¿Quién es Dios en el Antiguo Testamento?

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¿Quién es Dios en el Antiguo Testamento?
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¿Quién es Dios en el Antiguo Testamento?

© 2020 por Samuel Pagán

Publicado por Editorial Patmos,

Miami, FL. 33169

Todos los derechos reservados.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.®

El texto bíblico indicado como «RVR1960» ha sido tomado de la Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

El texto bíblico indicado como «DHH» ha sido tomado de la Biblia Dios habla hoy ®, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Usado con permiso.

Las citas bíblicas marcadas «SP» han sido traducidas por el autor a partir de las lenguas originales.

Editado por Grupo Scribere

Diseño de portada e interior por Adrián Romano

ISBN: 978-1-64691-094-6

Categoría: Teología

Conversión a epub: Cumbuca Studio

Dedicatoria

Dedico este nuevo libro, ¿Quién es Dios en el Antiguo Testamento?: Creador, libertador y salvador, a mis estudiantes, hermanos y hermanas y amigos y amigas en la pequeña ciudad de Belén; y a los miles de peregrinos, pastores y pastoras y personas laicas que me acompañan anualmente a la Tierra Santa a estudiar las Sagradas Escrituras, en los lugares donde se escribió la Biblia y se presentó el mensaje transformador de los profetas y Jesús de Nazaret.

Y a mis hermanos y hermanas, Iris, Daniel, Eunice y David, con quienes crecí y aprendí en nuestro hogar el fundamento de las enseñanzas que hoy comparto con la iglesia, la academia y la comunidad en general.

Muchas gracias, muchas veces…

CONTENIDO

1  Portada

2  Portadilla

3  Créditos

4  Presentación

5  PREFACIO Propósito Documentos para estudiar Importancia del estudio Gratitudes El Dios que trasciende

6  INTRODUCCIÓN: EL GRAN «YO SOY» «Yo soy» me envió a vosotros Él te ha declarado lo que es bueno Métodos de estudio Nuestro esfuerzo metodológico Métodos de estudio

7  CAPÍTULO 1: EL DIOS VIVIENTE Un Dios soberano Los nombres de Dios El Dios liberador Señor de los ejércitos Dios como rey

8  CAPÍTULO 2: EL DIOS DE LA PROMESA La revelación de El-Shadday El Dios de los antepasados Un Dios que promete Importancia de la promesa divina

9  CAPÍTULO 3: EL DIOS CREADOR Creador de los cielos y de la tierra En el principio Creador y formador Implicaciones teológicas

10  CAPÍTULO 4: EL DIOS SANTO La santidad de Dios La santidad de Dios La ira de Dios La misericordia de Dios El amor de Dios

11  CAPÍTULO 5: EL DIOS QUE INTERVIENE Manifestaciones de Dios El ángel de Dios El Espíritu de Dios La palabra de Dios La sabiduría de Dios

12  CAPÍTULO 6: EL DIOS CERCANO Dios como alfarero, jardinero y pastor El Dios sanador Dios como padre y madre

13  CAPÍTULO 7: EL DIOS QUE VIENE El drama escatológico El judaísmo de Jesús Relación entre en el Antiguo y el Nuevo Testamento

14  CAPÍTULO 8: BIBLIOGRAFÍA SELECTA

Landmarks

1  Portada

2  Portadilla

3  Créditos

4  Dedicatoria

5  Contenido

6  Presentación

7  Prefacio

8  Introducción


PRESENTACIÓN

En muchos países de la órbita hispano hablante existe la expresión «los pájaros tirándoles a las escopetas» con la que se quiere indicar la absurda inversión de los papeles que a veces tiene lugar en medio de situaciones desconcertantes que rozan ya con lo descabellado. Pues bien, esa es la sensación que me invade al hacer la presentación a uno de los libros del doctor Samuel Pagán. Me siento como «los pájaros tirándoles a las escopetas».

En realidad, hubiera declinado este privilegio dejándoselo a alguien más capacitado, si no fuera porque me sentía en deuda con mi amigo, el doctor Pagán, quien había accedido a redactar el prólogo a mi último libro, Creer y razonar. Así que, he tenido que asumir esta honra, pero aclarando que lo hago desde la perspectiva de un lector agradecido hacia el autor que lo ha nutrido con sus constructivos escritos, contribuyendo a afianzar y consolidar mi fe de una manera mucho más ilustrada y documentada.

De hecho, el doctor Pagán no necesita presentación. Es un pastor, escritor, conferencista, teólogo y biblista muy prolífico, ampliamente conocido y reconocido en el medio eclesiástico, no solo de habla hispana, sino también en otros contextos culturales diferentes en los que también es muy respetado. Su don de gentes, su sencillez, calidez y cercanía cuando se le llega a conocer personalmente, está muy lejos del estereotipo distante del erudito sumergido en la academia, el nuevo claustro desde el que los eruditos observan, examinan e interpretan el mundo desde el resguardo de su torre de marfil.

 

El doctor Pagán, sin dejar de ser un erudito, es antes que nada un pastor y maestro que disfruta del contacto con sus hermanos en la fe en la iglesia y que no busca impresionar ni descrestar a sus oyentes en el diálogo cotidiano con su sapiencia y conocimiento. Me atrevería a sugerir que él evita conscientemente cualquier despliegue exhibicionista y ostentoso de erudición que no sea estrictamente necesario en sus tratos interpersonales, procurando descender de forma muy empática al nivel de conocimiento de su interlocutor para conducirlo desde allí, con sutileza, amenidad y de forma casi inadvertida, a niveles superiores de aprendizaje. La erudición explícita prefiere dejarla para sus libros.

Tanto así que todos sus libros —sin que este sea la excepción— son en mayor o menor grado, escritos académicos, como lo demuestra la profusión de notas de pie de página, con abundancia de referencias bibliográficas especializadas y observaciones profundas y muy bien documentadas que estimulan al estudioso y lo orienta de forma muy lúcida en el propósito de adentrarse más a fondo y de manera segura en los temas considerados. Pero, incluso en sus libros, como podrá comprobarlo el lector en este excelente botón de muestra, logra mantener un nivel muy divulgativo, asequible al lector promedio no iniciado en estos temas, de tal modo que, si así se desea, se pueden omitir sin problema todas las notas de pie de página sin que por ello se pierda el hilo o se generen vacíos en el seguimiento a sus ideas, que se da de manera muy natural y fácil, como llevados de la mano, sin especiales dificultades para obtener una comprensión satisfactoria y bien fundamentada de los tópicos abordados.

En relación con el tema de este libro, su contenido es muy oportuno y necesario para una iglesia que amenaza con caer todo el tiempo en nuevas formas de marcionismo, herejía de los primeros siglos del cristianismo que debe su nombre a Marción, quien hablaba de dos dioses diferentes: el dios presuntamente inferior del Antiguo Testamento: caprichoso, vengativo, cruel y excesivamente severo; y el Dios verdadero del Nuevo Testamento: el Dios bondadoso y de amor, Padre de nuestro Señor Jesucristo. De hecho, la Biblia de Marción no tenía Antiguo Testamento —lo había eliminado de un solo tijeretazo— y el Nuevo Testamento era mucho más reducido que el nuestro, pues únicamente contenía el Evangelio de Lucas y las epístolas de Pablo. Una herejía que no se limita al pasado, pues hoy por hoy es posible encontrar a muchos cristianos que se deleitan en la lectura del Nuevo Testamento, pero más bien poco en la del Antiguo. Y no propiamente debido a su mayor antigüedad, extensión o dificultad, sino que, al igual que Marción, están llenos de prejuicios que no les permiten apreciar la revelación de Dios en el Antiguo Testamento en toda su amplitud, riqueza y profundidad.

Por lo anterior y aun sin proponérselo expresamente, este libro puede tener utilidad apologética a la hora de defender la fe cristiana de quienes, como los llamados «nuevos ateos» con el mediático Richard Dawkins a la cabeza, la atacan enfocando sus baterías justamente contra el Dios del Antiguo Testamento, como lo admite sin ambages el propio Dawkins al lanzar contra Él la siguiente diatriba, producto, precisamente, de su ignorancia acerca de la revelación del carácter de Dios que se da en el Antiguo Testamento, en lo que podría muy bien ser una versión secular del marcionismo: «El Dios del Antiguo Testamento es posiblemente el personaje más molesto de toda la ficción: celoso y orgulloso de serlo; un mezquino, injusto e implacable monstruo; un ser vengativo, sediento de sangre y limpiador étnico; un misógino, homófobo, racista, infanticida. Genocida, filicida, pestilente, megalómano, sadomasoquista; un matón caprichosamente malévolo». ¿De qué manera responderemos los cristianos ante esta ofensiva y blasfema andanada?

En este libro veremos, entonces, que el Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios del Nuevo Testamento que se manifiesta en Jesucristo y que, lejos de ser un Dios tribal restringido al pueblo de Israel, su carácter universal, único, vivo y verdadero se despliega y revela desde el principio ante los ojos desprejuiciados de quienes se adentran en la lectura del Antiguo Testamento sin prevenciones, de tal modo que todos los tratos de Dios con su pueblo y con la humanidad en la época veterotestamentaria encajan muy bien en su carácter invariable por el que Él es el mismo ayer, y hoy y por los siglos, sin que experimente la más mínima mudanza ni sombra de variación y sin que tenga que ofrecer disculpas por sus intervenciones en la historia registradas de manera inspirada en el Antiguo Testamento.

Así, pues, si bien es cierto que los cristianos debemos interpretar el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo y no lo contrario, como sucede con las iglesias que suscriben una visión legalista de Dios, estacionada en el tiempo y atascada en el pentateuco, al mejor estilo de los saduceos; también lo es que no es posible entender la revelación de Dios en Jesucristo recogida en el Nuevo Testamento, sin hacerlo contra el trasfondo provisto por la revelación de Dios en el Antiguo Testamento. He ahí, entonces, la pertinencia y actualidad de este nuevo y calificado libro del doctor Pagán.

Prof. Arturo Iván Rojas Ruiz

Pastor y apologista

Bogotá, Colombia

3 de junio del 2020


PREFACIO

Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.

La tierra era un caos total,

las tinieblas cubrían el abismo,

y el Espíritu de Dios se movía

sobre la superficie de las aguas.

Génesis 1:1-2

PROPÓSITO

El objetivo de esta obra es estudiar la idea, el concepto y la naturaleza de Dios según se presenta en los diversos relatos narrativos y poéticos de la Biblia hebrea o el Antiguo Testamento cristiano. Particularmente identificaremos y explicaremos porciones bíblicas que presentan características divinas importantes. Evaluaremos y exploraremos porciones que pueden contribuir a subrayar, apreciar e interpretar los valores teológicos, éticos, morales, educativos, sociales y espirituales asociados al Dios que se revela en la literatura bíblica. Estudiaremos y analizaremos textos que pueden contribuir positivamente a la valoración adecuada y comprensión pertinente del Dios vivo (Sal. 42–43) que, en efecto, es el personaje más importante de la literatura bíblica.

El estudio del concepto de Dios, según se propone en este libro, no se da en el vacío. Se basa principalmente en la ponderación sobria y crítica de los textos canónicos del Antiguo Testamento.1 Nuestra finalidad es evaluar sosegadamente los escritos bíblicos para enfatizar y explicar las peculiaridades teológicas y desafíos espirituales que pueden arrojar luz sobre la naturaleza divina.

Nos interesa comprender, específicamente, las acciones del Dios que se revela a Moisés con nombre propio, que posteriormente interviene de forma liberadora en la historia del pueblo de Israel y que, finalmente, se manifiesta de manera extraordinaria en la vida y muerte de Jesús y en la resurrección de Cristo. Deseamos explicar y aplicar la afirmación que le brinda fuerza e identidad a la teología del Antiguo Testamento: la soberanía de Dios,2 pues esa característica divina es el trasfondo del importante tema expuesto y afirmado por los profetas y Jesús de Nazaret, el reino de Dios.

DOCUMENTOS PARA ESTUDIAR

Los documentos básicos que estudiaremos en este trabajo de teología bíblica se incluyen en el Antiguo Testamento. Usaremos el canon de la Biblia hebrea,3 que se puede dividir en tres secciones básicas y fundamentales. Seguimos el texto hebreo pues, además de ser el más antiguo, fue la Biblia que utilizó Jesús de Nazaret en su ministerio educativo y profético.

La primera gran sección se conoce como la «Torá», que en su sentido amplio se entiende como ley, aunque desde una perspectiva más estricta significa «instrucción». Incluye los primeros cinco libros de la Biblia, es decir, el Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

La segunda sección, a la cual nos referimos como «Profetas», comprende libros narrativos (desde Josué hasta 2 Reyes, conocidos como profetas anteriores) y también proféticos (Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce, conocidos como profetas posteriores). Los llamados Doce, en las comunidades cristianas, se identifican como los doce profetas menores, que esencialmente son una especie de exégesis e interpretación histórica y teológica de la Torá.

Finalmente, la tercera sección bíblica es conocida con el título genérico de «Escritos», e incorpora materiales literarios y teológicos, en poesía y prosa, muy diversos, entre los que se encuentran: Salmos, Proverbios, Job, los cinco «Rollos» (Ester, Cantares, Rut, Lamentaciones y Eclesiastés), el apocalíptico Libro de Daniel y la doble interpretación teológica de la historia de Israel, Esdras–Nehemías y las Crónicas.4

La comunidad judía de la diáspora, particularmente la que vivía en Egipto, incorporó en su literatura religiosa una serie de libros y adiciones a los libros canónicos que no se incluyen en la Biblia hebrea. Esos escritos, redactados en griego y conocidos como apócrifos (de acuerdo con las comunidades protestantes y evangélicas), o deuterocanónicos (para las iglesias católica u ortodoxa), posteriormente se les reconoció autoridad y se incorporaron en la traducción bíblica conocida como la Vulgata Latina, que en el año 1546, y por decisión del Concilio de Trento, fue reconocida como la versión oficial de las comunidades de fe católicas.5

En torno a esos libros apócrifos, Martín Lutero indicó, en un interesante apéndice teológico de su traducción de la Biblia al alemán que, «aunque eran provechosos y útiles, no eran del mismo nivel del resto de la Biblia hebrea».6 De esa forma, desde muy temprano en la historia de la Reforma Protestante, la literatura apócrifa o deuterocanónica generalmente no se incluye en las Biblias editadas para las iglesias evangélicas.

La redacción del Antiguo Testamento es el resultado de un proceso histórico y teológico extenso e intenso que tomó alrededor de mil años en completarse. Desde las primeras expresiones poéticas orales hasta la redacción de la literatura narrativa, profética y de sabiduría, el Antiguo Testamento recoge en sus páginas un largo proceso de formación espiritual, religiosa, social y política que tiene sus comienzos históricos en antiguas comunidades nómadas.

Prosigue con la ubicación del pueblo de Israel en las tierras de Canaán, continúa con el estado monárquico, permanece durante el período exílico y revive en el retorno del pueblo de la diáspora a Jerusalén.7 Un estudio sobrio de la teología que se encuentra en esos documentos no puede ignorar las dinámicas sociales, políticas y religiosas que se manifiestan en esos escritos. De particular importancia es el hecho de que se revela desde muy temprano en la historia: el Dios bíblico desea establecer un pacto o alianza con su pueblo. Y esa singular afirmación teológica, pedagógica y política ubica al Señor de la Escritura en un nivel diferente al resto de divinidades del Oriente Medio. Es un Dios que no solo tiene capacidad de intervención en la historia, sino que también posee el firme compromiso de establecer relaciones estables y transformadoras con su pueblo.

La teología del Antiguo Testamento puede describirse como el resultado de un largo proceso de estudio riguroso y de presentación sistemática de las ideas y conceptos sobre Dios que se incluyen en la primera sección de las Biblias cristianas. Esas ideas y conceptos le dan cohesión y unidad a todo el Antiguo Testamento; además, sirven de base para la comprensión de la divinidad que manifiesta su nombre a Moisés y que luego en la historia es reconocido como «el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo».

 

Aunque es una disciplina científica relativamente reciente, en sus reflexiones internas se incluyen esfuerzos teológicos de importancia. En efecto, la realidad de la teología del Antiguo Testamento es más antigua que su nombre propio.8 Antes que se pensara, dialogara o analizara el tema de la teología bíblica, los conceptos básicos referentes a Dios se manifestaban con propiedad y liberad en las páginas de la Biblia hebrea.

IMPORTANCIA DEL ESTUDIO

El estudio de los conceptos que se relacionan con Dios en la Biblia son de importancia capital para pastores y pastoras, estudiantes de teología en seminarios e institutos bíblicos y personas laicas interesadas en crecer espiritualmente y desarrollarse en la fe. En primer lugar, el presupuesto teológico y metodológico más importante para entender la Biblia, específicamente para comprender el Antiguo Testamento, es la existencia de Dios, que no se pone en duda en las narraciones bíblicas y que se presupone y presenta claramente desde los comienzos mismos del Libro de Génesis (Gn. 1:1). Es importante notar, además, que el protagonista indiscutible de las narraciones de liberación y de las acciones salvadoras hacia el pueblo de Israel es Dios. El personaje fundamental, que se reveló a los padres y a las madres de Israel, y que en momentos de crisis nacional intervino en la historia de manera redentora, no es otro sino Dios, el Señor creador de los cielos y de la tierra.

En torno a ese Dios redentor y liberador se predican sermones y se presentan estudios bíblicos contextuales. Y en ese espíritu docente es labor de los pastores y las pastoras, los maestros y las maestras y también de los teólogos y las teólogas de la iglesia, exponer con efectividad, gracia, orientación, sabiduría y dedicación las Sagradas Escrituras. El objetivo es que los creyentes, las congregaciones y la sociedad en general no solo entiendan el mensaje bíblico, sino que también tengan el deseo, la capacidad y el compromiso de aplicar sus enseñanzas a la vida diaria.

GRATITUDES

Luego de veinte años de haber publicado algunas ideas en torno al Señor de la Escritura por primera vez, reviso esos temas a la luz de nuestras nuevas investigaciones y reflexiones. Retomo el concepto, pues el siglo veintiuno requiere que tengamos una conciencia clara de la naturaleza divina. Además, las iglesias necesitan recursos noveles para comprender y predicar la naturaleza del Dios eterno; los predicadores y las predicadoras anhelan tener libros que les den nuevos recursos teológicos, homiléticos y pastorales; y las nuevas generaciones demandan explicaciones inteligentes a las preguntas básicas y fundamentales de la vida.

Este libro incluye algunas ideas que he explorado luego de años de reflexiones teológicas, décadas de traducciones bíblicas y decenas de libros publicados. Llega esta nueva obra bíblica y teológica mientras veo a mis hijos y nueras madurar, y me percato que mis nietos y nieta están creciendo rápidamente, en un mundo diferente al que me permitió estudiar y comenzar mi ministerio teológico, literario y educativo. Y presento esta publicación en medio de una serie extraordinaria de desafíos de salud y crisis económica que vive la humanidad.

En medio de una pandemia inesperada e inmisericorde, escribir sobre Dios es un gran gozo y un desafío extraordinario. Disfruto la investigación y la redacción del libro, pues incluyo temas que por años me han apasionado y he disfrutado. Pero también es un desafío singular, pues la gente pregunta, qué tipo de Dios permite el sufrimiento de tantas personas inocentes. Y esas afirmaciones e interrogantes me llevan nuevamente a explorar el libro de Job.

Le agradezco a Editorial Patmos y a su director, Thomas Ribas Souza, por la invitación que me hicieron para escribir y presentar este libro. Las crisis en la vida nos dan buenas oportunidades de escribir sobre el Dios transformador desde la perspectiva de la esperanza. Pienso que el énfasis educativo de Editorial Patmos puede ser un buen ángulo para poner esta nueva obra sobre Dios en las manos de creyentes hispanoparlantes interesados en presentar a la sociedad contemporánea un mensaje pertinente. Además, la editorial le brinda con este libro una buena oportunidad a las personas que están explorando la fe, a descubrir y disfrutar ángulos sobre Dios que no necesariamente se exploran de forma regular en los foros locales de las comunidades de fe.

Les invito a leer con detenimiento esta nueva presentación de mis reflexiones en torno al Dios de la Biblia, que en el Nuevo Testamento se lo conoce como el «Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo».

Para esta publicación he usado la traducción de la Biblia conocida como la Nueva Versión Internacional (NVI), aunque en varias ocasiones opté por traducir los textos del hebreo directamente al castellano. Esta es una versión de las Sagradas Escrituras con un muy alto grado de fidelidad a los manuscritos originales, junto a un nivel extraordinario de facilidad de comprensión.