Volviendo al nido

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Volviendo al nido
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www.novacasaeditorial.com

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© 2020, Jullianna Barreto

© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial

Editor

Joan Adell i Lavé

Coordinación

Noelia Navarro

Portada

Vasco Lopes

Imagen de portada

Freepik

Maquetación

Noelia Navarro

Corrección

Nadín Velázquez

Primera edición en formato electrónico: Octubre de 2020

ISBN: 978-84-17589-73-8

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).

jullianna barreto








volviendo

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nido









INTRODUCCIÓN

YATZIRI, LA PRINCESA MAYA

YATZIRI Y SU METAMORFOSIS

YATZIRI YA ESTABA BIEN...

UN LLAMADO ESPECIAL

PASARON DIEZ DÍAS DESPUÉS DE LA APARICIÓN DEL ÁNGEL KIORO

EL TERCER ELEMENTO

PARTE II ALASKA (TALKEETNA)

PARTE III MAR BERING

PARTE IV SUNAAP

EL PORTAL

JOSEFINA TUVO UNA FAMILIA...

HESTER TUVO QUE PARTIR...


PRÓLOGO




«Ama sin medidas porque el amor no tiene fin», una muy buena invitación que nos trae los escritos de Jullianna. Es mágica en cada detalle, lo primero a destacar es la increíble manera en que la autora consigue describir los personajes, lugares, momentos para que podamos imaginarnos tal y como en la idea original. Y lo que más me llamó la atención fue que no hay palabras de más ni de menos. Yatziri, la princesa maya, es sin duda una representación ideal de Jullianna, quien es soñadora y valiente, y le encanta ayudar al prójimo.

Debemos amar hasta que duela, como lo demuestra Josefina, que decide nunca más pisar Tierra y olvidarse de sus hijos y el trabajo al cual era adicta para ver a su amado Francisco que ya no vive. Su decisión fue admirable por querer atravesar el portal sabiendo que nunca más volvería a la normalidad, cosa que no sería posible si ella no tuviera ese corazón noble, lleno de luz y amor.

Como ya había dicho Jullianna, cada uno de nosotros es único, todos tenemos una esencia que es imposible de imitar. Cada momento de nuestra vida pasa por algo, TODOS tenemos nuestros altos y bajos y cada uno actúa de una manera diferente. Por ejemplo, Yatziri se convirtió en una mujer loba para no casarse con un hombre que ella no amaba, porque cuando el corazón no quiere, no es para suceder. Y así, cada uno actúa de maneras diferentes y deberíamos empezar a respetar a los demás, cosa que en este mundo ya no ocurre.

Este libro te gustará muchísimo, una vez que empieces a leer ya no querrás parar porque está hecho con amor y dedicación, se nota en los más mínimos detalles. En este libro encontrarás partes emocionantes e interesantes, te hará sentir diversos sentimientos al mismo tiempo como amor, tristeza, decepción y preocupación.

Giovanna Ramirez


INTRODUCCIÓN




En cada etapa de nuestra vida podemos marcar un momento positivo o de aprendizaje, todo lo que fue difícil nos vuelve fuertes.

Debemos llevar la felicidad por instantes, no se puede ser feliz en toda ocasión. Nadie puede ser feliz todo el tiempo, pero sí podemos disfrutar de la felicidad para mantener viva nuestra alma y tener ánimo para seguir adelante.

Cosas que planificamos, que nos dedicamos, a veces no nos salen, o que jamás proyectamos y después de unos años realizamos y nos preguntamos por qué no habíamos pensado en eso antes. Todo tiene su tiempo, pero cuando nos domina la ansiedad es difícil controlar las manos aceleradas y el corazón palpitante delante de situaciones de desesperación que sofocan nuestra mente y nuestra memoria y vigilan en secreto nuestro ser.

Eso es porque muchas veces las cosas que queremos que sucedan tienen su ciclo o, quién sabe, no tienen que suceder, ese es su destino y terminó. Planificar otros sueños y seguir adelante.

Somos únicos en todo así alguien copie tu idea, tu vestimenta, tu inversión. Nadie va a pensar de la misma manera, cómo actuar en determinados periodos o situaciones. Nuestra mente no será fácil de copiar, porque cada uno tiene una manera de actuar en desesperación, alegría, rabia, pasión y puntos que nos fortalecen. Cada uno tiene su esencia y somos únicos por más parecidos y semejantes que seamos.

Nadie puede saber qué vas a pensar o hacer si surge algún problema, eso es lo más valioso que tienes, tu identidad. Dios nos hizo únicos y de eso no hay dudas porque hasta los gemelos que nacieron en la misma bolsa y en el mismo día, de una misma madre, no son iguales.

Debemos aprender a observar más, mantener nuestros objetivos y pensar en uno mismo, no por egoísmo, pero nosotros debemos estar bien para poder ayudar al prójimo que nos necesita.

Siempre tratamos de dedicarnos a lo máximo a nuestros hijos, a veces al punto de no pensar en nosotros, en nuestros momentos, en nuestros gustos. ¿A quién nunca le pasó?

NO EXISTE persona que sepa todo, que tenga toda la razón. La humildad de aprender y seguir adelante es muy importante, las personas saben el que se ve humilde porque escucha, observa sin cuestionar o sin juzgar. Porque es tan fácil juzgar, es tan común hablar del prójimo y decir que debe hacer o no en su vida.

La vida está pasando, los momentos son preciosos, continuemos aprendiendo y valorizando al que está a tu lado, porque no todos se paran para aplaudirte. Son pocos los que están a tu lado y ven el esfuerzo de cada día, los altos y bajos, los días grises y soleados. Sin duda alguna, eso hace parte para crecer y progresar.

El progreso debe ser continuo y mantener el enfoque, cerrando ciclos y proyectando mejoría para uno mismo, para que en nuestro entorno permanezca la energía y la atracción de personas que nos amen y nos quieran bien, porque lo que sembramos va a depender de cómo cuidemos para tener una buena cosecha. No solo plantar amor, atención y salir sin conservarlo, sin darle el abono, el agua y la luz de todos los días. Cultivar el amor en las personas que amas y valen la pena es un gesto de pocos.

Jullianna Barreto



YATZIRI, LA PRINCESA MAYA

Ella es una mujer de coraje, ella ama lo salvaje y no acepta lo frágil.

Ella lucha, ella sobrevive en amenazadas selvas. Ella está en extinción.




Los mayas fueron una civilización misteriosa, eso se puede observar desde los conocimientos en varios temas y, principalmente, en sus costumbres. Con una abundante y rica naturaleza y una cultura infinita de saberes.

Lugares calurosos y húmedos con cadenas montañosas que llegan a cuatro mil metros de altura, además de tener muchas regiones planas y bañadas en ríos y arroyos. Los dznonot dentro de las cavernas son cenotes de agua cristalina que dejan esos lugares más paradisíacos.

En aquella región el grupo de habitantes era reducido, todos se conocían. Estaban siempre en contacto.

En el pueblo, donde las personas más humildes vivían, las casas eran chozas de materiales fáciles de encontrar en su medio: el lodo y la palma. Se ubicaban próximas al agua corriente para equilibrar el día a día, así también para desarrollar su forma de riego, aunque eran las lluvias las que realizaban la mayor parte del rocío.

Los vínculos matrimoniales eran comunes y siempre pacíficos, ningún hijo iba contra la voluntad de su padre. Muchas veces eran matrimonios organizados por motivos políticos o para la paz de alguna futura guerra.

Yatziri era una princesa maya. Ella era hermosa; su piel, morena, suave y delicada. Llevaba el rostro pintado de acuerdo con la tradición, los ojos negros como la noche y un brillo de diamantes en las pupilas. Su cabello lucía un color betún y liso, siempre recogido con una trenza y con fragancia de flores hechas en aceites aromatizados tan solo para ella.

 

Tenía una pasión por el jade, una piedra con tonalidades verdes rica en aluminio y sodio. Esta piedra era de gran valor para la civilización maya. Era llamada «el oro de los mayas» por representar la belleza y el poder. Era la descripción perfecta de la princesa Yatziri, la más bella princesa que estaba en su mejor momento.

La hermosa princesa llevaba poca ropa, era una doncella sin pudor. En sus prendas, todas hechas a mano, predominaban el rosa, amarillo y el verde.

Yatziri, la doncella maya, la más bella joven que cargaba todas las lunas con sus ciclos de mujer, era la única hija de un rey estricto y exigente.

Ella no quería una vida controlada, una vida sin sentido, donde tendría que casarse con un hombre que no amaba. No tenía interés en formar una familia con un ser por el que no sentía placer.

Conseguía la realización plena en su interior cada vez que la luna le concedía ese tiempo elegido porque ella era abundancia y fertilidad y nutría en cada luna llena.

Yatziri respetaba sus ciclos, mantenía sus energías para realizar el momento esperado en su interior y mantener la frecuencia del poder ancestral de su pueblo.

En las noches de luna llena ella era salvaje, se manifestaba y no conocía el miedo, caminaba en la selva con brillo en sus ojos, respiraba el aroma de las flores, siempre enamorada de la luz más bella en el cielo.

En noches de su metamorfosis era cuando su aventura empezaba, ella era más loba que mujer, era cuando no ocultaba su momento salvaje y se alimentaba de lo desconocido y misterioso.

Ella amaba la oscuridad, amaba las estrellas debajo de aquella montaña en la que pasaba sus noches en blanco, esperando la metamorfosis humana.

Ella era fuego, sentía la sangre que corría en sus venas, porque su alma era de ancestral chamán.

La doncella era amor, era luz, un brillo de paz.

Sus momentos de mujer la completaban, la evolución de ser doncella, porque era amor, era la luz, madre porque tenía la sabiduría de la fertilidad y tan encantadora, porque tenía el poder del mundo interior, de la comunicación con el más allá, un efecto de la telepatía que sentía la mujer loba a flor de piel.

Había dos familias que luchaban por el poder de un territorio donde abundaba piedra caliza, usada en construcciones de la época por su porosidad y resistencia, de gran valor para el pueblo maya, ya que se comercializaba dentro y fuera de su región.

Un lado de la familia era del rey Balam, un hombre ambicioso que amaba el poder, criticaba al prójimo, siempre deseaba tener más sin importar al que tuviera que destruir.

Balam tuvo un solo hijo, llamado Itze. Por un problema en el parto que no afectó a su primogénito, su mujer no pudo tener más hijos.

La otra familia era la de la princesa Yatziri. Su padre era el rey Atzin, un hombre rígido, pero de buen corazón. Amaba a su familia sobre todas las cosas, pero quería que su hija siguiera el camino de una verdadera mujer maya.

Ambas familias llegaron a un acuerdo, iban a casar a sus hijos para unir las fuerzas y terminar con las diferencias, ya que ambos hijos tenían la misma edad. Pero Yatziri no quería, ella estaba feliz siendo libre y buscando su yo interior en cada metamorfosis humana.

—Mamá, yo no estoy de acuerdo en casarme con ese príncipe —dijo la princesa sin medir sus pensamientos.

—Debes hacer lo que tu padre dice, no podrás contrariarlo —respondió la madre duramente.

—No puedo estar con un hombre que no amo para toda una eternidad. Si voy a casarme con alguien, debe ser un amor para siempre.

—Aprenderás a amarlo, es cuestión de tiempo. Ya estarás contenta con un hombre tan hermoso como el príncipe que te elegimos.

—No, la belleza no me atrae. Hay muchos que me admiran, que me galantean, y eso nunca significó amar.

—No te preocupes por detalles, eres la princesa, ningún hombre te podrá defraudar.

—No es así, madre, no sabes cuánto lo siento, pero no será de la manera que planean. Yo busco mi libertad y quiero ser feliz, aunque quiera también verlos bien.

En medio de la selva tropical, Yatziri vivía en un castillo con detalles históricos que hablaban de las guerras de su pueblo y fenómenos de la naturaleza que habían cambiado el futuro de los habitantes. Códices mayas que adornaban la pared en antiguas piedras de caliza.

Cerca de allí había una cueva, era un lugar secreto en el que se reunían las mujeres de una hermandad de su tribu donde ella era la principal líder.

En medio de esa cueva había cenotes, una cavidad subterránea natural, bañada por ríos, con aguas cristalinas, y en momentos del amanecer o atardecer entraban los rayos del sol en los diez metros de diámetro. Era el lugar donde hacían sus rituales secretos, sin necesidad de una presencia masculina, ya que esa hermandad era cerrada y confidente.

Todas sabían los planes de Yatziri, una de las mujeres no estaba de acuerdo con la princesa. La transformación de mujer a loba en la luna de sangre podría causar consecuencias desastrosas a los habitantes de su tribu. Cuando faltaban pocos días para la luna roja, Itzamara, la reina, pidió a su guía un rito para comunicarse con Chaac, el dios de la lluvia. Chaac era representado por los mayas como un ser humano con rasgos animales y labios definidos, llevaba un hacha de piedra que, al golpearla, producía truenos y relámpagos, y así venía la lluvia.

Si la noche de la luna roja estaba nublada, Yatziri no podría transformarse y su plan de escape se arruinaría.

Como la reina no quería discutir con su hija y pasar malos momentos, ella trató de resolverlo a su manera, pero había olvidado que la naturaleza tiene su ciclo y es tan perfecta que en la noche de luna roja el cielo estaría abierto y óptimo para la metamorfosis humana.

La princesa pudo contactar con un ajq’ij, un sacerdote o guía espiritual que la ayudaba y la encaminaba en todas sus transformaciones, a interpretar sus sueños y a relacionar su energía cósmica. El guía de Yatziri era un hombre sabio que pudo ver en la princesa el don de chamán que ella tenía en su esencia y le enseñó muchas cosas.

—Mi querida princesa, debes buscar lo que te complete. Sé que en las noches de luna llena estás en total transformación y realizas tus ciclos como mujer chamán.

—No quiero casarme con ese príncipe, estoy decidida y sé que hay una salida —dijo la princesa.

—La única salida es que, en la noche de luna de sangre, podrás convertirte en una loba. Eso será parcialmente, porque solo podrás volver a ser Yatziri en la próxima luna roja. Dependerá del periodo que volvamos a tenerla y según el calendario...

—Sí, eso sería la mejor solución. No quiero enfadar a mis padres, pero yo no necesito casarme con un hombre para sentirme completa. Aún no encontré el amor verdadero para la eternidad.

—Es posible, ya sabrás de eso, sin duda. Es que eres mujer chamán, eres especial, sabes lo que sientes. Sigue luchando y busca tu felicidad.

—¿En cuántos días será la luna roja?

—Probablemente en dieciocho días. El día se sentirá diferente, trata de hacer tus días tranquilos para que cuando llegue el momento te veas bien, sin ansiedad y con total decisión.

—Estoy decidida.

—¡Te ayudaré!

Los días fueron pasando, Yatziri estaba cada vez más fuerte, con energía vital para poder realizar su metamorfosis de mujer a loba. Se infiltró en un mundo paralelo y así consiguió sentir un gran poder de energías y estabilidad.

Para los habitantes de su pueblo, la transformación era una tradición, un trance sagrado que debía mantenerse en sus costumbres. Era una conexión entre el ser humano y la naturaleza que lo rodeaba, donde el cuerpo respondía a fuerzas externas que llevaban a una conexión sobrenatural. Con un guía, Yatziri era controlada para que no lleve al extremo sus experiencias, ya que era cuando ella entraba en contacto con el dolor y la muerte.

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