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Perspectivas Críticas de la Contabilidad Contemporánea

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¿Innovación e ingeniería financiera?, ¿o el preludio de una gran estafa a escala global?

En este apartado, se pretende, desde una perspectiva antropológica, analizar los rasgos principales que orbitan alrededor de la crisis desatada por la llamada financiarización económica. El discurso de la innovación en el mundo de las finanzas, es una forma subrepticia a través de la cual una élite académica, en su rol de minoría cognitiva, engrandece ciertos privilegios, protegiendo los nichos de un mundo extremadamente conservador (hablando en términos políticos e ideológicos) que, a instancias de la financiarización económica, termina por naturalizar ese discurso. En ese escenario, la innovación financiera busca generar valor agregado al conocimiento, con el fin de aplicarlo productivamente en favor de la reproducción del capital financiero. Al mismo tiempo, se abre paso una tecnocracia que monopoliza la producción de técnicas y sofisticados dispositivos altamente favorables a los intereses de poderosas corporaciones financieras.

La innovación y la ingeniería financiera favorecieron la emergencia de una casta de expertos en dirección de empresas (MBA), quienes pretendieron no solamente imprimirle carácter científico y legitimidad al esotérico y acomodado lenguaje de las finanzas y de los negocios, sino también ser las únicas voces autorizadas para conducir el rumbo de la economía mundial. Sus dogmas de fe y sus textos, artificiosamente, alimentaron enfoques seudocientíficos. La alquimia financiera desarrollada en las escuelas de negocios diseñó sofisticadas fórmulas relacionadas con modelos de capital de riesgo, fusiones, adquisiciones y banca de inversión, las cuales dieron origen al mercado de contratos de opciones y derivados. Se suponía que esa casta de sabios expertos era la única autorizada en el mundo, para domar y controlar todo lo relacionado con el riesgo financiero, en gracia de lo cual, debía tener un mundo de privilegios y recompensas económicas a sus anchas.

En lo transcurrido de este nuevo siglo, se incubaron condiciones especiales que condujeron a la debacle de la economía mundial. Los gurúes del mundo financiero no han explicado las razones por las cuales la tierra de promisión que ellos ofrecieron al mundo, ahora se ha transformado en un inhóspito desierto, proceso que eufemísticamente han llamado “crisis financiera”, pero que, en realidad, corresponde a una gran estafa a escala global, promovida por los más connotados especuladores financieros del mundo.

El complejo entramado de la financiarización económica y sus manifestaciones debe ser comprendido y analizado más allá de sus propios términos, en tanto, parte del engranaje del sistema-mundo. Esta tarea no será asumida por quienes promovieron y se han beneficiado de esa debacle. En la perspectiva de Quijano, tal fenómeno debería abordarse dentro de los deseos del capitalismo colonial/moderno, enmarcados en las continuidades emergentes, desde donde se pretende configurar escenarios políticos de base territorial (Quijano, 2007).

Antes de continuar con el análisis, es preciso identificar unos cuantos gurúes pertenecientes a la élite de directivos protagonistas de esta sonada estafa especulativa global. La nómina de MBA de la Escuela de Negocios de Harvard es de lujo: George W. Bush, quien no precisa de mayor presentación; John Thain, quien actuaba como director ejecutivo de la malograda Merryl Lynch; Christopher Cox, expresidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC); Andy Hornby, director ejecutivo del banco británico HBOS PLC, que debió ser rescatado en una fusión con Lloyds, después de lo cual fueron, a su vez, rescatados por el Gobierno del Reino Unido. Por la Universidad de Nueva York, está su MBA Richard Fuld, responsable ejecutivo de Lehman Brothers cuando esta se derrumbó. Para no agrandar la lista, se puede finalizar con el MBA Peter Wuffli, de la Universidad de San Galo, en Suiza, quien, en su condición de director ejecutivo, fue responsable de cuantiosas pérdidas que condujeron al UBS AG de Zúrich a la inminente quiebra.

Tales personajes pertenecen al tipo de sujetos que el poder corporativo, a instancias de la financiarización económica, requiere para adelantar una perpetua guerra financiera. Desde una perspectiva foucaultiana, el profesor Cristóbal Gnecco permite entender que nos enfrentamos ante una operación del poder que no destruye tanto como lo que construye día a día; siendo necesario, por ello, desplazar la mirada analítica en el sentido positivo del poder (Gnecco, 2010). Es decir, hay una plenitud que exige ver cómo se hace la vida social en relación con el poder, y que el poder constituye los sujetos de poder. Surge entonces una pregunta que nos obliga a saber ¿cuál es el tipo de sujetos construidos por el poder a instancias de la financiarización económica?

Ahora, será necesario aludir a otro tipo de personajes imprescindibles para desentrañar antropológicamente los rasgos de la financiarización económica. Se trata de connotados especuladores financieros de carne y hueso, eufemísticamente llamados “los mercados” por los medios de comunicación corporativos. Para tal fin y en razón a la brevedad del espacio-tiempo disponible, haremos alusión a una muestra significativa de tales especímenes.

Empecemos por Alessio Rastani, un inescrupuloso y eximio representante de la especuladotría financiera. Interrogado durante un programa televisivo transmitido por la BBC de Londres, acerca de “¿qué haría más felices a los inversores?, ¿qué les haría sentirse más seguros?”, desprevenidamente respondió:

Personalmente, creo que da igual. Soy un operador financiero, a mí no me preocupa la crisis. Si veo una oportunidad para ganar dinero, voy a por ella. Nosotros, los brókers, no nos preocupamos de cómo arreglar la economía o de cómo arreglar esta situación. Nuestro trabajo es ganar dinero con esto. Personalmente, he estado soñando con este momento desde hace tres años. Tengo que confesarlo, yo me voy a la cama cada noche soñando con una recesión, soñando con un momento como este. Hay mucha gente que no lo recuerda, pero la depresión de los años treinta no fue solamente el crash de los mercados. Había gente preparada para hacer dinero con ese derrumbe. […] Si sabes lo que hay que hacer, puedes ganar un montón de dinero. […] No es la típica situación en la que podemos confiar que los gobiernos encuentren una solución. Ellos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo. (Escolar, 2011, párr. 3).

Suena descarnado, pero es así, precisamente, como se comportan los mercados. Ganar y hacer dinero, esa es la cuestión. Se trata de fabricar las crisis financieras (léase estafas) y lucrarse con ellas. Para el especulador financiero (los mercados) “… da igual”, si ello implica arrasar con la cultura, con la naturaleza o con las aspiraciones y proyectos de vida de pueblos enteros.

El poder desmedido de los especuladores financieros no tiene límites. En muchos casos, Goldman Sachs ha logrado que antiguos ejecutivos suyos se instalen en las más altas posiciones del Gobierno de Estados Unidos. Al respecto, se puede mencionar el caso del ex CEO de Goldman Sachs, Henry Paulson, quien, siendo secretario del Tesoro de George W. Bush, orquestó un plan de autoservicio para desviar miles de millones de dólares a un grupo de especuladores de Wall Street. Robert Rubin, secretario del Tesoro de Bill Clinton, fue ejecutivo durante 26 años de Citigroup, grupo al que, a su vez, Paulson le otorgó un rescate de USD 300 mil millones.

En la misma orilla, tenemos al filántropo y especulador financiero Warren Buffet, gestor de la campaña “los ricos queremos pagar más”, y autor, a su vez, de la célebre premisa “la lucha de clases sigue existiendo, pero es la mía la que va ganando”. Mentor de la diatriba lanzada contra los derivados financieros hipertóxicos, al calificarlos como armas financieras de destrucción masiva. Es el prototipo del empresario estadounidense, accionista mayoritario del conglomerado empresarial Berkshire Hathaway y también propietario de Moodys, la archi reconocida calificadora de riesgo. Tal personaje es popular, porque en uno de sus célebres actos de filantropía inyectó cinco mil millones de dólares en forma de acciones preferentes con renta fija de 6 %, y premio por retiro de 5 %.

Otro filántropo y especulador financiero fuera de serie, es George Soros que, valiéndose de su hedge fund, orquestó uno de los actos de especulación más osados. Para ello, solicitó un préstamo por £ 15.000 millones. Una vez en su poder, se las arregló para transarlas por dólares. En forma premeditada, Soros apostó que la libra perdería valor, es decir, apostó a corto. Una vez preparado el escenario, urdió un plan para asegurarse la resonancia del caso, convocando a distintos medios de comunicación para anunciar su certeza sobre la caída del precio de la libra esterlina. Acto seguido, vendió las libras obtenidas a manera de préstamo, enviando la señal que, efectivamente, caería el precio de esta moneda. Tras ese ataque especulativo de Soros, el Gobierno respondió con una serie de medidas de política monetaria, gastando alrededor de USD 50.000 millones sin superar el embate especulativo. Gracias a esas maniobras, Soros compró £ 15.000 millones a precios bajos para devolver el préstamo inicial, con la ventaja de que el dólar también valía mucho menos.

El tipo de sujetos aludidos hacen parte de la matriz que constituye el poder en todas sus formas. Son aquellos a quienes se alude cuando de manera sutil se habla de “pánico en los mercados”, “crisis de los mercados”, “reacción de los mercados”. Seres racionales que promueven y diseñan los dispositivos y las distintas prácticas impuestas en el marco de la financiarización. Actúan como parte vital del engranaje de una máquina colonial encargada de inscribir el saber, el poder y las prácticas requeridas en las subjetividades y en los cuerpos de los sujetos. Nuevamente, se apela al llamado del profesor Cristóbal Gnecco, para analizar la represión desde su lado positivo, en perspectiva foucaultiana (Gnecco, 2010). Ello significa comprender que el aparato colonial presente en la financiarización no debe ser visto solamente como opción destructiva. Es necesario ir más allá de una visión sesgada, que no permite conocer el tipo de subjetividades o de modelos de naturaleza o de cultura construidos en la cotidianeidad.

 

En la financiarización, el poder creativo de la máquina colonial cobra vida a través de la creación de los mercados de futuros. Activos financieros que actúan, en tanto instrumentos de intercambio comercial de materias primas. Los también llamados forwards operan en mercados donde se negocian contratos de futuro, a manera de compromisos para comprar o vender un activo en una fecha y a un precio determinado. Hoy en día, las grandes corporaciones han logrado introducir a las materias primas en el complejo entramado del mercado de futuros, supeditándolas aún más a las dinámicas del libre mercado, sobre todo a maniobras ligadas con el intercambio bursátil, donde hay una ingente demanda de cobertura de riesgos y una evidente influencia de la volatilidad de los precios.

El riesgo latente en la especulación financiera con la producción de materias primas se relaciona con el hecho de que estas se producen en los países de la periferia, pero las negociaciones sobre los precios de la producción agropecuaria y otras materias primas son monopolizadas, en gran proporción, en centros bursátiles como el Chicago Board of Trade o el Chicago Mercantil Exchange. Tales escenarios poseen información privilegiada relativa al vaivén de los precios de productos como soja, trigo o metales preciosos, pudiendo especular con una amplia ventaja frente a otros actores bursátiles. La situación se torna más gravosa, pues esa especulación financiera atenta, ya sea, contra la soberanía alimentaria de diversos pueblos a nivel orbital, o contra la diversidad cultural y natural, al afectar los territorios donde se entretejen diversos proyectos de vida. Situar a distintos pueblos nativos ante la amenaza representada en artificiosas fluctuaciones de precios que son capaces de desestabilizar economías enteras de distintos países, es entronizar formas de colonialismo aparentemente ya superadas.

Queda claro que el aparato colonial presente en la financiarización, antes que destruir en un sentido antropológico, es más lo que construye. Hoy en día, diversos pueblos del mundo dependen del modo en que los especuladores financieros orientan sus conductas dentro de los mercados de futuros de alimentos; situación aparejada con la constitución de amplios territorios en centros para la reproducción y ampliación del capital monopolístico, pero también con la inscripción del poder sobre las culturas y los distintos tipos de naturaleza dispuestas en esos territorios.

El accionar de los especuladores financieros avanza paulatinamente, en una época donde la institucionalidad se desmonta poco a poco. El Estado abandona su función de regular, para participar como actor del mercado, facilitando, además, la expansión de los flujos de capitales a todos los niveles, eliminando casi todas las normas que limitaban diferentes prácticas, contribuyendo a la creación de productos financieros complejos. El Estado favorece también, aspectos proclives al mundo de la financiarización, como la independencia de los bancos centrales; la disolución de las diferencias entre banca comercial y de inversión; así como rebajas impositivas y exenciones fiscales al patrimonio y a las rentas del capital. Auspicia, además, la ausencia de controles a la colusión entre actividades de supervisión, calificación y consultoría en empresas auditoras y calificadoras de riesgo.

De la emergencia de la “contabilidad creativa” al desplome de la confianza pública

Durante los últimos años viene acentuándose la apelación a la creatividad, con el propósito de convertir a la contabilidad financiera en un instrumento útil a las grandes corporaciones, en su ingente tarea de incrementar los rendimientos financieros, dando paso al surgimiento de la llamada “contabilidad creativa”. Mediante esta práctica, se busca aprovechar los vacíos jurídicos, la laxitud y la flexibilidad de la regulación contable, generando así un radio de acción para manipular la información de la contabilidad financiera. Asistimos, en consecuencia, al desplome de la confianza pública, por cuanto es posible no solo fabricar y diseñar todo tipo de estados financieros, según los gustos y necesidades del cliente, sino también ponerse en contra del interés general, auspiciando la manipulación y el engaño de los usuarios de la información contable. Con los artificios propios de la “contabilidad creativa”, se induce al ocultamiento o a la ambigua revelación de la información, y al aumento o disminución artificiosa de ingresos o de gastos, de activos o pasivos, del patrimonio o de cualquier cifra que altere los hechos financieros en beneficio de terceros. Lo grave del asunto es que, para develar los entramados de la “contabilidad creativa”, se requiere un complejo nivel de conocimiento financiero, unido a un sofisticado marco de leyes de transparencia.

Las variadas prácticas contables de la “contabilidad creativa” le da “valor añadido” a la información contable y, desde sus marcos referenciales, acuden a distintas formas de registro contable, para dar cuenta de los mismos hechos. Bajo el supuesto de la innovación, tales operaciones dan paso a la ambivalencia para la aplicación e interpretación de principios contables. En ese contexto, la realidad cede su sitial a la subjetividad y a la creatividad, privilegiando la actividad crematística, a partir de la producción de estados financieros engañosos. Nos topamos con un estado de cosas, donde es más importante la fabricación por pedido de los estados financieros, que el tipo de bienes o servicios producidos.

Pero la “contabilidad creativa” no solamente tiene cabida en la esfera del mundo privado. Bien conocido es el caso del gobierno de Grecia que, en 2001, gracias a la asesoría y complicidad de Goldman Sachs, bosquejó una emisión de bonos en distintas monedas, para poder ocultar el tamaño real de su deuda y, así, no ir en contravía de las disposiciones de la Unión Europea. Tal operación se pudo llevar a cabo, gracias al denominado Cross Currency Swaps, un sofisticado instrumento de la innovación financiera perteneciente a la familia de los derivados financieros, mediante el cual el gobierno dejó por fuera de balance una emisión de deuda de 10 billones de yenes, al tratarla como una operación del mercado de divisas. Lo más gravoso del asunto es que, en esas operaciones, el tipo de cambio es ficticio y por tratarse de derivados financieros, su valor cambia diariamente, dificultando el cálculo real de los intereses y de la deuda generada en esa operación. Vemos aquí, entonces, una formidable simbiosis entre la “contabilidad creativa” y la innovación financiera, para que un Estado pueda reducir su déficit.

Mediante esas sofisticadas operaciones, las grandes corporaciones con sede en Wall Street han obtenido jugosos réditos. A través de la ingeniería y la innovación financiera, han logrado con tales instrumentos que países como Grecia e Italia difieran o pospongan a futuro el exorbitante costo de sus deudas. Gracias a estos tóxicos financieros, se sentaron las bases para semejante gran ataque especulativo a nivel global, pues los complejos y sofisticados artificios técnicos auspiciados por los grandes especuladores financieros de Wall Street hicieron extremadamente complicada la medición del riesgo en operaciones igualmente complejas, como lo son las relacionadas con los activos financieros, desencadenando la llamada crisis de la deuda soberana.

En esa crisis financiera artificial, uno de los grandes ganadores fue Goldman Sachs, banco que, en 2001, obtuvo comisiones por valor de trescientos millones de dólares, por medio de operaciones con activos financieros en el mercado de divisas, artificiosamente manejadas para reducir el déficit griego. Con ello se pretendía que las divisas solo serían contabilizadas hasta 2012 o hasta 2017, lo que equivale a decir que se hizo una transferencia de pasivo al futuro.

En el caso de Grecia, la génesis de esa descomunal crisis financiera se ha sustentado en un masivo ataque propinado por los grandes especuladores financieros con su actual deuda soberana. Para enredar más el asunto, en el entramado burocrático de la especulación financiera, las grandes corporaciones tienen a su disposición mecanismos tan diversos como los llamados Hedge Funds1, por ejemplo, Goldman Sachs cuenta con uno de los Hedge Funds más poderosos del mundo, se trata de Goldman Sachs Asset Management.

Según estimaciones de la consultora Pregin que coinciden con Hedge Fund Research (HFR), en el tercer trimestre de 2016, los Hedge Funds alcanzaron un volumen de patrimonio de USD 3,1 billones, con un 72 % del dinero gestionado en Estados Unidos. El fondo de cobertura cuantitativo Renaissance Technologies, que tiene se sede en East Setauket, en el condado de Suffolk (estado de Nueva York), es el sitio donde operan los creadores y supervisores del Medallion Fund, que es, tal vez, la máquina de hacer dinero más grande del mundo. A ese fondo solamente pueden ingresar sus casi trescientos empleados, noventa de los cuales son PhD, aparte de otros individuos integrantes de una pequeña élite con profundas conexiones a Medallion Fund (Burton, 2016). “Según datos compilados por Bloomberg, el legendario fondo conocido por su intenso secreto, ha producido unos USD 55.000 millones en ganancias durante los últimos 28 años. Esto lo hace unos USD 10.000 millones más rentable que los fondos de los multimillonarios Ray Dalio y George Soros; es más, los produjo en un tiempo más corto y con menos activos bajo gestión” (Burton, 2016, párr. 3) [traducción propia]).

Junto a ese entramado de mecanismos que socaban la confianza pública, también interactúan las llamadas “calificadoras de riesgo”, las cuales han convertido el riesgo reputacional en un sofisticado aparato útil a los fines de los especuladores financieros. Estas hacen parte del entramado burocrático que da soporte a la especulación financiera. Tienen a su cargo, ya sea, emitir opiniones acerca de la capacidad de pago de determinados emisores o bien; o evaluar la percepción de riesgo de la deuda soberana de los países. Las meras opiniones sobre las que se soporta su accionar, las exime de cualquier responsabilidad legal.

Al respecto, es pertinente aclarar que esas agencias calificadoras acusadas con sobradas razones de conductas fraudulentas por su connivencia con las grandes corporaciones financieras emiten opiniones sesgadas y sus evaluaciones carecen de la necesaria neutralidad. Ello, pues una simple calificación sobre determinada deuda soberana afecta la evolución de esa deuda y, por consiguiente, el costo de los intereses a cargo de todos los contribuyentes de un país, sirviendo fielmente a los intereses de sus benefactores.

No puede pasarse por alto la importancia de los mal llamados “paraísos fiscales” –que podrían, en realidad, designarse como centros de estafa fiscal–, en la fabricación de las grandes estafas especulativas a las cuales se ha hecho alusión a lo largo del texto. Ninguno de estos desfalcos sería posible, de no ser por el entramado de operaciones con activos tóxicos que se mueven en estos lugares, por fuera de las operaciones de la economía real, donde existen jurisdicciones no cooperativas, el secreto bancario, y no hay control por parte de gobierno alguno. Al respecto, Gabriel Zucman afirma que:

Alrededor del 8 % de la riqueza financiera de los hogares2 se resguarda en paraísos fiscales. […] A inicios de 2014, de acuerdo a las hojas de balance publicadas por organizaciones como la Reserva Federal de los Estados Unidos y la Oficina para Estadísticas Nacionales en el Reino Unido, se estima que la riqueza financiera global es de U$95.5 billones. Yo estimo que el 8 %, o U$7.6 billones, se resguarda en cuentas ubicadas en paraísos fiscales. Esto es una suma grande. Como punto de comparación, el total de la deuda pública de Grecia –que juega un papel central en la actual crisis europea- es de aproximadamente U$350 mil millones. (Zucman, 2013, p. 14).

Zucman advierte que solo los activos con sede en Suiza ascienden a USD 2.3 billones, casi un tercio del total de la riqueza offshore. Existen otros centros receptores de multimillonarias sumas como Singapur, Hong Kong, las Bahamas, las Islas Caimán, Luxemburgo y Jersey, los cuales fungen como banca privada. Zucman destaca que no es procedente distinguir entre Suiza y otros paraísos fiscales, puesto que una gran parte de los activos registrados en Singapur o Hong Kong realmente son manejados por bancos suizos, a veces directamente desde Zúrich y Génova (Zucman, 2013).

 

A manera de epílogo: retos y urgencias

En el entramado de la financiarización es necesario dilucidar la apelación no solo a la violencia física, sino también a la violencia a través de los símbolos. El acto de simbolizar3 se concreta de dos maneras: mediante la transformación del ciudadano en consumidor, y/o a través de la conversión de la naturaleza en mercancía. Objetos y personas son sustituidas y reemplazadas por sus opuestos conceptuales, en provecho de los intereses dominantes de las grandes corporaciones y su principal baluarte, el libre comercio. En este accionar, es necesario mercantilizar todo cuanto sea posible y desplazar al ciudadano, en tanto actor protagónico de las grandes transformaciones sociales, para recrearlo en su condición de cliente y consumidor. De esta forma, es convertido en pieza vital del mercado, y es anonimizado e invisibilizado para la sociedad y sometido a sus reglas. El omnívoro poder de las grandes corporaciones a instancias de la financiarización busca regular todos sus patrones de conducta, moldeando no solo su forma de consumir, sino también de sentir y de pensar.

Ante semejante panorama, urge preguntarse acerca de las posibilidades de construir formas distintas para salir de la aporía que pretende entretejer el mundo de las finanzas corporativas. Urge agenciar prácticas intelectuales que, desde la base, empiecen a romper los cimientos del triángulo de la financiarización, donde los sujetos son convertidos en objetos por parte de una minoría cognitiva que habla de ellos situándose en el vértice, pero que no habla con ellos. En este sentido, es necesario cambiar los términos en que venimos planteando las luchas contra las diversas manifestaciones del poder. Desde una perspectiva foucaultiana, la lucha se torna más compleja, se trata de ver aquello que siempre se nos impidió ver, para saber cuáles son las formas de enfrentar ese poder. En ese contexto, los saberes locales son los llamados a emprender la lucha contra la jerarquización y la ordenación impuesta por los saberes dominantes. Esta es –ni más ni menos que– una frontal lucha contra la modernidad colonialista y sus supuestos totalitarios; es decir, la insurrección de los saberes locales contra los discursos académicos alienantes y su institucionalización y, contra su pretensión de atraparlos e inmovilizarlos.

Un referente empírico que permite evidenciar líneas de fuga frente al aparentemente inquebrantable poder de las grandes corporaciones, lo encontramos en las formas como las comunidades responden para enfrentar las perversidades agenciadas por los fundamentalistas del libre mercado.

Para citar, solo un ejemplo, en Colombia, la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular viene gestando, a nivel de diversos movimientos sociales, la construcción de una plataforma que, en el largo plazo, tiene como objetivo:

[…] el reconocimiento e inclusión integral de la economía propia de indígenas, Afros y Campesinos, mediante la realización participativa de una Política Nacional que armonice el aporte económico, ambiental, social y político que realizan estos actores, con la retribución y compromisos que el Estado debe asumir con ellos, para garantizar que puedan alcanzar el Buen Vivir y la reproducción de la vida digna, en armonía con la naturaleza, por sobre la apropiación, el lucro y la acumulación del capital (Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, 2015, párr. 2).

Esta alternativa parte de las experiencias y prácticas cotidianas, como formas de entender y de vivir la economía, más allá de la visión institucionalista o mercantil y financiera del sector privado; donde se integran temas relacionados con política pública agraria, ruralidad, ambiente y economía propia. Los movimientos sociales se plantean, así, el reto de construir sus formas de economía propia, partiendo de su organización y de las múltiples visiones de mundo que tienen distintas comunidades. Entre estas comunidades, viene tomando fuerza la necesidad de poner en marcha proyectos de vida comunitarios, donde, de manera intersubjetiva y comunitaria, se piensen y desarrollen procesos de producción, trasformación, intercambio, comercialización, financiamiento y consumo de bienes y servicios para la satisfacción de sus necesidades vitales y la generación de ingresos. Esto, teniendo presente la construcción de territorio con base en relaciones de cooperación, reciprocidad, solidaridad y espiritualidad (Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, 2015).

Podría decirse que, en esas comunidades y día a día, avanza la tan anhelada transición como vía para superar los embates de una modernidad capitalista, colonialista y euro-usa centrista destructiva que las ha convertido en sus víctimas. Esa transición se expresa en la realidad, cuando en sus territorios, las comunidades de la mano de los movimientos sociales no solo reivindican sus modos de ser y estar en el mundo, sino que también exaltan el trabajo vivo en todas sus manifestaciones, como forma de relacionamiento armonioso con el territorio y con la naturaleza, para reafirmar la vida, oponiéndose al endiosamiento de la especulación, del lucro, de la acumulación y de la reproducción del capital. Se trata de un proceso histórico latente en la memoria y en las experiencias de lucha de nuestros pueblos originarios, cuyo punto de llegada en el tiempo es indeterminado, pero que se asume y comprende de manera esperanzadora como imperativo para la reproducción y la reafirmación de la vida, propósitos indiscutibles del Buen Vivir.

Referencias bibliográficas

Bourdieu, P. (1997). Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Espíritus de Estado. Génesis y estructura del campo burocrático. Anagrama.

Burton, K. (2016, 25 de noviembre). Inside a Moneymaking Machine Like No Other. Bloomberg Markets. https://www.bloomberg.com/news/articles/2016-11-21/how-renaissance-s-medallion-fund-became-finance-s-blackest-box

Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular. (2015). ECONOMÍA PROPIA PARA EL BUEN VIVIR. Comisión de Economía Propia para el Buen Vivir. https://cedins.org/dmdocuments/PropuestaEconomiaPropiaCacep-23-09-15.pdf

Dussel, E. (1992). El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del mito de la Modernidad. Nueva Utopía.

Escolar, I.(2011). En qué piensan los mercados. En: Rebelión (28 de septiembre). http://www.rebelion.org/noticia.php?id=136499

Foucault, M. (2007). Seguridad, Territorio, Población. Fondo de Cultura Económica.

Gnecco, C. (2010). Hegemonías y subalternidades culturales [seminario]”. Doctorado en Antropología, Universidad del Cauca. Popayán, Colombia.

Grosso, J. L. (2008). Indios muertos, negros invisibles. Hegemonía, identidad y añoranza. Encuentro Grupo Editor.

Kusch, R. (2000). Obras completas. Editorial Fundación Ross.

Nietzsche, F. (2006). La genealogía de la moral. Un escrito polémico. Alianza Madrid.