de toda América cruzaron al continente salvaje en caravanas. Otros, procedentes de la costa este, de Europa e incluso de lugares tan lejanos como Australia, llegaron en barcos de vela por mar, a menudo luego de enfrentarse a dificultades increíbles. Para 1849, decenas de miles de “49ers” habían llegado para reclamar sus tierras, y buscar el metal amarillo entre las rocas de los arroyos y los cauces de los ríos. Antes de que la aventura terminara, se calcula que 300 millones de personas habían probado su suerte en la extracción de oro. Se encontraron miles de millones de dólares en oro. Unos pocos se hicieron muy ricos, pero a la mayoría no les fue tan bien. Aunque invirtieron todo lo que tenían, y sacrificaron su tiempo y la seguridad de sus familias, muchos terminaron desistiendo. Algunos se quedaron a cultivar la tierra o a ganarse la vida en los pueblos que habían surgido alrededor de Sutter’s Mill. Otros volvieron a casa con poco más que decepción en sus bolsillos.

Fue la fiebre del oro la que atrajo a la gente a la costa oeste y ayudó a California a convertirse en un estado. Hoy en día, California es el mayor estado en términos de población, y el tercero en superficie. También es conocido por su capacidad de hacer dinero. Desde la agricultura hasta la industria informática y el turismo, cuenta con más ingresos que cualquiera de los cincuenta estados de los Estados Unidos. Si California fuera un país propio, tendría el décimo producto interno bruto del mundo.

 

¿Habrías renunciado a todo lo que tenías por la promesa del oro en Sutter’s Mill? Y ¿si la inversión estuviera garantizada? Hay buenas noticias para todos los que esperan esa bonanza. Dios ha prometido que, si nos proponemos conocerlo, recibiremos una fabulosa recompensa más allá de la imaginación: calles de oro puro y alegría ininterrumpida. Y mejor aun: la eternidad en la compañía del Dios que preferiría perderse los tesoros él mismo antes que permitir que seas tú quien pierda.

25 de enero

El primer trasplante de mano

“Y todo lo que te venga a la mano, hazlo contodo empeño” (Eclesiastés 9:10, NVI).

¿Te imaginas vivir sin tus manos? Piensa en todas las cosas que serían difíciles de hacer: atarse los cordones de las zapatillas, servirse un plato de cereal, aplaudir después de una actuación musical. Y si perdieras las manos, ¿qué estarías dispuesto a hacer para conseguir unas nuevas?

Matthew Scott de Absecon, Nueva Jersey, Estados Unidos, lo sabe muy bien. En 1995, Matthew tuvo un accidente con un cohete y perdió el uso de su mano y, durante cuatro años, usó un brazo protético. Entonces, el 25 de enero de 1999, el doctor Warren Breidenback y un equipo de cirujanos de Louisville, Kentucky, hicieron el primer trasplante de mano con éxito del mundo. Utilizando una mano, una muñeca y una parte del antebrazo de un donante, los médicos las fijaron al hueso del brazo de David con placas metálicas, y conectaron nervios y arterias con pequeños puntos de sutura. La operación duró unas agotadoras quince horas, pero entonces, milagro de los milagros, Matthew volvió a tener una mano. ¡Es increíble!

La mano humana es una de las herramientas más increíbles de toda la creación de Dios. Hecha de hueso, músculo y piel, es una maravilla. Una mano puede dibujar círculos en la arena, trazar constelaciones en el cielo nocturno y dirigir el tráfico. Puede llamar a un amigo o señalar acusadoramente a un enemigo. Una mano puede enhebrar una aguja, romper un huevo, pasar las páginas de este libro y doblar clavos. Manos hábiles pueden tocar un piano de cola, pintar una obra maestra, o realizar una operación quirúrgica como lo hicieron el doctor Breidenback y su equipo de cirujanos. Las manos pueden refrescar una frente febril o quitar una vida. Pueden acariciar a un bebé, hacer una escultura, atrapar un balón de fútbol, escribir un trabajo de investigación, firmar un documento y orar.

Caín utilizó sus manos para matar a su hermano. Abraham usó las suyas para dar la bienvenida a desconocidos que resultaron ser ángeles. Moisés utilizó sus manos para librar a los israelitas de la esclavitud en Egipto. El rey Saúl usó las suyas para arrojar una lanza a David con rabia demoníaca. David utilizó sus manos para acariciar el rostro de la esposa de otro hombre. Daniel usó las suyas para orar, incluso bajo pena de muerte. Jonás utilizó sus manos para limpiar la grasa de ballena de su cara. María usó las suyas para mecer a su bebé hasta que se durmiera. Y Jesús...

Jesús usó sus manos para sanar y salvar a un ciego, a un leproso, a una prostituta avergonzada, a un muerto y a todo el mundo, cuando permitió que claváramos esas mismas manos en una cruz. ¿Cómo vas a usar tus manos hoy?

26 de enero

Seguro de niñera

“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9, NVI).

El 26 de enero de 1950, se vendió en Saint Louis, Misuri, Estados Unidos, la primera póliza de seguro para niñeras de la que se tiene constancia. ¿Puedes creerlo? Contratar una póliza de este tipo hoy en día podría tener sentido con todas las demandas que se presentan en los tribunales, pero ¡en 1950! En aquella época, había muchísimas niñeras y los padres se preocupaban más por los presos de la cárcel del condado que por si su niñera era o no una delincuente. La American Associated Insurance Company ofreció esta póliza, en la que las niñeras tenían una fianza de hasta 2.500 dólares por fraude y deshonestidad. ¡Vaya! Debía de haber niñeras muy sospechosas (o padres muy paranoicos) en esos lugares. Evidentemente, había padres que sentían que necesitaban protección contra una ladrona o estafadora –en el mejor de los casos– que se hacía pasar por niñera.

Hoy en día, se puede contratar un seguro para el automóvil, la casa, la moto e incluso para mascotas. También hay seguros dentales, para cultivos, para tarjetas de crédito y para ciertos negocios. Se puede asegurar piezas mecánicas de vehículos, teléfonos e incluso para partes del cuerpo. Los mariscales de campo aseguran sus brazos; los cantantes de pop aseguran su voz; los modelos, su rostro y figura; y las niñeras, probablemente, ya no pueden permitirse ejercer su oficio sin un seguro.

Jesús vino a esta tierra sin ningún tipo de póliza de seguro. Nació en el seno de una familia pobre, en una ciudad desconocida y plagada de delincuencia. Su oficio, que implicaba hacer trabajo manual, era una ocupación en la que muchos habían perdido dedos o sufrido otras heridas. Recorrió diariamente terrenos traicioneros, dando su vida en servicio sin esperar nada a cambio. Fue acusado de crímenes que no cometió, fue crucificado por sus propios compatriotas y su cuerpo fue enterrado en una tumba prestada. Corrió verdaderos riesgos al venir aquí y no pidió ninguna garantía por parte de los que vino a redimir. Al morir por nosotros, nos ofreció un seguro contra la última calamidad: la separación eterna de él en una tumba permanente. Si firmamos esta póliza, él ha prometido ayudarnos a incorporar el perdón limpiador que ya compró para nosotros. ¿Cuánto cuesta esta póliza? Todo. Pero él ya ha cubierto ese costo. Todo lo que tienes que hacer es firmar en la línea punteada.

27 de enero

Locomotora gigante

“No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, diceel Señor de los Ejércitos Celestiales” (Zacarías 4:6, NTV).

¿Te imaginas una locomotora de 45 metros de largo? ¡Vaya! ¡Eso es la mitad de la longitud de un campo de fútbol! ¿Por qué necesitaría alguien una locomotora de ese tamaño? El 27 de enero de 1948, la General Electric Company de Erie, Pensilvania, Estados Unidos, construyó la mayor locomotora del mundo que jamás haya circulado por una vía férrea. Pesaba 454 millones de kilos (454.000 toneladas), tenía 16 ejes motrices y contaba con motores eléctricos de 6.800 caballos. La gigantesca locomotora trabajó por primera vez para la Virginia Railway Company, arrastrando trenes cargados de carbón por las montañas de Virginia Occidental. La subida a las montañas era larga y dura, por lo que el ferrocarril consideró que necesitaba toda la ayuda posible.

Las locomotoras solían impulsar el sistema de transporte en los Estados Unidos, tanto de productos como de pasajeros. Desde los primeros tiempos, las locomotoras se utilizaban para transportar el ganado a los mercados de Kansas City; el carbón, a las fábricas de los Grandes Lagos; y los pasajeros, a través de la Divisoria Continental. Hubo locomotoras de vapor, eléctricas y diésel. Hoy en día, las locomotoras diésel siguen siendo unas de las máquinas más eficientes del mundo. Por el combustible que utilizan, pueden transportar más peso durante mayores distancias a menor costo que casi cualquier otro medio de transporte. Desgraciadamente, los trenes actuales han sido dejados de lado en gran parte de los Estados Unidos, y están inactivos y en silencio en los patios de maniobras. Los camiones ya hacen una gran parte del trabajo pesado, y los aviones llevan a la gente de un lado a otro en a penas unas horas. Los trenes siguen siendo mucho más baratos, pero los camiones y los aviones dan trabajo a más gente.

En esta vida, hay muchas montañas que atravesar y, a veces, el viaje de subida es largo y duro. A veces, cada día es una larga y dura subida. Mientras contemplas la rocosa ladera de la montaña a la que te enfrentas, puede que sacudas la cabeza y pienses que es imposible escalarla. Tal vez, estás desanimado por un examen de matemáticas que se avecina y sientes que no podrás aprobarlo. Quizá, tu hermano menor te está volviendo loco. Tal vez, piensas que tus padres no te entienden. ¿De dónde puedes sacar el poder para conquistar estas pendientes? Buenas noticias. Mira hacia arriba, no a la montaña que tienes delante, sino más allá. Si miras con sinceridad, encontrarás el poder del Dios que tiene más fuerza que cualquier locomotora. Sigue pidiéndole que te dé su poder, y te encontrarás en la cima de tu montaña.

28 de enero

Desastre en el transbordador espacial

“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ‘¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?’ ” (Salmo 8:3, 4, NVI).

Un día como hoy, en 1986, el transbordador espacial Challenger explotó a los 73 segundos de su despegue y cayó en llamas frente a la costa de Florida. Fue el peor desastre espacial de la historia. Murieron los seis astronautas a bordo: Michael Smith, Ronald McNair, Francis Scobee, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis y Judith Resnik. Además, también falleció Christa McAuliffe, una profesora de Nueva Hampshire que había ganado un concurso para convertirse en la primera ciudadana común en volar al espacio. La mañana del lanzamiento había sido fría, tanto que las juntas tóricas de los propulsores de combustible sólido del transbordador se rompieron, y eso permitió la salida de gases explosivos.

¡Qué tragedia para la tripulación y sus familias! Y también para el programa espacial. Ya era bastante difícil recaudar dinero para financiar la investigación y la exploración del espacio, pero un desastre como este podría haber paralizado, o incluso cerrado definitivamente, el programa. Algunos pensaron que la tragedia era el resultado de ignorar lo obvio: estamos destinados a vivir en la Tierra, y no en el espacio exterior. Según ellos, si se ampliaban los límites de la exploración espacial, solo se producirían más desastres. Pero prevalecieron las personas con pensamientos opuestos a este y, tras un tiempo de luto, el programa espacial de los Estados Unidos volvió a ponerse en marcha. La mayoría llegamos a creer que las vidas de esas queridas personas no fueron sacrificadas en vano. Desde entonces, la NASA completó 110 misiones, casi todas exitosas. Y desde el comienzo del programa, en 1981, hasta su cierre, en 2011, lanzó 135 misiones.

Dios amaba a cada uno de esos astronautas. Se acordó de ellos, como dijo David, y se acuerda de nosotros, sin importar la cantidad de cosas malas que nos pasen. Un día muy cercano, Cristo nos llevará a todos en un viaje por el espacio, pasando por estrellas brillantes y planetas anillados, hasta nuestro hogar celestial. Cuando los desechos espaciales, el polvo lunar y los cometas pasen por delante de nosotros, no tendremos que preocuparnos ni un poco por las juntas tóricas agrietadas, los pernos sueltos o los cables defectuosos. Ni siquiera necesitaremos trajes espaciales con suministro de oxígeno. Volaremos con el Creador del universo, el Iniciador de la vida. El mismo Creador que nos guiará a través de las constelaciones está atento a ti en este mismo día, en este mismo momento. Está pensando en ti. Aunque ahora no puedas verlo, una gran sonrisa se dibuja en su rostro al darse cuenta de que tú también piensas en él.

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