Cuentos y parábolas sofrológicas

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Cuentos y parábolas sofrológicas
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© Armando Nougués Fernández

Diseño de edición: Letrame Editorial.

ISBN: 978-84-18362-72-9

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

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A mis hijos, Army, Blanca, Carol y Elena, con todo mi amor.

Ellos son para mí fuentes de alegría, aprendizaje, inspiración y orgullo.

AGRADECIMIENTOS

Son muchas las personas que han colaborado para que este libro vea la luz, pero la mayoría de ellos ni siquiera lo saben. Me refiero a mis alumnos durante más de tres décadas, a quienes debo gran parte de lo que aquí se contiene. Sin sus estímulos, comentarios y aportaciones nunca habría podido escribir esta obra.

Pero, en especial, he de agradecer el esfuerzo y la ayuda recibida por parte de mi mujer, Blanca. Gracias por el trabajo de lectura y crítica del borrador, por sus consejos, sus correcciones y, sobre todo, su ánimo, cariño y comprensión en todo momento. Ella me hace escribir mejor y, sobre todo, me estimula a ser mejor persona.

INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ACTUAL

Quiero contarte una historia o, mejor dicho, muchas historias. Estoy seguro de que conectarás con alguna de ellas, porque si has tenido la curiosidad de sostener este libro entre tus manos es porque existe en tu interior un impulso orientado a la búsqueda de una vida mejor.

Seguramente te habrás planteado más de una vez la idea de que te gustaría vivir con menos estrés y con menos ansiedad que hasta ahora. También habrás deseado en algún momento que las cuestiones de la vida cotidiana te afectasen menos de lo que habitualmente lo hacen, o disminuir los sinsabores de cada día para disfrutar de una vida más armónica y feliz. Es casi seguro que te habrás planteado esas cosas o algunas otras parecidas. Porque vivir mejor es una aspiración natural de todas las personas y, según he comprobado, solemos pensar en ello.

En mi caso, además de lo anterior, también me cuestiono la necesidad de buscar respuestas en el ámbito de mi profesión. Muchas veces he sentido que me faltaban herramientas para llevar a cabo la tarea a la que diariamente me enfrento: ayudar lo mejor posible a mis pacientes.

Este libro trata de ambas cosas; es decir, de cómo aprender a vivir mejor, y también mostrará las herramientas que me han servido y me siguen sirviendo, tanto en la faceta personal como en la profesional, para crecer como persona y como médico.

¿Cómo surgió todo esto? Pues bien, la vida da muchas vueltas y, hace ya muchos años, en uno de sus múltiples giros me topé con la Sofrología. He de confesar que ya había realizado algunos pinitos en esta disciplina cuando era bastante joven, pero nunca la había estudiado con profundidad y de forma sistemática.

Tras realizar la formación adecuada y obtener las certificaciones oportunas, comencé a enseñar Sofrología a mis pacientes. Primero, como el espacio que disponía a finales de los años ochenta era bastante pequeño, lo hacía de forma individual. Más adelante, cuando me mudé a otra consulta más amplia, continué haciéndolo, pero ya de forma grupal. Han sido muchos los grupos a los que durante varias décadas ininterrumpidamente he entrenado, y de todos ellos siempre he aprendido algo.

Cuando impartía las sesiones me gustaba ilustrar algunos principios sofrológicos con cuentos y con historias que había leído, escuchado o, incluso, inventados por mí. Solían gustar bastante, y los comentarios recibidos eran tan positivos que me animaron a publicar un primer Cuentos y Parábolas Sofrológicas, allá por el año 1996.

Salieron a la luz mil ejemplares, los cuales se agotaron hace ya muchos años. En todo ese tiempo me han pedido en numerosas ocasiones que lo volviese a publicar, pero no lo tenía demasiado claro, ya que mi propia evolución me llevó a desarrollarme por otros terrenos más allá de la Sofrología; dando lugar a una disciplina con la que actualmente me encuentro involucrado y comprometido, la Sofrodynamia®. Después de pensarlo mucho, finalmente, decidí hacerlo y publicar una segunda edición.

Pero este libro actual es bastante diferente al primero. Es una segunda edición totalmente revisada, reescrita y ampliada con el enfoque sofrodynámico, de tal manera que hay dos apartados bien diferenciados. El primero, referente a la Sofrología y el siguiente, dedicado a la Sofrodynamia®.

Respecto a la primera edición he quitado muchas de las historias que se contaban, también los dibujos. He reescrito algunas de las antiguas y he añadido nuevas narraciones. Por eso, si leíste la primera edición, encontrarás bastantes novedades en esta obra; y si no la leíste, entonces tendrás la oportunidad de acercarte a estas dos disciplinas de un modo novedoso.

Espero que disfrutes de su lectura tanto como yo de su escritura. Y, finalmente, decirte que, si te gusta y te apetece, compartas tu experiencia con otras personas con la finalidad de ayudar a quienes se encuentran en un camino de búsqueda similar al tuyo.

LA SOFROLOGÍA: ESA GRAN DESCONOCIDA

Hace algún tiempo, cuando comenzaba mi práctica médica en el año 1981, me encontré con la enorme dificultad de situarme frente a un reto tan grandioso y desbordante como el ser humano en estado de enfermedad.

El problema básico, al margen de teorizaciones sobre el asunto, no era otro que la pobreza de los instrumentos de los que disponía en aquel momento para aliviar o curar, en la medida de lo posible, a las personas que acudían a mí buscando remedio.

La cuestión era sencilla y frustrante al mismo tiempo, ya que durante la carrera había recibido una formación general básica suficiente, al menos así lo creía, pero a la hora de la resolución de los problemas de la práctica médica diaria, no disponía en esos momentos de otra cualificación que la actuación farmacológica, la indicación quirúrgica si era el caso, algunos retazos sobre lo que debería ser una dieta sana y poco más. Es decir, frente a cualquier problema que se me presentaba sólo disponía de un número limitado de opciones: la pastilla, mandar a operar o decirle que hiciese ejercicio y comiese mejor.

Curiosamente me sorprendía como, al tiempo que se hablaba cada día más de cuadros morbosos relacionados con la patología psicosomática y del gran aumento de la incidencia de las enfermedades asociadas al estrés, así como de otros procesos mentales, no existía una correspondencia entre aquello que se decía y los conocimientos y habilidades técnicas con los que se nos preparaba en la Facultad de Medicina para poder enfrentarnos a dichos problemas.

Por ejemplo, ante un paciente ulceroso, aun reconociendo el gran componente psicosomático y la participación del estrés en esa enfermedad, como médico general, salvo la medicación antiulcerosa del momento, carecía de cualquier otra herramienta que ofrecer al paciente.

En esos momentos no disponía de una alternativa eficaz para ayudar al paciente a retomar y corregir su postura frente a los acontecimientos exteriores, así como a un mejor manejo de las situaciones estresantes de su vida. De poco valían los consejitos: «Tiene que tomarse las cosas de otro modo» o «usted relájese y no se preocupe tanto de las cosas». Pero si alguien preguntaba: «Muy bien, quiero relajarme, ¿cómo lo hago?», yo no podía hacer otra cosa más que encogerme de hombros y callar. Nadie me había enseñado a dar una respuesta apropiada ante esa pregunta.

Fueron una serie de acontecimientos, que ahora no vienen al caso referir, los que me llevaron a tomar contacto con la Sofrología. Este encuentro me permitió conocer y adquirir una metodología efectiva que me proporcionaba la oportunidad, de un modo sencillo y seguro, de abordar globalmente la problemática del ser humano, no sólo a nivel de enfermedad sino también de promoción de la salud y, además, me aportaba la posibilidad de desarrollar una dimensión profiláctica y pedagógica.

Hoy día al escribir estas líneas reflexiono un poco acerca de la gran desinformación que existe sobre esta disciplina. Dicha desinformación no sólo se da en la sociedad en general sino también, lamentablemente, en el ámbito médico en particular.

En la mayoría de las ocasiones, o no se conoce la Sofrología o, lo que es peor, se confunde con técnicas hipnóticas, pseudomágicas o circenses totalmente alejadas del ámbito médico y científico.

Pocos saben que la Sofrología es una disciplina nacida dentro del seno de la medicina y que ha tenido su representación y participación en diferentes congresos médicos en todo el mundo. Además de lo anterior, la Sofrología ha sabido rebasar ese ámbito médico para proyectarse exitosamente a otros contextos, tales como el medio escolar, el deportivo y el social.

Por eso, lo que a continuación se expone no tiene otro objetivo que aportar una mínima información breve, clara y concisa para dar a conocer una herramienta que contribuye a ampliar el repertorio terapéutico y profiláctico del profesional de la salud y para mejorar la calidad de vida de las personas en general.

 

I PARTE

LA SOFROLOGÍA EN PARÁBOLAS

SOFROLOGÍA: ORIGEN Y CAMPOS DE APLICACIÓN

Cuando, a finales de los años ochenta, decidí comenzar mi formación en Sofrología en la Escuela internacional de Sofrología de Madrid, no tenía ni idea de a dónde me llevaría esta iniciativa. Porque, muchas veces, cuando nos embarcamos en la realización de ciertos estudios, del tipo que sean, simplemente añadimos algo más de conocimientos a nuestro bagaje cultual, pero no se produce ningún cambio sustancial en nuestras vidas. Sin embargo, con los estudios sofrológicos sucedió algo distinto.

Experimenté aquello que sigo defendiendo después de tantos años; y es que cuando te introduces en la observación de tu mundo interior con una metodología que te ayuda a integrar esas experiencias, algo se transforma en tu vida.

Así que, poco a poco, fui profundizando en el conocimiento teórico y, sobre todo, práctico de esta disciplina, pasando luego a enseñarla a lo largo de más de una década.

Más tarde, mi propia evolución personal me llevó a traspasar las fronteras sofrológicas para introducir nuevos modelos teóricos, junto con unas bases epistemológicas distintas y un amplio repertorio de nuevas prácticas a las que denominé Sofrodynamia®, la cual explicaré más adelante.

Para ilustrar las parábolas que vendrán a continuación, me gustaría comentar algo acerca de los orígenes de la Sofrología.

La Sofrología es una disciplina científica, enmarcada dentro de la escuela fenomenológica, creada por el psiquiatra colombiano Dr. Alfonso Caycedo en 1960. Su objetivo se centra en el estudio y conocimiento de la consciencia humana con la finalidad de armonizarla. Para ello ha desarrollado diferentes técnicas y métodos con la intención de lograr una mayor integración psicofísica de la persona, así como un mayor autocontrol capaz de generar un estado de más sosiego y armonía.

El Dr. Caycedo había creado, en 1958, el Departamento de Hipnosis Clínica y Técnicas de Relajación, que simultaneaba con el de Medicina Psicosomática; pero poco a poco fue evolucionando hacia técnicas menos directivas dando lugar en 1960 a la creación del Departamento de Sofrología, en el Hospital Provincial de Madrid, bajo la dirección del Dr. López Ibor.

Posteriormente, la inquietud intelectual del Dr. Caycedo le llevó a Suiza en el año 1962, donde colaboró con el famoso psiquiatra Dr. Ludwig Binswanger (1881-1966), uno de los máximos exponentes de la Psiquiatría Fenomenológica, quien le animó a estudiar los fenómenos de la consciencia que aparecían en los practicantes de ciertas tradiciones orientales.

Fue así como se embarcó en un viaje a Oriente, que tenía programado para unos meses y que duró dos años. Es durante dicho periplo cuando conecta con numerosos maestros de meditación de diferentes escuelas, sobre todo del mundo del yoga, del budismo tibetano y del zen. Todo ello se encuentra descrito en su obra La India de los yoguis (Caycedo, 1971).

Este viaje fue la semilla para la aparición de los tres primeros grados de la llamada Relajación Dinámica de Caycedo (R.D.C.), pilares fundamentales de la Escuela Sofrológica. Tiempo después, el Dr. Caycedo fue incorporando nuevos grados a este primer esquema, de tal manera que hoy día se describen doce grados diferentes de R.D.C.

ETIMOLOGÍA

Etimológicamente hablando, la palabra Sofrología está compuesta por tres diferentes raíces griegas: sos, que significa armonía, serenidad; phren, que se traduce por mente o consciencia; y logos, palabra con significados diversos, tales como tratado, estudio o ciencia. Es decir, desde el punto de vista de lo que significa la palabra Sofrología, se puede definir como: «Ciencia de la armonía de la mente o de la mente en armonía».

Si reformulamos más correctamente su significado etimológico entendiéndolo en un sentido más amplio, diríamos que la Sofrología es «El estudio científico y el desarrollo metódico de la consciencia humana en armonía».

CAMPOS DE APLICACIÓN

Los campos de aplicación de la Sofrología son amplios y diversos. Siempre requieren de una capacitación específica del profesional responsable de impartir el entrenamiento sofrológico en el ámbito específico que sea. Los más importantes se describen a continuación.

A) PREVENTIVO: Es de sobra conocido el dicho más vale prevenir que curar. Esta frase se puede aplicar a la Sofrología, porque nos ofrece una valiosa herramienta para prevenir muchas enfermedades, sobre todo las que se relacionan con el estrés. A esto lo llamamos Sofroprofilaxis.

B) TERAPEÚTICO: También se puede utilizar la Sofrología como parte del tratamiento de diversas enfermedades, bien como elemento único o como un elemento más dentro de un tratamiento más amplio. A eso lo llamamos Sofroterapia.

Algunos ejemplos de este uso son: el tratamiento de recuperación y rehabilitación en enfermos postinfartados (Rager, 1970); los pacientes oncológicos (Dudoit et al, 2012; Campos, 2015); la fibromialgia (Santos de Oliveira et al, 2016), etc.

Así mismo, la aplicación de las metodologías sofrológicas es beneficiosa en el caso de enfermedades crónicas, ayudando a soportar el enorme peso y tensión psíquica que supone el padecimiento de algunas de estas enfermedades, como por ejemplo la diabetes. Sirve de ayuda para aumentar la adhesión al tratamiento1, factor importantísimo en el caso de los enfermos crónicos.

C) PEDAGÓGICO: Otro campo de aplicación muy importante es el pedagógico (Sofropedagogía).

Aquí se entrenan las estructuras básicas para el proceso del aprendizaje, tales como son la atención, la concentración y la memoria. Además, se trabaja el refuerzo de la personalidad, la empatía (Jiménez López,2004) y la mejora del autoconcepto (autoestima).

Ni que decir tiene la importancia de las aplicaciones de las metodologías sofrológicas para la preparación a la maternidad y al parto. Muchos ginecólogos y matronas utilizan técnicas de origen sofrológico para ayudar a sus pacientes, tanto durante el embarazo (Arranz et al,2017) como en el momento del parto.

En la actualidad se utiliza el término de Psicoprofiaxis Obstétrica para definir un conjunto de técnicas psicofísicas, entre las que se encuentra la Sofrología, de aplicación durante el embarazo para mejorar la salud de la embarazada y realizar una profilaxis prenatal correcta (Morales Alvarado, S. et al., 2014)

D) DEPORTIVO: Nadie duda hoy día que en el deporte de más alto nivel se necesita, al igual que el entrenamiento físico y técnico, una preparación mental del atleta. Ésta, le permite desarrollar al máximo sus capacidades, así como controlar el enorme estrés que desarrollan antes, durante y después de la competición (Perreaut-Pierre, 2000).

La mayor parte de los atletas de élite cuentan en su equipo con un gabinete psicológico, en los que se cuida el aspecto mental del deportista. Entre los distintos recursos que utilizan se encuentran técnicas estrictamente sofrológicas o bien otras técnicas inspiradas en la Sofrología.

E) SOCIAL: Existe también un campo de aplicación a nivel social. Va encaminado al entrenamiento con ancianos y poblaciones marginales o problemáticas. Se han llevado a cabo experiencias en internados y en grupos de la tercera edad (Oriad, 1985), etc.

F) DESARROLLO PERSONAL: Además de lo anterior, el entrenamiento sofrológico puede servir como metodología útil para ayudar, en la medida de lo posible, al crecimiento personal y al desarrollo humano.

G) EMPRESA: Desde hace años, la Sofrología se ha abierto a otros campos de aplicación como, por ejemplo, el mundo empresarial, adaptando y aplicando las metodologías sofrológicas para incrementar el bienestar del trabajador tanto a nivel individual como colectivo, lo cual da como resultado un mejor funcionamiento de la empresa, no sólo en términos económicos sino también de satisfacción laboral por parte de los empleados.

Con todo lo dicho, puede dar la impresión de que la Sofrología fuese una especie de panacea que todo lo resuelve y cura. Esto no es cierto. Es solamente un instrumento más que aporta armonía a quienes la practican, pero que posee una enorme eficacia y que ha demostrado resultados muy positivos tanto en el campo personal como profesional. Una de las ventajas de la Sofrología es que puede aplicarse no sólo de forma exclusiva, sino también formando parte, junto con otras herramientas, de un tratamiento mucho más global de la persona.

¿CUÁNDO INICIARÁS EL CAMINO?

Todos recorremos nuestro propio camino, unos de forma consciente y otros deambulando como zombis sin saber muy bien a dónde les lleva o, incluso, transitando por el que le han marcado otros. Pero, sea como fuere, todos tenemos un camino.

Hay un momento en la vida en el que, cansados de pasarlo mal, hemos de decidir si escogemos orientarnos hacia el cultivo de una vida mejor o si seguimos vagando por otras muchas veredas.

La renuncia al sufrimiento y el compromiso con la búsqueda de la felicidad es el principio de todo proceso de búsqueda. Esta motivación ha de constituir la gasolina para nuestro viaje, ya que sin ella difícilmente podremos alcanzar la meta.

Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, en cierta región de la India vivía feliz un joven príncipe al que su padre había apartado de toda fealdad y de cualquier atisbo de sufrimiento que pudiera haber a su alrededor.

Así pasó su juventud rodeado de una belleza sin comparación, pero prisionero de los muros del palacio que su padre, el rey, había levantado para protegerlo del contacto con el mundo exterior.

El joven príncipe era inteligente, fuerte, apuesto y rico, ¿qué más se podría pedir para ser feliz?

Sucedió que un día, mientras paseaba por los jardines del palacio, oyó el canto nostálgico de una mujer que hablaba de tierras lejanas. De pronto, comenzó a sentir una profunda curiosidad y desasosiego, preguntándose acerca de lo que habría más allá de los límites que conocía.

¿Cómo sería el mundo fuera de esos muros?, comenzó a pensar sin encontrar respuesta.

Ante la insistencia de su demanda, su padre no tuvo más opción que permitirle una salida, la cual fue preparada minuciosamente a fin de que el joven príncipe siguiera sin ver nada desagradable.

A pesar de todos los preparativos, el príncipe tuvo su primer gran encuentro: por primera vez vio un anciano. Aún más aumentó su turbación, pues nunca había visto a nadie así.

—¿Qué le ocurre a ese ser? —preguntó a su criado.

—No le ocurre nada mi príncipe —respondió éste—, solamente es un viejo.

—¿Un viejo? —dijo el príncipe sorprendido, pues nunca antes había visto nada parecido.

—¿Y eso le ocurrirá a todos? —preguntó de nuevo curiosamente.

—Sí, a todos los seres —contestó seguidamente el criado.

—¿También a mí?

—Sí, también a ti, mi príncipe.

Una pena indescriptible inundó su alma. Su sueño, hasta entonces normal, comenzó a afectarse de una manera desconocida para él. Tenía que seguir investigando.

Dos nuevas salidas le proporcionaron otros dos trascendentales encuentros. Por primera vez contactó con la enfermedad y, posteriormente, con la muerte.

Informado de que esas circunstancias de la vida eran comunes a todos los seres humanos, él incluido, toda su alegría se desvaneció. Su palacio, sus jardines, la belleza que le rodeaba, todo perdió su sentido. Si la vejez, la enfermedad y la muerte era el destino común a todos los seres, ¿cómo podría entonces ser feliz?

Un día encontró un monje, un renunciante, que a pesar de sus harapos mantenía una profunda y serena sonrisa, como la que tienen aquellos hombres que han alcanzado un cierto grado de paz interior. El príncipe entendió que aún había posibilidades de ser feliz. Se prometió a sí mismo trabajar arduamente día y noche, hasta encontrar un camino que eliminara el sufrimiento y proporcionara a todos los seres la felicidad que no se pierde.

Abandonó su palacio, su familia, sus riquezas. Se cortó su largo cabello y cambió sus trajes reales por el mísero ropaje de un mendigo. Se internó en el bosque en busca de hombres santos que le enseñasen ese camino a la felicidad.

Ese joven príncipe se llamaba Siddharta Gautama, tenía treinta años cuando esto ocurrió.

 

Seis años después, tras un enorme esfuerzo, y debido también a sus muchos méritos acumulados en vidas anteriores, en un claro del bosque, bajo el sagrado árbol del Bodhi, en una noche de luna llena alcanzó su meta. Eliminó toda ignorancia de su mente y accedió a un plano de consciencia luminosa y omnisciente.

Desde entonces le llamaron Buda, el que ha despertado.

¿Cuándo decide una persona aprender Sofrología? La verdad es que cada uno de los que se acercan a ella lo hacen por diferentes motivos. Algunos comienzan por curiosidad o porque se lo ha dicho algún amigo al que le ha ido bien; otros porque piensan que puede serles útil para su profesión o incluso para su vida diaria; hay quienes lo hacen porque se encuentran muy estresados y quieren buscar algo que les haga estar más tranquilos, etc. En resumen, son muchos y diferentes los motivos por los que los alumnos deciden comenzar a aprender Sofrología.

Pero más allá de estos diferentes motivos, a lo largo de los años me he dado cuenta de que en el fondo hay algo en común en todos ellos, la existencia de una cierta insatisfacción que espera ser compensada. Porque los seres humanos añoramos la felicidad y pretendemos alejarnos del sufrimiento, pero no sabemos cómo hacerlo.

Para todas aquellos que desean mejorar su vida y se encuentran en este tipo de búsqueda, la Sofrología tiene algo que aportarles. Cuando somos conscientes del sufrimiento que hay en nuestras vidas y decidimos aceptar el reto de eliminarlo, es entonces cuando comenzamos el camino que, como en la historia del príncipe Siddharta, nos lleva a buscar la manera de ser más felices.

DESCUBRE TU MOTIVACIÓN

Una de las cosas prácticas que he aprendido es que, cuando comienzas algo nuevo, resulta muy útil preguntarte cuál es tu motivación. Según la tradición budista la motivación es lo que cualifica el acto, es decir, dependiendo de con qué motivación realicemos algo, dicho acto puede significar una cosa u otra distinta.

El Maestro solía contarles algunos ejemplos, al tiempo que les preguntaba y les hacía observaciones sobre los mismos. Así, de este modo, estimulaba a sus discípulos a encontrar sus propias respuestas. Porque, como ya sabemos, un verdadero maestro no se limitará a transmitir lo que él sabe, sino que hará que lo descubras por ti mismo.

Un día como otro cualquiera les hizo esta pregunta:

—Imaginad que estamos en una calle y vemos que un hombre aparentemente rico y bien vestido da una moneda a otro supuestamente pobre y con peores ropas, ¿qué diríais a propósito de esta acción?

Esta vez sí que era una pregunta fácil, pensaron todos, mientras contestaban, casi al unísono:

—Positiva, positiva, ha sido una acción positiva.

Pero el Maestro continúo con su exposición:

—¿Cómo tenéis tan claro la calificación de un acto si no conocéis la motivación de la mente que lo ha generado? o ¿tal vez etiquetáis las cosas por lo que aparentan ser en lugar de por lo que realmente son?

Los discípulos quedaron sorprendidos, ya que la cosa parecía muy clara: ¡dar una limosna a alguien es siempre algo positivo!

—¿Es posible que un mismo modo de obrar se deba a diferentes motivaciones? — preguntó de nuevo el Maestro.

—Sí, sí, por supuesto —respondieron los discípulos.

—Entonces, ¿por qué estáis tan seguros de que dar una limosna es algo positivo si desconocéis la motivación de quien lo ha hecho? Por ejemplo, el hombre rico podía haber pensado: «¡Oh!, le daré una moneda a ese desgraciado para que no me moleste más».

Puede que también se dijese: «¡Hum!, tiene mala pinta, mejor le doy algo porque si no puedo tener problemas».

O quizás pudiera pasársele por la cabeza el siguiente pensamiento: «¡Perfecto!, ahora que me ve mucha gente en la calle le daré unas monedas, así verán lo generoso que soy».

Incluso podría haber pensado: «Pobre diablo, menos mal que hay en el mundo personas como yo capaz de dar limosnas».

Y por qué no esto otro: «Lástima que sólo tenga estas monedas, me gustaría poder darle algo más, quizás pueda ofrecerle un trabajo».

¿Seguís creyendo ahora que es tan fácil decir que una acción es positiva o negativa simplemente por la observación de dicha acción? —continuó exponiendo el Maestro ante los discípulos que escuchaban atentamente.

Es la motivación la que califica al acto —afirmó rotundo.

Si la motivación es positiva la acción lo será también y si la motivación es negativa será negativa la acción —concluyó finalmente.

Cada vez que realizamos alguna tarea lo hacemos impulsados por una motivación. Unas veces es consciente, mientras que otras veces no lo es.

Al comenzar a adentrarse en el entrenamiento sofrológico sería aconsejable tener clara nuestra motivación.

¿Cuál crees que es tu verdadera motivación para aprender Sofrología o para emprender un camino de crecimiento y desarrollo humano?

Muchas veces, simplemente, queremos salir de un sufrimiento. Esto es lo más frecuente. En otras ocasiones será nuestro deseo de crecer más como seres humanos; incluso, para un pequeño grupo, la principal motivación será aprender y desarrollarse un poco más para poder ayudar mejor a otros.

Pero ¿quién puede conocer la verdadera motivación de cada ser? Por eso es conveniente que no te enredes en juzgar la de los demás, sino, más bien, orienta tu esfuerzo en descubrir la tuya propia. Descubras lo que descubras, acéptalo como punto de partida, tal vez en otro momento puedas desarrollar una motivación más elevada.

EL INSTRUMENTO DE LA CONSCIENCIA

Según parece, sólo cuando nos enfocamos en el desarrollo de aquello que es más específicamente humano, la consciencia, es cuando nos proyectamos hacia la plenitud como individuos y también como especie.

Nuestra mente es comparable a un mágico instrumento. Tan mágico que se le cree capaz de conceder a su dueño una vida más feliz, a condición, claro está, de que éste interprete la auténtica melodía que ha venido a dejar en este mundo.

Se dice que tiene la capacidad de que su sonido transforme en realidad aquello que deseamos. Cada cual posee el suyo, único, original, irrepetible.

Como todo buen instrumento habremos de cuidarlo con sumo esmero y afinar como es debido, si queremos que funcione de forma apropiada.

Pero la mayoría de las personas no saben muy bien cómo usarlo, incluso hay quienes ni siquiera saben que existe.

Todo ser humano tiene una ineludible tarea a realizar, si es que quiere vivir una vida mejor; la tarea de descubrir su propio instrumento y aprender a sacar de él las mejores notas.

Para ello es conveniente instruirse con quienes tienen experiencia y, sobre todo, llegar a conocer cuál es la auténtica melodía vital que has venido a interpretar.

Sin embargo, encontrarás personas que te dirán que eso no es real. Incluso que el mágico instrumento no es capaz de proporcionarnos una vida más feliz; más bien argumentarán que esto sólo depende de la suerte, de los demás o de otros muchos factores.

En tus manos está creerlos o no. Pero quiero que sepas que aquellos que se pusieron manos a la obra y descubrieron la potencialidad que tenía, te confirmarán que todo lo que se cuenta es cierto.

Más si te dejas llevar por el desánimo y abandonas tu propia indagación, o si no eres capaz de entonar tu propia melodía, sucederá algo realmente lamentable: te encontrarás ejecutando la de otros y, posiblemente, tu vida será más desdichada de lo que te gustaría.

En el contexto de la historia anterior, podría compararse la Sofrología con un método de interpretación, una especie de solfeo que nos enseñará no sólo a tocar el instrumento, sino a entender las diferentes partituras que encontraremos a lo largo de la vida.

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