Las contradicciones de la globalización editorial

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Entonces, paradójicamente, es la idea misma de la relación la que es inherente a la coedición —los temas sensibles que esta relación estimula, las fricciones que conlleva, las ganancias y las pérdidas que se producen— y explica en gran parte las diferencias de percepción que se generan. Ellas no son tanto el fruto de la ignorancia como de las operaciones de traducción (cognitiva), de filtrado159 más o menos conscientes, lo que Pierre Bourdieu llamaba la doxa epistémica: «Lo que los investigadores dejan en estado impensado»160. El primero, que caracteriza el discurso y surge en Quebec, consiste en presentar la coedición como la estrategia de exportación que tiene como primer objetivo Francia y la edición literaria. En la práctica, la coedición-importación o la coedición de obras ilustradas también existe, pero esta faceta no se menciona, probablemente porque es menos emancipadora, menos alentadora, encaja menos con la imagen que se desea proyectar. Al contrario, la concepción que surge de las obras francesas consiste en considerar la coedición una estrategia que permite disminuir los costos de producción de obras ilustradas. Así, la coedición de géneros literarios, tal como la idealizan los profesionales y observadores quebequeses, cae en una no man’s land. Según esta visión, la coedición se presenta como una práctica puramente económica, despojada de contextos sociales o simbólicos. La colaboración editorial en el ámbito del libro ilustrado está bastante admitida, reconocida y estudiada por parte de los especialistas franceses de la edición. Desde hace tiempo, se ha hecho necesaria, y, por tanto, se ha legitimado debido a los costos de producción elevados de este tipo de obras. En este sector, incluso «se volvió la norma», explica Christian Robin161. En contraste, las coediciones literaria y en una misma lengua tienen mayor dificultad para labrarse un lugar en el paisaje editorial francés (en particular, en las esferas que lo dominan162) y más aún en el discurso de los universitarios que se dieron a la tarea de estudiarlo. También allí quizá la razón se debe, en parte, al hecho de que estas formas de coedición menoscaban los relatos identitarios y las formas de categorización sólidamente ancladas dentro de este espacio. Estas hacen tambalear la idea según la cual la francofonía formaría una sola y gran nación (y a quienes aún tienen nostalgia sobre esto). Así, se sabotea, al menos en la superficie, la frontera que distingue el mundo de la «edición literaria» del «resto»; frontera que es estructural y que implica una dimensión axiológica clara. En efecto, si la edición literaria es el «corazón», «el alma» y «el pulmón» del mundo de la edición, lo que la hace vivir y le da su razón de ser, debe existir entonces, como corolario, una edición «no literaria» (¿general?, ¿ilustrada?, ¿práctica?, poco importa, porque, en conjunto, las sociologías y las historias le otorgan un interés bastante limitado) que sería menos noble, menos vital, más instrumental, pragmática, fútil… No obstante, un editor literario que, por ejemplo, decide deslocalizar una parte de su producción subcontratando el terminado o la impresión de un texto en Quebec (porque sale menos costoso), que adquiere una traducción ya hecha para producir más rápido, o bien, al contrario, que autoriza a un colega para «reciclar» una traducción hecha por él, para disminuir los costos de su producción, sigue finalmente la misma lógica de sus colegas del mundo del libro ilustrado. Sacar estas realidades del conjunto de lo que puede y vale la pena ser estudiado permite mantener formas de categorización claras y tranquilizadoras, pero ¿a qué precio?

La colaboración editorial es quizá menos frecuente en el ámbito de la literatura que en el del libro ilustrado, aunque, sin lugar a dudas, existe. Permite a cada uno (editor o campo nacional) economizar, enriquecer su catálogo, reforzar su visibilidad. Como la traducción conduce sobre todo a «“recuperar” el tiempo (literario)»163, y lo hace aún con mayor rapidez, a tal punto podemos preguntarnos si llegando eventualmente a generalizarse no invalidaría los modelos de análisis en los cuales la distinción entre los dominantes y los dominados se da en función de un capital literario acumulado a lo largo del tiempo. En esta caso, modelos menos rígidos, como la teoría de los actores-redes, por ejemplo, que les da más lugar a la indeterminación y a los fenómenos de hibridismo resultantes de las transformaciones e intercambios incesantes podrían resultar más adecuados164.

Finalmente, aunque la coedición no se convierta en la norma en el ámbito de la edición de libros de texto, los proyectos desarrollados por editores literarios que resultan a veces en fracasos no son menos ricos en enseñanzas. El estudio de Hervé Serry sobre el fracaso relativo del proyecto Faire l’Europe (una colección de libros de historia concebida por Seuil en colaboración con varios socios europeos) es un excelente ejemplo. En la edición de los libros de texto, el desafío parece no residir tanto en los costos de impresión como en la distribución, en la difusión, en otras palabras, en la mercadotecnia. Cada vez más, explica Gaston Bellemare, los coeditores prefieren recibir los archivos electrónicos165. Esto permite evitar los costos de transporte, pero también (podemos imaginar) adaptar el título a un mercado, una línea editorial, una lengua, una marca locales. Nos acercamos aquí a la acepción inglesa según la cual la coedición, por otro desplazamiento semántico, se relaciona con la venta de derechos y de archivos ya finalizados, listos para ser reciclados y, de ser necesario, localizados.

Como tantas traducciones de un mismo texto, estas diferentes concepciones de coedición son parciales, incompletas y efímeras. Al mismo tiempo, todas ponen de relieve una realidad más profunda que trasciende las diferencias contextuales. La primera, que proviene de un espacio editorial y literario relativamente débil y en búsqueda de reconocimiento, pone el acento en la finalidad (exportar, emanciparse, ampliar las fronteras) y la ganancia simbólica que procura. En este contexto, tal representación es más prospectiva que descriptiva, la idea de «imponer» la literatura quebequesa en Francia es claramente cuestión de «deseo» (en los términos de la Anel). Las representaciones que surgen de los otros dos contextos no niegan esta dimensión política e identitaria, pero la opacan, probablemente porque el reconocimiento en cuestión ya está allí adquirido.

La coedición se aborda entonces desde una perspectiva más pragmática. Con toda la autoridad que confieren la experiencia y el peso de la historia, los discursos que surgen de Francia ofrecen una definición que pone el acento en la asociación económica y la dimensión asociativa (o sea, la puesta en común) que implica. Considero que el valor de esta definición reside en su valor histórico. Al relacionar coedición con coimpresión, traducción entre lenguas y con el ámbito del libro ilustrado, esta representación reflejaría muy bien el pasado de la coedición (no solo en Francia sino en Europa y quizá más allá) y una parte de su presente, pero solo una parte. Lo que la percepción francesa tiende a ocultar vuelve a emerger con fuerza en la literatura estadounidense. Mientras que los escritos de Philippe Schuwer hablaban de proyectos comunes, de colaboración, de acuerdos de coimpresión y de planes financieros complejos, los de Nat G. Bodian insisten en las dimensiones jurídica y de mercadotecnia, que son inherentes a cualquier forma de coedición. En los albores de la edición electrónica está permitido creer que esta percepción, que minimiza las dimensiones simbólicas y asociativas, sin que con ello se nieguen, es quizá la que tiene más oportunidades de imponerse. En consecuencia, convendría interrogar, como lo hicimos en el caso de Francia, los límites de esta nueva definición, develando, por medio del estudio de las prácticas, lo que ella busca ocultar: la naturaleza precisa de estas asociaciones, los asuntos simbólicos que las motivan y las lógicas de dominación que las sustentan.

Aunque los mercados de la edición se mundializan, el presente trabajo ha intentado mostrar que los saberes relativos a este objeto no escapan, sin embargo, de los efectos de cierre generadores de esos «formidables malentendidos»166 que, según Pierre Bourdieu, caracterizan a menudo la vida intelectual y la circulación internacional de las ideas. Este estudio también tiene sus sesgos167. Según su anclaje institucional (investigación universitaria), académico (la traductología) y cultural (Quebec), la perspectiva adoptada aquí resulta triplemente marginal y excéntrica: en relación con la esfera profesional de la edición, en relación con el ámbito o el campo de saber del que forma parte (en el que dominan las tradiciones sociológicas e históricas), y en relación con los sectores que dominan este ámbito a escala internacional. Esta distancia quizá haya facilitado la revisión de algunos principios considerados preconcebidos, pero tiene otros riesgos, como el de ocultar los puntos de encuentro o de alimentar diferencias que tal vez sean superficiales. Para determinar el alcance real de estas diferencias perceptuales, habría que volver a ubicar cada uno de los discursos considerados no solo en un espacio nacional sino en la trayectoria profesional de sus autores.

Por último, valdría la pena considerar otros contextos, por ejemplo, cómo los editores y sociólogos de la edición en Alemania conciben la coedición. Tal empresa permitiría analizar mejor la manera como se estructuran los saberes sobre la edición, el lugar que ocupa este campo de investigación en el conjunto de las ciencias sociales y humanas, y el peso que las divisiones disciplinarias o nacionales tienen sobre la materia. Por ahora, el objetivo era simplemente recordar la necesidad de reconocer toda la complejidad, la importancia, pero también los límites de los mecanismos de traducción que condicionan a la vez nuestra comprensión de las realidades que nos rodean y nuestra aptitud para integrar allí realidades más ajenas.

 

Para favorecer la internacionalización de la vida intelectual o analizar la dinámica de los intercambios literarios, es necesario entonces, como lo sugerían Pierre Bourdieu, Johan Heilbron y Gisèle Sapiro en la introducción de dos números de las Actes de la recherche en sciences sociales, mencionados al inicio de esta contribución, interrogarse por las condiciones de acceso, de selección, de producción, de recepción, de promoción de los textos (literarios o académicos) extranjeros. Se requiere conocer a los agentes que participan en estos intercambios y las relaciones que mantienen. Pero para esto también debemos, como lo afirmaba Daniel Simeoni, y como ha intentado recordarlo esta contribución, estudiar las prácticas de traducción en el sentido primario; es decir, las modalidades de transferencias cognitivas y lingüísticas a las cuales se entregan estos agentes, comenzando por los investigadores, aceptando todo lo que tal empresa tiene de riesgoso e incierto:

En definitiva, parece que la traducción es problemática para las disciplinas más establecidas, en particular para las ciencias sociales. ¿Estará esto vinculado con el hecho de que la traducción —como las lenguas en general— no es un objeto como los otros y ciertamente no es un objeto fácil de «objetivar»? ¿Dónde habría que situarse para transformarla en objeto y delimitar sus contornos? La traducción es, además, un «operador» cognitivo, un mecanismo que nos permite interpretar el mundo social en un doble sentido: en primer lugar, condiciona nuestras interacciones cotidianas con los otros y entonces nuestra comprensión del mundo social que nos rodea; en segundo lugar, informa la visión científica del mundo social, incluida la manera como construimos nuestros argumentos y el uso que hacemos del «método». Nuestros relatos científicos recurren sin cesar a la traducción. […] Ahora bien, la traducción «estricta», como ha sido ampliamente demostrado en el campo restringido de la traductología desde hace unos veinte años, nunca es una réplica. Una buena dosis de «fricción», que no sea ni demasiado ignorante del otro ni demasiado agresiva, es inevitable, lo que da lugar a malentendidos que constituyen una solución ingeniosa a las discordias anodinas, pero potencialmente devastadoras de la vida social. Y esto, por supuesto, nos conduce por un camino incierto168.

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[94] Este capítulo surge de dos programas de investigación realizados en la Universidad de Montreal con el apoyo financiero del Consejo de Investigaciones en Ciencias Humanas de Canadá (Conseil de Recherches en Sciences Humaines du Canada [crsh]) y el Fondo Quebequés de la Investigación sobre la Sociedad y la Cultura (Fonds Québécois de la Recherche sur la Société et la Culture [fqrsc]). La autora agradece a las instituciones que subvencionaron estas investigaciones, a los informantes, así como a las personas que participaron en la recolección de datos, Marianne Champagne y Éric Plourde.

[95] Pierre Bourdieu, «Les conditions sociales de la circulation internationale des idées». Actes de la recherche en sciences sociales, n.º 145 (2002): 3-4.

[96] Philippe Schuwer, L’Édition internationale: Coéditions et coproductions (París: Le Cercle de la Librairie, 1991), 211.

[97] Hélène Buzelin, «Independent Publisher in the Networks of Translation». Traduction, terminologie, rédaction 19, n.º 1 (2006): 135-173; Hélène Buzelin, «Translations in the Making», en Constructing a Sociology of Translation, dirigido por Alexandra Fukari y Michaela Wolf (Nueva York y Ámsterdam: John Benjamins, 2007), 135-169; Hélène Buzelin, «Repenser la traduction à travers le spectre de la coédition». Meta 52, n.º 4 (2007): 688-723.

[98] Véanse, entre otros, los trabajos realizados por los grupos de investigación de Yvan Lamonde en la Universidad McGill y de Jacques Michon en la Universidad de Sherbrooke.

[99] Los discursos estrictamente vinculados con el ámbito de la investigación universitaria son insuficientes como para convertirse en objeto de un análisis. Además, en este contexto preciso —a diferencia del de Francia y Estados Unidos— también incluí posturas provenientes de las esferas profesionales y políticas.

[100] Josée Vincent, Les Tribulations du livre québécois en France (1959-1985) (Quebec: Nuit Blanche, 1997), 11-12.

[101] Marc Ménard, Les Chiffres des mots (Montreal: Sodec, 2001), 40.

[102] Este programa, lanzado en 1972 y administrado por el Consejo Canadiense para las Artes, promueve la publicación de la literatura canadiense en las dos lenguas oficiales y se dirige exclusivamente a autores, traductores y editores del país. Con un presupuesto anual de quinientos mil dólares canadienses, este programa subvenciona alrededor de sesenta proyectos de traducción al año. Más o menos la mitad son traducciones del inglés al francés y viceversa.

[103] Denis Vaugeois, «La coédition entre la France et le Québec». Études canadiennes - Canadian Studies, n.º 52 (2002): 247-251.

[104] Catálogo del cuadragésimo aniversario de Boréal, 32.

[105] El proyecto, que reúne hoy una veintena de editores, consistía en proponerles a escritores de renombre mundial que escribieran un texto de ficción basado en un mito fundador. El número de participantes parece haber fluctuado a lo largo del tiempo.

[106] Pierre Filion, «Écrire au Québec, être lu ailleurs», en Écrivain cherche lecteur, dirigido por Lise Gauvin y Jean-Marie Klinkenberg (París y Montreal: Créaphis y vlb Ed., 1991), 221-227.

[107] Ibid., 226.

[108] Información encontrada en la página web de Écrits des Forges, http://www.ecritsdesforges.com.

[109] A propósito, Pierre Filion veía en la coedición de títulos de poesía la expresión «de una filosofía de trueque cultural». Filion, «Écrire au Québec», 223.

[110] El editor pronunció una ponencia sobre el tema en la Feria de Guadalajara del 2005 titulada «La coédition: Acte de premier plan de la bibliodiversité pour les auteurs, les éditeurs et les lecteurs».

[111] Eso explicó el editor, durante una conferencia pronunciada el 29 de enero del 2008 en la Universidad de Sherbrooke.

[112] Sophie Niquette, Québec-France: Portrait d’une relation en mouvement (Quebec: Gobierno de Quebec y Ministerio de Relaciones Internacionales, 2002), 58.

[113] Sarah Baju, La coédition, une solution d’avenir?, bajo la dirección de Pascal Ory (Universidad París I) y de Josée Vincent (Universidad de Sherbrooke), 2004.

[114] Es el caso, por ejemplo, de los títulos de la colección The Myths, publicados por Boréal y de la novela de Anne Michaels, La Mémoire en fuite, de 1998, publicada por el mismo editor.

 

[115] «Glossaire», Lignes directrices sur la présentation des demandes – Soutien aux éditeurs: Soutien à l’édition Fonds du livre du Canada, última modificación 28 de junio del 2019, acceso el día 15 de agosto del 2019, https://is.gd/32aMKQ.

[116] Claude Fournier y Mireille Laforce, Statistiques de l’édition au Québec en 2003, 2004 et 2005 (Quebec: Bibliothèque et Archives Nationales du Québec, 2007), https://is.gd/D9M7lu.

[117] Esto lo sugerí en la investigación que realicé sobre ediciones Boréal y Fides, en cuanto a que al ampliar la coedición a acuerdos que no implican necesariamente el doble etiquetado, las estadísticas se hacen más difíciles de compilar.

[118] Association Internationale d’Études Québécoises, Brève histoire du livre au Québec (Montréal y Québec: Association Nationale des Éditeurs de Livres, 1998).

[119] Bertrand Legendre (dir.), Les Métiers de l’édition, 4.a edición (París: Le Cercle de la Librarie, 2007), 349.

[120] «Réaliser un livre», Syndicat National de l’Édition, última modificación 2 de noviembre del 2017, acceso el 15 de agosto del 2019, https://is.gd/pYg94G.

[121] Philippe Schuwer, Traité de coédition et de coproduction internationales (París: Promodis, 1981), 16.

[122] A propósito, Schuwer evocará, en la conclusión de L’Édition internationale, la importancia de los fenómenos de coedición, al tiempo que hace evidente la dificultad, incluso la imposibilidad, de ofrecer un análisis cuantitativo de estos.

[123] Schuwer, Traité de coédition, 17.

[124] Ibid., 16.

[125] Ibid., 16.

[126] Ibid., 17.

[127] Philippe Schuwer, Traité pratique d’édition (París: Le Cercle de la Librairie, 2002), 515.

[128] Pascal Fouché et al., Dictionnaire encyclopédique du livre (París: Le Cercle de la Librairie, 2002), 558. Cursivas añadidas.

[129] Jean-Yves Mollier, «Préface», en Éditer dans l’espace francophone, de Luc Pinhas (París: Alliance des Éditeurs Indépendants, 2005), 19.

[130] Pinhas, Éditer dans l’espace francophone, 80-81.

[131] Esta relación entre la coedición y el ámbito del libro ilustrado quizá explica también por qué Hervé Serry presentó la colección Faire l’Europe (una serie de libros de historia concebida por Seuil en asociación con otros editores europeos) como un «proyecto internacional» más que como un proyecto de coedición, aunque, entre líneas, el autor reconoce que se trata de una forma de coedición. Hervé Serry, «Projets internationaux aux éditions du Seuil», (ponencia presentada en el coloquio internacional Les Contradictions de la globalisation éditoriale, Centro de Sociología Europea y esse, 23 de marzo del 2006), publicada en este volumen.

[132] Jacqueline Favero, Hélène Wadowski y Heidi Warneke, «Les cessions de droits», en Legendre (dir.), Les Métiers de l’édition, 349.

[133] Ibid., 335.

[134] Buzelin, «Independent Publisher».

[135] Jérôme Vidal, Lire et penser ensemble (París: Éditions Ámsterdam, 2006), 57-58.

[136] Coedición, copublicación y publicación conjunta, o compartir territorios y vender archivos listos para imprimir.

[137] «The syndicated publication of books […] practiced internationally to effect economies in production, particularly when the potential market sales for a book would not justify publication. Bigger print runs also make a lower price possible». Geoffrey Ashall Glaister, Glaister’s Glossary of the Book, 2.a edición (Berkeley y Los Ángeles: University of California Press, 1979), 114.

[138] «The sharing of an edition of a book between an originating publisher and one or more other publishers, each having exclusive marketing and distribution rights within a territory. The book may carry the title-page imprint of the originating publisher only, the joint imprint of the co-publishers, or the imprint of the publisher taking the book for a specific territory. The originating publisher may arrange for the simultaneous (initial) printing of the coedition. Subsequent printings may be done jointly or independently». Nat Bodian, Book Marketing Handbook i (Nueva York y Londres: R. P. Bowker Company, 1983), 382.

[139] «English has established itself as [the] lingua franca of science, engineering, medicine, and business, which in turn allows for growing international sales potential […]. For this reason […] copublishing has become a way of life in specialized stm [Science, Technology, Medicine] publishing». Nat Bodian, Book Marketing Handbook ii (Nueva York y Londres: R. P. Bowker Company, 1983), 461.

[140] En inglés, overseas no implica únicamente los países de ultramar, situados al otro lado (del Atlántico para el caso de Estados Unidos o del canal de la Mancha para los británicos), sino, de manera más general, los países extranjeros. En otras palabras, para los editores a quienes se dirige Nat Bodian, el mercado «nacional» es el continente americano, así como la francofonía, según Schuwer, constituía el mercado nacional de los editores franceses.

[141] Bodian, Book Marketing Handbook ii, 465.

[142] «International coedition: A book, usually heavily illustrated, issued in various countries and languages by publishers cooperating to share the cost». Nat Bodian, Bodian’s Publishing Desk Reference (Phœnix y Nueva York: Oryx Press, 1988), 169.

[143] «Publication of a book in two editions by two different publishers, e. g. between a trade publisher and a university press, where one might do a paper edition and the other a cloth edition». Ibid., 179.

[144] «Copublish: to publish a book together with one or more other companies who are involved in the origination of the book, and then sell it in different markets. […] Coedition: the publication of a book by two publishing companies in different countries, where the first company has originated the work and then sells sheets to the second publisher (or licenses the second publisher to reprint the book locally)». The Guardian, Dictionary of Publishing and Printing, 3.a edición (Londres: A & C Black, 2006), 60, y también 48. A partir de estas definiciones, la distinción entre las dos prácticas dependería del momento en que se efectúe el acuerdo. En la copublicación, los dos editores elaboran juntos el proyecto (lo que Philippe Schuwer define como coproducción), mientras que en la coedición, uno de los editores es responsable de la finalización del texto y cede los derechos de este a un colega.

[145] Noah Webster, citado en Susanne Mühleisen, «American Adaptations: Language ideology and the language divide in cross-Atlantic Translations», en Americanisms: Discourses of Exception, Exclusion, Exchange, dirigido por Michael Steppat (Fráncfort y Berna: Peter Lang, 2009).

[146] Vaugeois, «La coédition entre la France», en el ámbito de Quebec; Buzelin «Independent publisher», en inglés.

[147] Philip Altbach y Edith Hoshino (dir.), International Book Publishing (Nueva York y Londres: Garland Pub., 1995).

[148] «French publishers are well established in [Francophone Africa]. They operate as shareholders in mixed enterprises […]. In addition, French publishers operate in most countries as copublishers with both private and public sectors […]. French players are increasingly being challenged by Quebec publishers. These relatively new entrants on the book-publishing scene are seeking effective partnership with the national private sector and are being welcomed by African publishers currently seeking greater autonomy from French publishers. Active leadership is being demonstrated by Anel (Association nationale des éditeurs de livres) in Canada, with encouragement from Cida (Canadian International Development Agency), and the Quebec provincial Ministry of International Affairs». Diana Newton, «Francophone Africa», en Altbach y Hoshino (dir.), International Book Publishing, 373-384.

[149] Fouché et al., Dictionnaire encyclopédique du livre, 559.

[150] Véase, por ejemplo, Philippe Schuwer, Dictionnaire bilingue de l’édition français-anglais – Bilingual Dictionary of Book Publishing: English-French (París: Le Cercle de la Librairie, 1993).

[151] Roman Jakobson, Essais de linguistique générale (París: Éditions de Minuit, 1963), traducción del inglés y prólogo de Nicolas Ruwet.

[152] Para un estudio sobre las condiciones que condujeron al surgimiento de estas dos corrientes de investigación y sus relaciones véase Daniel Simeoni, «Translation and Society: The Emergence of a Conceptual Relationship», en Translation: Reflections, Refractions, Transformations, dirigido por Paul Saint-Pierre y Prafulla Kar (Nueva Delhi: Pencraft International, 2005), 3-14.