El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie ”Lazos De Sangre”

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Kane no quería que Michael conociera el demonio que habitaba dentro de él desde que fue enterrado vivo. Había pasado algún tiempo en las últimas dos semanas observando a Michael desde la distancia. Él sabía que Michael y el hijo mayor del jaguar, Warren, eran amigos... justo como él y Malachi llegaron a serlo una vez.

Los cambiantes eran unos traidores y Michael todavía tendría que averiguar este pequeño detalle. Al acabar con los cambiantes, hasta le estaría haciendo un último favor a Michael... por los viejos tiempos.

Kane alzó la mano, tocó el pendiente que contenía el heliotropo sabiendo que este no le permitía matar humanos. Si su alma fuera totalmente demoníaca, entonces la magia contenida en el heliotropo no funcionaría con él. A menudo se preguntaba cómo Malachi podría haber pasado por alto ese simple hecho... la prueba de su inocencia estaba justo delante de sus narices.

Da igual... Se había pasado treinta años en su prisión por algo que no había hecho.

–La venganza será un infierno para vosotros, amigos míos.

*****

–¿Vendedor telefónico? –Preguntó Chad tratando de esconder su mueca de burla mientras su hermana pequeña cerraba la puerta de un sonoro portazo que hizo que esta cayera al suelo. Se estrelló contra el suelo con gran estruendo.

Envy le dio una patada al teléfono en el pasillo imaginándose que era la cabeza de su novio antes de darse la vuelta hacia su hermano. –¿Es que todos sois unos cerdos o solo los tíos con los que salgo?

Chad levantó las manos con gesto de rendición.

–En mi opinión, las chicas sois igual de malas. Ahora cálmate y cuéntale a tu hermano mayor qué ha pasado.

Envy apoyó la frente en la pared. Se negaba a verter ni una sola lágrima. Trevor no le gustaba lo suficiente como para llorar por él y ella se estaba empezando a cansar seriamente de todos los chicos de un modo o de otro.

–Jason me acaba de pedir salir. Él creía que estaba soltera de nuevo porque se encontró con Trevor en la nueva discoteca. Prácticamente, se estaba tirando a otra en la pista de baile.

Chad agitó la cabeza. No sentiría ninguna pena por Trevor cuando su hermana le pusiera las manos encima.

–¿Y por qué no salimos por ahí entonces? –arqueó una ceja, no quería perdérselo por nada del mundo.

Envy sonrió, le había gustado la idea.

–Dame diez minutos y estoy lista.

Chad asintió y se sentó en la punta del sofá. Cogió el mando a distancia para ver las noticias, aunque no les prestó mucha atención. Él no quería que su hermana saliera con Trevor. Él sabía que el tipo actuaba como un completo americano, el típico niño rico de bachillerato que trata de despistar a todo el mundo; pero eso no significaba que le gustara que mintiera a su hermana sobre su verdadero ser. Si Trevor iba a acostarse con ella, entonces necesitaba saber por lo menos la verdad sobre la persona con la que se acostaba su hermana.

Empezar una relación con una mentira no era la mejor manera. Si ibas a mentir, entonces, en primer lugar, no deberías verte involucrado. Él arrinconó a Trevor la última vez que se vieron en la estación y le dijo al “agente secreto” que le contara a Envy toda la verdad sobre lo que estaba haciendo o, si no, que se alejara de ella. No era culpa suya que Trevor no escuchara a nadie más que a sí mismo.

Le enfadaba pensar que Trevor pudiera estar utilizando a Envy mientras llevaba a cabo sus negocios encubiertos en los locales nocturnos de moda. Como ella era camarera en muchas discotecas, Trevor podía seguirla a cualquier edificio antes de que abrieran al público y quedarse hasta que cerraban. Al estar allí, entre la multitud, Trevor podía husmear mucho mejor sin que Envy se enterara de nada.

Chad rechazó desvelar la verdad, incluso aunque el equipo de Fuerzas Especiales había estado intentando que lo hiciera por la fuerza hasta entonces. Lo más cerca que había estado de hacerlo era siendo su chico favorito para llamar cuando era el momento de tumbar puertas de una patada y bajarle los humos a la gente. Y a él le parecía bien. Él prefería mucho antes dale una patada en el culo a uno de los malos y después escabullirse, charlar con la gente y remover papeles para intentar encontrar la porquería de alguien.

Ahora, su amigo Jason, por el contrario, sería mucho mejor novio para Envy. Ella había ido al colegio con Envy, y eso era un problema. Jason se había colgado por Envy durante toda la secundaria y había pasado tanto tiempo en su casa, que Envy lo consideraba un hermano... no alguien con quien salir.

Jason se unió a los guardabosques del Bosque Nacional Ángeles justo cuando acabó la escuela y nunca cambió de oficio. A Envy aún le gustaba salir por ahí con Jason. También solía ver a su mejor amiga Tabatha, ya que Tabatha era compañera de unidad de Jason.

Chad se levantó del sofá y esperó en al otro lado de la puerta de la habitación de Envy. Habían sido compañeros de habitación durante los últimos cuatro años, desde que sus padres murieron en un accidente de coche, y se las habían apañado bastante bien. Él era policía y ella estaba en nómina en bastantes discotecas de la ciudad como camarera.

La única razón por la que él no le había dicho lo típico de “búscate un trabajo de verdad” era porque la mayoría de las noches ella ganaba más dinero que él. Lo que hacía las cosas más fáciles porque, cuando llegaba el día de pagar el alquiler, Envy era quien solía pagarlo mientras que él se preocupaba de todo lo demás.

–¿A qué discoteca vamos? –preguntó él al otro lado de la puerta.

–La nueva. Moon Dance, –Envy se hizo una coleta con algunas capas del pelo mientras las de abajo le colgaban por la espalda. –Puede que también me ofrezca como camarera ya que vamos.

Chad frunció el ceño.

–Es la que está casi a las afueras de la ciudad, ¿verdad? –Él volvió a su habitación sin esperar su respuesta. Últimamente, las cosas se habían vuelto un poco peligrosas por aquella zona de la ciudad. Las desapariciones eran el mayor peligro, y ya se habían encontrado unos cuantos cuerpos a una manzana de esa discoteca.

Hasta entonces, no habían encontrado nada que pudiera vincularse directamente con el Moon Dance, excepto que todas las víctimas escogidas eran asiduos de la discoteca. Era el lapso de tiempo entre asesinatos lo que hacía sospechar a Chad y a tantos otros. Se habían hecho algunas preguntas para averiguar si había un asesino en serie paseándose por el bar. Varias de las últimas víctimas habían sido vistas por la discoteca. Como policía, no podía dejar pasar la posibilidad de que existiera algún tipo de conexión.

Como su pistola y su placa ya estaban en el coche, Chad cogió la pistola paralizante y se la metió entre el cinturón. Con todas las atrocidades que estaban ocurriendo por allí, quería que Envy la tuviera solo por si algo malo ocurría mientras ella estuviera en la discoteca.

Al salir de su habitación, echó un vistazo al pasillo y se quedó de piedra cuando vio a su hermana. Una falda negra de cuero con encaje asomando hasta la mitad del muslo cubría sus piernas a conjunto con una camisa de encaje a la altura del ombligo. algunos parches de cuero estratégicamente colocados cubrían lo necesario... lo justo para esconder sus pechos y mostrar su vientre y su ombligo.

También llevaba puestas unas botas negras de cuero hasta justo por encima de las rodillas con unas cadenas elegantes de adorno alrededor de los tobillos. Un colgante que su madre le había regalado hacía años adornaba su cuello con una bonita pieza de cuarzo de amatista. La mayoría de su pelo rojo lo llevaba recogido en una coleta alta con algunos mechones cayendo por un hombro.

Llevaba también un maquillaje elegante con delineador de ojos y sombra negros, así como un tono oscuro de lápiz de labios. Parecía una dominatriz.

–¡Joder! ¿Salimos a por sangre? –Chad levantó una ceja echándole un vistazo... dos veces. Se estaba planteando cancelar la salida nocturna y hacerla volver a su habitación por razones de seguridad.

–Bueno, he decidido –Envy levanté una ceja con delicadeza, –que después de encargarme de Trevor, ¡me lo voy a pasar bien! Desde ahora en adelante, me niego a quedar solo con un tío. No quiero un novio… ¡quiero MUCHOS! Así, cuando uno de ellos se comporte como un gilipollas, me dará igual porque tendré otros que estarán más que contentos por darle una patada.

–Sí, recuerdo lo bien que funcionaba eso en el instituto. –Chad movió la cabeza con gesto de disgusto porque sabía que su hermana era mucho más frágil de lo que fingía ser, –Iremos en mi coche por si llaman desde la central.

–Solo si me dejas jugar con las luces azules –Envy sonrió porque sabía que le dejaría.

Chad suspiró y caminó hacia el coche. –Te juro que eres peor que un crío en una tienda de juguetes apretando todos y cada uno de los peluches que hacen ruido y volviendo a todos locos.

–¿Qué? –rio ella–. Me gustan las luces azules. La gente se aparta de nuestro camino cuando las enciendo.

–¿Cómo aquella vez que las encendiste porque nos habíamos quedado sin café? – preguntó. –Sabes que eso es gastar dinero de los contribuyentes, ¿verdad?

–Si no te callas conduciré yo. Y entonces tendrás que lidiar con las luces rojas y la sirena –le advirtió con un guiño de ojo juguetón.

Chad se calló inmediatamente porque la última vez que ocurrió, ella llegaba tarde al trabajo y él se encontraba demasiado enfermo como para conducir, así que se sentó en el asiento del pasajero medio dormido. El jefe todavía enfurecía al recordarlo.

*****

Envy apagó las luces azules a una manzana de la discoteca y miró hacia arriba a los focos que bailaban a través del cielo cubierto de nubes. Observó como el edificio de dos plantas entraba en su campo de visión.

 

Había estado trabajando tanto últimamente que no había tenido un momento para observar el Moon Dance, aunque algunos de sus clientes ya lo habían puesto por las nubes anteriormente. Por fuera no era nada sofisticado. Parecía simplemente un almacén de ladrillo con pocas ventanas y un enorme letrero de neón púrpura en la fachada frontal.

La gente hacía cola a medio camino entre el enorme aparcamiento, iban vestidos con sus mejores prendas para la discoteca y hablaban entre ellos de manera animada. El hecho de que fueran las diez de la noche y siguiera habiendo cola para entrar le hacía pensar que trabajar allí podía ser muy lucrativo.

–Sí, sin duda voy a presentarme al puesto de camarera– sonrió valorando la posibilidad de trabajar allí.

–Por lo menos ya no hay casi cola –Chad dijo con sarcasmo. No quería esperar para ver como Trevor se llevaba una buena dosis de la adrenalina de su hermana.

Aparcó al fondo del aparcamiento, en el lugar más oscuro, al lado del coche de Trevor. Antes de que Envy pudiera abrir la puerta del coche, Chad se acercó y cogió a su hermana por el brazo.

–Toma –le dio la pistola paralizante y, sin pronunciar una sola palabra más, abrió la puerta y salió del coche.

Envy rodeó el pequeño aparato con sus dedos y sonrió. Su hermano le había enseñado técnicas de defensa personal hasta tal punto que, probablemente, ella podría derribar a la mayoría de los policías con los que él trabajaba sin sudar una gota. Pero Chad siempre decía, ‘¿Por qué pelear, cuando puedes apretar un botón?’

Ella deslizó la pistola en el pequeño bolsillo de la falda de cuero al lado de su DNI. A ella no le importaría apretarle bien "los botones" a Trevor. De hecho, aceptaría de buen grado apretar el botón del ascensor que va al infierno solo por verlo a él allí mismo en aquel momento. Nadie engañaba a Envy Sexton y se libraba de sufrir las consecuencias.

Caminaron en paralelo a la cola y Envy se alegró especialmente cuando la cola empezó a avanzar rápido, solo les costó un par de minutos entrar.

El portero iba vestido con unos pantalones Armani y una chaqueta de traje a juego. La camisa que llevaba debajo se ajustaba a su cuerpo y dejaba intuir su pecho esculpido. El pelo castaño caía a ambos lados de su cara haciendo ondas. Llevaba barba de varios días y sus penetrantes ojos oscuros casi brillaban más que el cartel de luces de neón.

Chad pagó y mostraron sus carnets de identidad antes de que el hombre les pusiera el sello en la mano y desabrochara la catenaria de terciopelo para permitirles el paso. Entraron por la puerta principal y se aproximaron por un pequeño pasillo a otra puerta que se abrió automáticamente a su paso. Ambos se detuvieron cuando entraron en la sala principal y observaron sus alrededores. Se parecía mucho a entrar en otra dimensión.

Como el aparcamiento estaba lleno, cualquiera pensaría que el local estaría repleto de gente por todas partes, pero no era así. Los labios de Envy se entreabrieron mientras caminada por la pista de baile hasta el enorme hueco vacío en el centro de la sala.

Se acercó a la barandilla y observó la pista de baile que tenía bajo sus pies. A ambos lados de donde se encontraban había una pasarela que atravesaba el nivel principal con una barra que recorría toda la distancia. La barra se componía de una lámina de cristal templado y unas luces de neón suaves zigzagueando por toda la superficie.

Dos escaleras conectaban con el piso inferior por la izquierda y por la derecha y se encontraban en medio antes de llegar finalmente a la pista de baile. La pista de baile brillaba con luces suaves, lo suficiente como para fundir los pies de la gente en una especie de luz negra. Todo esto añadido a la confusión que se creaba gracias a la luz estroboscópica y los focos que se movían en todas direcciones sin enfocar directamente a los bailarines.

De la forma en la que estaba configurado, podías ver las rodillas y los pies de los bailarines, pero el resto de sus cuerpos permanecía entre las sombras.

Envy se apoyó en la barandilla y miró buscando más barras en el nivel inferior, pero allí no había nada más que pista de baile. De algún modo le recordaba a un foso. Una vez bajabas esas escaleras, estabas al amparo de la oscuridad que ensombrecía a los bailarines aportándoles privacidad.

–¿Tiene tres pisos? –preguntó ella mirando al techo sobre sus cabezas. Contando el sótano, ese sería el tercer piso. Ella se preguntaba si también sería parte de la discoteca o si se encontraba fuera del alcance de los clientes.

Vítores y abucheos llamaron su atención y miró de nuevo al piso de abajo. Observó con incredulidad como un foco de luz azul pálido iluminaba una jaula en medio del foso. En seguida, se sintió cautivada por el hombre que estaba detrás de los barrotes.

La mirada de Chad también se paró en la jaula. Parecía una celda pequeña de una cárcel. Dentro había un hombre y una mujer acechándose en círculos. Incluso desde la distancia a la que se encontraban, de podía sentir el ardor de sus movimientos. Los nudillos de Chad se volvieron blancos al agarrarse con fuerza al pasamanos mientras el tío de la jaula empujó a su compañera de baile hacia los barrotes solo para que ella tuviera que escurrirse por debajo de su brazo mientras él intentaba sujetarla contra los barrotes.

Girando, él agarró a la chica por la muñeca y la atrajo hacia él de espaldas antes de guiar sus manos hacia las barras que tenía delante. Haciendo que agarrara las barras, él se restregó por su cuerpo casi desnudo hasta que ella echó la cabeza hacia atrás contra su pecho como si lo estuviera disfrutando.

Todo aquello mostraba una naturaleza animal, casi como una danza ritual de apareamiento. Chad y Envy se vieron cautivados por el espectáculo, cada uno de ellos afectado de manera diferente.

Chad los observó durante unos pocos minutos más en silencio mientras la pareja principal se apartaba de un salto el uno del otro para que el hombre atrapara a la chica en una posición diferente. El calor de sus movimientos hizo que la bragueta de sus vaqueros creciera mientras las caderas del hombre se sacudían contra el culo de la chica. Chad se forzó a mirar hacia otro lado, como por ejemplo a las decoraciones de las paredes superiores que podía ver desde donde estaban.

La mayoría eran luces intermitentes con una luz negra fija cerca de pinturas que parecían retratos sobre jaguares en posición elegante, algunos luchando y otros depredadores solitarios de caza. Aquellos animales mortales parecían tener vida propia. Las pinturas estáticas casi se movían con las luces, dando la impresión de que aquellos animales estaban vivos y les observaban.

Tenía que admitir que el tema era único, pero funcionaba. Sus ojos siguieron el movimiento de las luces por las paredes y se dio cuenta de que unas cadenas colgaban entre las pinturas, algunas de ellas con collares de pinchos y látigos de cuero negro.

Volvió de nuevo la mirada hacia la jaula y estaba a punto de ir en busca de Jason cuando vio a Trevor en la pista de baile cerca de uno de los focos. El muy idiota estaba bailando entre dos chicas y parecía que se lo estaba pasando de maravilla. Miró hacia Envy, pero Chad supo que no tenía que decirle ni una palabra ya que ella estaba observando directamente al trío.

Envy ladeó la cabeza intentando estudiar a Trevor como si no lo conociera lo suficiente. Para empezar, aquello le hizo replantearse por qué había empezado a salir con él.

Tenía que reconocer que él era agradable a la vista. Asquerosamente guapo sería una frase más adecuada. Parecía el típico surfista californiano de pelo rubio y liso, moreno dorado y ojos azules. Estaba para chuparse los dedos, lo que resultaría bastante divertido.

Pero si quitabas esa belleza, no tenía mucho más para atraer a una chica. Lo único que quedaba era el típico niño rico de alguna fraternidad universitaria. Cuando estaba cerca, era muy atento con los demás, pero también desaparecía de repente, a veces durante días.

La única otra cosa buena que ella podría decir de él era que se movía bastante bien en la cama y, gracias a eso, ella había pasado algunos de los mejores momentos de su vida.

En realidad, ella había llegado a creer que a él le gustaba mucho... puede que incluso algo más que eso. Eso demuestra lo poco que sabía ella de los hombres. A decir verdad, se estaba empezando a cansar de estar sola... pero entonces, eso no era razón suficiente como para empezar a quedar con otro tío.

Suspiró con nostalgia mientras observaba como agarraba el culo de la chica que tenía pegada a él. De repente se dio cuenta de que no estaba celosa. Si realmente hubiera estado enamorada de él, ¿no debería estar totalmente cabreada en lugar de sentirse herida? Lo que más le molestaba era que él había mentido sobre quererla a ella con exclusividad.

Jason había estado esperando que Envy entrara por la puerta de la discoteca desde el taburete más cercano a la puerta. Él sabía que ella aparecería por allí y no se sorprendió de verla con Chad. Tras concederles algunos minutos para observar el lugar, esbozó una mueca de satisfacción cuando se dio cuenta de la tensión que se acumulaba en los hombros de Envy. Sabía que había visto a su novio morreándose con otra en la pista de baile.

Él había intentado esconder sus celos durante el último par de meses y no quería hacerle daño a ella, pero si era algo así lo que hacía falta para alejarla de Trevor, por lo menos sería por su bien.

Girándose hacia Kat, la guapa camarera con la que había estado hablando, Jason sonrió.

–Te dije que vendrían –él asintió mirando hacia Envy y Chad.

Había estado allí durante más de una hora, pero después de ver a Trevor engañando a Envy, no tenía ganas de unirse a la multitud. Se había acabado aburriendo y empezó a hablar con Kat para pasar el rato. Incluso le había hablado del novio infiel de Envy.

–Entonces, ¿esos son tu mejor amigo y su hermana? –Kat echó un vistazo a la pareja, pero su principal interés estaba en el policía. Si Jason no le hubiera dicho que era policía, ella no lo habría adivinado jamás. Estaba más bueno que el pan.

Medía más o menos un metro ochenta y cinco, de piel morena y pelo castaño con reflejos dorados. Lo llevaba algo más largo que el típico policía y parecía como si el viento se lo hubiera colocado hacia un lado, lo que le daba un aire algo salvaje. Se encontró a sí misma comparándolo con Quinn, parpadeó y se dio cuenta de que lo había vuelto a hacer. Miró de nuevo a Jason sabiendo que ambos necesitaban apagar de una vez aquellos fuegos o corrían el riesgo de quemarse constantemente.

–No parece un poli –dijo Kat, observando a Chad y preguntándose si saldría con alguien. Jason no había dicho si sí o si no.

–Bueno –Jason casi se enfurruñó cuando se dio cuenta de cómo estaba mirando a Chad. Agitó la cabeza, –Vuelvo en unos minutos.

Acabándose la bebida se levantó del taburete y comenzó a andar hacia sus amigos. Cuando salvó la distancia que les separaba puso una mano sobre el hombro de Envy. Acercó los labios a su oreja y susurró, –¿Quieres bailar?

Envy sonrió sin girarse. –Oh, ¡vaya que sí! –exclamó ella, y de un salto bajó el tramo de escaleras que tenía delante, dejando a Jason junto a Chad con la mano todavía sosteniendo un hombro imaginario. Parpadeó cuando oyó a Chad riéndose.

–Joder –Jason suspiró mientras la veía bajar las escaleras.

Chad le dio unas palmaditas en el hombro con lástima mientras lo dirigía de vuelta a la barra y se apoyaba en ella –No dejes que te moleste. Creo que Envy solo tiene una cosa en la cabeza y tiene que ver con la venganza.

Echó un vistazo a la chica detrás de la barra y, por un momento, incluso se olvidó de que Jason estaba allí. Ella estaba increíble con su bronceado y el pelo tan largo y moreno que le caía con ondulaciones por la espalda y hacia los labios. Sus ojos eran todo lo contrario, de un color azul claro con un profundo anillo negro alrededor del color más claro.

Fueron sus labios carnosos los que llamaron su atención después de decir: –Solo un refresco, por favor.

–¿No bebes esta noche? –preguntó Jason, e intentó no mirar a su amiga mientras los ojos de Chad seguían en Kat. ¿Por qué todas las chicas se fijaban en los policías?

–No, tengo la sensación de que tengo que estar sobrio por ahora. No me gusta Trevor, así que le di a Envy mi pistola paralizante para que se divirtiera.

 

–Chad apartó su mirada de la chica lo suficiente como para hacerle un amago de sonrisa a Jason–. Y he venido conduciendo el coche patrulla.

Sabía que Jason leería entre líneas.

repentinamente, Jason se apartó de la barra de un empujón perdonando a su amigo por ser un imán para las mujeres. –Oh vaya, ¡entonces esto no me lo pierdo! –

Él volvió a la barandilla seguido por la risa de Chad.

–Bueno, ya he hecho felices a dos personas esta noche –Chad le guiñó un ojo a Kat, sabía que ella le estaba escuchando, y después pagó su bebida. debía ir a ver lo que Envy era capaz de hacer.

Kat Asintió cuando Chad le deslizó un billete de veinte y le dijo que se quedara el cambio antes de alejarse de allí y unirse a Jason. Estos dos podían ser muy peligrosos para las hormonas de una chica. Jason tenía el pelo largo y castaño claro, con la cara y el cuerpo de un vigilante de la playa.

Ella había pillado a la mayoría de las chicas tratando de llamar su atención mientras pasaban. Jason parecía no enterarse de ello y parecía perdido en sus propios pensamientos... hasta que empezó a hablarle sobre su mejor amigo, Chad, y la chica que tanto trataban de proteger ambos.

Ella echaba de menos algo así, alguien aparte de sus hermanos que la protegiera. Parpadeó lentamente forzándose a borrar la imagen de Quinn de su mente y centrándose en el problema que tenía entre manos.

Fue el comentario sobre la pistola paralizadora la que le ayudó a olvidarse de Quinn por un momento. Kat decidió advertir a sus hermanos sobre el nuevo pasatiempo que estaba a punto de empezar. Ya había tenido suficientes problemas últimamente enfrentándose a la serie de asesinatos que rodeaban la discoteca. Lo último que necesitaban era seguir atrayendo una atención negativa.

Chad se apoyó un poco en la barandilla buscando a Envy. Gracias a Dios los bailarines de la jaula seguían allí y prestaban parte de la luz del foco que los iluminaba para que fuera más fácil localizarla. Escuchó un débil gruñido que venía de Jason, siguió su línea de visión y entonces la divisó bailando en medio de un grupo de chicos, cerca del brillo del foco de la jaula. Frunció el ceño, aguzó su mirada y se preguntó qué estaría a punto de hacer.

–Por lo menos está observando a Trevor. Por cierto, gracias por llamarme –dijo con voz seria–. He esperado mucho para que algo así ocurriera.

Jason se encogió de hombros, –No por mí. Por ella. Se merece algo mejor que él. –Intentó sonreír, mientras observaba, sabiendo que ella estaría soltera a partir de ese momento. Pero la imagen de todos esos otros tipos intentando llamar su atención hizo que su pequeña sonrisa tuviera un toque de tristeza.

Capítulo 2

Envy sintió el calor deslizándose sobre ella como una segunda piel mientras bajaba los escalones. Intentó relajar sus tensos músculos y se acercó a la pista de baile Dio algunos pasos en dirección a Trevor, sentía como si estuviera en medio de un poco de sexo ya que notaba como algunos dedos tocaban suavemente su piel y cuerpos desconocidos se deslizaban contra el suyo.

La pista de baile era más oscura que las de otras discotecas en las que ella había estado o había trabajado y se dio cuenta de que le gustaba esa privacidad. No había muchas parejas bailando, era más como un grupo de cuerpos calientes mezclándose. Al sentir el cambio de ambiente, ella misma fue levantando lentamente los dedos para acariciar otros cuerpos en la oscuridad. El subidón de adrenalina que vino después la agitó al ritmo de la música sensual.

No tenía ganas de enfrentarse a Trevor, se tomó un momento para cerrar los ojos y dejarse llevar con una música que solo podía describirse como el sonido de la lujuria.

Empezó a sentir que los breves toques se volvían más intensos, así que Envy abrió los ojos y se encontró a sí misma mirando hacia varios pechos masculinos, algunos mostrando su piel bajo camisas desabrochadas y otros cubiertos con materiales ceñidos, lo que era igual de seductor. No se atrevió a mirar hacia sus caras por miedo a hacer contacto visual.

Sintiéndose un poco excitada, empezó a retroceder y no le importaba que ellos la siguieran en ese baile seductor. Al sentir el frío acero de los barrotes de la jaula de baile en su espalda, ella levantó la vista lentamente hacia la plataforma. Sus ojos se quedaron atrapados en el chico que estaba dentro de la jaula mientras hacía que la chica se arrodillara debajo de él en postura sumisa.

La sala entera pareció desvanecerse mientras mantenían sus miradas. La manera en la que él la estaba mirando hizo que Envy se sintiera como si fuera ella a la que estaba sometiendo. Él tenía los ojos de color azul pálido con un grueso anillo negro alrededor del iris. Ella no había visto ojos así de sorprendentes e intensos en su vida. Podría haber estado observándolos durante horas y aun así querer más, y eso la asustaba.

Su mirada le dio la impresión a Envy de que él ya sabía cómo era ella desnuda. La manera en la que sus ojos recorrían su cuerpo y se paraban en ciertas partes... hizo que sintiera como si fueran sus manos las que tocaban esos mismos lugares. La urgencia de tirarse hacia los barrotes de la jaula y rogarle que la tomara rápido y fuerte allí mismo fue casi demasiado para poder resistirse.

Envy intentó recordarse a sí misma que podía irse de la pista de baile cuando quisiera mientras apartaba con dificultad sus ojos de la mirada posesiva del chico.

Trevor no se estaba divirtiendo incluso aunque trataba de dejarse llevar con el baile y mezclarse todo lo que pudiera. Pero ni las chicas calientes ni el baile eran las verdaderas razones por las que él estaba allí. Él mantenía su mirada en el chico de la jaula porque ese era su verdadero objetivo.

El nombre del chico era Devon Santos, fue el último en ser visto con Kelly Foster, la veinteañera que fue encontrada la semana anterior en un callejón cercano. Ella estuvo en esa misma jaula con Devon la última noche que fue vista con vida.

Hasta entonces, él se había enterado de que la chica asesinada había dejado de trabajar en una discoteca calle abajo llamada Night Light. Solamente trabajó en el Moon Dance una noche... la noche que fue asesinada. La suya no era la única muerte que estaba siguiendo, pero era la más importante. Quien fuera que se deshiciera del cuerpo, se aseguró de dejarlo cerca de los pumas y los jaguares como un regalo.

Devon era socio propietario del local, junto con sus dos hermanos, Nick y Warren, y su única hermana, Kat. Los rumores decían que ambas discotecas tenían una enemistad desde hacía tiempo y que las dos familias habían sido rivales desde que los patriarcas habían desaparecido diez años antes.

Trevor entornó los ojos, sabiendo la verdadera razón de la enemistad entre las discotecas. No se trataba de discotecas normales, estas estaban dirigidas por cambiantes. La discoteca en la que Kelly había estado trabajando estaba dirigida por hombres puma. Ella lo dejó y vino a trabajar para los hombres jaguar, para acabar muerta al siguiente día. Aquello era demasiado como para ignorarlo.

Si los humanos supieran que los cambiantes vivían entre ellos, cundiría el pánico... aunque ellos habían sido parte de la sociedad durante muchos años sin que el secreto saliera a la luz. Mientras ellos siguieran cumpliendo las leyes de la raza humana, no había necesidad de descubrirlos. La mentalidad humana volvería a tiempos oscuros si aquello ocurría.

La teoría tras las operaciones encubiertas del comando paranormal de la CIA los trataba del mismo modo que trataba a los OVNI y los encuentros alienígenas; mentir, esconder y encubrir. Había cosas mucho peores por ahí que los cambiantes que encajaban perfectamente con los humanos... otras criaturas más peligrosas de las que los humanos solo hacían malas películas de miedo y otras de las que los humanos no tenían ni idea.