Argumentación y pragma-dialéctica

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4. La teoría pragma-dialéctica extendida

Una vez que la teoría estándar se hubo consolidado mediante el desarrollo de las herramientas analíticas requeridas y mediante el establecimiento de conexiones claras con la realidad argumentativa a través de la investigación empírica, tanto cualitativa como cuantitativa, la investigación pragma-dialéctica ha pasado de modelo ideal de una discusión crítica a las manifestaciones concretas de las multiformes prácticas del discurso argumentativo. A fines del siglo XX me propuse fortalecer la conexión con la realidad argumentativa de una manera nueva y fundamental al dar cuenta, dentro de la teoría, del “diseño estratégico” del discurso argumentativo (van Eemeren, 2010). El propósito de incluir una faceta novedosa pero inexplorada del discurso argumentativo en la teorización pragma-dialéctica era extender las herramientas analíticas y evaluativas de forma tal que se pudieran ofrecer reconstrucciones más profundas y evaluaciones más realistas del discurso argumentativo, y al mismo tiempo dar cuenta más completa de unas y otras.15

Considerando que para explicar el diseño estratégico del discurso argumentativo, junto a la dimensión dialéctica de razonabilidad característica de la teoría estándar, había que incorporar a la teoría la dimensión retórica de efectividad, invité a mi ex-alumno Peter Houtlosser a unirse al proyecto sobre “maniobrar estratégico” (van Eemeren & Houtlosser, 2002b). Como punto de partida tomamos el “predicamento argumentativo” en que se encuentra cualquiera de nosotros en el discurso argumentativo de la vida real, a saber que en cada jugada argumentativa el tratar de ser efectivos necesita ir siempre de la mano de seguir siendo razonables. Al hacer una jugada argumentativa, un argumentador busca lograr el efecto de que la audiencia acepte lo que dice al tiempo que mantiene su compromiso de ser razonable, tal como lo definen las reglas de discusión crítica. Debido a la tensión inherente en la búsqueda simultánea de estos dos objetivos, pensamos que se requiere “maniobrar estratégicamente” para mantener el equilibrio. En caso de que, buscando ser efectivos, los argumentadores descuiden su compromiso de ser razonables y violen una o más reglas de discusión crítica, su maniobrar estratégico se “descarrilará” y resultará falaz (van Eemeren, 2010:198).

Adoptar la noción teórica de maniobrar estratégico significa añadir una dimensión retórica al marco teórico de la pragma-dialéctica. A fin de remediar la completa separación entre los enfoques dialéctico y retórico al discurso argumentativo que se efectuó en el siglo XVII, debe cerrarse la brecha conceptual y comunicativa que existe entre las dos diferentes comunidades de investigación involucradas (van Eemeren & Houtlosser, 2002b: 136-138; van Eemeren, 2013 [cap. 10 de este libro]). Peter Houtlosser y yo pensamos que las perspectivas retórica y dialéctica no son incompatibles e incluso pueden ser complementarias (véase cap. 10 de este libro). Desde nuestro punto de vista, que en este punto se opone a ambas tradiciones, la dialéctica y la retórica, el ser efectivos retóricamente en el discurso argumentativo solamente vale la pena si la efectividad en cuestión se logra dentro de los límites de la razonabilidad dialéctica; y al contrario: proponer, en teoría de la argumentación, criterios dialécticos de lo que es razonable solamente tiene significado práctico si se combina con un examen de la aplicabilidad de las herramientas retóricas para lograr efectividad. Por ello es que pensamos que el futuro de la teoría de la argumentación residirá en una integración constructiva de las perspectivas dialéctica y retórica (van Eemeren, 2010: 87-92). En esta empresa la noción de maniobrar estratégico es la herramienta teórica primaria en pragma-dialéctica.16

5. Investigación empírica de la efectividad razonable

El introducir la noción teórica de maniobrar estratégico dentro de la teoría pragma-dialéctica extendida ha abierto nuevas áreas de investigación empírica. En un nuevo y abarcador proyecto de investigación sobre “falacias ocultas”, Bart Garssen, Bert Meuffels y yo hemos comenzado en 2010 con una serie de experimentos acerca de la relación que la búsqueda, por parte de los argumentadores, de efectividad retórica guarda con su cumplimiento de los criterios dialécticos de lo que es razonable. En nuestro artículo “Efectividad mediante razonabilidad” [o “Efectividad razonable”, véase nota 7] formulamos tres hipótesis teóricamente motivadas que son vitales a la hora de lanzar este tipo de investigación empírica (van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2012a).17 Hemos también mostrado que las tres se ven apoyadas fuertemente por datos empíricos pertinentes.

(1) Puesto que saben cuáles contribuciones a la discusión deben considerarse razonables y cuáles no, los argumentadores ordinarios son en alguna medida conscientes de lo que implican sus obligaciones dialécticas. Si no fueran conscientes de ningún criterio de lo que es razonable, entonces no habría una relación racional entre tratar de ser efectivos y seguir siendo razonables en su maniobrar estratégico. Al emitir sus juicios sobre lo que es razonable, los argumentadores ordinarios prueban en los hechos que utilizan criterios en fuerte correspondencia con las normas incorporadas en las reglas de discusión crítica (van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2009: 206). El hecho de que se comprometan a criterios de razonabilidad equivalentes a los criterios pragma-dialécticos hace posible dar un contenido más claro a qué significa para ellos ser razonable.

(2) Los argumentadores ordinarios asumen que en principio la otra parte en una discusión se comprometerá al mismo tipo de obligaciones dialécticas que ellos. Si no partiesen de este supuesto, no tendría sentido para ellos apelar a los criterios de lo que es razonable ofreciendo argumentación que justifique sus puntos de vista. El hecho de que asuman la existencia de criterios compartidos de razonabilidad hace posible que conecten los criterios de razonabilidad propios con su búsqueda de efectividad de cara a la otra parte.

(3) Los argumentadores ordinarios prefieren —y asumen que sus interlocutores también prefieren— que las contribuciones a la discusión que no cumplen los criterios de razonabilidad supuestamente compartidos sean considerados como no razonables y que quienes lesionan esos criterios sean llamados a cuentas por no ser razonables. Si no quisiesen que los criterios vigentes fueran respetados, sus afanes argumentativos no tendrían sentido. El que los argumentadores resulten otorgar un significado prescriptivo al ser razonables cuando se participa en prácticas argumentativas, y el que esperen que sus interlocutores hagan otro tanto, permite que interpretemos el vínculo entre ser razonable y ser efectivo de forma que podamos esperar que el ser razonables en principio conduza a ser efectivos, incluso si en una particular práctica comunicativa (o en ciertos tipos de prácticas comunicativas) ser razonable no puede ser el único factor (o siquiera el de mayor influencia) para lograr efectividad. Correlativamente, si no somos razonables o no lo suficiente, entonces hay que esperar que no seremos tampoco tan efectivos.

Con estas consideraciones como telón de fondo, concluimos que tiene sentido para nosotros, como teóricos de la argumentación, el ponernos a examinar empíricamente cuál es la relación entre ser razonable y ser efectivo, cubriendo todas las etapas del proceso resolutorio y tomando en cuenta todos los aspectos del maniobrar estratégico. En esta investigación empírica, definimos una jugada argumentativa como “efectiva” si y sólo si realiza el efecto (perlocutivo) “inherente” a la interacción que convencionalmente se busca cuando se lleva a cabo el acto verbal por el que hacemos tal jugada argumentativa (van Eemeren & Grootendorst, 1984: 24-29). Para servir óptimamente a sus propósitos, la investigación pragma-dialéctica sobre efectividad se concentra en la búsqueda de efectos deseados y externalizables que el maniobrar estratégico tiene sobre el estado de los compromisos dialécticos del destinatario.18 Se enfoca ante todo en los efectos logrados por medios razonables que, comenzando con la comprensión adecuada de la razón de ser funcional de las jugadas argumentativas, dependen de consideraciones racionales por parte del destinatario.19 El que dirijamos la investigación por este camino va de la mano con nuestra idea de que ser razonables es condición necesaria de ser convincentes, lo cual es la versión racional de ser persuasivos (van Eemeren & Grootendorst, 1984: 48).

A la luz de este hallazgo —a saber, que las jugadas argumentativas que son falaces desde la perspectiva de la teoría de la argumentación son también vistas como no razonables por los usuarios del lenguaje ordinario— podría llamar la atención que, cuando tales jugadas ocurren en el discurso argumentativo, las falacias en muchas ocasiones escapen a la atención de los participantes. Un ejemplo notable de falacia que fácilmente pasa desapercibida es la “variante abusiva” del argumentum ad hominem. Cuando a argumentadores ordinarios los ponemos a calificar si casos claros de esta falacia en una situación experimental son o no razonables, ellos juzgan, por abrumadora mayoría, que el uso de esta falacia es una jugada muy poco razonable en una discusión (van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2009: 206). Sin embargo, en el discurso argumentativo de la vida real, esta falacia no es detectada en muchísimos casos. Es menester explicar una discrepancia tan llamativa.

En el artículo “The disguised abusive ad hominem empirically investigated” [cap. 9 de este libro], Garssen, Meuffels y yo argüimos que en ciertos casos el ad hominem abusivo puede analizarse como un modo de maniobrar estratégico en que esta falacia adopta una apariencia razonable porque imita las reacciones críticas legítimas ante la argumentación de autoridad (van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2012b). Cuando co-argumentadores se presentan incorrectamente como expertos en un cierto campo, o pretender ser dignos de crédito cuando de hecho no lo son, atacarlos personalmente en ese punto es una jugada perfectamente legítima y razonable. Como consecuencia de ocurrir casos especiales como este, puede no ser inmediatamente claro si un ataque personal deba verse como una crítica razonable o más bien como una jugada ad hominem falaz. En dos experimentos hemos puesto sistemáticamente a prueba la hipótesis de que los ataques ad hominem abusivos son vistos como substancialmente no tan poco razonables cuando se los presenta como si fuesen reacciones críticas a una argumentación de autoridad en que la persona atacada se exhibe incorrectamente como experta. La hipótesis se confirmó en ambos experimentos.20

 

6. Tomar en cuenta el contexto institucional del discurso argumentativo

El maniobrar estratégico no forma parte de una discusión crítica idealizada, sino de prácticas comunicativas multiforme que se han desarrollado en la realidad argumentativa. Por ello es que en la pragma-dialéctica extendida es necesario dar cuenta cabal del macro-contexto constituido por el ambiente institucional de las prácticas comunicativas en que tiene lugar el discurso argumentativo de que se trate.21 Para ello pusimos nuestro tratamiento del maniobrar estratégico en el discurso argumentativo en relación inmediata con los “tipos de actividad comunicativa” que se han establecido en los diversos dominios comunicativos en respuesta a las exigencias institucionales de cada dominio. Estos tipos de actividad comunicativa han sido convencionalizados de acuerdo con las necesidades del macro-contexto institucional en cuestión (van Eemeren, 2010: 129-162).22

Es mediante el uso de “géneros” apropiados de actividad comunicativa,23 los cuales van desde la adjudicación y la deliberación hasta la disputa, que los tipos de actividad comunicativa son diseñados con el fin de realizar su razón de ser: el “propósito [point] institucional” que refleja aquella exigencia para responder a la cual ha surgido el tipo de actividad, por ejemplo, en el caso del debate parlamentario, el que se logre un buen apoyo para una decisión acerca de una propuesta de política. Para complicar las cosas, en ciertos tipos de actividad comunicativa la realización de su propósito institucional puede requerir que se activen juntos varios géneros de actividad comunicativa convencionalizada. Así, en una entrevista política, por ejemplo, encontramos que la deliberación se combina prototípicamente con la diseminación de información, todo ello para poder realizar el propósito institucional de ilustrar al auditorio o a los lectores (van Eemeren, 2015).

La manera en que los tipos de actividad comunicativa se convencionalizan a fin de realizar su propósito institucional puede ser explícita y estar altamente formalizada mediante reglas constitutivas y regulativas, como es, por ejemplo, usual en la adjudicación dentro del dominio legal. Por otro lado, la convencionalización puede permanecer en parte implícita y formalizarse en menor grado mediante algo así como reglas vagas, como suele ser el caso de la deliberación dentro del dominio político. Finalmente, la convencionalización puede llegar a ser completemente informal y reflejarse simplemente en ciertas prácticas establecidas, como es costumbre en el dominio interpersonal cuando dos seres humanos tratan de unirse compartiendo cosas personales.

El siguiente paso que tuvimos que tomar fue el de explorar las consecuencias que para la conducción del discurso argumentativo tiene el participar en un tipo comunicativo particular.24 El modelo ideal de una discusión crítica puede ser un instrumento para caracterizar las maneras particulares en que, dependiendo de los requerimientos institucionales específicos que deben cumplirse para realizar sus propósitos institucionales, se llena de contenido la dimensión argumentativa dentro de cada tipo de actividad comunicativa. Si tomamos las cuatro etapas de una discusión crítica como punto de partida, podemos identificar cuatro punto focales que necesitan tomarse en cuenta al caracterizar argumentativamente un tipo de actividad comunicativa. Se trata de contrapartes empíricas para cada una de las cuatro etapas en el marco de un discurso argumentativo contextualizado: la situación inicial, que corresponde a la etapa de confrontación, los puntos de partida, que corresponden a la etapa de apertura, los medios argumentativos y las críticas, que corresponden a la etapa de argumentación, y el resultado, que corresponde a la etapa de conclusión.25 Partir de tal división nos ayuda a determinar de qué manera exacta es que las etapas constitutivas del proceso de resolver una diferencia de opinion con base en los méritos argumentales se ven representadas en un tipo de actividad comunicativa.

Según el tipo de actividad comunicativa, se imponen restricciones extrínsecas a las posibilidades que tengamos de maniobrar estratégicamente. Por ello, a la hora de analizar y evaluar el maniobrar estratégico necesitamos tomar en cuenta el propósito institucional y la convencionalización del tipo de actividad comunicativa en que tenga lugar el discurso argumentativo. El propósito institucional y la convencionalización determinan juntos las “precondiciones institucionales” del maniobrar estratégico dentro un tipo de actividad comunicativa particular.26 Dado que una caracterización argumentativa del tipo de actividad comunicativa en términos de las contrapartes empíricas de una discusión crítica aclara la manera en que el discurso argumentativo se ha convencionalizado en servicio del propósito institucional del tipo de actividad, esta caracterización proporciona un punto de partida apropiado para rastrear metódicamente las maneras en que las posibilidades que tengamos de maniobrar estratégicamente se ven afectadas por el tipo de actividad comunicativa.

Como lo indica su convencionalización, dentro de un tipo de actividad comunicativa particular hay ciertos modos de maniobrar estratégicamente que se considerarán apropiados —o no apropiados, según sea el caso— para realizar el propósito institucional del tipo de actividad. Para los diversos tipos de actividad comunicativa, el rango de posibilidades de maniobrar estratégicamente puede variar en cada una de las contrapartes empíricas de las etapas de una discusión crítica. En algunos tipos de actividad comunicativa, por ejemplo, a los participantes se les dejará más espacio libre que en otros para que definan la situación inicial de acuerdo con sus propias preferencias. Parecida diversidad podemos encontrar en lo tocante a la elección de los puntos de partida procedimentales y materiales, los medios argumentativos y tipos de crítica, o bien los resultados del intercambio argumentativo. En cada caso particular los tres aspectos del maniobrar estratégico pueden verse afectados por la necesidad de cumplir con las precondiciones institucionales propias del tipo de actividad comunicativa de que se trate (van Eemeren, 2010: 93-127). Puede haber bien restricciones sobre la elección de tópicos aceptables, bien sobre la adaptación a la demanda del auditorio que se considera apropiada, bien sobre los dispositivos de presentación que se permitan. Aunque en principio estas restricciones limitan el maniobrar estratégico, habrá casos en que al mismo tiempo también se produzcan oportunidades especiales para maniobrar estratégicamente.

7. Precondiciones institucionales para el maniobrar estratégico y patrones argumentativos

Tras incluir el maniobrar estratégico en la pragma-dialéctica extendida incorporamos la dimensión contextual de los tipos de actividad comunicativa a la teoría con el fin de fortalecer aun más el vínculo entre la teoría y el estudio de la realidad comunicativa. Nuestro examen de las prácticas comunicativas se ha concentrado por razones prácticas en cuatro dominios comunicativos: (1) el dominio jurídico, que suele verse como el terreno de prueba de todo teorizar sobre la argumentación y que ha sido el punto focal de la investigación pragma-dialéctica desde la década de 1980; (2) el dominio político, que es vital para el uso de argumentación en la vida pública y central a la hora de despertar el interés de los legos por la teoría de la argumentación; (3) el dominio médico, que de la toma paternalista de decisiones por parte de los médicos ha transitado recientemente a la búsqueda del consentimiento informado basado en la argumentación; (4) el dominio académico, que está permeado por argumentación que a menudo, e incorrectamente, es considerada desde fuera como no problemática. Las metas generales de nuestra investigación es en todos los casos: (1) descubrir de qué maneras en tipos de actividad comunicativa específica las posibilidades de maniobrar estratégicamente se ven constreñidas por precondiciones institucionales; (2) detectar cuáles patrones argumentativos de puntos de vista, estructuras argumentativas y esquemas argumentales se ven estereotípicamente activadas en la realización del propósito institucional de tipos de actividad comunicativa específica en concordancia con las precondiciones institucionales.

Es característico del dominio jurídico que sus prácticas comunicativas se hayan en gran medida convencionalizado. Los puntos de vista procedimentales y materiales que definen la contraparte legal de la etapa de apertura de una discusión crítica están en general determinadas en gran medida por las instituciones en vez de que sea la deliberación mutua de las partes lo que las determine. Para identificar las restricciones específicas al maniobrar estratégico en esos tipos de actividad comunicativa, un pragma-dialéctico examina primero cómo caracterizarlos argumentativamente. Después intenta establecer cómo, en los diversos tipos de práctica legal, ocurre que las partes involucradas, incluyendo al juez, operan para conducir su discurso argumentativo y qué margen de libertad tienen para maniobrar estratégicamente (Feteris, 2009).

La investigación pragma-dialéctica acerca del dominio político inició con mi discusión del papel de la argumentación en la democracia (van Eemeren, 2002). En 2009, comencé un proyecto amplio de investigación con Bert Garssen para examinar las precondiciones institucionales para maniobrar estratégicamente en intercambios argumentativos al interior del parlamento europeo. Hasta ahora, nos hemos concentrado ante todo en el impacto de una precondición secundaria a la que llamamos “el predicamento europeo”: la convención, impuesta tácitamente a los miembros del parlamento europeo, de que se supone que deben servir a la causa europea al mismo tiempo que satisfacen a sus electorados protegiendo los intereses nacionales de sus países de origen (van Eemeren & Garssen, 2010, 2011).27

Un amplio proyecto de Houtlosser y mío acerca de la influencia de las precondiciones institucionales sobre el maniobras estratégicas de confrontación en el dominio político ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores. El fin de Yvon Tonnard (2011) fue dar cuenta de las tácticas de presentación que los políticos pueden usar para que los temas prioritarios de sus partidos se discutan en el debate parlamentario holandés cuando resulta que tales temas no están en la agenda. Dima Mohammed (2009) examinó las respuestas que los miembros de la oposición hacen al primer ministro en la “hora de las preguntas al primer ministro” en la cámara británica de los comunes. Corina Andone (2013) se planteó dar una explicación argumentativa de la forma en que los políticos reaccionan en las entrevistas políticas cuando el entrevistador los acusa de haber adoptado una postura inconsistente con puntos de vista ofrecidos anteriormente. En un proyecto relacionado, enfocado esta vez a la cuestión de cómo es que las condiciones contextuales de los foros de discusión política en internet afectan la manera en que los participantes reaccionan críticamente, Marcin Lewinski (2010) examinó la manera en que las tecnologías en línea crean nuevas posibilidades para el debate público.

En el dominio médico también ocurre que el maniobrar estratégico debe cumplir con las convenciones institucionales (Snoeck Henkemans, 2011). Los médicos tienen la obligación de aclararles a los pacientes que van a consultarlos de que su juicio y sus consejos con sólidos; pero el hecho de que en general doctores y pacientes difieren considerablemente en conocimiento y experiencia médica es una precondición institucional que los doctores necesitan tomar en cuenta en su maniobrar estratégico, por ejemplo cuando aplican su autoridad (Labrie, 2012; Pilgram, 2015).28 La relación entre maniobrar estratégico y precondiciones institucionales se ha examinado también para el caso de los “prospectos y folletos de salubridad” cuyo fin es lograr que el auditorio al que se dirigen coma menos, haga más ejercicio, o haga otras cosas que promueven la buena salud (van Poppel, 2013); y otro tanto se ha hecho, concentrándose también en la argumentación de autoridad, con los anuncios que —sobre todo en Estados Unidos— promueven medicamentos (Wierda, 2015).

 

La investigación pragma-dialéctica dirigida a determinar las precondiciones institucionales que un contexto académico impone al maniobrar estratégico que tiene lugar en el discurso argumentativo está todavía en pañales. En un primer esfuerzo por adaptar los instrumentos teóricos para implementarlos en este tipo de investigación, Wagemans (2011) propone herramientas para reconstruir y evaluar la argumentación que parte de la opinión de expertos.

Los tipos de actividad comunicativa que han surgido en los diversos dominios comunicativos para cumplir con las exigencias del macro-contexto institucional giran en torno a diferentes tipos de diferencia de opinión, y los tipos de punto de vista en disputa varían desde puntos de vista evaluativos y prescriptivos hasta puntos de vista descriptivos e híbridos que combinan elementos descriptivos, evaluativos y prescriptivos. En combinación con los puntos de partida específicos que caracterizan un tipo o un clúster de tipos de actividad comunicativa, las características específicas de la situación inicial llevarán tanto a clases específicas de intercambios argumentativos en la contraparte empírica de la etapa de argumentación de una discusión crítica como a clases específicas de resultados.

Las diferencias entre las clases de intercambios argumentativos que se desarrollan o es probable se desarrollen en los diversos tipos de actividad comunicativa no son causadas solamente por las diferencias entre tal o cual clase de diferencia de opinión a la que responden, a los tipos de puntos de vista que están en disputa, y a los puntos de vista procedimentales y materiales que se usan. Son causadas también por los requerimientos específicos propios de tal o cual dominio comunicativo, requerimientos que atañen la manera en que ha de tener lugar el intercambio entre argumentación y crítica, así como a las clases de resultados que han de alcanzarse. Dependiendo de las preguntas críticas propias de cada tipo de esquema argumental empleado en la argumentación principal en apoyo del punto de vista en disputa, es necesario anticipar y responder a clases específicas de reacciones críticas dentro de los intercambios argumentativos que tienen lugar en tal o cual tipo de actividad comunicativa.

Al conducir un intercambio argumentativo, se supone que los argumentadores tomarán en cuenta las precondiciones institucionales del tipo comunicativo y las reacciones críticas que son pertinentes cuando se usa tal o cual esquema argumental. Hacerlo resultará en la creación de lo que he llamado un patrón argumentativo específico en el discurso (van Eemeren, 2015). Tal patrón argumentativo se caracteriza por una constelación de jugadas argumentativas en las que, a fin de hacerse cargo de una clase particular de diferencia de opinión, y para defender un tipo particular de punto de vista, se utiliza un esquema argumental particular o una combinación de tales esquemas, dentro de una argumentación que tiene una clase particular de estructura.

Aunque algunos patrones argumentativos que ocurren pueden ser accidentales, hay ciertos patrones argumentativos que pueden ser típicos de la manera en que el discurso argumentativo se conduce en general dentro de un tipo específico de actividad comunicativa o un clúster de tipos. Esto es el caso en principio si el patrón argumentativo de que se trata está inmediatamente vinculado con las precondiciones institucionales del maniobrar estratégico propias del tipo de actividad comunicativa que se esté examinando. Tales patrones argumentativos “estereotípicos”, cuya existencia puede explicarse por las condiciones vigentes en los tipos de actividad comunicativa en que ocurren (van Eemeren & Garssen, 2014), tienen un interés especial para el investigador en pragma-dialéctica que se enfoque en determinar la dependencia respecto del contexto que tiene el discurso argumentativo.29 Los patrones argumentativos estereotípicos por los que se interesa un pragma-dialéctico resultan de usar modos de maniobrar estratégicamente que sirven (1) para alcanzar el propósito institucional de acuerdo con las precondiciones institucionales de un cierto tipo de actividad comunicativa, y (2) para responder a las preguntas críticas específicas que son pertinentes a la luz de las convenciones institucionales del tipo de actividad comunicativa.

En la práctica, puede haber diversos patrones argumentativos que son estereotípicos de tal o cual tipo particular de actividad comunicativa. Algunos de estos patrones argumentativos pueden ocurrir con mayor frecuencia que otros y en casos específicos un patrón puede ser dominante. La investigación pragma-dialéctica sobre el maniobrar estratégico apunta actualmente a la detección de patrones argumentativos que emergen como consecuencia de aquellas precondiciones institucionales para el maniobrar estratégico que son estereotípicas de las diversas clases de prácticas argumentativas en los dominios jurídico, político, médico y académico. Al descubrir tales patrones argumentativos funcionales que ocurren en la realidad argumentativa mediante investigación empírica cualitativa, los investigadores pueden hacer uso de los diversos instrumentos teóricos desarrollados en la pragma-dialéctica, tales como tipologías de puntos de vista, diferencias de opinión, esquemas argumentales y estructuras de argumentación (van Eemeren & Grootendorst, 1992). Los patrones argumentativos que se manifiestan en constelaciones específicas de jugadas argumentativas se describen en términos de las categorías que tales tipologías distinguen.

En la investigación empírica cualitativa sobre patrones argumentativos estereotípicos que hemos llevado a cabo Corina Andone, Eveline Feteris, Bart Garssen, Francisca Snoeck Henkemans, Jean Wagemans y yo, se identifican patrones argumentativos que son funcionales en tipos específicos de actividad comunicativa dentro de los dominios jurídico, político, médico y académico, y se hace claro cómo y por qué ocurren. Esta investigación cualitativa será seguida más tarde por investigación empírica cuantitativa de corpora representativos del discurso argumentativo en los que determinemos las frecuencias con que ocurren los diversos patrones argumentativos esterotípicos y hagamos comparaciones entre los varios tipos y dominios de actividad comunicativa. Documentar la diversificación institucional de las prácticas argumentativas de esta manera sistemática proporciona una comprensión basada empíricamente en la proliferación de prácticas argumentativas. Prepara también el camino para una explicación de la relación entre dependencia e independencia del contexto que tiene el discurso argumentativo que resulte más completa que la que han dado otros teóricos de la argumentación (por ejemplo, Toulmin, 2003).