Hyakuhei agarró sus caderas, envolviendo sus dedos alrededor de la suavidad mientras profundizaba su beso cuando alcanzó su pico tan rápidamente. Ãl querÃa devorarla y gruñó con placer sabiendo que él era el primero y serÃa el último en probar su cielo.
Cuando él gruñó en ella, Kyoko se resistió y luego se desmayó al romper de nuevo. PodÃa sentir que él la bebÃa y la dejaba perdida dentro del terremoto. Mientras gimió, alargó la mano y agarró un puñado de su pelo, tratando de alejarse del intenso placer... sólo para descubrir que ahora ella lo estaba sosteniendo en su lugar y moviéndose contra su boca mientras gritaba.
Hyakuhei sintió que estaba siendo poseÃdo por su necesidad de ella mientras levantaba la cabeza y rugÃa, dejando caer su espalda al colchón y deslizando su cuerpo hacia arriba y sobre el suyo en un fluido movimiento dominante. HabÃa esperado tanto... más tiempo que el tiempo... siempre habÃa querido poseerla aunque no recordaba haberla conocido nunca. Se lamió los labios antes de descender sobre los suyos y mover su parte inferior del cuerpo hacia atrás entre sus piernas.
El calor le ardÃa a medida que la cabeza de su rÃgido personal se acercaba a su entrada. El tiempo para querer habÃa terminado.
Todo el aliento la dejó mientras el ángel oscuro empujaba hacia adelante... rompiendo su lazo de sangre. Ella giró la cabeza de un lado a otro con miedo, escuchando susurros frenéticos a su alrededor de cosas que no estaban destinadas a ser. PodÃa sentir auras de luz tratando de alejarla de él, pero cuando sus ojos volvieron a centrarse en él; Todo estaba en silencio, excepto el espeso dolor que le latÃa entre los muslos.
Se mantuvo inmóvil sobre ella, después de haber oÃdo las mismas voces que ella. Los celos posesivos lo arrastraron atreviendo al fantasma para tratar de quitárselo. Al ver que su mirada ahora se centraba en él, él se retiró de su opresión sólo para golpear de nuevo en ella mientras ella lo observaba. Sus labios se separaron cuando él le dio un nuevo alto... uno que las voces de los condenados no podÃan penetrar.
Sus brazos temblaron cuando él se desaceleró a un fuerte empuje; Sin apartar los ojos de la pasión que irradiaba de ella. Ahora eran iguales mientras levantaba sus caderas para encontrarse con las de él, sólo para gritar con cada golpeteo... dejándola luchando por alejarse y acercarse al mismo tiempo. PodÃa sentir que ella lo apretaba desde dentro y gimió mientras luchaba para acelerar el paso.
Kyoko agarró sus costillas en un esfuerzo por mantenerla mientras sentÃa que los rayos corrÃan por ella y cruzaban sus muslos al ritmo de su latido cardÃaco.
Al ver que habÃa ganado la batalla, Hyakuhei frenó su rostro y sus labios adoraron los suyos, lamiéndose y escaldándose antes de volver a ser exigentes una vez más mientras volvÃa a acelerar, sin darle descanso. Mientras se movÃa de arriba abajo, sabÃa que nunca terminarÃa con ella... nunca lo suficiente como para detenerse.
Deslizando sus brazos alrededor de ella, él se recostó sobre sus rodillas... trayéndola con él. Tirando de sus palmas hacia sus caderas, él la sostuvo, luego bajó su espalda sobre él... observando su arco de cabeza hacia atrás y girando alrededor de su hombro, trayendo una oleada de pelo castaño con ella. Jalando sus piernas alrededor de él, Hyakuhei subió de la cama, empujándola contra la pared mientras él continuaba levantándola y retrocediendo con movimientos más fuertes.
Mientras se movÃa, Kyoko no podÃa quitar los ojos de sus perfectos labios llenos ahora que se habÃa levantado sólo una pulgada más alta que él, sólo para bajar con cada empuje de sus caderas. Apretó los dientes mientras se apoyaba contra ella y levantó una mano por encima de su cabeza... tratando desesperadamente de encontrar algo en la pared para aferrarse a ella. Su mundo se inclinó cuando su espalda dejó la pared y él aterrizó en la cama con ella todavÃa encima.
Finalmente, teniendo el control que habÃa anhelado, Kyoko tomó sus manos y las sujetó rápidamente a la cama mientras levantaba sus caderas casi liberándolo sólo para golpear de nuevo sobre él. PodÃa sentir cada centÃmetro del hombre debajo de ella mientras empezaba a moverse hacia adelante y hacia atrás en un movimiento abrasador. Alzando la mirada de él, trató de recuperar el aliento sin detener el movimiento.
Hyakuhei tomó a la diosa por encima de él y supo que no era una mentira. HabÃa nacido sólo para él y habÃa esperado tanto tiempo que la habÃa olvidado. PodÃa sentir su alma llamándolo desde el pasado y él torció sus manos de las suyas sólo para agarrar su muñeca firmemente y tirar de ella contra él. Girando sobre ella sin perder el ritmo, Hyakuhei se maravilló ante el calor que sólo habÃa creado en su sangre frÃa y sintió su frágil agarre en la salud mental.
PodÃa oÃr su rápido latido del corazón... el latir de la sangre de su vida le estaba llamando. Ãste era el único cielo que habÃa conocido cuando avanzó hacia él, conduciéndose tan profundamente dentro de ella como pudo. Bajando los labios al arco de su cuello mientras ella se alejaba de él, Hyakuhei no pudo contener.
Rechazando rasgar en ella como su mente estaba gritando para él para hacer, Hyakuhei puso sus labios y dientes contra ella mientras que él utilizó sus energÃas para tomarla a una velocidad que ella no podrÃa emparejar. Al llegar al clÃmax, dejó que sus colmillos rompieran su piel delicada con la menor cantidad de daño, deseando saborearla esta vez desde lo más profundo posible de todas las maneras posibles.
Se convertirÃa en lo más importante de su vida, eternos compañeros de alma... no era una mentira... podÃa probarlo.
Lo que habÃa dado y tomado habÃa debilitado a ambos y robado su voluntad de retener. Sintiendo su ojeada de nuevo, sacudió su boca lejos de ella enviando ecos de sonidos ásperos y desordenados alrededor de ellos mientras él se sentÃa romperse y derramar ... bombeando en ella con cada latido del corazón.
Momentos más tarde, sus brazos cedieron y él rodó a su lado, llevándola con él. La habitación se quedó en silencio mientras escuchaba el sonido de su respiración, sabiendo que habÃa caÃdo en un sueño profundo como una combinación de los espÃritus que habÃa bebido, y la sangre que él habÃa tomado de ella... mezclado con la pasión de su apareamiento.
Hyakuhei apretó sus brazos alrededor de ella no queriendo perderse una cosa, pero él podÃa sentir el sueño indeseado fluir a través de él como la mano no invitada del destino.
*****
Miles bajo la habitación del hotel, en lo más profundo de las catacumbas, los gritos violentos y susurros de negación finalmente habÃan cesado. Tadamichi sacó sus afiladas garras de sus ojos rojos, por sus mejillas mientras su vista volvÃa a él. Miró las estatuas de los guardianes a su alrededor sabiendo que era lo más cercano que habÃan llegado a romper el corazón del tiempo. PodÃan sentirla... y las cadenas que sostenÃan el portal del tiempo cerrado casi habÃan sido desenredadas. Casi habÃan venido a por ella.
HabÃa sentido la rendición de su hermano a la sacerdotisa y ahora que la visión se habÃa ido, Tadamichi gritó de rabia otra vez rastrillando sus garras en su cara como si tratara de arrancar alguna máscara invisible. Era la vibración de la furia que seguÃa viniendo de las estatuas que lo hacÃa perder la cabeza y se tropezó de pie sin querer más... ya estaba cubierto.
Volviéndose, corrió a través de los túneles... sus pies dejando el suelo cuando se convirtió en la oscuridad que tanto le gustaba. Liberar algo de la rabia dentro de su cuerpo durante el vuelo envió ecos de poder en todas direcciones... dejando a sus subordinados corriendo a esconderse. Momentos después se encontró en la habitación de su hermano mirando a la pareja agotada.
Los ojos de Tadamichi se volvieron de nuevo a ébano mientras su mirada acariciaba a sus hermanos con una cuchara tan perfectamente contra las suaves curvas de la chica. Su piel aún estaba húmeda debido a su apareamiento. Sintió la misma rabia que los guardianes y apenas tuvo la fuerza de voluntad para anularla.
Ella era hermosa... igual que él la recordaba. Pensó que habrÃa sentido la necesidad de venganza mientras inhalaba la nueva marca de apareamiento que la rodeaba... y Hyakuhei. Su hermano ni siquiera se dio cuenta de lo que habÃa hecho. Se habÃa traspasado a través de una lÃnea que nunca iba a ser violada y no habrÃa ningún volver de esto.
HarÃa lo que pudiera por su hermano... pero el daño ya estaba hecho. Su hermano lo habÃa traicionado... no haciendo el amor con una chica... sino haciendo el amor con esta chica. Extendió la mano para tocarla sólo para retirar los dedos en el último instante, temiendo que no pudiera detenerse. Ãl y su hermano morirÃan por ella... matándose unos a otros. No hay manera de que Hyakuhei pueda amarla más que él y esa serÃa su caÃda a menos que se detenga ahora.
El destino los habÃa separado hacÃa mucho tiempo y los guardianes habÃan sellado el pacto, asà que ¿por qué los dioses burlaban de él de tal manera que dejara que su hermano tuviera lo que se le negó? ¿O los destinos entraron para dejar el corazón de su hermano sangrando como lo habÃan hecho hace tanto tiempo? Una profunda tristeza cruzó sus ojos sabiendo que debÃa hacerse antes de que fuera demasiado tarde.
Tadamichi trató de alcanzar con su mente para quitarle los recuerdos de esta noche. Ãl sólo serÃa capaz de rozar la superficie de su mente... él no tenÃa poder sobre ella... no ahora... no en el pasado.
HabÃan sido amantes una vez, asà como Hyakuhei y ella eran amantes ahora. Ãl y su gemelo eran más parecidos que Hyakuhei jamás admitirÃa... hasta su alma gemela. ¿Lo habÃa estado buscando, sólo para encontrar a Hyakuhei? No recordarÃa, pero su alma nunca lo olvidarÃa. Sus ojos se oscurecieron con el pensamiento, incluso mientras luchaba contra la esperanza de ello.
La esclavitud de un vampiro nunca la habrÃa afectado si no hubiera debilitado su mente con el fuerte alcohol que ahora olÃa en su aliento. Si nunca habÃa bebido el agua del espÃritu antes, entonces su poder podrÃa haber sido suficiente para que el esclavo nunca hubiera tomado efecto... no podÃa estar completamente seguro.
La parte triste es que una vez que tuviera sus poderes atrás... su hermano tampoco tendrÃa control sobre ella.
Utilizar sus poderes sobre la sacerdotisa era asombroso... haciendo que su cuerpo temblara con el esfuerzo. Lo máximo que podÃa hacer era tratar de quitarle la cara del ojo de su mente... la cara de su hermano. Mientras trataba de profundizar, podÃa sentir los gritos de los guardianes allà y rápidamente se retiró... negándose a darle a su memoria algún poder. Era mejor que sólo quedaran fantasmas en su mente.
Sabiendo que sólo habÃa podido sacar el borde de su memoria, Tadamichi cayó de rodillas junto a ella en el suelo. Hace tanto tiempo que se habÃa enamorado de ella... ¿ahora era su castigo? No podÃa hacerle daño de ninguna manera o el hechizo sobre los guardianes se romperÃa y vendrÃan por él con una venganza. Casi valdrÃa la pena por un momento con ella.
Su mirada se elevó hacia su hermano, la agradecida Hyakuhei nunca la habÃa conocido en el pasado o los guardianes que la habÃan robado de él... esa era su cruz para soportar.
Dando al destino la mano que necesitaba, Tadamichi sintió que el amanecer venÃa y pasó sus dedos por el aura de la chica para despertarla, sabiendo que Hyakuhei no tendrÃa la energÃa que aún no habÃa despertado. Observó cómo la suave luz empezaba a filtrarse entre las gruesas cortinas y se quedó en sus vigas un momento más antes de retroceder hacia la oscuridad.
Sólo esperaba que la sacerdotisa fuera lo suficientemente inteligente como para marcharse y no mirar hacia atrás. Si Hyakuhei hubiera encontrado lo que habÃa anhelado... ahora serÃa una lucha entre la pureza y el mal que atraÃa.
Su mirada adoró a su hermano por varios latidos de corazón sabiendo que esta vez el mal tenÃa un corazón. Pero si no podÃa tenerla... tampoco su hermano.
*****
Kyoko despertó en capas y puso una mano sobre sus ojos. Ella medio esperaba que el sol brillara en su rostro, pero después de romperse los ojos un poco, se dio cuenta de que en realidad era agradable y sombrÃo en la habitación. Ella alzó la cabeza, casi silbando de aprecio por sus alrededores. Dondequiera que ella estaba... era un lugar de primera lÃnea.
Ella rodó a un lado, pero se detuvo cuando sintió el pesado brazo extendido sobre su cintura. Mirando hacia atrás, todo lo que veÃa en las sombras era largo cabello negro y el contorno de un cuerpo magnÃfico... suspiró alegremente. Por fin habÃa sucedido. Ahora el abuelo no tendrÃa que enviar a Tasuki para salvarla de su virginidad.
Ella se encogió silenciosamente sabiendo que Tasuki nunca la perdonarÃa por esto si lo descubrÃa, pero no era como si alguna vez lo volviera a ver... este tipo o Tasuki. Su labio inferior hizo una mueca ante el pensamiento solitario.
Deslizándose cuidadosamente bajo el pesado brazo y fuera de la cama, Kyoko se dio cuenta de que estaba tan desnuda como su dÃa de nacimiento. Rozando doce tonos de rojo, rápidamente agarró su sujetador sin tirantes del suelo, poniéndolo en un tiempo récord.
-Por favor, por favor, que se quede dormido -susurró nerviosamente mientras se mantenÃa de espaldas al hombre-.
Sus mejillas estaban ruborizadas de vergüenza al despertar junto a un hombre igualmente desnudo. HabÃa visto su cuerpo cuando echó las tapas. Para empeorar las cosas, habÃa decidido no usar ropa interior la noche anterior. El hombre probablemente pensó que era una puta total. Sus movimientos disminuyeron al sentir el dolor dentro de su cuerpo. SentÃa que habÃa perdido una pelea. Le dolÃan los brazos y las piernas, pero lo que hacÃa que sus ojos se ensancharan era la extraña y espesa sensación... entre sus muslos.
Después de buscar durante unos minutos, encontró toda su ropa y se dio cuenta de que no tenÃa una chaqueta para cubrir su parte superior de corte bajo. Su mirada cayó sobre su chaqueta de cuero y ella la agarró sin pensar dos veces.
Llegó a la puerta principal y salió al pasillo mientras trataba de ponerse la falda al mismo tiempo. Se quedó inmóvil al oÃr el ruido de un carro que se empujaba por la alfombra. Moviendo la cabeza hacia arriba, captó la mirada conmocionada de un joven que ofrecÃa servicio de habitaciones al final del pasillo.
Kyoko rápidamente cerró la cremallera de su falda y se puso la camisa por encima de su cabeza luego se metió en la chaqueta antes de correr a los ascensores. Una vez dentro de la relativa seguridad de la cabina del ascensor, se calzó los zapatos e intentó arreglarse el pelo en las puertas con espejos.
Cuando las puertas se abrieron, Kyoko caminó tan indiferente como pudo hasta la entrada y salió a la calle enterrando sus manos en los profundos bolsillos de la chaqueta. Sus dedos rozaron algo en el bolsillo. Casi se detuvo y lo sacó, pero decidió esperar hasta que se acercara a casa por si acaso lo habÃa despertado cuando se marchó.
Mirando por encima del hombro con una mezcla de tristeza y paranoia, ella susurró: -Gracias... nunca sabrás cuánto.
*****
Hyakuhei despertó e inhaló profundamente el olor de la pasión que aún permanecÃa en las cubiertas antes de alcanzar el otro lado de la cama. Ãl frunció el ceño cuando se dio cuenta de que el cuerpo que habÃa estado a su lado se habÃa ido. ¿Se habÃa quedado dormido? Casi nunca dormÃa, ya que era uno de sus poderes. El choque de encontrarla la noche anterior, de amarla, habÃa agotado su energÃa más de lo que cualquier batalla jamás harÃa.
Se sentó abruptamente, casi gimió cuando su cabeza comenzó a palpitar. Oh sÃ, ahora recordaba por qué no tomaba sangre embriagada muy a menudo.
Sus ojos se abrieron completamente y salió de la cama. PodÃa sentir su sangre golpeando fuerte justo debajo de su piel mientras sus pensamientos se oscurecÃan. Lo habÃa dejado mientras dormÃa... como un ladrón en la noche. Sus ojos se estrecharon cuando sintió que el vacÃo de la habitación se cerraba sobre él como un sudario oscuro. Ni siquiera se estremeció cuando la araña que colgaba en el centro de la habitación se hizo añicos... enviando un chorro de vidrio a la rica alfombra.
Entonces, pensó que podÃa desaparecer, ¿verdad? Esta era una lección que le gustarÃa enseñarle.
Rápidamente se vistió, sonrió cuando se dio cuenta de que su camisa de seda negra estaba arruinada por el tratamiento de la mujer la noche anterior. Buscando alrededor de su chaqueta, gruñó suavemente, viendo que se habÃa ido... junto con todo el dinero que habÃa tenido sobre él la noche anterior. Inhaló lentamente, probando el aire y quedó satisfecho al ver que sólo tenÃa un momento de ventaja.
Poniéndose las botas, salió al pasillo y oyó el ascensor mientras las puertas se cerraban. HabÃa un hombre joven entregando servicio de habitación mirando las ahora cerradas puertas del ascensor. Hyakuhei pulsó el botón del otro ascensor y gruñó impaciente cuando se estremeció momentos después. Era el paseo más largo que podÃa recordar, pero se alegró de encontrar que no todos los botones habÃan salido de su camisa.
Para cuando el ascensor se abrió al vestÃbulo... la chica no estaba a la vista.
Caminó hacia la entrada, pero se mantuvo fuera de la luz directa del sol para atrapar al pequeño ladrón antes de que ella llegara demasiado lejos. Por desgracia, el sol brillaba fuertemente en la parte delantera del edificio, haciéndolo tirar la mano para evitar que se quemara los ojos. Su ira se alzó y apretó fuertemente su puño derecho.
Se alejó de las puertas de la entrada y casi regresó al ascensor cuando las ventanas de la parte delantera del hotel soplaron hacia adentro.
No tomando el tiempo para observar las consecuencias de su ira, Hyakuhei procedió a su ático donde pasarÃa el dÃa. Sin embargo, esta noche iba a localizar a la chica. Una lúgubre y perversa sonrisa se extendió por su rostro cuando surgieron recuerdos de la noche anterior. Si lo sabÃa o no, sabÃa dónde encontrarla.
Te lo dije anoche... es demasiado tarde.
*****
Kyoko se sorprendió al descubrir que estaba a menos de una milla del club y aceleró su paso. Una vez pasada la puerta que conducÃa a los apartamentos de arriba, se apresuró a acercarse rápidamente a la puerta de su apartamento.
La puerta que cruzaba la de ella se abrió y Kyoko suspiró mentalmente en frustración. ¿Acaso ese hombre estaba de pie detrás de su puerta esperando que saliera o fuera en cada momento? Miró a su alrededor buscando algún detector de movimiento oculto.
"Buenos dÃas Kyoko", exclamó Yohji con lo que Kyoko pensó que se suponÃa que era su voz sexy. -Yo veo que es tarde.
-Lo echo fuera o sé bueno... Era tan difÃcil de decidir. Sintiéndose como una pequeña venganza, optó por las medias verdades.
Kyoko sonreÃa cuando se volvió hacia él. "SÃ, pasé la noche más maravillosa con mi novio... él me llevó al Grand." Kyoko juntó sus manos juntas delante de su pecho para drama añadido. "En realidad fue capaz de alquilar una de las suites del ático... ¿puedes creerlo? Fue muy romántico. Finalmente consumamos nuestra relación anoche. Sus ojos bailaban con alegrÃa. Ya no soy virgen.
"¿E-tú eras?
Kyoko se sorprendió al descubrir que estaba a menos de una milla del club y aceleró su paso. Una vez pasada la puerta que conducÃa a los apartamentos de arriba, se apresuró a acercarse rápidamente a la puerta de su apartamento.
La puerta que cruzaba la de ella se abrió y Kyoko suspiró mentalmente en frustración. ¿Acaso ese hombre estaba de pie detrás de su puerta esperando que saliera o fuera en cada momento? Miró a su alrededor buscando algún detector de movimiento oculto.
"Buenos dÃas Kyoko", exclamó Yohji con lo que Kyoko pensó que se suponÃa que era su voz sexy. -Yo veo que es tarde.
-Lo echo fuera o sé bueno... Era tan difÃcil de decidir. Sintiéndose como una pequeña venganza, optó por las medias verdades.
Kyoko sonreÃa cuando se volvió hacia él. "SÃ, pasé la noche más maravillosa con mi novio... él me llevó al Grand." Kyoko juntó sus manos juntas delante de su pecho para drama añadido. "En realidad fue capaz de alquilar una de las suites del ático... ¿puedes creerlo? Fue muy romántico. Finalmente consumamos nuestra relación anoche. Sus ojos bailaban con alegrÃa. Ya no soy virgen.
"¿E-tú eras v-vir-virgen?" Preguntó Yohji en estado de shock.
Kyoko agitó una mano hacia él. "Claro que yo estaba. Tú no esperabas que fuera para cualquiera, ¿verdad?
La sonrisa de Yohji volvió pero esta vez se habÃa contaminado. -Bueno, siempre estoy abierta si tienes una picazón que no puedes rascar -dijo mientras se acercaba a ella-.
Kyoko casi gruñó ante su audacia, "No, gracias Yohji. Si quiero algo, lo llamaré. Kyoko abrió la puerta y entró. "Nos vemos después." Ella dijo y cerró la puerta en su cara.
Yohji sonrió y volvió a su apartamento. Cuando abrió la puerta, su mandÃbula cayó en estado de shock cuando vio que estaba destrozada como si alguien hubiera roto y pasó una hora arreglando todo a la vista. Miró por encima de sus hombros, viendo si habÃa alguien más en el pasillo antes de entrar y cerrar la puerta.
Pensó en llamar a la policÃa... pero ¿de verdad le creerÃan? Sólo habÃa estado en el vestÃbulo dos minutos arriba y dentro de unos pocos pies de su puerta. Después de todas las cosas extrañas que habÃan ocurrido últimamente... si llamaba a alguien, deberÃan ser los Caza Fantasmas... o los hombres con los bonitos abrigos blancos... los hombres de negro también podrÃan hacerlo. Incluso podÃa oÃr la canción que tocaba en su cabeza mientras él silenciosamente comenzaba el proceso de limpieza. '¡A quien vas a llamar!'
Amni salió de las sombras al otro extremo del pasillo sabiendo que un dÃa Yohji se romperÃa si seguÃa jugando con él asÃ. Sus ojos azules volvieron a la puerta de Kyoko con nostalgia. Nunca se habÃa sentido tan aliviado como cuando llegó corriendo por las escaleras hace unos minutos.
Algo muy peligroso habÃa ocurrido anoche y cada vampiro dentro de la ciudad lo habÃa sentido... todavÃa podÃa oÃr los gritos de Tadamichi que le habÃan destrozado hacÃa sólo unas horas. Sus labios se separaron sabiendo profundamente en su corazón... ella habÃa sido el centro de la liberación antinatural. Enterró el conocimiento sabiendo que tendrÃa que esconderlo de ella.
Kyoko se puso detrás de la relativa seguridad de su puerta cerrada antes de sacar el artÃculo voluminoso del bolsillo de la chaqueta del extraño. Sus ojos se agrandaron cuando sacó un fajo de cientos y cincuenta. Después de contarlo, tragó saliva cuando se dio cuenta de que podÃa pagar el alquiler por los próximos tres años y aún le quedaba dinero. Ella se echó a reÃr y se dejó caer sobre su desgastado sofá... esto era demasiado bueno para ser verdad.
Un golpe en la puerta la sorprendió y Kyoko rápidamente dejó el dinero antes de responder. "Buenos dÃas", sonrió suavemente cuando vio a Amni muy cansada. Te ves como una mierda.
Amni estaba realmente agotada, habiendo pasado casi toda la noche y la mañana buscando por ella. Después de que el gemelo de su amo dejó el club para acecharla, Amni habÃa dado sus deberes a otro barman y se fue, tratando de encontrar a Kyoko y la mierda que la habÃa tomado. Lo que habÃa encontrado fuera del club le habÃa asustado.
Su mirada rápidamente escaneó su cuerpo, viendo si habÃa alguna herida que pudiera haber recibido. Tomó la marca de la mordedura en su cuello que ahora sólo estaba mostrando rosa en las etapas finales de la curación... por esta noche se habrÃa ido completamente.
Sintiendo sólo el contentamiento de ella, sabÃa sin lugar a dudas que no tenÃa idea de que habÃa sido mordida. Estar debajo del esclavo de un vampiro tendrÃa ese efecto... entonces todavÃa, todas esas bebidas tendrÃan ese efecto también. ¿Era del hombre con quien se fue? ¿O habÃa venido de uno de los gemelos? De cualquier manera, era muy condenatoria.
Ãl terminó su barrido visual de ella y se apoyó en el marco de la puerta en el alivio cuando vio que no tenÃa el efecto en Kyoko como lo harÃa en un humano normal. ParecÃa haber sido una de las afortunadas. Ãl silenciosamente agradeció a cualquier ángel de la guarda que la cuidara anoche... podrÃa haber sido asesinada.
Estaba preocupado por ti. Su voz contenÃa una nota acusadora, pero él la mantuvo en el lado más ligero. Nunca le dirÃa que estaba preocupada o que habÃa buscado por toda la ciudad en una noche.
Kyoko frunció el ceño y bajó la voz hasta casi un vergonzoso susurro: -¿Por qué? Te dije lo que iba a hacer. "Ella mantuvo sus ojos bajados por el momento tratando de encontrar manchas en la alfombra... cualquier distracción funcionarÃa.
Amni se mordió la lengua sabiendo que no podÃa decirle lo que habÃa sucedido realmente o que ella asesinarÃa a toda la ciudad. En el fondo de su mente, él estaba gritando con ella, "te acostaste con un vampiro y tuve un poco... ¡maniquÃ!" Pero exteriormente parecÃa más como...
"Te fuiste sin decirme nada y alguien estaba llamando al celular que te habÃa dejado en el bar toda la noche. Casi lo respondÃ, pero estaba mostrando "Abuelo" en la pantalla. Bajo las circunstancias, no pensé que serÃa una buena idea explicarle lo que estabas haciendo. "Le pasó el teléfono a ella saboreando el toque fugaz de sus dedos.
Kyoko dejó que su cabeza retrocediera y gimió, "Oh hombre... realmente necesito decirle que deje de llamarme a todas horas".
"Asà que," Amni trató como el infierno de mantener toda la emoción de su expresión. "¿Te encargaste de tu problema?" Ya sabÃa que lo habÃa hecho y poco a poco se estaba comiendo.
Kyoko se encogió de hombros tratando de empujar la repentina timidez, "SÃ... quizás ahora puedo tener algo de paz de la..." cortó la oración de no querer pisar los dedos de los pies. Además, Amni ni siquiera estaba en el mismo reino que los demonios que cazaba.
Amni asintió con la cabeza, sintiéndose como si le hubieran dado una patada en el pecho. Conociéndolo y oyendo decir que eran dos cosas completamente diferentes. -Cuando llegues a casa a salvo. Se estiró un poco y parpadeó cansinamente para ocultar las lágrimas que atormentaban sus ojos. -Estoy esperando el dÃa.
Sintiendo la melancolÃa que no podÃa ocultar, Kyoko trató de alegrarlo sabiendo que una de sus cosas favoritas de él era su hueso gracioso. "¿En qué te estás convirtiendo?" Preguntó con una sonrisa.
"Tu sueño hecho realidad." Amni sonrió hacia atrás, bloqueando su mirada azul oscura sobre la suya. "Un sueño hecho realidad que podrÃa incluir largas noches calientes y...â
"¡Amni!" Advirtió Kyoko.
-Está bien, está bien, sólo el sueño se hace realidad con un feliz siempre después añadido para una buena medida. -Se encogió de hombros-. Pero confÃa en mà cuando digo que te estás perdiendo. Ãl movió sus cejas hacia ella.
Kyoko se ruborizó y le sonrió antes de sacudir la cabeza. "Buenos dÃas Amni."
Amni se volvió, "Buenos dÃas".
Kyoko cerró la puerta y Amni se detuvo y miró por encima del hombro. Su expresión desapareció de tristeza y suspiró ansiosamente. Apretó el pecho y se volvió hacia la puerta de su apartamento.
"Por favor... deja que sea solo una noche", susurró, sabiendo que no lo era.
CapÃtulo 5 "Salvador mortal"
Kyoko decidió que los teléfonos celulares eran un producto de Satanás, ya que sonaba justo cuando realmente estaba entrando en su sueño. QuerÃa quedarse dentro de la habitación de los ángeles que habÃa encontrado. Extendió la mano para tocar la mejilla de una de las estatuas preguntándose por qué se veÃa tan triste. Al principio, el timbre era sólo un sonido molesto dentro del sueño, pero muy lentamente la estaba despertando.
Ella luchó con los dientes y las uñas para mantener el sueño, pero el teléfono celular no la dejó y la visión desapareció por completo.
Con un suspiro de frustración, Kyoko se estiró de debajo de su manta y entornó los ojos ante el identificador de llamada. Su visión no se centrarÃa lo suficientemente rápido para que ella respondió sólo para hacer que se detenga. Sólo su familia tenÃa su número de teléfono celular y sabÃan que no hacÃa dÃas.
-¿Qué? -preguntó, aturdida, una vez que intentó abrirla.
-¡No me hables asÃ! -exclamó el abuelo Hogo-. "Ustedes jóvenes realmente no saben cómo tratar a sus mayores."
"Abuelo..." murmuró Kyoko. ¿Tienes idea de qué hora es?
"Por supuesto que sÃ... son las seis de la tarde", declaró orgullosamente el abuelo Hogo.
Kyoko se dio una palmada en la cara sabiendo que era inútil en este momento. "¿Por qué está llamando?"
El abuelo Hogo suspiró por el teléfono. -Voy a llamar para ver si recibiste mi carta.
Kyoko se puso rÃgida bajo las sábanas y se pasó la mano por los ojos. Ella no querÃa hablar de su vida sexual con su abuelo. Tampoco querÃa que él supiera que ella estaba haciendo la escritura.
"No, no lo hice. PodrÃa estar en el correo de hoy sin embargo. TodavÃa no he comprobado -mintió ella, preguntándose si más tarde podrÃa reclamar que algún perro al azar corrió hacia ella... agarró la carta... y la comió. Ella en realidad sonrió ante la imagen mental de algún bulldog al azar corriendo hacia ella, agarrando la carta de su mano con sus dientes y azotando viciosamente su cabeza hacia adelante y hacia atrás tan rápido que pequeños trozos de papel empezaron a volar como grafiti.