Argumentación y pragma-dialéctica

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Nota a las referencias bibliográficas

Cada uno de los capítulos 1-10 hace referencia a libros y artículos parcialmente distintos, pero también hay muchas referencias repetidas. Para evitar repeticiones, se decidió consolidar las referencias de todos esos capítulos en una sola lista colocada después del último. A esta lista se añadieron otras dos: la de las tesis doctorales supervisadas o co-supervisadas por Frans van Eemeren en distintas universidades, y la de las publicaciones en lengua inglesa que han comenzado a hacer realidad la última fase del programa pragma-dialéctico de investigación: el estudio detallado de la argumentación tal como ella ocurre en los distintos contextos institucionalizados de comunicación argumentativa. De esa manera, el lector de habla española se dará cuenta de dos aspectos notables del trabajo tesonero de van Eemeren: su labor docente y la aplicación concreta a argumentaciones reales y complejas tal como ellas ocurren en distintas situaciones.

Nota sobre el origen de los textos traducidos

A continuación se da cuenta de los lugares en que los capítulos traducidos fueron originalmente publicados.

Capítulo 1. Inédito. Escrito por el autor especialmente para este libro.

Capítulo 2. Eemeren, Frans H. van (2012). The role of logic in analyzing and evaluating argumentation. En H. Jales Ribeiro, coord., Inside arguments: Logic and the study of argumentation (pp. 139-156). Newcastle upon Tyne (UK): Cambridge Scholars Publishing.

Capítulo 3. Eemeren, Frans H. van (2006). The pragma-dialectical theory of argumentation. En B.B. Whaley & W. Samter, coords., Explaining communication: Contemporary theories and exemplars (pp. 351-382). Mahwah (NJ): Lawrence Erlbaum.

Capítulo 4. Eemeren, Frans H. van; Garssen, Bart & Wagemans, Jean (2012). The pragma-dialectical method of analysis and evaluation. En R.C. Rowland, coord., Reasoned argument and social change (pp. 25-47). Washington (DC): National Communication Association.

Capítulo 5. Eemeren, Frans H. van (2011). In alle redelijkheid. In reasonableness. Amsterdam: Rozenberg & Sic Sat Publishers. [Discurso dictado en la Iglesia Luterana de Spui con ocasión de su jubilación como profesor de Comunicación Verbal, Teoría de la Argumentación y Retórica en la Universidad de Amsterdam.]

Capítulo 6. Eemeren, Frans H. van; Garssen, Bart & Meuffels, Bert (2012). Effectiveness through reasonableness: Preliminary steps to pragma-dialectical effectiveness research. Argumentation, 26 (1): 33-53.

Capítulo 7. Eemeren, Frans H. van (2013). Fallacies as derailments of argumentative discourse: Acceptance based on understanding and critical assessment. Special issue Journal of Pragmatics, 59 (B): 141-152.

Capítulo 8. Eemeren, Frans H. van (2013). Strategic maneuvering in argumentative discourse in political deliberation. Journal of Argumentation in Context, 2 (1): 11-32.

Capítulo 9. Eemeren, Frans H. van, Garssen; Bart & Meuffels, Bert (2012). The disguised abusive ad hominem empirically investigated: Strategic maneuvering with direct personal attacks. Thinking & Reasoning, 18 (3): 344-364.

Capítulo 10. Eemeren, Frans H. van (2013). In what sense do modern argumentation theories relate to Aristotle? The case of pragma-dialectics. Argumentation, 27 (1): 49-70.

capítulo 1

Del modelo ideal de discusión crítica al discurso argumentativo situado. La evolución paso a paso de la teoría pragma-dialéctica de la argumentación
Frans H. van Eemeren
1. Introducción

Comencé a desarrollar la teoría pragma-dialéctica de la argumentación, junto con Rob Grotendorst, en la Universidad de Amsterdam en la década de 1970. Nuestro interés primario era proporcionar herramientas adecuadas para incrementar la calidad del modo en que las personas justifican sus puntos de vista, así como analizar y revisar críticamente las justificaciones de los puntos de vista con que las personas se topan al comunicarse con los demás. Debido a la importancia de tales justificaciones respecto de lo que la gente cree, con quien se asocia y las cosas que hace, considerábamos que la argumentación tiene un gran significado intelectual, social y práctico. Por ello, una reflexión sistemática sobre las herramientas que permiten una producción, análisis y evaluación adecuados de la argumentación nos parecía crucial.

Pensábamos que desarrollar una teoría plena de la argumentación requería un enfoque multidisciplinario, y eventualmente (habiéndola establecido) interdisciplinario, basado en conocimientos tomados de la filosofía y la lógica lo mismo que de la lingüística y el análisis del discurso, los estudios sobre comunicación y la psicología.1 Desde que preparamos nuestro primer manual que daba un panorama de los diversos tipos de contribución teórica para el estudio de la argumentación,2 habíamos aprendido que en la construcción de semejante teoría global podíamos apoyarnos en los hombros de predecesores eminentes tales como Aristóteles, Arne Naess, Rupert Crawshay-Williams y Charles Hamblin. Decidimos sacar provecho de una reflexión crítica cuidadosa sobre las propuestas teóricas hechas por ellos, desde el modelo de Toulmin y la nueva retórica hasta la dialéctica formal. Pronto descubrimos que se ganaría más al discutir con teóricos de la argumentación procedentes de las diversas comunidades de estudiosos en que emergieron nuevas propuestas en la década de los 1980, tales como la tradición estadounidense de estudios sobre comunicación y retórica y la comunidad de lógica informal predominantemente canadiense.

Nuestro plan maestro de desarrollar un acercamiento teórico a la argumentación implicaba avanzar paso a paso del diseño de un modelo abstracto de discurso argumentativo normativamente ideal al estudio de los intrincados detalles de la amplia variedad de prácticas que constituyen la realidad argumentativa. Partiendo de lo más básico y luego haciendo nuestras propuestas más y más inclusivas de manera sistemática, planeamos elaborar la teoría pragma-dialéctica. Es característico del enfoque pragma-dialéctico el considerar la argumentación como dirigida a resolver una diferencia de opinión sobre la sola base de los méritos de los argumentos ofrecidos por medio de intercambios críticos de actos verbales (u otros actos comunicativos en el cano de la comunicación no verbal).3 Se estudia tanto desde una perspectiva comunicativa, inspirada por ideas pragmáticas provenientes de la teoría de actos verbales y el análisis del discurso, como desde una perspectiva crítica, inspirada por ideas dialécticas provenientes del racionalismo crítico y la lógica dialógica (van Eemeren & Grootendorst, 1984, 2004).

En la teoría pragma-dialéctica, el tratamiento de la argumentación como proceso y el tratamiento de la argumentación como producto se unifican mediante un enfoque procedimental al discurso argumentativo.4 Simultáneamente, se conecta de manera sistemática el compromiso con una descripción empíricamente adecuada con una postura crítica hacia las prácticas argumentativas, es decir se lleva a cabo un programa de investigación que integra ideas descriptivas e ideas normativas.5 En consecuencia, el enfoque pragma-dialéctico sobre la argumentación difiere fundamentalmente no solo de los enfoques lógicos, formales e informales, que se concentran primariamente en el tratamiento normativo de problemas de razonamiento, sino también de los enfoques, primariamente descriptivos y explicativos, del discurso argumentativo por el que optan los estudios sobre comunicación, la retórica y la lingüística. Aunque la mayoría de estos enfoques ofrecen resultados similares a los que hemos desarrollado en la pragma-dialéctica, también tienen importantes limitaciones que la pragma-dialéctica busca remediar.6

Este capítulo, que ha sido escrito especialmente a manera de introducción para el libro del que forma parte, se basa en reflexiones que hice como parte de preparar un estudio al que titulo The Making of Pragma-Dialectics [Cómo se hizo la pragma-dialéctica o bien La hechura o confección de la pragma-dialéctica]. Proporciona una visión de conjunto de algunas fases cruciales en el desarrollo de la teoría pragma-dialéctica de la argumentación y explica su ordenamiento. Como he dicho, el punto de partida es el nivel abstracto propio de un modelo ideal de cómo se conduce una discusión crítica, y partiendo de allí la teorización se va aproximando poco a poco a las complejidades del discurso argumentativo situado que vemos en las prácticas argumentativas reales. En la sección 2 esbozo la teoría pragma-dialéctica estándar, con el modelo y las reglas de la discusión crítica, todo lo cual representa la teoría “estándar” sobre la que se basan desarrollos ulteriores. En la sección 3 describo investigaciones ulteriores cuyo fin es consolidar la teoría estándar e indico cuáles son las contribuciones que hicieron. En la sección 4 presento la teoría pragma-dialéctica “extendida” en la que se introduce la noción crucial de maniobrar estratégico y explico por qué esta extensión era vital para el desarrollo ulterior de la pragma-dialéctica. En la sección 5 discuto el transfondo teórico de la investigación empírica de carácter experimental que se ha hecho sobre efectividad razonable, la cual conecta con la pragma-dialéctica extendida.7 En la sección 6 aclaro cómo es que el tratamiento teórico del maniobrar estratégico se completó al tomar en cuenta los contextos institucionalmente convencionalizados en los que tiene lugar el discurso argumentativo. En la sección 7 elucido la atención especial que la investigación en pragma-dialéctica ha prestado al discurso argumentativo que tiene lugar en tipos de actividad comunicativa que pertenecen a los dominios legal, político, médico y académico.

 

2. La teoría pragma-dialéctica estándar

A fin de tener mayor claridad sobre lo que implica ver el discurso argumentativo como dirigido a resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos presentados, Rob Grootendorst y yo desarrollamos un modelo ideal de discusión crítica (van Eemeren & Grootendorst, 1984; van Eemeren et al., 2014: 527-533). En una discusión crítica las partes intentan alcanzar acuerdo sobre lo aceptable de un punto de vista en disputa viendo si se sostiene frente a dudas críticas y otras objeciones y tomando en cuenta ciertos puntos de partida mutuamente aceptables.8 Resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos no solamente requiere que se ofrezca argumentación, sino también que se hagan otras jugadas argumentativas tales como presentar un punto de vista y puntos de partida. En el modelo especificamos las diversas etapas que han de distinguirse en el proceso resolutorio y los actos verbales que constituyen las jugadas argumentativas que son instrumentales en cada una de dichas etapas.

El modelo pragma-dialéctico de discusión crítica cumple funciones heurísticas y analíticas a la hora de manejar problemas de interpretación que pueden surgir cuando uno se ocupa de discurso argumentativo. Indica qué hay que buscar cuando se reconstruye discurso argumentativo desde una perspectiva atenta a la resolución y cuál es la manera más apropiada de analizar tal discurso. El modelo también cumple una función crítica proporcionando, a través de las reglas de discusión crítica propuesta por Grootendorst y por mí, un conjunto coherente de normas para determinar en qué puntos una jugada argumentativa se desvía del curso que conduce a resolver una diferencia de opinión sobre la sola base de argumentos. Como resultado de sus funciones heurística, analítica y crítica, el modelo pragma-dialéctico de discusión crítica constituye una base adecuada para desarrollar lineamientos prácticos para un mejoramiento metódico de la calidad de las prácticas argumentativas.

Una discusión crítica abarca las cuatro etapas por las que debe atravesar un discurso argumentativo para resolver una diferencia de opinión. En primer lugar está la etapa de confrontación en que se expresa la diferencia de opinión. En segundo lugar está la etapa de apertura en se establecen los puntos de vista formales y materiales de la discusión. En tercer lugar está la etapa de argumentación en que se presentan argumentos para responder a las (presuntas) críticas. En cuarto lugar está la etapa de conclusión en que se determina el resultado de la discusión.

En la teoría pragma-dialéctica los criterios de razonabilidad que autorizan la realización de actos verbales en cada una de las cuatro etapas los hemos descrito como reglas para una discusión crítica (van Eemeren & Grootendorst, 2004: 135-157). Juntas, tales reglas constituyen un procedimiento dialéctico para realizar actos verbales en discursos argumentativos. Para resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos presentados, los actos verbales realizados por el protagonista y el antagonista del punto de vista en disputa deben satisfacer en cada etapa con todas las reglas. Cualquier violación de cualquiera de las reglas por cualquiera de las partes en cualquier etapa de la discusión frustra u obstaculiza el proceso de resolver una diferencia de opinión con base en los argumentos. Grootendorst y yo propusimos por tanto que toda jugada argumentativa en la que esto ocurre debe considerarse una “falacia” en este sentido.9 Para propósitos prácticos “tradujimos” las reglas de discusión crítica, motivadas por la teoría, y por tanto más bien técnicas, en un mayormente manejable “código de conducta” para discutidores razonables (van Eemeren & Grootendorst, 2004: 123-157).

En el desarrollo de la dimensión dialéctica del modelo de discusión crítica y el código de conducta para discutidores razonables nos inspiraron las ideas del racionalismo crítico propuestas por Karl Popper (1963, 1972) y más particularlmente por Hans Albert (1975). La lógica dialógica de la Escuela de Erlangen y la dialéctica formal de Else Barth y Erik Krabbe nos estimularon para dar substancia a esta dimensión mediante un procedimiento dialéctico de reglas de discusión crítica. La dimensión pragmática que distingue nuestro enfoque claramente de otros enfoques dialécticos se conformó con base en (nuestras versiones corregidas de) ideas de la “filosofía del lenguaje ordinario” y el análisis del discurso, en particular las relacionadas con la teoría de actos verbales de John Searle (1969, 1979) y la lógica de la conversación de Paul Grice (1975, 1978, 1981; reimpresos ahora en Grice, 1989). Nuestro tratamiento de las falacias como violaciones de reglas propias de las diversas etapas de una discusión crítica constituyen una respuesta constructiva al desafío planteado por las devastadores críticas de Charles Hamblin (1970) al “tratamiento lógico estándar” de las falacias.10

3. Consolidación de la teoría estándar

Por considerarse evidentes por sí mismas, y a veces por razones menos honorables, hay ciertos elementos indispensables del proceso resolutorio que en el discurso argumentativo suelen dejarse sin expresar: la definición de la diferencia de opinión, los puntos de vista procedimentales y materiales, las relaciones entre los diferentes argumentos ofrecidos en defensa de un punto de vista (es decir, la estructura de la argumentación) y la manera en que se supone que cada uno de tales argumentos apoya el punto de vista en disputa (es decir, los esquemas argumentales). Más particularmente, en una argumentación que a primera vista es parte de un monólogo algunos de estos elementos se suelen ocultar en el discurso y necesitan recobrarse mediante un análisis reconstructivo en que el modelo de discusión crítica sirve como herramienta heurística y analítica. En esta empresa el modelo constituye una “plantilla” que puede servir como punto de referencia y asegura que el discurso se reconstruya en términos de jugadas argumentativas relevantes para resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos presentados. Esta reconstrucción ha de desembocar en una “sinopsis analítica” que destaca aquellos, y solo aquellos, elementos en el discurso que sean pertinentes para una evaluación crítica.

Como aclaré una vez que se completó la teoría estándar, una reconstrucción pragma-dialéctica del discurso argumentativo puede tener lugar llevando a cabo diversos tipos de transformaciones reconstructivas (van Eemeren, 1986).11 La sinopsis analítica que se logra al llevar a cabo tales transformaciones necesita rastrear todas las etapas de discusión, recapitular la diferencia de opinión en disputa, identificar las posiciones de los participantes y las premisas procedimentales y materiales que sirven como puntos de partida de la discusión, dar una visión de conjunto de los argumentos y críticas explícita o implícitamente presentados por las partes, indicar cuáles esquemas argumentales se usan y qué estructura de la argumentación se ha desplegado, y reportar cuál es, de acuerdo con los participantes, el resultado de la discusión. Para que un analista pueda obtener este resultado, necesitamos desarrollar las herramientas analíticas requeridas, tales como un método para hacer explícitas las premisas inexpresas así como tipologías de las estructuras de argumentación y los esquemas argumentales. Esto fue lo que hicimos en nuestra monografía Argumentation, Communication, and Fallacies (van Eemeren & Grootendorst, 1992).12

Entre las herramientas analíticas desarrolladas en pragma-dialéctica para reconstruir el discurso argumentativo en términos del modelo de una discusión crítica están las reglas de comunicación (van Eemeren & Grootendorst, 1992: 49-52). Estas reglas se basan en integrar, por un lado, una versión corregida de las condiciones de Searle para la feliz realización de actos verbales en la comunicación, y por otro lado, una versión corregida de las máximas de Grice para la conducción de interacciones verbales. En aquellos casos donde podemos asumir que los principios generales de comunicación e interacción no se han abandonado, el analista ha de empeñarse —al igual que hacen los escuchas o lectores ordinarios— por reconstruir los actos verbales implícitos en los que estas reglas parecen violarse, y ha de hacerlo de forma que se ponga remedio a tal violación y haya acuerdo entre el acto verbal reconstruido y todas las reglas de comunicación. Si seguimos ese procedimiento, entonces podemos reconstruir los actos verbales indirectos y las premisas inexpresas que parecieran violar las reglas de comunicación cuando se interpretan literalmente las enunciaciones que transmiten unos y otras (van Eemeren & Grootendorst, 1992: 52-59: 60-72).

Para rastrear la conexión de la pragma-dialéctica con la realidad argumentativa se requiere de investigación empírica. La investigación empírica cualitativa realizada hasta hoy se ha enfocado primariamente en la manera en que las jugadas argumentativas que son relevantes para una discusión crítica se manifiestan en la realidad argumentativa así como en las claves que el modo de presentación revela para su reconstrucción (van Eemeren et al., 1993). Para mejorar nuestra comprensión pragmática en torno a cómo cumplir el requerimiento de que la reconstrucción de jugadas argumentativas sea acorde con los compromisos que pueden atribuirse a los argumentadores involucrados sobre la base de sus contribuciones al discurso, fue que también llevamos a cabo investigación empírica cualitativa acerca de la manera en que se conduce el discurso argumentativo oral y escrito en prácticas argumentativas específicas. Así por ejemplo, Rob Grootendorst, Sally Jackson, Scott Jacobs y yo conseguimos revelar la existencia de un patrón estándar de confrontación. Con ello mostramos que este tipo de investigación nos permite hacer afirmaciones teóricamente pertinentes y empíricamente fundadas sobre el contenido, función y estructura de intercambios argumentativos (van Eemeren, Grootendorst, Jackson & Jacobs, 1993).

En el proyecto sobre indicadores, Peter Houtlosser, Francisca Snoeck Henkemans y yo nos propusimos examinar las claves para reconstruir sistemáticamente las jugadas argumentativas mediante investigación empírica cualitativa (van Eemeren, Houtlosser & Snoeck Henkemans, 2007). Nuestras metas centrales fueron identificar palabras y expresiones que usan los argumentadores para indicar las funciones de las diveras jugadas que hacen en un discurso argumentativo, clasificar esas jugadas de acuerdo con las funciones argumentaivas que pueden tener en las diversas etapas del proceso resolutorio y determinar bajo qué condiciones cumplen esas funciones. Los indicadores de las funciones de las jugadas argumentativas que examinamos incluyen la manera en que se presentan las jugadas, la manera en que la otra parte reacciona a ellas y la manera en que la primera parte responde ante esas reacciones.

En el proyecto sobre indicadores hicimos uso de “perfiles dialécticos” que especifican los tipos de jugada que pueden ser instrumentos para la realización de tareas específicas de los discutidores en un punto particular de la discusión y las “rutas dialécticas” en que se incluyen tales jugadas.13 Las rutas dialécticas son especificaciones de las diversas series de jugadas analíticamente relevantes que pueden hacerse en tal o cual parte del intercambio argumentativo que exhibe el perfil dialéctico. Tomando los perfiles dialécticos relevantes como nuestro punto de partida, examinamos sistemáticamente las maneras en que las jugadas argumentativas se realizan en la realidad argumentativa.

Para establecer la conexión necesaria entre la teoría pragma-dialéctica y la realidad argumentativa, los pragma-dialécticos nos hemos dedicado desde mediados de la década de 1980 a la investigación empírica cuantitativa, con carácter experimental, concentrándonos inicialmente en hasta dónde en la realidad argumentativa hay factores propios de la presentación que facilitan o dificultan el reconocimiento de las jugadas argumentativas (por ejemplo, van Eemeren, Grootendorst & Meuffels, 1984, 1989; van Eemeren, Meuffels & Verburg, 2000). Nos enfocamos particularmente en rastrear reglas generales, rutinas y tendencias en la manera en que los argumentadores ordinarios identifican y evalúan las jugadas argumentativas. Después examinamos también las claves que el contexto proporciona para reconocer la argumentación indirecta. Juntos, los resultados de estos proyectos de investigación nos permitieron comprender a fondo el procesamiento real del discurso argumentativo, lo cual es necesario para dar una perspectiva realista al ideal crítico de la pragma-dialéctica y para desarrollar métodos adecuados con los cuales mejorar las prácticas argumentativas. Los resultados pueden también aplicarse, en el análisis del discurso argumentativo, a justificar las reconstrucciones analíticas que se hicieren.

 

A fin de determinar la validez intersubjetiva de los criterios pragma-dialécticos para una discusión crítica, se llevó a cabo un amplio proyecto de investigación bajo el nombre de “Concepciones de lo razonable”, en el que Bart Garssen, Bert Meuffels y yo concentramos nuestros esfuerzos por más de diez años en capturar la manera en que los argumentadores ordinarios evalúan las jugadas argumentativas. Esta investigación ha resultado en la exhaustiva monografía Fallacies and Judgments of Reasonableness (Falacias y juicios de razonabilidad, van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2009 [no traducida aún al español]). Este estudio reporta aproximadamente 50 experimentos en los que presentamos a los participantes diversos fragmentos de discusión, construidos especialmente para el experimento, y en los cuales había a veces jugadas falaces y a veces jugadas no falaces de acuerdo con la teoría, y les pedimos que juzgaran si la última jugada argumentativa en cada fragmento era o no era razonable [véase para ejemplos de estos experimentos el cap. 6 de este libro]. Se examinaron diferentes tipos de falacia en el sentido de violaciones de las reglas de discusión crítica hechas a todo lo largo de las cuatro etapas de tal discusión.14 El propósito general de los tests era verificar hasta dónde los argumentadores ordinarios juzgan lo razonable de jugadas argumentativas de acuerdo con normas que corresponden a las expresadas en las reglas de discusión crítica. Con base en los impresionantemente consistentes resultados puede concluirse que, una y otra vez, los argumentadores ordinarios juzgan que las falacias que incluimos en los tests son jugadas no razonables en una discusión; y también que las argumentaciones no falaces con las que aquellas estaban en contraste eran vistas como razonables o incluso muy razonables.

Para responder a la pregunta de en qué sentido los resultados de este proyecto empírico son indicio del grado de validez intersubjetiva de las reglas de discusión correspondientes a la etapa de confrontación, la etapa de apertura, la etapa de argumentación y la etapa de conclusión que eran nuestro objeto de investigación, hicimos uso de la noción cuantitativa de tamaño del efecto, que indica con cuánta fuerza los participantes en el experimento discriminan entre lo no razonable o lo razonable de una cierta falacia frente a su contraparte no falaz. A mayor sea el tamaño del efecto, más fuerte es la discriminación, y a menor el primero, más débil la segunda. Hablando relativamente pues: a mayor el tamaño del efecto, más se prueba la pretensión de validez intersubjetiva. Las conclusiones globales que pueden deducirse de los tamaños del efecto en este proyecto de investigación son que, hablando en términos generales, las reglas de discusión crítica son en alto grado intersubjetivamente válidas y que las diferencias en cuanto al grado de validez intersubjetiva entre una regla y otra no son para nada espectaculares (van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2009: 222-224). La conclusión general es pues que todos los datos obtenidos indican que las normas que usan los argumentadores ordinarios cuando juzgan lo razonable de las contribuciones a la discusión se corresponden bastante bien con los criterios pragma-dialécticos para una discusión crítica. Sobre la base de esta evidencia indirecta, podemos pues afirmar que dichas reglas son convencionalmente válidas, tanto cada una de manera individual como juntas en grupo.