El Pastor hacedor de discípulos

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Lo primero fue sembrar una iglesia. En junio de 1984 dejé una iglesia establecida e inicié una en San Diego, California. Mi motivación era ver si instalando el ministerio de hacer discípulos en el corazón de la iglesia, esto funcionaría. Hacerlo requiere de tres cosas:

1 El pastor tiene que poseer claras convicciones acerca de hacer discípulos y declararlo desde el púlpito como la prioridad principal.

2 La filosofía y sus objetivos tienen que ser publicados en la literatura de la iglesia y colocarlo en la constitución como criterio para medir el éxito.

3 La filosofía de hacer discípulos tiene que ser trabajada a nivel del liderazgo de la iglesia. El pastor y los líderes tienen que ser ellos mismos eficaces hacedores de discípulos.

Yo quise que estos principios fueran la base del trabajo y Dios ha bendecido estas prioridades debido a que son las suyas. Hoy la iglesia está creciendo saludablemente y muchos ministros han surgido muy emocionados. De la plantación de la iglesia nació la segunda acción importante, que fue la de reclutar a otros pastores y plantar más iglesias. No quise plantarlas sólo por hacerlo. Quise plantar iglesias que compartieran la misma filosofía de hacer discípulos, que se reprodujeran, que produjeran también un producto saludable y se multiplicaran por todo el mundo. Por lo tanto, nos dimos a la tarea de reclutar hombres que compartieran nuestro pensamiento. Ellos consiguieron el apoyo financiero y nos juntamos en San Diego. Rápidamente aprendí que hasta tanto estos hombres estuvieran de acuerdo con la filosofía, así como otros pastores, ellos no sabrían cómo implementarla. Ellos hicieron las mismas preguntas que obtuve a través de las llamadas telefónicas y las cartas.

Como resultado, desarrollamos un centro que entrenaría a los pastores directamente en sus lugares de trabajo. Empezamos el grupo con diez personas, compuesto por pastores locales y nuestros reclutas. El ambiente de entrenamiento ha sido dinámico y desafiante y enseñar a los pastores en el trabajo, ha exigido toda mi habilidad y aún más. En el futuro, nos gustaría exportar el concepto del centro de entrenamiento para facilitar la plantación de iglesias hacedoras de discípulos en otras regiones.

El entrenamiento es tan valioso para los pastores que la tercera acción fue inevitable. Usted está leyendo el tercer paso, el libro de El Pastor Hacedor de Discípulos. El objetivo de este libro es darles a los pastores la base filosófica y el modelo con el cual ellos pueden implementar el hacer discípulos en sus iglesias. Esta no es la única manera, pero fue la forma como nosotros lo hicimos.

He construido el modelo alrededor de los métodos de entrenamiento utilizados por Jesús. En el Capítulo 9, “Haciendo que Funcione en la Iglesia Local,” llevaremos al lector a través del modelo de cuatro fases que intenta aplicar sus métodos de entrenamiento en la iglesia. La explicación más completa se puede encontrar en mi primer libro, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos. El modelo muestra cómo las fases principales del entrenamiento de Cristo pueden obrar junto con los modelos comunes que ya existen en la mayoría de las iglesias. Mi experiencia en enseñarles a otros cómo discipular en la iglesia me ha mostrado que esto requiere dos cosas: El pastor debe tener un sistema de pensamiento y profundas convicciones relacionadas con él; y necesita un modelo, una plantilla de trabajo, un medio para aplicar su filosofía. Este es el propósito del modelo.

Estoy perfectamente convencido de que Dios quiere que el hacer discípulos sea el corazón del ministerio de la iglesia local. Mi experiencia con pastores confirma que muchos de ellos están de acuerdo. Yo no presento un modelo o medio para edificar una iglesia culturalmente exitosa, ni tampoco puedo garantizar que esta clase de enseñanza le dará a usted una iglesia grande. De hecho, le doy buenas razones para creer que, en los pasos iniciales, esta filosofía retrasará su crecimiento numérico. Estoy proponiendo los principios que Dios aprecia en su pueblo y en su Iglesia. Le aseguro que cuando la iglesia le de prioridad a estos principios y los pastores retomen su papel como hacedores de discípulos, la iglesia será saludable y le dará toda la honra a Dios. Así que me dirijo a ese 95% de pastores hambrientos de ayuda que deseen edificar cristianos saludables, dinámicos y obedientes que sólo las iglesias pueden producir.

Existen dos razones importantes que nos impulsan a colocar el hacer discípulos en el corazón de la iglesia. La primera, es la necesidad que se ve en la condición de la iglesia; su debilidad es un mandato para tomar acciones correctivas. La segunda, es que los pastores han expresado firmemente que ellos quieren tomar acciones correctivas y colocar el hacer discípulos en el corazón de la iglesia local. Ellos están buscando un medio y un modelo. Este libro intenta darles ambos. Pero antes de seguir adelante, vamos a considerar algunos obstáculos.

Notas

1 Elton Trueblood, The Best of Elton Trueblood: An Anthology (Nashville, Tenn.: Impact Books, 1979), 34.

2 Gallup poll.

3 Elton Trueblood, “A Time of Holy Dissatisfaction,” Leadership Journal (Invierno, 1983), 19.

4 Ibid

5 George Barna, Vital Signs: Emerging Social Trenes and the Future of American Christianity (Westchester, Ill.: Crossway Books, 1984). Itálicas agregadas.

6 Os Guinness, Gravediggers File (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity Press, 1983), 233.

7 Francis Schaeffer, The Great Evangelical Disaster (Westchester, Ill.: Crossway Books, 1983).

8 Dr. Kenneth Kantzer, Christianity Today (Noviembre, 1983)

Capítulo 2

El Conflicto

El Costo de Hacer Discípulos y las Fuerzas que se Oponen al Discipulado

“Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.””

Lucas 14:28-30

Hacer discípulos requiere más fe que cualquier otra tarea dentro de la iglesia. Ésta ha sido y es la máxima prioridad para Dios, pero también la de Satanás ha sido evitarla a toda costa. Ninguna labor del siervo de Dios crea más resistencia que la de hacer discípulos.

Por esto, las palabras de Jesús que encabezan este capítulo son el compromiso inicial para el pastor hacedor de discípulos. Más que en la mayoría de las situaciones, hay una gran tentación a renunciar antes de acabar. Jesús dice que a menos que cuente con un plan para acabar, renuncie antes de empezar. La naturaleza de Su obra requiere un ministerio a largo plazo, por lo que el enemigo golpea el talón de Aquiles del pastor: la impaciencia y el deseo de obtener resultados inmediatos. La exhortación a incluir el costo es una medicina contra el desánimo y una razón para seguir. Pero como un escorpión, tiene un aguijón en su cola. Antes de que usted empiece a hacer discípulos en la iglesia, calcule el costo; no empiece a menos que piense terminar, pues de lo contrario, experimentará el aguijón de haber hecho el ridículo. Muchos estudios muestran que el promedio de duración del pastorado está entre tres y cuatro años. Con tanto para empezar y tan poco para terminar, no debería sorprendernos que nuestro producto sea débil. El espectro de empezar y no terminar es lo que más obsesiona al hacedor de discípulos, debido a que el final puede ser medido.

Hacer discípulos se caracteriza por ser un ministerio intencionado, medible y claramente comunicado. Los beneficios sólo se tienen cuando el ministerio ha alcanzado la madurez, después de un período mínimo de cinco años. Los estudios revelan que los años más productivos del pastorado están entre los cuatro y los siete años, pero hacer discípulos toma más tiempo; los resultados son lentos y su validez requiere un trabajo a largo plazo.

Ir y hacer discípulos enfrenta muchas fuerzas que batallan en su contra. En teoría, hacer discípulos es algo popular debido a que promete un producto de calidad que honra a Dios. Sin embargo, en la práctica, esto requiere el tiempo, la dedicación y la paciencia que la mayoría de los pastores encuentran bastante difícil. Consideraré los conflictos que surgirán al poner en el corazón de la iglesia la tarea de hacer discípulos y hablaré de por qué el pastor hacedor de discípulos tiene que estar totalmente entregado a su trabajo. Ser un pastor hacedor de discípulos es el trabajo más difícil en la iglesia.

La Iglesia Liberal

“La teología liberal empezó en los seminarios y se abrió paso entre el liderazgo denominacional, luego entre los pastores y finalmente llegó a la membresía de la iglesia.”

La iglesia liberal es un producto de la teología liberal. Primero vino el rompimiento de la verdad absoluta basada en las Escrituras, quedando una base racional y humanista. La naturaleza pluralista de esta base fluctuante redefinió el evangelio como una agenda social. Este se dedicó a resolver las causas sistemáticas de la pobreza, el hambre, el racismo y así sucesivamente.

 

Oponiéndose abiertamente ante la clara evidencia, el liberalismo hoy continúa insistiendo en que la naturaleza del hombre es básicamente buena y que un mejor ambiente y desarrollo nos llevará a una mejor calidad de vida. El sentido común nos dice claramente que esto es totalmente falso.

La iglesia liberal quiso cambiar al mundo con la falacia de que la clave era enfocarse directamente en los temas sociales, sumergiéndose precipitadamente en la carrera armamentista, los derechos civiles y la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo. Aunque las necesidades eran reales y los temas válidos, ellos lo abordaron en forma equivocada, priorizando la labor externa de la iglesia sobre la agenda básica y escritural al interior de la iglesia.

En 1966, el Consejo Mundial de Iglesias adoptó como lema, “Deje que la iglesia sea la iglesia.” ¿Qué significaba este buen lema? Significaba que el consejo cambió su lema de 1986: “El mundo establece la agenda de la iglesia.” Este terrible lema representa el deterioro y el ocaso de la iglesia liberal.

La verdad es que entre más trate la iglesia de cambiar al mundo, los cambios mundiales cambian a la iglesia que ha escapado de la iglesia liberal. La iglesia es para que esté en el mundo, no para ser del mundo. La iglesia es como un bote: está hecho para estar en el agua y no el agua dentro de él. La iglesia liberal tomó demasiada agua y cuando se dieron cuenta, se estaban hundiendo y no tuvieron suficientes manos y baldes para salir del apuro.

Aprendamos de los errores de la iglesia liberal. La iglesia influencia mejor al mundo siendo la iglesia. Richard Neuhaus agrega el ingrediente necesario ignorado por los liberales: “La clave para el compromiso de la iglesia con el mundo es el compromiso de la iglesia con Dios.” El compromiso con Dios es todo lo que necesita la iglesia. La razón por la cual la iglesia no ha cambiado al mundo no es sólo debido a la guerra con el mundo, la carne y el demonio. La culpa recae sobre los buenos hombres también, pues la iglesia evangélica ha fallado en obtener un producto saludable. Mientras que la iglesia liberal ha dejado por fuera los mandatos bíblicos de hacer discípulos y evangelizar al mundo, los evangélicos han desobedecido los mandatos por negligencia, exceso de trabajo en las iglesias y la práctica de un “cristianismo barato,” prometiendo bastante y requiriendo poco.

Hacer discípulos en las iglesias liberales presenta algunos problemas especiales que no existen en las iglesias evangélicas. En estas últimas, el tema no es si la evangelización, el estudio bíblico y la misión para el mundo tienen que ser llevadas a cabo, sino qué métodos deberían ser usados para ello. La iglesia liberal batalla sobre si estas cosas deben hacerse. El pastor hacedor de discípulos que se encuentre sirviendo en una iglesia liberal, libra batallas tanto teológicas como metodológicas.

El costo en la iglesia liberal es extremadamente alto. Para una institución religiosa que ha abandonado su razón de existir, es muy difícil obedecer la Gran Comisión. Cualquier persona que se aventure en ello, debe calcular el costo cuidadosamente y seguir bajo su propio riesgo.

Concepciones Equivocadas Acerca del Discipulado

El término discipulado se ha convertido en un término evangélico de última moda. Muchos piensan acerca del discipulado como si les tocara volverse serios acerca de Cristo, pero muchos lo resisten porque entienden lo que realmente significa volverse serios. Ellos piensan en llevar una vida muy limitada a la memorización de las Escrituras, en medios días en oración, en estudios analíticos de la Biblia, en la evangelización puerta a puerta y en el abandono de los placeres de la vida, diciendo que tal estilo de vida está bien para el ministerio paraeclesial, pero no para el miembro ordinario de la iglesia.

Para corregir esta concepción equivocada, presento el perfil que la Escritura da acerca de lo que es ser un discípulo (ver Capítulo 3), el cual muestra una vida positiva y llena de creatividad. Ese perfil del discípulo comunica claramente que el cristiano debe tener ciertas bases. Una vez que estas bases se encuentren en su sitio, los dones espirituales, las circunstancias de la vida y otras particularidades referentes al discípulo empiezan a actuar. La clara afirmación de que Dios desea que cada cristiano sea un discípulo es esencial para vencer este obstáculo. Esta afirmación, junto con un perfil claro de lo que es ser un discípulo, es lo que haría falta.

Otro concepto equivocado, el cual será plenamente tratado más adelante, es que el discipulado es sólo una clase de entrenamiento, un programa de la iglesia o sólo para los jóvenes e inquietos. Ellos dicen: “Si usted quiere ser pastor, misionero o servir tiempo completo, entonces el discipulado es para usted”. Cada pastor hacedor de discípulos encuentra estos puntos de vista sostenidos por mucho tiempo como aberrantes.

Liderazgo Débil No Profesional

Aun cuando hay muchas excepciones y esperando que usted pueda decir con plena seguridad que el liderazgo de su iglesia es fuerte, en general, la iglesia evangélica se encuentra lisiada en su liderazgo. La iglesia local se debilita ante la ausencia de un buen liderazgo laico, de creyentes ordinarios que lleven fruto, de líderes que son discípulos y hacedores de discípulos, y de hombres y mujeres que sean ejemplo y se reproduzcan a sí mismos como cultivadores ansiosos dentro de sus propias esferas de influencia.

En este punto, un pastor enfrenta el obstáculo de tratar de trabajar con personas no calificadas que tienen posiciones de liderazgo. En muchos casos, líderes que no caminan con Dios aconsejan a los pastores cómo invertir su tiempo y hacer su trabajo. Esta clase de laicos no oran, no meditan ni estudian o memorizan las Escrituras. Muchos de ellos nunca han llevado a una persona a Cristo. Es un enigma cómo alguien podría liderar una organización que se propone salvar al mundo y nunca haber llevado a una persona a Cristo. Esta clase de duplicidad no existe ni siquiera en los negocios. Además, tales líderes no poseen un concepto ni experiencia en entrenamiento, reproducción y multiplicación. La posibilidad de que esta patología domine a la iglesia local es trágica. El hecho de que hombres no piadosos den órdenes a hombres piadosos es uno de los grandes pecados de la Iglesia.

El pastor hacedor de discípulos está dedicado a establecer hacedores de discípulos en el mismo corazón de la iglesia. Esto requiere tres cosas:

1 Declararlo desde el púlpito y colocarlo de primero en la lista de las cosas que Dios quiere que se hagan.

2 Publicarlo en la literatura de la iglesia y establecer metas que puedan medirse y que sirvan de evaluación de la salud de la iglesia.

3 Que el liderazgo dé el ejemplo en hacer discípulos. Esto significa enseñar y exigir a los líderes que sean discípulos hacedores de discípulos.

Esta es una orden de lo alto, especialmente para la iglesia establecida.

¿Está el liderazgo de la iglesia abierto a responsabilizarse y someterse a ser capacitado en el estudio de la Biblia, la oración, el evangelismo y así sucesivamente en otras disciplinas? La total restauración del liderazgo de la iglesia es un “sangriento campo de batalla.” El pastor hacedor de discípulos será resistido y una guerra espiritual será librada.

En algunos casos, el pastor no conoce la verdadera actitud de sus líderes ante el discipulado, porque tampoco ellos la conocen. Un pastor fue reclutado por sus teorías acerca de hacer discípulos. El consejo reconoció que la iglesia se encontraba en un estado en el que las personas necesitaban entrenamiento en el trabajo ministerial y llamó a un hombre cuya filosofía acerca del ministerio parecía engranar perfectamente con la de ellos. Sin embargo, cuando el pastor abrió su grupo de discipulado, ninguna de estas personas decidió unírsele. Ellos ya se veían a sí mismos como líderes responsables y temerosos de Dios, y, que más bien eran todos los demás los que necesitaban el discipulado. Las cosas iban relativamente bien hasta que la vieja guardia entendió que un liderazgo nuevo y espiritual estaba surgiendo desde estos ministerios de discipulado. Empezó una lucha de poderes seguida de una serie de acusaciones de favoritismo y camarillas. Se enviaron “espías” intempestivamente a los estudios bíblicos para ver qué cosas estaban fraguando estas personas en contra del liderazgo. Los líderes que no sean capaces de cambiar con las nuevas directrices en las que los discípulos empiezan a moverse en la iglesia, deberán apartarse, unirse a un grupo y empezar a crecer, o pelear.

Un pastor puede restaurar la integridad del liderazgo en la iglesia y hacerlo sin dañar a los líderes o dividir la iglesia. Nunca le diga a la iglesia que sus líderes no están calificados ni los menosprecie o hable de ellos en una forma degradante. No anuncie que reemplazará a los actuales líderes con líderes nuevos y mejor calificados. La solución es amarlos, enseñarles la Palabra de Dios y permitir que Dios haga Su trabajo.

Aquí lo importante es admitir que hay un problema que debe ser enfrentado con determinación y sabiduría. Usted puede plantar iglesias sólo con líderes calificados. Cuando planté mi iglesia, yo escogí el primer equipo pastoral (nuestro título de ancianos es para quienes lideran y supervisan), sólo cuando tuve hombres que calificaban en las habilidades y filosofía del ministerio. En una iglesia establecida, este proceso tomará muchos años. Prepárese para permanecer por un largo tiempo.

Las Iglesias No han Tomado Seriamente La Gran Comisión

¿Cuántos consejos directivos de iglesias han declinado en la Gran Comisión? ¿Cuántos aún la discuten? ¿Cuántos la entienden? ¿Pueden declararla? ¿Saben aún qué es y dónde se encuentra? ¿Qué tanto tiempo pasan los líderes de la iglesia pensando acerca de la obediencia de la iglesia y planificando cómo obedecer sus mandamientos? Yo menciono el consejo de la iglesia, ya que ellos definen la dirección y la actividad de la iglesia.

Si los equipos de liderazgo de la iglesia dedicaran mucho más tiempo y energía a pensar en la Gran Comisión y en implementarla como lo hacen con los asuntos “domésticos,” la iglesia sería más vital y efectiva. La mayoría de los consejos pasan el 95% de su tiempo en asuntos internos, muchos de los cuales no requieren que el liderazgo se involucre. Analizar los estados financieros, pensar en edificios y terrenos, memorizar los estatutos y las leyes constitucionales, planear los nombramientos y ordenamientos del próximo encuentro congregacional, son hoy los grandes temas eclesiásticos.

La ironía de esta tonta comedia es que casi todos los involucrados en tal insensatez la detestan. A ellos no les gusta asistir a las reuniones; ellos pensaban que sus vidas realmente serían tenidas en cuenta para algo cuando asumieran el liderazgo. Ahora, para su desagrado, el liderazgo se ha convertido en aburrido y de mal gusto.

El promedio del liderazgo de la iglesia no toma seriamente la Gran Comisión debido a que no ha sido instruido correctamente. Ellos han escuchado muchas veces los mandamientos de ir y predicar el evangelio, pero no se preguntan acerca de la importancia de esta misión mundial. Ellos no saben que las aplicaciones son para ellos y han volcado la Gran Comisión casi totalmente sobre la fuerza misionera de la iglesia, creyendo que al destinar fondos a proyectos misioneros, están cumpliendo correctamente la Gran Comisión.

Ellos apoyan la Gran Comisión asistiendo u organizando conferencias misioneras en las que gastan gran cantidad de dinero. Aunque estos eventos son importantes y vitales para la misión mundial, ellos no han asumido seriamente la Gran Comisión al no aplicarla a su vida y obra, a pesar de tener un programa de visitación que incluye algún entrenamiento en evangelización y de asegurarse que cada Domingo, el pastor tire la red al hacer el llamado para ver quien necesita al Salvador.

Tomar seriamente la Gran Comisión significa que los líderes de la iglesia en sí mismos son evangelistas, comparten su fe y hacen discípulos. De hecho, ellos sólo fueron considerados para el liderazgo debido a sus años de servicio como hacedores de discípulos y su ministerio principal aún es hacer discípulos. Ellos lo han colocado en el corazón de la iglesia y su labor más importante es comunicar su valor, ya que ellos son un modelo en esto.

El aspecto más importante de tomar seriamente la Gran Comisión es la intencional orientación del liderazgo de la iglesia hacia la multiplicación. Un proceso debe traer a las personas desde su conversión, a ser entrenadas como hacedores de discípulos. Esto debería ocupar una gran cantidad del tiempo y la energía creativa del liderazgo. Tomar seriamente esta Gran Comisión significa que los líderes de la iglesia enfocan la mayoría de su tiempo y esfuerzo en hacer discípulos.

 

Por lo general, el liderazgo de la iglesia es un comité permanente. Por lo tanto, la comprensión de su papel, su entrenamiento y su concepto de la iglesia, serán un gran desafío para el pastor hacedor de discípulos. El mandato para él es persuadir al liderazgo de la iglesia a tomar seriamente la Gran Comisión. Este será el principio de la obediencia a Cristo y el de un ministerio lleno de frutos.

Clericalismo

El pastor profesional mantiene una seria amenaza a la salud de la iglesia. Tony Walters escribe: “Una iglesia dominada por su pastor, sus ministros y sacerdotes no tiene más oportunidad de escapar que la de un niño dominado por su madre, un servicio de salud dominado por los doctores, o una economía dominada por un mercado masivo de consumidores.”

El hecho de que una congregación le pague a un pastor entrenado profesionalmente para que realice su trabajo no es peligroso. Aunque existe una diferencia legítima entre la función del pastor profesional y el laico cristiano, no hay nada malo con un ministro laico. El pastor de la iglesia, habiendo sido entrenado profesionalmente, entrena al lacio o al ministro, para realizar una tarea al servicio de Cristo. En resumen, no hay nada malo con el pastor que guía a los miembros de la iglesia al ministerio. Él ha sido entrenado para hacerlo y esa es la tarea que se le ha asignado. Esta legítima distinción siempre permanecerá.

La muy discutida diferencia entre el clero y el laicado necesita ser revisada. El clericalismo es la esperanza que el clérigo profesional tiene del ministerio. Aun cuando la enseñanza de que el pastor está para equipar a los santos para desempeñar el ministerio es bien amplia y reconocida, en la práctica es muy raro que esto se haga. Aún hay una firme expectativa de que el pastor hace tres cosas:

1 Él prepara y predica los sermones. Esta es una buena expectativa, sólidamente sustentada por las Escrituras.

2 Se espera que el pastor ejerza como gerente y sea el administrador principal de la iglesia, que mantenga la maquinaria de la iglesia en buen estado y funcionamiento. Mientras el liderazgo y la administración estén estrechamente unidos, con mucha frecuencia, la iglesia querrá de forma irreal tener tanto un ejecutivo teológico como corporativo.

3 El pastor tiene que cuidar el rebaño, lo cual significa visitar hospitales y casas, aconsejar y celebrar bodas y funerales, asistir a las reuniones del comité, realizar eventos para levantar fondos, organizar reuniones de jóvenes, y así sucesivamente. El pastor predica, administra, visita, cuida y aconseja.

En tanto que algunas de las expectativas anteriores tienen sus raíces en la Escritura, muchas aplicaciones postmodernistas no la tienen. El obstáculo aquí es que el pastor es visto como alguien capaz de atender muchos intereses diferentes. Él hace el ministerio y la lista anterior deja poco tiempo para su función principal: la preparación del pueblo de Dios para las diferentes obras del servicio. Con tantas expectativas, no hay espacio ni tiempo para el pastor hacedor de discípulos.

Existen soluciones (ver Capítulo 4), pero usted tiene que ser conciente de que los obstáculos en el camino son firmes. Mi mejor consejo es que usted defina claramente sus prioridades ante los comités de púlpito. Dígales lo que usted percibe acerca de las tareas asignadas por Dios y asegúrese de pedirles que describan en sus propias palabras lo que ellos esperan con relación a estos temas. Si usted se encuentra demasiado lejos y no hay flexibilidad entre las partes, lo mejor será mantenerse alejado.

Sistema de Gobierno en Cualquier Extremo

Cualquier sistema de organización de la iglesia que permita lo que no es espiritual y la desobediencia, está errado. Cualquier persona con sentido común estaría de acuerdo con estas palabras, pero con mucha frecuencia lo que sucede es exactamente que lo que no es espiritual y la desobediencia determinan la dirección de la iglesia, al asumir posiciones de liderazgo. Dos posiciones extremas pueden surgir en la iglesia.

Primero, que la decisión de hacer pueda descansar en las manos de unos pocos. En sí, esto no es peligroso; de hecho, la iglesia funciona mejor si unas pocas personas capaces e íntegras la lideran. El peligro surge cuando no hay supervisión sobre ellos o responsabilidad de su parte. Si esos pocos equivocados se posicionan y se convierten en un sistema de ancianos autoperpetuados, la iglesia puede ser lastimada.

En el otro extremo, mucho más común, gran cantidad de personas están involucradas en un gran número de decisiones. Esto es terreno abonado para las disputas internas en la iglesia. Cuando personas no calificadas para el liderazgo empiezan a tomar decisiones que corresponden a los líderes espirituales, muy probablemente tomarán decisiones equivocadas que no llevarán a la iglesia en la dirección que Dios quiere que vaya. Tal sistema reduce los requisitos para la participación de “un miembro en buena posición,” pero muchos de ellos son funcionalmente analfabetos, obstinados, beligerantes y tienen un espíritu de disensión. Cuando los miembros no calificados de la iglesia empiezan a tratar cosas espirituales complejas, el desastre ronda muy cerca. Adicione el amor por la democracia, las peticiones, los cambios inesperados del piso, los juegos de poder, y así sucesivamente, y tiene un sistema donde las personas pueden nombrar el “comité del piso.” Estas personas frecuentemente no calificadas, a su vez, son quienes escogen a los líderes de la iglesia. Esto, además de ser el medio más ridículo jamás inventado para escoger líderes, hace que sea casi imposible liderar la iglesia.

En tales circunstancias, hacer discípulos se dificulta al máximo; y lo peor de todo es que se convierte en un campo minado. El pastor hacedor de discípulos debe ser capaz de liderar. Aun cuando él debe ser el responsable, la congregación tiene que darle la libertad para llevar a la iglesia adelante. Cualquier sistema de gobierno que ate las manos del pastor al elegir a líderes no calificados ni espirituales, es un mal sistema. Debe existir un balance entre liderazgo y responsabilidad. La congregación tiene el deber de obedecer y sujetarse a sus líderes (Hebreos 13:17), pues a ellos se les impone la responsabilidad de liderar y cuidar la iglesia (1 Pedro 5:1-3). En el mejor de ambos mundos, los líderes dirigen con integridad y la congregación los sigue con discernimiento. El feliz resultado es una iglesia efectiva.

Muchas iglesias presentan sistemas extremos que hacen imposible su efectividad. Hacer discípulos requiere una atmósfera de apertura y libertad para los líderes. El pastor necesita el espacio para establecer su agenda e implementar el plan. Busque un sistema de gobierno balanceado que permita hacer discípulos.

Ajustándose a la Cultura

Por cultura entiendo “los sistemas de creencias de una sociedad y la concreción a través de la música, la pintura, la literatura, el cine y la televisión.” Se incluye la poderosa influencia de la tecnología, las ciencias sociales y la exaltación del poder a través del dinero, los deportes y los espectáculos. Las maneras en que la cultura se opone a la tarea de hacer discípulos son complejas y multifacéticas. Nombraré algunas:

Los Medios de Comunicación y la Mente. Después de dormir y trabajar, la actividad diaria a la que la gente dedica más tiempo es a los medios de comunicación: ocho horas en el trabajo, duermen siete horas y cerca de cinco horas son absorbidos por los medios de comunicación. La televisión se ha convertido en el alimento básico de la dieta de muchos y tienen un firme compromiso con estos medios. Los analistas sociales concuerdan ampliamente en que los medios tienen un tremendo impacto sobre nuestros valores, actitudes, conducta y formas de ver el mundo.